domingo, 8 de septiembre de 2019

PULCRA VIRGEN NEGRA

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Según la leyenda surgida en el siglo XVII, un canónigo de León, allá por 1330, mientras dormía bajo una higuera en el lugar, tuvo una visión en la que la Virgen le habría revelado que esperaba que alguien la encontrara. Junto al santuario actual, neogótico, permanece un pequeño edificio exento, conocido como el Humilladero, en el que una lápida bajo un altar proclama «LUGAR DE LA APARICIÓN».
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Hay otra versión de los hechos, relacionada con Guzmán el Bueno. Alonso Pérez de Guzmán vivió en la segunda mitad del siglo XIII y murió mientras eran eliminados los templarios, en 1309. Guzmán el Bueno, que parece ser que era leonés, quiso sin duda traer el marianismo de su tierra a Andalucía y dedicó el castillo chipionero, que él mismo había conquistado, a Santa María de Regla, titular de la Catedral leonesa, haciendo venir para su custodia a canónigos regulares de San Agustín, de los que tantos había, no solo en la capital leonesa, sino a lo largo del Camino de Santiago, cuidando de los peregrinos. Quizá habría pensado Guzmán el Bueno en una ruta jacobea que pasara por Chipiona, una ruta africana tal vez, con una primera escala peninsular en Tarifa, la plaza que el Bueno defendió sacrificando a su propio hijo (...).
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Pues bien, si la Virgen Negra de Regla es leonesa, es, en definitiva, la misma Pulchra Leonina, título que corresponde a la Santa Iglesia Catedral de Santa María de Regla, el templo mayor leonés, que se alza en el lugar más alto de la capital, el lugar denominado, también en honor de Nuestra Señora, plaza de Regla.
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Paso de Santa María de Regla,
en Chipiona (Cádiz)
Su mirada es frontal y su rostro es inexpresivo. Sobre la pierna izquierda de la Madre, en pie y vestido igualmente con túnica roja con azucenas amarillas, está el Niño, o, digamos mejor, lo que queda del Niño, porque la cabeza, las manos y la parte superior de su cuerpo fueron cercenados, junto con las manos y antebrazos de la Virgen, cuando la imagen, a finales del XVI, fue mutilada y revestida con una funda de plata para hacerla estante y de mayor tamaño y aplicarle vestidos naturales, ráfaga, corona y luna. Naturalmente, al desaparecer la mano derecha de la Virgen, desapareció la pera que tenía en la mano. Tras esta «reforma» de la imagen, propiciada —miren por dónde— por la Contrarreforma tridentina, se hicieron nuevas manos, negras, para la Virgen, y se añadió un nuevo Niño, naturalmente, blanco, que además tiene girada la cabeza hacia su derecha. Tal vez se quiso, de alguna forma, mantener una cierta fidelidad al Niño original, que, sobre la pierna izquierda de la Madre, estaba «vuelto hacia Ella».
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Cada 8 de septiembre, Santa María de Regla, después de haber escuchado por la mañana la declaración de sus fieles —«Aunque tu cara sea Morena, / oh Madre Virginal / eres más pura que una azucena / primaveral»—, recorre por la tarde las calles de Chipiona en su paso, de un estilo muy sevillano, arrastrando tras su largo manto la devoción de los chipioneros, entre la música y los vivas.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro Vírgenes Negras del Sur, Editorial Almuzara, 2018, pp. 294 y ss.


