martes, 30 de diciembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (29: LA RELIGIOSIDAD DE LA CALLE)

A finales del siglo XVII, después de haber predicado en África y América, de haber reformado la Orden de Predicadores, impulsando con espíritu misionero la predicación dominica, y de haber reorganizado la Tercera Orden de San Pablo, el laicado dominicano, llegó a Sevilla el dominico gallego fray Pedro de Santa María de Ulloa, nacido Pedro Manzanas. Vivió aquí los últimos tres años de su vida y sus pláticas sobre el rosario fueron decisivas para la difusión de la devoción en la ciudad. No fue el único predicador del rosario, pero sí fue el más influyente en el marianismo sevillano, hasta el punto de poner de moda el llevar el rosario colgado al cuello.1 En 1688 rezó su primer rosario sevillano en la capilla de la Antigua y Siete Dolores, que pertenecía al convento de San Pablo el Real y que hoy alberga a la hermandad de Montserrat.2 Predicó en San Bartolomé en su última Cuaresma, pero ni siquiera él pudo imaginar entonces la dimensión que tomaría, tras su muerte, la versión callejera de esta oración fundamentalmente mariana.3

Retrato de fray Pedro de Santa María de Ulloa
www.rosarioensevilla.org
En ese momento histórico existían ya algunas hermandades rosarianas, creadas en el contexto del clima barroco sevillano, de angustioso sentimiento de culpa, de pecado colectivo y de necesidad de expiación, porque el pueblo sevillano entendía que la peste, las inundaciones y las sequías del siglo XVII eran castigos de Dios, tal vez por los abusos de la opulencia en el siglo anterior.4

En 1661 había empezado a gestarse la hermandad del Rosario de Santa Catalina, que creció con las misiones de 1672. Hoy está agregada a la Antigua, Real, Muy Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, Beato Marcelo Spínola, María Santísima del Rosario y Santo Domingo de Guzmán.5 También habían empezado a surgir iniciativas populares, como la que en 1662 había iniciado la devoción rosariana de la costanilla del Salvador.6 El jesuita Tirso González había predicado en sus misiones de 1669, 1672 y 1678-79 y, fruto de esas prédicas, se habían generado hermandades y congregaciones de Cristo Crucificado y Nuestra Señora del Rosario, como las de San Isidoro, el Salvador, San Vicente, San Pedro, San Bartolomé, San Esteban, Santa Ana, San Andrés o San Hermenegildo, con actos de contrición callejeros tras un crucifijo, que no habían acabado de calar en el pueblo llano.7 No obstante, en San Isidoro, la congregación y esclavitud de Nuestro Señor Sacramentado y de María Santísima, su Madre, y del Glorioso Patriarca San José y devoción al Santísimo Rosario organizaba procesiones de prima noche y madrugada, oración mental y ejercicios de disciplina tres veces a la semana. Seguramente de ella proviene la Hermandad de Nuestra Señora de la Salud, Dulce Nombre de Jesús y San Ignacio de Loyola, fundada dos años después.8 En el Salvador se fundó una hermandad de Cristo Señor Nuestro Crucificado y María Santísima del Rosario, con una imagen de Cristóbal Ramos que se encuentra hoy en la Residencia Cristo Rey de Pilas.9 Y al amparo de la del Salvador se fundó también en 1672 la de San Vicente, impulsada por Antonio de Thous, presbítero y caballero de la Orden de Calatrava, luego unida a la hermandad sacramental y de Ánimas de la parroquia.10 Su capilla la ocupa hoy la hermandad de las Penas. 

Altar de Nuestra Señora María Santísima
de la Alegría, en la iglesia prroquial
de San Bartolomé
Fue la muerte de Ulloa lo que marcó el futuro de la devoción rosariana. En la noche del 17 de junio de 1690, mientras en San Pablo se celebraba un funeral por el alma del predicador gallego, salieron espontáneamente a la calle, rezando el rosario en procesión, los cofrades de Nuestra Señora de la Alegría, patrona del barrio de San Bartolomé. Desde entonces, la hermandad de la Alegría, fruto de la misión de 1672, se considera pionera universal del rosario público.11

Comenzó así el gran movimiento popular que se ha dado en identificar como “explosión rosariana”. Sevilla, buscando la intermediación mariana para purgar sus culpas y merecer un mejor futuro, había inventado el rosario callejero, en el que la oración tenía preeminencia sobre el propio culto de la imagen.12

Se organizaron agrupaciones rosarianas en torno a retablos callejeros con imágenes de la Virgen pintadas o talladas, levantados en muchos casos a expensas de los propios vecinos para ser puntos de partida y de llegada de las procesiones. Y Sevilla, la que había sido ciudad-convento, se convirtió en ciudad-santuario, abierta al pueblo como un gran templo lleno de capillas, contabilizándose hasta 220 retablos callejeros.13

Cruz de la calle Chicarreros
La ciudad le dedicó al Rosario una calle y una cuesta. La calle se llamó así porque hubo allí un hospital con este nombre, del que quedó un antiguo retablo en alto “con una buena pintura de la virgen del Rosario” que, siendo ultrajada en 1692, fue objeto de un octavario de desagravio. La cuesta tomó el nombre de un “antiquísimo retablo, que sobre un arco por donde se pasa, forma una capilla en que se venera una hermosa Imágen de talla, de nuestra señora del Rosario”. Cerca de la Cuesta del Rosario, en la antigua calle de los Mercaderes, desde la plaza del Salvador a la cruz de los Polaineros (al principio de la actual Álvarez Quintero), en una esquina, en un balcón, existió un retablo de la Virgen del Rosario, en un lienzo. En la calle de la Carpintería, que hoy sería el tramo final de Cuna, una hermandad daba culto a un retablo en alto con sus puertas dedicado a la Virgen de los Desamparados “pintura muy antigua pero de razonable mérito”. En la propia calle Cuna, hubo otro de Nuestra Señora de los Reyes, con una congregación del Rosario.14 Y los riojanos montaron un retablo de la Virgen de Valvanera en un balcón de la calle Chicarreros, quedando como recuerdo una cruz en el lugar.15

Retablo de la Presentación
en el apeadero del Real Alcázar
En el apeadero del Alcázar está el retablo de la Presentación, que servía de base a una congregación rosariana.16 Los plateros tuvieron un retablo de la Virgen de los Dolores en la calle de Batihojas (hoy Cabo Noval) y otro del Cristo de la Expiración, en los portales del gremio en la plaza de San Francisco, frente al ayuntamiento, con un calvario que incluía a la Magdalena, y dos nichos laterales con tallas de san Eligio, san Antonio, san Joaquín y santa Ana.17

