sábado, 19 de mayo de 2018

PENTECOSTÉS

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Es pentecostal la blanca paloma gloriosa del palio verde y dorado de la Dolorosa del Rocío.
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Pasos de Nuestro Padre Jesús de la Redención
en el Beso de Judas y de
María Santísima del Rocío
La Virgen del Rocío lleva un manto con dibujo de oro y medallones bordados en sedas de colores, además de filacterias que son oraciones: un Avemaría y un «ROCÍO DEL CIELO RUEGA POR NOSOTROS», y con una salamandra –salamanquesa para los amigos–, como la que lleva en el hombro la Virgen pentecostal de la aldea de Almonte. La salamandra es un símbolo del Es­pí­ritu Santo, por su capacidad de sobre­vi­vir al fuego, pero antes fue un tótem alquímico, tenida por un animal de poder, un espíritu del fuego, del elemen­­to fuego, símbolo de pureza y de permanencia, y siempre ha sido considerada un mito de la regeneración, precisamente por su capacidad de regenerar los miembros amputados. Todo concuerda: ya Dioscórides, según el manuscrito de Viena de principios del siglo VI, definía a la sala­man­dra precisamente como mito de la regeneración por el fuego. A propósito de los mitos de regeneración y del fuego, recordemos una vez más al Ave Fénix, que fue también ale­goría de la Vir­gen María. La Virgen y el Espíritu Santo siempre están relacionados, porque Ella es esposa del Espíritu. Incluso, en la intuición popular, la Virgen de Pentecostés vie­ne a identificarse con el Es­píritu Santo, al ser aclamada, Ella también, como Blanca Paloma. Recordemos ahora a la paloma que descendía para dejar una hostia sobre la piedra del Grial cada Semana Santa.
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El rocío es agua que viene del Cielo hasta la tierra, y que el fuego del Sol convierte en aire. La devo­ción a la Virgen del Rocío data de cuando se dio a la ima­gen descubierta en Doñana el nombre del lugar donde se había encontrado, «Las Rocinas», de donde derivó el actual, sin duda por la fuerza del símbolo del agua sagrada, sutil y pura, adelantada de la aurora, precur­sora del maná y alusiva a la iluminación espiritual hasta el punto de haberse asociado a la luz en antiguas tradiciones. Su influjo vivificante está vinculado a las ideas de regeneración y resurrección, manifiestamente conexas con la idea de la redención cristiana. El lunes (el día de la Luna) de Pentecostés se conmemora la manifestación del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego sobre María y los apóstoles (Hechos 2:1-11). ¿Será casualidad que el Lunes Santo la Virgen del Rocío vaya precisamente tras Nuestro Padre Jesús de la Redención en el Beso de Judas?
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, Sevilla, 2018, pp. 49, 205 y 217, respectivamente.