lunes, 10 de junio de 2019

EL PODER DEL ROCÍO Y DE LA MADRE DE DIOS

(...)
Aunque cuesta trabajo imaginarlo, todo indica que la reforma consistió en la realización de una nueva figura de tamaño natural, con una nueva cabeza –la que tanta devoción suscita en la actualidad, de perfil agudo, nariz recta, miraba baja y sonrisa arcaica–, utilizando la imagen primitiva entera, cabeza incluida, como candelero para el cuerpo.
(...)
¿Por qué se borró el rostro de la Virgen? Si se quería crear una nueva imagen mariana, de candelero, para vestir, con una nueva cabeza, nuevas manos y un nuevo Niño, solo hacía falta un candelero. Si se quería integrar la devoción antigua en una nueva figura, no había que emborronar la cara de la Virgen. Pero quien tenía autoridad para tomar decisiones tomó la de borrar el rostro de la imagen original. ¿Por qué? ¿Era físicamente una Virgen Negra?
(...)
Paso de la hermandad de Coria del Río
por el Vado del Quema
En todo caso, si la figura original, alfonsina, era una Odegitria, puede afirmarse que la figura actual de la Virgen del Rocío ha mantenido la fidelidad a esta iconografía al presentarnos al Niño, sujeto de forma ideal en dirección frontal, si bien con un acusado hieratismo. Encuentro un especial sentido en esta Odegitria del Rocío, que viene a enseñarnos la importancia y la trascendencia del camino, de un camino del Rocío consagrado como vía iniciática, que debe identificarse, en la búsqueda del peregrino, con el seguimiento del ejemplo del Hijo.
(...)
Los nuevos peregrinos tienen que ser bautizados como tales, como corresponde con toda fiesta iniciática. Y esos bautismos tienen que tener lugar en los puntos más bajos, más cercanos a los orígenes lacustres y al centro inframundano. Los puntos exactos para la iniciación son como el laberinto de las catedrales góticas, como la experiencia de Teseo en Creta. Es la figura del «centro del mundo» cuyo tránsito es necesario en una búsqueda que es siempre nostalgia del Paraíso.
(...)
Tras el hito de las aguas del bautismo iniciático, tras haber tocado fondo el peregrino rociero, el camino lo llevará al Paraíso de la ermita, de la misma forma que el peregrino jacobeo, tras visitar el sepulcro del apóstol, debe seguir hasta el Paraíso virginal del fin de la Tierra.
(...)

Del libro de Antonio Hernández Lázaro Vírgenes Negras del Sur, Editorial Almuzara, 2018, pp. 272 y ss.