Mural de azulejo en la calle Sierpes
con dibujo de la fachada de la antigua Cárcel Real,
en el que se aprecia el retablo de la Visitación
En la calle Sierpes hubo una congregación del rosario de madrugada de Nuestra Señora de la Visitación, en su retablo de la puerta de la Cárcel Real. Estaba el retablo de la Vinatería, seguramente cerca del convento trinitario descalzo que había donde hoy está la casa de hermandad del Cristo de Burgos. La hermandad de la Virgen de Europa fue fundada en 1685 en torno a un pequeño cuadro que había sido hallado en un pozo y colocado en un retablo en alto en una capilla de las pasaderas de San Martín. En las puertas del retablo estaban pintadas las banderas del regimiento de milicias provinciales”, del que era patrona. La hermandad, favorecida por Felipe V, adquirió a principios del siglo XVIII una imagen tallada, “reservando el cuadro para llevarlo à los devotos enfermos”.18

Mural de azulejo en el resto de muralla de la calle
Alfonso XII, con dibujo de la antigua Puerta Real,
en el que se aprecia a la derecha la capilla
de la Merced, con el convento de San Laureano
al fondo, y el retablo de San Antonio de Padua
a la izquierda
Las puertas de la ciudad se santificaron con retablos rosarianos. En la puerta que se llamaba Real desde que entrara Felipe II por ella, había una capilla-retablo con un Cristo Yacente. En ella, los mercedarios calzados del vecino convento de San Laureano impulsaron el rezo del rosario. El municipio la restauró en 1718 a petición de los frailes. Hoy, la capilla es sede de la Real, Antigua, Venerable, Ilustre y Fervorosa Hermandad Mercedaria del Patrocinio de Nuestra Señora, Santo Cristo de la Redención, Nuestra Señora de las Mercedes Coronada, San Pedro Nolasco y San Fernando Rey.19 Existió también una hermandad o congregación de mujeres de San Laureano, que tenía que gratificar a los guardas de la puerta para que la mantuvieran abierta. Sin duda dedicarían también oraciones a san Antonio de Padua, en el retablo que en 1772 se colocó también en la puerta a petición de la propia hermandad.20

En la antigua puerta de Bib Alfat, hoy llamada la del Osario, (o la Puerta Osario, sin más), “entrando por esta puerta a mano derecha, y en el trayecto que forma su paso”,21 existió un retablo de la Virgen del Rocío, o de Nieva, como antes era llamada. Era un lienzo de bastante mérito. Procesionaban los hombres rezando el rosario a prima noche y de madrugada.22 Con el tiempo, el lugar en el que estaba la imagen serviría como polvorín en lo sucesos de 1843.23

Capilla del Rosario
En 1697, varios vecinos instituyeron un rosario público en la Resolana del Arenal, en torno a una cruz con un templete en una pequeña capilla. La actual capilla del Rosario, restaurada, a espaldas del Teatro de la Maestranza, es sede de la Real, Ilustre, Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Rosario y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, Nuestra Madre y Señora del Mayor Dolor y María Santísima de Guadalupe. Dos recuerdos: la cofradía, cada Lunes Santo, sale bajo la primitiva espadaña del Rosario, cuya cruz es memoria de aquella cruz rosariana, y muestra en sus paños de bocinas la cruz dominica que evoca su etapa trianera en San Jacinto.24

Retablo de la Virgen del Rosario
en la calle Santas Patronas
En el arrabal de la Cestería pegado a la muralla por su parte exterior, en la zona norte del Arenal, está la calle antes llamada de las Vírgenes, por las santas Justa y Rufina, y hoy llamada Santas Patronas. En ella un grupo de vecinos impresionados por el padre Ulloa instituyeron un rosario público espontáneo, que se celebraba a prima noche, con salida desde un modesto retablo callejero erigido por ellos mismos, que en 1719 se cambiaría por otro de más calidad. En 1722 se aprobaron sus reglas y la Virgen llegó a procesionar en el Corpus. La hermandad decayó, pero se ha recuperado la devoción. Queda en el lugar un recuerdo de la imagen, que está en Pío XII.25

Se crearon hermandades como la de las Nieves de Santa María la Blanca o la de la Santa Cruz y Virgen de la Piedad, en el Baratillo, integrada por caballeros. Pero además se crearon hermandades rosarianas de retablo, llegando a haber en Sevilla unas cuarenta.26

Retablo de Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas,
en las gradas de la Catedral, sobre la puerta
de la Institución Colombina
La Iglesia había promovido el rezo del rosario, en todas las parroquias: ante la Virgen de las Maravillas en San Juan de la Palma, ante la de la Granada en San Román, ante la del Subterráneo en San Nicolás, ante la de la Salud en San Isidoro, ante la de la Paz en Santa Cruz, ante la del Socorro en San Roque, ante la de Rocamador de San Lorenzo, ante la de Todos los Santos en Omnium Sanctorum, ante la del Coral de San Ildefonso, ante la del Amparo y la del Consuelo en la Magdalena…27

Desde 1690 existió en su capilla-retablo de las gradas de la Catedral una congregación del Rosario de Nuestra Señora de la Antigua, favorecida por los prelados, que se reunía bajo el retablo de Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas (el Cristo de la Amargura).28 Un texto pintado al fresco en el umbral de la puerta de la actual Biblioteca Colombina declara que de allí partieron los dos rosarios” en 1690, el de prima noche el 27 de agosto y el de madrugada el 7 de diciembre, con “ynumerables yndulgencias” para los asistentes.29 El simpecado para el rosario del alba fue confeccionado a expensas del arzobispo. Al ser una hermandad patrocinada por el clero, tenía cierto carácter de centralidad, como se puso de manifiesto en la fiesta de 1738, a la que asistieron todas las hermandades marianas de Sevilla.30

Pero el movimiento fue fundamentalmente popular, incluso marginal. Sevilla se había apropiado de una devoción que había empezado siendo exclusiva de los dominicos. La simbiosis con la devoción inmaculista, una vez superada la controversia sobre el misterio, fue total, determinando, definitivamente, el marianismo sevillano, que arraigó en los barrios. Fue el caso de los Humeros, de la capilla de la Cruz del Rodeo, de San Bernardo, con el Matadero y el Rastro, o de la capilla de los negros de San Roque.31

Profundizaremos en ello. La ciudad entera estaba haciendo méritos para alcanzar el perdón divino, congregada bajo el manto de la Madre.



