domingo, 7 de octubre de 2018

EL ROSARIO QUE FUE AUXILIO DE LOS CRISTIANOS EN LEPANTO

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Y en el palio de malla de oro del Rosario de Monte-Sión, que lleva en la orla un perro del Señor —un Domini canis— con la antorcha de la palabra en la boca, se aparece la Virgen a santo Domingo de Guzmán sobre un piso ajedrezado. El palio de la Regina Sacratissimi Rosarii, de motivos vegetales y hojas de acanto, rematado por jarrones de flores a modo de airosa crestería, aporta, junto con el negro de sus faldones y el blanco de su manto abullonado —los tonos distintivos de la Orden de Predicadores—, el oro de la perfección, como la estrella que adornó la frente del santo de Caleruega.
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Paso de María Santísima del Rosario en sus
Misterios Dolorosos, de la hermandad
de Monte-Sión
En el siglo XIII se apareció la Virgen a santo Domingo de Guzmán, encomendándole la predicación del Rosario, como el auxilio espiritual más eficaz contra las herejías, y se atribuyó a la Virgen, en 1213, la victoria de Muret sobre los cátaros tras un reparto de rosas entre las tropas. La devoción a la Virgen del Rosario se identificó con la de la Virgen de las Batallas y de las Victorias. En 1571, ante la batalla de Lepanto, el papa san Pío V pidió que se rezara el Rosario por la flota y, tras la victoria naval del 7 de octubre, con la que la potente coalición cristiana europea frenó la amenaza turca, instituyó, en agradecimiento, el día de Nuestra Señora de las Victorias. Y la Virgo potens fue también, en la Letanía Lauretana, Auxilium christianorum, una advocación que realzaba el aspecto militar de la Virgen María como defensora de la fe cristiana. Una vez instituido el patronazgo de la Virgen del Rosario, Regina sacratissimi Rosarii, y dedicado el día a la advocación rosariana, la festividad adquirió difusión universal.
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El Rosario es oración. ¿Está buscando en su paso de palio su paz interior en la oración María Santísima, o está invitándonos al rezo a nosotros, como cuando se apareció a santo Domingo de Guzmán.
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Paso de María Santísima
del Rosario, de la
hermandad de la Milagrosa
Pero el Rosario es también triunfo militar. Ya en las Vísperas está lo que quizá sea la más clara metáfora de trofeo militar en un paso de palio, en el dibujo turco rodeando la heráldica corporativa en las bambalinas rojas de la Virgen del Rosario de la Milagrosa, que va tras Cristo en el puente del arroyo Cedrón. La asociación de esta joven hermandad con Lepanto es mayor, porque en la batalla fueron enfermeros los miembros de la cercana Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Y gracias al Rosario de la Milagrosa tenemos reproducida en Semana Santa —aunque sea en las Vísperas— la azulejería del palacio de Topkapi de Estambul, con pavos reales y flores turcas, rematada por corona otomana. Es como si tuviéramos aquí la tienda de campaña militar del sultán vencido, del mismo modo que está en Las Huelgas de Burgos el pabellón real del Miramamolín derrotado en las Navas de Tolosa.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 51-52, 148-149 y 150.