1. Pardo Villar, fray Aureliano, O.P. Vida del venerable fray Pedro de Santa María Ulloa (OIS) (www.rosarioensevilla.org). En la misma web, Romero Mensaque, Carlos José. Génesis de la Devoción. Los Rosarios Públicos. También, de Romero Mensaque, Los comienzos del fenómeno de los rosarios públicos en Sevilla: las “Noticias” de Alonso Martín de Braones (1690-1695) en Revista de Humanidades, núm 15. UNED
2. Bermejo y Carballo, José. Glorias religiosas de Sevilla. También www.artesacro.org
3. Ibíd. 1
4. Romero Mensaque, Carlos José. El fenómeno de los rosarios públicos en España durante la época moderna. Estado actual de la cuestión
5. Ntra. Sra. del Carmen (Santa Catalina) (www.hermandades-de-sevilla.org)
6. Romero Mensaque, Carlos José. La religiosidad marginal en Sevilla durante los siglos XVII y XVIII (www.rosarioensevilla.org)
7. Reyero, Elías. Misiones del padre Tirso González
8. Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org)
9. Roda Peña, José. La Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de la parroquia del Divino Salvador. Historia y patrimonio artístico
10. Jiménez Sampedro, Rafael. El ajuar procesional de la Virgen del Rosario de San Vicente
11. Romero Mensaque, Carlos José. El Rosario en Sevilla: devoción, rosarios públicos y hermandades. Ortiz de Zúñiga, Diego, Annales eclesiásticos y seculares….Matute y Gaviria, Justino. Anales eclesiásticos y seculares…
12. Ibíd. 4 y 6
13. Fernández de Paz, Eva. Religiosidad popular sevillana a través de los retablos de culto callejero
14. González de León, Félix. Noticia histórica del nombre de las calles de esta M.N. y M.L. ciudad de Sevilla
15. Montoto, Santiago. El retablo de la Virgen de Valvanera. ABC de Sevilla 21 de mayo de 1966
16. Romero Mensaque, Carlos José. Cofradías, hermandades, congregaciones y procesiones del Santo Rosario en Sevilla a lo largo de la Historia (www.rosarioensevilla.org)
17. Sanz Serrano, María Jesús. Una hermandad gremial: San Eloy de los Plateros, 1341-1914
18. González de León, ob.cit. Romero Mensaque, obs.cits. y también Cotidianidad, dinamismo y espontaneidad en la religiosidad popular: el fenómeno de los rosarios públicos en la Sevilla del Barroco.
20. Romero Mensaque, Carlos José. Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org). González de León, ob.cit. Fernández de Paz, ob.cit.
21. Álvarez-Benavides y López, Manuel. Esplicación del plano de Sevilla. También Montoto, Santiago. Una hermandad de la Virgen del Rocío. ABC de Sevilla 29 de mayo de 1963.
22. González de León, ob.cit.
23. Álvarez-Benavides y López, ob.cit.
26. Fernández de Paz, ob.cit
27. Saa, Andrés. Compendo histórico eclesiástico…. Archivo Palacio Arzobispal, Hermandades, leg. 12, citado por Romero Mensaque, Carlos José en el artículo Hacia una pretendida aproximación de la religión popular en la Sevilla del Barroco. La Congregación del Rosario de Nuestra Señora del Consuelo en el siglo XVIII, Revista de Humanidades, núm. 7. Centro Asociado de la UNED. Sevilla. También Romero Mensaque, obs.cits.
28. Romero Mensaque, obs.cits.
29. Fresco de la puerta de la Institución Colombina
30. Sanz Serrano, ob.cit.
31. Romero Mensaque, obs.cits.


jueves, 18 de diciembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (28: EL DEVENIR DE LA CABALLERÍA JUNTO AL ROSARIO)

Frente a todo concepto anterior de caballería estrictamente militar, el concepto de lo caballeresco nace en la Edad Media, más allá de la función de las armas, inspirado desde la Iglesia y elevando a la nobleza a la altura del ideal cristiano. El caballero, que recibe el espaldarazo en un rito de iniciacióun bendecido por la Iglesia, tiene una función sagrada: ser valiente, leal y cortés, ayudar a su señor y proteger a los indefensos.1

En el contexto de las Cruzadas se crearon órdenes militares, sociedades de caballeros cristianos para la defensa de los Santos Lugares. La primera fue la Orden de los Pobres Conmilitones (caballeros, compañeros en la batalla) de Cristo y del Templo de Salomón, llamados por ello templarios. Luego se militarizaron las órdenes de los hospitalarios de San Juan de Jerusalén y del Santo Sepulcro. En España, donde la tarea política de Reconquista fue homologada como cruzada –la única cruzada que estaba funcionando bien– se generaron las órdenes propiamente españolas: Calatrava, Santiago, Alcántara y, más tarde, Montesa.2

Ya sabemos que la cruz de Calatrava entró en la orden de los dominicos por vía familiar, sobre todo por su madre, Juana Garcés de Aza.3

Virgen entregando el Rosario
a Santo Domingo.

Óleo sobre lienzo de
Bartolomé Esteban Murillo.
Palacio Arzobispal
www.artehistoria.com
Y sabemos también que la devoción al rosario fue promovida por santo Domingo de Guzmán, que declaraba que, estando en Bolonia, la Virgen se le apareció sosteniendo un rosario en su mano, enseñándole a rezarlo y exhortándolo a predicarlo. En la catedral boloñesa se rezó el primer rosario de la Historia.4

La literatura posterior a santo Domingo ha atribuido una idea caballeresca y guerrera al santo, como en el poema de Alonso de Ledesma: “Vos Domingo en esta guerra / soys un valiente soldado, / y también disciplinado / como le tuvo la tierra / el valor que en vos se encierra / vuestros hechos le dirán, / pues Christo gran capitán / conociendo tal espada / os hizo su camarada / y os tuvo por su Guzmán”. La idea de un santo Domingo guerrero, prototipo del “guzmán”, el good man, el hombre bueno, perduró mucho tiempo. El buen hombre (en calidad y en caridad) y el caballero venían a ser lo mismo.5

La vinculación de la caballería con la Virgen del Rosario es cierta y necesaria desde un primer momento. Era la misma Virgen de las Victorias, que ya había ayudado a Simón de Monfort, a Alano de Lanvallay y al bretón Otero contra los cátaros, en una cruzada de cristianos contra cristianos en la que tanto se implicó Domingo de Guzmán.6 Si Jesucristo era el Rey de la Justicia, María era la Reina de la Misericordia, la única que podría prevalecer sobre la rígida justicia, por su seducción femenina y maternal. El manto de la Virgen era el símbolo de esa misericordia protectora, especialmente necesaria en la batalla. Los dominicos pugnaron con los cistercienses por la primera visión de la Virgen acogiendo bajo su manto a los propios monjes.7

En Sevilla, tras la conquista, se fundó una cofradía caballeresca, con la advocación de San Hermenegildo, para el entrenamiento militar y ecuestre de cara al combate. Pero la caballería española, que había encontrado en la Reconquista su cauce para ejercitar a un tiempo la tarea militar y la vocación religiosa, había cumplido ya su fin, una vez ganado para los reinos ibéricos y para la Cristiandad todo el territorio peninsular, por lo que, desde la Edad Moderna, las órdenes militares, controladas por los reyes, quedaron como corporaciones nobiliarias, como instrumentos honoríficos de los monarcas, aunque sin perder, en algunos casos sinceramente, en otros solo formalmente, sus principios religiosos. La sevillana hermandad de San Hermenegildo decayó y desapareció, si bien luego Felipe II y Felipe III, queriendo mantener el espíritu, apoyaron una nueva institución.8

El triunfo en la batalla de Lepanto, en 1571, supuso un impulso enorme a la devoción a la Virgen del Rosario, al atribuírsele su intervención victoriosa.9 

La batalla de Lepanto, de Lucas Valdés
Parroquia de Santa María Magdalena
www.sevilladailyphoto.blohgspot.com.es





Precisamente, en Lepanto tuvo un papel destacado la Orden de Malta. Hay que recordar que la hoy llamada Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y Malta, más conocida como Orden de Malta, fue en un principio la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, fundada en el siglo XI por caballeros amalfitanos, que, tras la retirada definitiva de Tierra Santa con la pérdida de San Juan de Acre en 1291 y la posterior retirada de Rodas, obtuvo en 1530 la isla de Malta por concesión del emperador Carlos V, con permiso del papa Clemente VII. Y hay que recordar también que en el compás sevillano de esta orden, llamado de San Juan de Acre, existió una hermandad de Nuestra Señora del Rosario.10

Puerta del Príncipe, de la Plaza de Toros
de la Real Maestranza
En el convento dominico de Regina Angelorum, uno de los más ricos de Sevilla, en el mismo centro urbano, se fundó en 1589 una cofradía de maestrantes, que se pusieron bajo la protección de la Virgen del Rosario, y que enriquecieron el convento con el altar que a Ella dedicaron como su patrona y señora. La imagen fue realizada por Cristóbal Ramos, Dionisio de Ribas hizo el retablo y Pedro Roldán diseñó la reja original, ejemplo de rejería sevillana, que hoy realza la puerta del Príncipe del coso taurino de la Maestranza.11

Una vez resuelta la controversia inmaculista, en la que fue protagonista el convento de Regina, la devoción a la Concepción Inmaculada de María, iniciada por los franciscanos y los jesuitas, y la devoción al Rosario, iniciada por los dominicos, marcharon juntas. En 1652, las órdenes de caballería añadieron a sus obligaciones la de defender el misterio de la Inmaculada Concepción.12

Retablo mayor de la Virgen
del Rosario en la capilla
de la Maestranza
En 1670, reinando Carlos II, se fundó el Real Cuerpo de Maestranza de Caballería de Sevilla. El modelo fue imitado en otras ciudades de España, fundándose todas a partir de la segunda mitad del siglo XVII. Después de todo seguía siendo necesario el arte de la jineta en el ejército. Desde el principio, la Maestranza organizó funciones públicas en las principales plazas de Sevilla: fiestas de toros y cañas, alcancías, manejos y picaderos, aprovechando cualquier motivo, como estancias reales, efemérides o, por supuesto, fiestas religiosas.13 

Escudo de Burguillos
www.commons.wikipedia.org
Entre los fundadores de la Maestranza estuvieron Luis Federighi, caballero de Calatrava, que encargó a Valdés Leal los cuadros que ahora están en la Quinta Angustia,14 y García de Quirós, tercer hijo de Juan Manuel Bernaldo de Quirós. Los Bernaldo de Quirós aparecen como caballeros de Calatrava y señores de Burguillos. Juan Manuel dejó mandas piadosas y una imagen de San José a la iglesia de Burguillos para que realizaran una función anual en favor de otro hijo suyo, Melchor.15 En relación con la familia, el escudo de Burguillos trae la Cruz de Calatrava vacía, de plata, en campo de azur.16

La Maestranza prestó apoyo moral y material a la causa borbónica de Felipe V en la Guerra de Sucesión. La estancia de este rey en Sevilla, entre 1729 y 1733, fue un periodo brillante para la institución, a la que el monarca otorgó, en agradecimiento, el título de Real entre otros privilegios. El hermano mayor de la Real Maestranza sería uno de los hijos del rey, hasta que, a partir de Fernando VII, lo sería el propio rey. Hoy sigue siendo así. En los siglos XVIII y XIX, la Maestranza cultivó la cría caballar, siendo pionera en el deporte hípico en Sevilla.17

Foto de la plaza de la Encarnación
en la que se ve la portada del convento
de Regina Angelorum

En 1905 fue demolida la capilla de Regina Angelorum, con un argumento basado en necesidades urbanísticas. La Maestranza rescató todo lo que pudo de lo que había aportado: imagen, retablo, yeserías, zócalo y otros elementos, que sirvieron de base a la nueva capilla del paseo de Cristóbal Colón, edificada entre 1927 y 1930, obra de Aníbal González, en estilo regionalista andaluz. La capilla, junto a la casa de la institución y a la mundialmente famosa Plaza de Toros, fue inaugurada en 1956.

Sede de la Real Maestranza de Caballeria.
A la izquierda, la capilla
El título II de las Ordenanzas de la Real Maestranza de Caballería, titulado “Del patrocinio y obligación a la Virgen del Rosario”, expresa lo importante de “cuidar del adorno y decencia en el culto de Nuestra Patrona”.18

Y en la cúpula, encima del retablo, una leyenda expresa el título más querido de la Señora, como un homenaje al convento dominico: “REGINA ANGELORVM”.



1. Llull, Ramon. Libro del Orden de Caballería. Hernández Lázaro, José Fermín. Órdenes militares, divisas y linajes de La Rioja. Historia de La Rioja. Edad Moderna – Edad Contemporánea. Se recomienda leer los anteriores capítulos de esta serie, y especialmente el 11, Los últimos caballeros, los primeros mecenas, y el 12, San Jorge, la caballería y la primavera.
2. Ayala Martínez, Carlos de. Las órdenes militares en la Edad Media
3. Vara, Carlos. Las Navas de Tolosa. Sopena, Vicente. Compendio de memorias históricas de la Beata Juana de Aza. Se recomienda leer el capítulo 5 de esta serie, titulado …Y para la cruz blanca y negra de los perros del Señor.
4. Blanco, Paco. Cinco santos en la familia (www.ealiceocastilla-1957.org). Santo Domingo de Guzmán (www.dominicos.org). Tambuién respecto a este punto es recomendable releer el capítulo 5 de esta serie, titulado …Y para la cruz blanca y negra de los perros del Señor.
5. Ledesma, Alonso de: Conceptos espirituales y morales.
6. Grignon de Montfort, san Luis María. El Secreto admirable del Santísimo Rosario: Para convertirse y salvarse. También Ferraz, María. Victorias con el rezo del Rosario (www.religionlavozlibre.blogspot.com.es)
7. Trens, M. María: Iconografía de la Virgen en el Arte español, citado por Reder Gadow, Marion, en La advocación mariana rosariera: la Virgen del Santísimo Rosario.
9. Al respecto de la batalla de Lepanto y la Virgen del Rosario, se recomienda leer los capítulos de esta serie números 16, Administrando la justicia de Dios y la devoción a su Madre, y 23, El alma del Rosario, el emblema del predicador y la encomienda del Bautista.
10. Sobre la Orden de Malta, se recomienda leer la serie de este blog titulada Sevilla y las ocho beatitudes de san Juan.
11. Martín Pruna, Julio y Sánchez Mendía, Lorena. El desaparecido convento de Regina Angelorum (www.elpasadodesevilla.blogspot.com.es).
12. Sobre los aspectos relacionados con la controversia inmaculista de la que fue protagonista el convento de Regina, se recomienda leer los capítulos 12 al 15 de la serie de este blog Sevilla salomónica.
13. Ibíd. 6
14. Gestoso y Pérez, José. Biografía del pintor sevillano Juan de Valdés Leal.
15. Cartaya Baños, Juan. “Noble es bien aderezado”: los inventarios de los bienes de los fundadores de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
16. Antequera Luengo, Juan José. Heráldica oficial de la provincia de Sevilla y Principios de transmisibilidad en las heráldicas oficiales de Sevilla
17. Ibíd. 6
18. Ibíd. 6


viernes, 12 de diciembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (27: CRUCE DE CRUCES CON MADRID)

Retrato de Francisco
Arias de Bobadilla
www.tercios.org
En 1596, en un momento esplendoroso de Sevilla, fue nombrado asistente Francisco Arias de Bobadilla, conde de Puñonrostro.1 Bobadilla –que así se presentaba– había nacido en Torrejón de Velasco en 1542 y era nieto de Juan Arias Dávila, primer conde, y hermano del conquistador conocido como “Pedrarias”, de quien heredó el título. Luchó en Flandes a las órdenes del duque de Alba, recibiendo cinco heridas de arcabuz, aunque parece que fueron leves. En 1631 se reconocieron sus servicios y se superaron las sospechas de antecedentes judíos, siéndole otorgado el hábito de la Orden de Alcántara, como también a su hijo. Hay que recordar que los caballeros podían contraer matrimonio desde la bula de Pablo III de 1540.2

Escudo de Alcobendas
(Madrid)
www.es.wikipedia.org
El condado de Puñonrostro –por el nombre del señorío de Puñonrostro, en la Sagra, al sur de Madrid, sin que haya que buscar más razones para un título tan tremendo– había sido concedido a Juan Arias Dávila en 1523, oficialmente por Juana I “la Loca”, aunque en esa fecha ella estaba ya encerrada en Tordesillas y reinaba ya de hecho su hijo Carlos. El motivo de la concesión fue el apoyo prestado al emperador frente a los comuneros, incluida la defensa de Illescas y el alcázar de Madrid. En la comunidad madrileña y en la provincia de Toledo quedan recuerdos de la familia, que poseyó importantes villas, como las de Alcobendas y San Agustín de Guadalix, que tienen como escudos el de Juan Arias, con su cruz de Calatrava,3 o las de Torrejón de Velasco y Seseña, cuyos dos castillos siguen siendo conocidos hoy como de “Puñoenrostro”.4

Con Francisco Arias de Bobadilla entró esta familia madrileña en Sevilla. El asistente, que estuvo dos años, fue un gobernante de carácter. Al mes de jurar, emitió un bando ordenando que se personaran en el Hospital de la Sangre todos los holgazanes reconocidos. Se presentaron más de dos mil indigentes. Los hombres capacitados para trabajar debían encontrar trabajo en tres días. Las mujeres que estuvieran en condiciones de servir debían dejar de mendigar, bajo pena de cien azotes. Solo los incapacitados o viejos de ambos sexos tendrían licencia para limosnear, con una tablilla.5 Cervantes, en La ilustre fregona, pone en boca de uno de sus personajes:  “Sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma. Barrida está Sevilla y diez leguas a la redonda de jácaros; no para ladrón en sus contornos. Todos le temen como al fuego, aunque ya suena que dejará presto el cargo de Asistente, porque no tiene condición para verse a cada paso en dimes ni diretes con los señores de la Audiencia”.6

Señal de azulejos de
la calle Puñonrostro
de Madrid
www.daveser.blogspot.com.es
Sevilla le dedicó en 1879 la calle Puñonrostro, de la confluencia de Osario y Valle a la de Recaredo y María Auxiliadora.7 También en Madrid hay una calle Puñonrostro, en la que vivió Juan Arias desde que le compró la casa a Hernando del Pulgar, secretario real y cronista de los Reyes Católicos, detractor de los métodos inquisitoriales, que también tiene calle en Sevilla.8

Veamos a otro personaje. En el antiguo convento de la Paz, en el lugar donde se coloca en Semana Santa el paso de la Sagrada Mortaja, está la tumba matrimonial de Hernán Ramírez de Cartagena, caballero veinticuatro que vino a Sevilla desde Madrid. En la lápida aparece el escudo familiar con una cruz de Calatrava, y la leyenda “ESTA CAPILLA Y ENTIERRO ES DE HERNAN RAMIREZ DE CARTAJENA VEINTICUATRO QUE FUE DE SEVILLA Y DE DOÑA LUIZA FERNANDEZ COLMENERO SU MUGER Y DE SUS HEREDEROS Y SUBCESORES AÑO DE 1613.9 Eran años de creación de estirpes nobiliarias. En 1599 se había constituido el mayorazgo Ramírez de Cartagena con propiedades en Salteras, que se vincularía en 1692 al marquesado del Moscoso, llamado así por el cortijo de ese nombre en El Viso del Alcor.10

Retrato del
Conde Duque de Olivares
,
atribuido a Diego Velázquez
Museo de Arte de Sao Paulo
(Brasil)
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Pero no solo vinieron cruces de Calatrava de Madrid a Sevilla, sino que también fueron de aquí a la capital del reino. El proceso de señorialización progresiva de las tierras que habían pertenecido a las órdenes militares en el reino de Sevilla había dado origen a una nobleza en la que fueron especialmente significadas las familias Guzmán y Téllez-Girón. Básicamente, la primera surgió de las posesiones de la Orden de Alcántara en el Aljarafe y la segunda se creó a partir de los enclaves de Calatrava en torno a Osuna. Pues bien, ambos linajes, que conservaban como es natural su vinculación con las órdenes, aportaron también personalidades que fueron influyentes en la corte.11

Retrato del
Conde Duque 
de Olivares.
óleo sobre lienzo
de Diego Velázquez.
Colección Várez Fisa, Madrid
www.es.wikipedia.org
El Conde Duque de Olivares fue el ejemplo más importante. Gaspar de Guzmán y Pimentel provenía del clan de los Guzmanes de Teba (Málaga) de donde provenía también santo Domingo de Guzmán. Nacido en Roma por ser su padre embajador en los Estados Vaticanos, fue el tercer hijo de la casa de Olivares, rama menor de la de Medina Sidonia. Se le destinó a la carrera eclesiástica, pero sus hermanos mayores murieron y él, al morir su padre, heredó el mayorazgo de Olivares y los títulos. Compró la villa de Bollullos de la Mitación. Supo ascender en la corte como gentilhombre del príncipe Felipe. En 1621, con Felipe IV ya en el trono, Olivares fue grande de España. Al año siguiente fue valido del rey. Era caballero de Calatrava y como tal fue pintado por Velázquez, pero en 1624 se cambió a la de Alcántara, por lo que Velázquez lo pintó de nuevo, con la cruz flordelisada verde, solo un año después.

El Conde Duque llegó a ser comendador mayor de la Orden de Alcántara, alcaide del Alcázar de Sevilla, gran canciller de Indias, general de la caballería española y tesorero general de la corona de Aragón.12 Entre 1626 y 1639 se dedicó a restaurar el inquisitorial castillo trianero de San Jorge, pero, si pretendía ganarse al Santo Oficio, no le sirvió de nada. Ante la ruina del reino, y la consiguiente ruina de sus acreedores, intentó que volvieran a España los judíos que habían huido a Portugal, de forma que fueran nuevos acreedores, incluso agradecidos, de la corona, pero no pudo conseguir evitar que la Inquisición los persiguiera.13 Por otra parte, su política autoritaria provocó en 1640 la insurrección catalana, con el Corpus de Sangre, y la secesión definitiva de Portugal. Incluso, al año siguiente, hubo un intento independentista en Andalucía. El Conde Duque fue desterrado y se retiró a su señorío de Loeches. Luego sufrió un nuevo destierro en Toro, aún más lejos. En 1644 fue procesado por la Inquisición. Murió en 1645 y fue sepultado en un convento fundado por él en Loeches.14

Retrato de Gaspar Téllez-Girón.
Grabado de Giovanni Battista Bonacina,
Biblioteca Digital Hispánica
www.es.wikipedia.org
Otro ejemplo de noble andaluz que marchó a la corte fue el de Gaspar Téllez-Girón y Pacheco, V duque de Osuna, que sirvió a Felipe IV como general de caballería durante el proceso independentista de Portugal, y que llegó a presidente del Consejo de las Órdenes, siendo nombrado, en 1646, clavero y definidor general de la Orden de Calatrava.15

Ya en el siglo XVIII tendría Sevilla otro asistente calatravo, en la persona de Esteban Joaquín de Ripalda y Marichalar, conde de Ripalda, comendador de Molinos de la Orden de Calatrava, maestre de campo general y señor del palacio de Ripalda en Navarra. Tras la muerte del joven y recién coronado Luis I, Felipe V reasumió la corona. Eran momentos de crisis en Sevilla tras el traslado a Cádiz del monopolio del comercio de Indias. Ripalda, antepasado de Jaime de Marichalar y de la misma estirpe que el famoso jesuita del catecismo, ocupó su cargo como asistente en 1725, coincidiendo con el lustro de la corte de Felipe V en Sevilla. Urbanizó el Arenal, el Baratillo y la puerta de Triana. Intentó sin éxito que volviera la Casa de Contratación. La decadencia de la ciudad era ya imparable, y, pese a todo, fue ese en Sevilla un periodo de celebraciones, en Semana Santa y en el Corpus, y con festejos y toros organizados por la Maestranza de Caballería, sobre todo en 1726, que fue un año lleno de canonizaciones y beatificaciones. Ripalda falleció en 1731, después de haber sido el “asistente más amado y el más amante de Sevilla” según Lorenzo Bautista de Zúñiga.16

Habrá que hablar de la Maestranza y del Arenal en una próxima entrega.



1. Arana y Varflora, Fermín. Compendio histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla. El oficio de asistente de Sevilla fue establecido en 1478 por los Reyes Católicos a perpetuidad, sobre la base del cargo que ya existía, equivalente al de corregidor en otras ciudades, que era nombrado en las Provisiones Reales desde 1464.
2. Guichot y Parody, Joaquín. Historia del Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de Sevilla .También, la tesis doctoral de Vázquez, Juan Carlos. Francisco Arias de Bobadilla, conde de Puñonrostro. Asistente de Sevilla (1579-1599), dirigida por Francisco Núñez Roldán.(www.diariodesevilla.es)
3. Condado de Puñonrostro (www.es.wikipedia.org). También www.alcobendas.org
5. Ros, Carlos. Leyendas de Sevilla
6. Sánchez, Juan L. Francisco Arias de Bobadilla, IV conde de Puñonrostro (1596-1610) (www.tercios.org)
7. Diccionario histórico de las calles de Sevilla. Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla.
8. Esteban Serrano, David. Por las calles de Madrid: la de Puñonrostro (www.daveser.blogspot.com.es)
9. Agradezco las explicaciones de Manuel Delgado Martín, de la hermandad de la Sagrada Mortaja.
10. Vilela Gallego, Pilar. Catálogo de los documentos del archivo de los Condes de Gómara y familia Arias de Saavedra. Junta de Andalucía. También Marquesado del Moscoso en www.es.wikipedia.org
11. Se recomienda leer los capítulos anteriores de esta serie, y especialmente el capítulo 10, titulado Guzmanes y Girones.
12. Marañon, Gregorio. El conde-duque de Olivares. La pasión de mandar
13. Gómez Bravo, Gutmaro. Atlas de la civilización judía.
14. Ibíd. 12. Se recomienda también leer el capítulo 18 de esta serie, titulado Historias y leyendas del castillo que fue caballeresco.
16. Ybarra Hidalgo, Eduardo. El asistente de Sevilla Conde de Ripalda (Tribuna abierta. ABC de Sevilla 08-12-94). Sobre la estirpe de Ripalda, www.euskalnet.net.


jueves, 4 de diciembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (26: SAN JORGE Y LA CARIDAD DE ENTERRAR A LOS MUERTOS)

Para España, y específicamente para Sevilla, el siglo XVII fue, en términos económicos, un desastre. Después de sufrir las sublevaciones de Portugal y Cataluña en 1640, España pasó a ser una nación de segundo orden tras sus derrotas militares en Europa y la paz de Westfalia firmada en 1648. Y el año siguiente fue el año de la peste, que dejó a la población de Sevilla casi en la mitad. Se abrió un periodo de ruina y se perdió la fe en los ideales. El pesimismo general llevó al pueblo a una crisis espiritual y moral. Se habían descompuesto los valores renacentistas del siglo anterior. Era la decadencia de España. Y Sevilla, que había sido –y seguía siendo, a pesar de todo– soporte principal de la economía de la nación, la acusó tremendamente. Además, el contraste aquí fue brutal, por la importancia que la ciudad tuvo en el Imperio. Incluso había decaído el tráfico con América, víctima de ataques de corsarios. Sevilla no era ni sombra de la que había sido. Hasta las inundaciones del Guadalquivir hacían más daño que en el siglo anterior. De aquellos años felices, sin embargo, algo pervivía: la ciudad-convento, la aristocracia y, por supuesto, la picaresca y el crimen organizado.1 El clima social, cada vez más hostil, llegó a la cima en el motín de la Feria en 1652, al grito de “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”. Entre los nobles y caballeros que aplacaron la revuelta, con el duque de Medina Sidonia a la cabeza, no estaba Miguel Mañara, ya entregado a los pobres.2

Portada del Palacio Mañara,
con lápida conmemorativa
Miguel Mañara y Vicentelo de Leca había nacido en Sevilla en 1627, penúltimo de los diez hijos de una familia de ricos mercaderes de origen corso. Su padre, Tomás Mañara Leca, un hombre de negocios que había hecho fortuna en el comercio con América, adquirió el palacio de la calle Levíes, en la antigua judería, dándole un aire monumental italianizante.3 La casa contaba incluso con capellán. Allí nació Miguel y allí tuvo su oratorio.4 Era una familia muy introducida en la aristocracia religiosa sevillana. Tomás Mañara era hermano mayor de la hermandad de San Pedro Mártir, integrada por los familiares de la Inquisición. Cuando Miguel tenía diez años, Tomás, su padre, le consiguió el hábito de la Orden de Calatrava.5

Al morir sus hermanos, Miguel se convirtió con trece años en único heredero de la importante fortuna familiar. Sin duda era vivo e intrépido. “No había mocedad que no ejecutase y travesura a que no se atreviese”.6 Pero no se sostiene la crónica de un Miguel Mañara disoluto y pendenciero que arraigó en la novelera y romántica Sevilla del siglo XIX. Sí se evidencia que vivió muy cercano a su padre y fuertemente influido por él. Con veintiún años contrajo matrimonio por poderes con Jerónima Carrillo de Mendoza, lo que le aportó estabilidad emocional y social. Por esos años fue oficial de la Soledad de San Lorenzo. Se distinguió como negociador en labores representativas: diputado de la defensa de los vecinos de la tierra de Sevilla, de la Casa de la Moneda, de la visita de boticas, de las llaves del Archivo y del agua, de la Cárcel Real, de la Casa de los Inocentes, de los gremios de chapineros, guarnicioneros, roperos, olleros y peineros, de los vinos del Aljarafe y Constantina… Fue provincial de la Santa Hermandad, en 1651, y caballero veinticuatro en 1658.7

Es conocida la leyenda de la calle del Ataúd, en relación con Miguel Mañara. Según González de León, “se cuenta (no por gente vulgar) … que viniendo una noche por esta calle cuando andaba distraído en sus diversiones; le dieron un gran porrazo que lo derribó en tierra; y él movido de su valor hechó mano á su espada, mas no encontró persona alguna, y solo una voz que dijo: trae el atahud que ya está muerto.”8 Cuando, más recientemente, se eliminó la calle para hacer la plaza de Doña Elvira, la Caridad pidió el azulejo que señalaba la calle, de los que Olavide había mandado colocar por toda Sevilla, y lo puso, con un recuerdo de la leyenda, junto al rosal perpetuo y el busto del insigne, en un patio del hospital.9

Pero no nos adelantemos. Miguel Mañara y su esposa Jerónima veraneaban en el palacete de Montejaque, perteneciente a los padres de ella. Y allí murió Jerónima en 1661, con treinta y tres años. Lleno de dolor, Miguel se retiró por unos meses al cenobio carmelita descalzo de la Virgen de las Nieves, cerca de Ronda (hoy en ruinas, en El Burgo (Málaga).10

Busto de Miguel Mañara en el hospital
de la Santa Caridad, en el patio
en el que está el rosal perpetuo
La montaña fue –como tantas veces ocurre– su punto de inflexión.11 Al regreso, el viudo Mañara estaba resuelto a un cambio, aunque confuso. Buscó la soledad en la cartuja de las Cuevas y en el convento franciscano de Morón. Y un día, en 1662, pidió verbalmente entrar en la hermandad de la Santa Caridad. Luego envió una carta al hermano mayor:  “Don Miguel Mañara, caballero del hábito de Calatrava, digo que yo tengo particular devoción de ser hermano de esta Santa Hermandad de la Caridad de mi Señor Jesucristo…”. Tuvo que salvar reticencias de algunos hermanos, por su fama de “tan altivo y soberbio y de tanta mano y suposición en el pueblo”.12

La hermandad de la Santa Caridad se había fundado en 1565, con el fin de enterrar a los muertos ahogados en el río y a los pobres, vagabundos o condenados a muerte. Su primera sede estuvo en el antiguo hospital de San Isidro, desde donde se trasladaron, sin que se sepa el año, a la capilla de San Jorge, frente al Arenal, al menos en 1588. En 1653 los hermanos hicieron el juramento concepcionista.13

Ahí comenzó este caballero de Calatrava su fulgurante carrera caritativa. Solicitó permiso para pedir limosna en la puerta de la Catedral. Y en la Navidad de 1663 fue elegido, contra todo pronóstico, hermano mayor. A partir de ahí, entraron en la hermandad los duques de Medinaceli, Segorbe y Alcalá, los marqueses de Paradas, los condes de Ribera, distintos hábitos de órdenes, y también Murillo y Valdés Leal.14 En 1665, Miguel Mañara fue diputado para preparar la procesión inaugural la capilla de Santa María la Blanca, a favor del misterio de la Inmaculada Concepción. Y se convirtió en el padre de los pobres de Sevilla, sus “amos y señores”. En los dieciséis años que fue hermano mayor, fundó el hospital, construyó dos enfermerías, impulsó y finalizó la iglesia de San Jorge, redactó un nuevo reglamento y renovó las constituciones de la institución.15 Incluso promovió la fundación de hermandades filiales, como la de Málaga.16

Miguel Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad
Óleo sobre lienzo
Hospital de la Santa Caridad

El calatravo Mañara diseñó para el nuevo templo del señor San Jorge un programa iconográfico basado en el triunfo de la Cruz, el desengaño de lo mundano y las obras de misericordia. Para ilustrar el desengaño, Valdés Leal pintó los cuadros In Inctu Oculi y Finis Gloriae Mundi, retratando en este último los cadáveres de un obispo y un caballero de Calatrava (¿el mismo Mañara?), en pleno proceso de descomposición. Valdés Leal retrató tres veces a Mañara, pasando por ser el mejor retrato de los tres el titulado Don Miguel Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad, que demuestra aún hoy que nada ha cambiado en la estancia desde que se pintó el cuadro.17

Finis Gloriae Mundi.
Óleo sobre lienzo, de Valdés Leal
Iglesia de San Jorge

Detalle del retablo mayor.
Iglesia de San Jorge
Para las obras de misericordia, contó con Murillo, que llenó la iglesia de obras maestras,18 aunque, para la obra de enterrar a los muertos, misión de la institución, reservó el retablo mayor, encargando a Pedro Roldán esculpir el Entierro de Cristo.19 Sobre la escena, una cartela declara: Mortuus et sepultus, con una cruz en su cabecera, una cruz que no es la de Calatrava ni la de San Jorge, ni tampoco una cruz latina representativa del Calvario, sino la cruz patada del Temple. ¿Por qué? ¿Solo por una motivación estética?20 

Yesería del coro de la iglesia de San Jorge
con el lema de la Orden del Temple
Tal vez, pero ¿por qué en el arco del coro hay una yesería con el lema templario, el salmo 113, que proclama la renuncia a la gloria propia en favor de la gloria del nombre de Dios?21 ¿Podemos pensar que el lema estaba identificado con el lugar antes de Miguel Mañara? ¿Habría sido la primitiva capilla de San Jorge, en medio de las Reales Atarazanas de Alfonso X el Sabio, un lugar templario? Hay muchos que piensan que bien pudiera haber sido así, dada la buena relación del rey con el Temple y lo estratégico de la ubicación de la capilla, que además sería, de hecho, una puerta privada de entrada a la ciudad, cerca del compás de la Pajería… ¿O el lema en la yesería habría sido una iniciativa de Mañara, como homenaje a los caballeros templarios? Tampoco olvidemos que Miguel Mañara llevaba a gala su condición de caballero de Calatrava, la orden que había acogido a tantos templarios castellanos tras la suspensión del Temple. ¿En ese caso, habría sido también iniciativa de Mañara la cruz patada del retablo mayor? Después de todo, las hipótesis no son contradictorias.22

Miguel Mañara sintetiza la lucha de la Sevilla barroca y caballeresca consigo misma, buscando una respuesta trascendente en su declive.23 En 1671, Miguel terminó el Discurso de la verdad, su obra de aviso y de desengaño sobre la fugacidad de la vida.24 Y en 1679 murió con cincuenta y dos años. La noticia de su muerte se extendió por Sevilla, que lo tuvo como santo. Quiso ser enterrado a los pies del templo para que todo el mundo lo pisara.25

Estatua de Miguel Mañara
en la galería de
sevillanos ilustres
del Palacio de San Telmo
Mañara tiene una estatua en los jardines de la Caridad y otra en la galería de San Telmo. Y, desde 1854, tiene una calle, formada por las antiguas Arquillo de la Plata y Arquillo de la Contratación.26

En la memoria y en la literatura, ciertamente, hay un Mañara histórico y un Mañara legendario.27 ¿Puede haber un mejor arquetipo para Sevilla?



1. Cfr. Comellas García-Llera, José Luis. Historia de España Moderna y Contemporánea.
2. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales eclesiásticos y seculares de la M.N.,M.L. y M.H. ciudad de Sevilla…
3. Vázquez Consuegra, Guillermo. Sevilla cien edificios. La casa, restaurada, pertenece hoy a la Junta de Andalucía.
4. Vinuesa Herrera, Rosalía María. El oratorio de la casa natal del venerable don Miguel de Mañara, fundador del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla
5. Martín Hernández, F. Miguel Mañara. También www.tartessos.info
6. Granero, Jesús María. Muerte y amor. D. Miguel Mañara. También
7. López Martínez, Celestino. La Hermandad de la Santa Caridad y el venerable Mañara. También Vila Vilar, Enriqueta. Algo más sobre D. Miguel Mañara; el viaje a Madrid de 1664
8. González de León, Félix. Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N.M.L. Y M.H. ciudad de Sevilla
9. www.santa-caridad.es. Sobre los azulejos de Olavide, se recomienda leer el capítulo 19 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado Con las luces, las cruces.
10. Granero, Jesús María. D. Miguel Mañara Leca y Colona y Vicentelo. Un caballero sevillano del siglo XVII
11. Collantes de Terán, Juan. Don Miguel Mañara y la ascética sevillana del Barroco (discurso de ingreso en la R.A.S. de Buenas Letras en 1973)
12. Ibíd. 10
13. Ibíd. 11
14. Martín Hernández, Francisco. Miguel Mañara
15. Granero, obs.cits. 6 y 10
16. Camino Romero, Andrés. Don Miguel Mañara y Vicentelo de Leca y la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo de Málaga
18. AA.VV. La pintura en el Barroco (Espasa Calpe). También Valdivieso González, Enrique. Crisis y desengaño en la pintura española del Barroco.
19. www.santa-caridad.es. Es curiosa la coincidencia de que el cementerio de los ingleses de San Jerónimo se denomina también de San Jorge, por ser este santo patrón de Inglaterra.
20. Se recomienda leer el capítulo 15 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado …En las puertas de la nueva Jerusalén.
21. Salmos 113.9 (versión de la Vulgata)
22. Se recomienda leer el primer capítulo de esta serie, titulado 1147. También se recomienda leer la serie de este blog La casga de la Pajería y sus circunstancias, y especialmente el capítulo 8, titulado Non nobis Domine, qui ut Tu.
23. Collantes, ob.cit.
24. Mañara, Miguel. Discurso de la Verdad
25. Martín, ob.cit.
26. Diccionario histórico de las calles de Sevilla. Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla
27. Piveteau, Olivier. Don Miguel Mañara frente al mito de Don Juan. El burlador y el santo