lunes, 10 de junio de 2019

EL PODER DEL ROCÍO Y DE LA MADRE DE DIOS

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Aunque cuesta trabajo imaginarlo, todo indica que la reforma consistió en la realización de una nueva figura de tamaño natural, con una nueva cabeza –la que tanta devoción suscita en la actualidad, de perfil agudo, nariz recta, miraba baja y sonrisa arcaica–, utilizando la imagen primitiva entera, cabeza incluida, como candelero para el cuerpo.
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¿Por qué se borró el rostro de la Virgen? Si se quería crear una nueva imagen mariana, de candelero, para vestir, con una nueva cabeza, nuevas manos y un nuevo Niño, solo hacía falta un candelero. Si se quería integrar la devoción antigua en una nueva figura, no había que emborronar la cara de la Virgen. Pero quien tenía autoridad para tomar decisiones tomó la de borrar el rostro de la imagen original. ¿Por qué? ¿Era físicamente una Virgen Negra?
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Paso de la hermandad de Coria del Río
por el Vado del Quema
En todo caso, si la figura original, alfonsina, era una Odegitria, puede afirmarse que la figura actual de la Virgen del Rocío ha mantenido la fidelidad a esta iconografía al presentarnos al Niño, sujeto de forma ideal en dirección frontal, si bien con un acusado hieratismo. Encuentro un especial sentido en esta Odegitria del Rocío, que viene a enseñarnos la importancia y la trascendencia del camino, de un camino del Rocío consagrado como vía iniciática, que debe identificarse, en la búsqueda del peregrino, con el seguimiento del ejemplo del Hijo.
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Los nuevos peregrinos tienen que ser bautizados como tales, como corresponde con toda fiesta iniciática. Y esos bautismos tienen que tener lugar en los puntos más bajos, más cercanos a los orígenes lacustres y al centro inframundano. Los puntos exactos para la iniciación son como el laberinto de las catedrales góticas, como la experiencia de Teseo en Creta. Es la figura del «centro del mundo» cuyo tránsito es necesario en una búsqueda que es siempre nostalgia del Paraíso.
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Tras el hito de las aguas del bautismo iniciático, tras haber tocado fondo el peregrino rociero, el camino lo llevará al Paraíso de la ermita, de la misma forma que el peregrino jacobeo, tras visitar el sepulcro del apóstol, debe seguir hasta el Paraíso virginal del fin de la Tierra.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro Vírgenes Negras del Sur, Editorial Almuzara, 2018, pp. 272 y ss.


miércoles, 29 de mayo de 2019

VÍRGENES NEGRAS DEL SUR

Ayer, tuvo lugar en la librería Verbo de Sevilla, en Sierpes, 25, la presentación del libro de Antonio Hernández Lázaro Virgenes Negras del Sur, editado por Editorial Almuzara.

El acto de la presentación, incluido en la programación de la Feria del Libro,que se celebra en estos días en Sevilla, corrió a cargo de la editora, Rosa García Perea, que glosó la personalidad del autor y comentó anécdotas del proceso de edición del libro.

Luego, la presentadora realizó al autor certeras preguntas en relación con el tema desarrollado en el libro, a las que el autor respondió, explicando su tesis y argumentando las razones por las cuales llega a la conclusión de que la Virgen Negra, cuyo rico simbolismo conecta con las diosas precristianas del Cielo, de la Tierra y del Inframundo, es en las tierras del valle del Guadalquivir "la más negra de todas".

Tras las intervenciones, el autor firmó ejemplares de su obra.


viernes, 24 de mayo de 2019

PRÓXIMA PRESENTACIÓN DEL LIBRO VÍRGENES NEGRAS DEL SUR

El próximo martes, día 28 de mayo, a las 19:30, será presentado en la librería Verbo, en calle Sierpes, nº 25, en Sevilla, el libro de Antonio Hernández Lázaro Vírgenes Negras del Sur, editado por Almuzara. La presentación correrá a cargo de la editora, Rosa García Perea.

domingo, 21 de abril de 2019

DOMINGO DE RESURRECCIÓN, DE FE EN EL TRIUNFO DEL BIEN

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¿Qué buscaba Sevilla al concebir el paso de palio para la Virgen en Semana Santa?, ¿qué buscaba con el paso de palio?, ¿qué buscaba en el paso de palio? ¿Y qué ha ido buscando a lo largo de la Historia? Esta búsqueda, en la que ha habido manifestaciones de valor y de fe, pero también incomprensiones y errores, es amorosa y respetuosa, caballeresca y tenaz, plena de esperanza en la resurrección, en la recuperación del Paraíso perdido, en el advenimiento de la Jerusalén Celestial. Diríamos que es una búsqueda confiada en el triunfo definitivo del bien tras los milenios.
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La sombra de Nuestro Padre Jesús
resucitado, tras el paso de
María Santísima de la Aurora
Y sin embargo es precisamente con el advenimiento del Domingo de Resurrección cuando com­pletamos la percepción trascendental del mensaje que el Santo Corazón de la Dolorosa sevillana nos ha dejado.
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Paraíso y Naturaleza. Naturaleza y Paraíso. Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba.
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La Semana Santa es, por tanto, el momento de la Fe (...). Es la fe en la Resurrección del Mesías, que es fe en la resurrección propia; es el momento del año en el que nuestra fe nos lleva a creer en la eterna cosmogonía que vence siempre al caos.
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Aunque, solo si hemos sido capaces de limpiarnos, de hacernos nuevos en la noche oscura del alma, fieles a los principios, a la pregunta y a la búsqueda, habremos podido resucitar en primavera, bendecidos por el Grial, por el Santo Grial que Sevilla encontró.

Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 21, 195, 216, 249 y 271.

sábado, 20 de abril de 2019

SÁBADO SANTO EN SOLEDAD

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La noche oscura de la Virgen tiene su más palmaria expresión en la Soledad, a partir del desmayo de María al pie de la cruz. (...) Según san Buenaventura, «las hermanas de Nuestra Señora le pusieron un velo, como viuda, cubriendo casi todo su rostro».
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Paso de  María Santísima
de la Soledad
En esta noche oscura, en esta vivencia de la Virgen entre la sepultura y la Resurrección, se basó el ejercicio piadoso servita de la hora de la Soledad. María, en su entrega absoluta y perfecta a la voluntad de Dios, en una Soledad fructífera que es fuente de vida, permaneció en interna contemplación mientras aguardaba la Resurrección. (...) La Virgen soportó su noche oscura, la culminación del camino del dolor, en Soledad, aunque estuviera acompañada por los discípulos del Hijo. Porque la Soledad de la Virgen es interior.
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En el tránsito del siglo XVI al XVII se impuso definitivamente la iconografía de la Dolorosa vestida con telas reales, vinculada a la devoción a la Virgen de la Soledad. La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, tenía en su oratorio un cuadro de la Virgen de la Soledad —devoción tra­dicional de la casa real francesa— orante al pie de la cruz. Se cuenta que los mínimos de Nuestra Señora de la Victoria de la Puerta del Sol de Madrid le pidieron permiso para encargar una escultura «vestidera», y la reina regaló la imagen al convento. La Virgen de la Soledad fue vestida con ropas de luto regaladas por la condesa viuda de Ureña, camarera mayor de la soberana. Y así nació con la Soledad una nueva tipología de Dolorosa, de inspiración francesa pero específicamente española, con saya blanca y manto negro.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 78, 79 y 154-155.



viernes, 19 de abril de 2019

PATROCINIO DEL VIERNES SANTO

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A propósito del mito del Ave Fénix, no puedo dejar de citar un detalle curioso, que adquiere en virtud de este simbolismo un significado especial: la Virgen del Patrocinio, que sigue al Cachorro en su Expiración, lleva en su interior las cenizas de la imagen anterior, que se quemó accidentalmente.
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Paso de Nuestra Madre
y Señora del Patrocinio
La belleza del bordado sevillano está en la gravidez de las maravillosas bambalinas del Patrocinio, en cuyas caídas se nota el peso del áureo metal, entre flecos que son lágrimas y colgantes que son galletas a borbotones, para enmarcar un palio heráldico en el que el águila bicéfala parece ser, no solo icono de la unión de dos entidades, sino también añoranza de Imperio. La advocación del Patrocinio, gloriosa en origen, proviene de una petición del rey Felipe IV, que tuvo la respuesta favorable del papa Alejandro VII. Así lo proclama la insignia conocida por el primer nombre de su lema: «MEDIATRIX». Por todo ello se titula Nuestra Madre y Señora del Patrocinio en su Dolor y Gloria la Virgen que va tras el Cristo de la Expiración, el Cachorro de Triana.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 104 y 143.


MADRUGADA DEL PASMO INMACULADO

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Hay que ir al evangelio apócrifo de Nicodemo, los Hechos de Pilatos (Acta Pilati), y más concretamente a la versión tardomedieval del original, según las investigaciones del teólogo e investigador bíblico alemán Constantin von Tischendorf, del siglo XIX, que redactó la llamada «recensión B» del citado texto apócrifo, en la que se nos cuentan episodios como (...) el encuentro de la Madre con el Hijo. Menos mal que tenemos este evangelio apócrifo, porque, si no, no se habrían establecido los hitos en la Vía Dolorosa de Jerusalén, no se habría generado la devoción del Viacrucis, y quién sabe si tendríamos o no tendríamos la Semana Santa en Sevilla como la tenemos.
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María Santísima de la Concepción
Según esta recensión B del evangelio de Nicodemo, el joven discípulo Juan, que habría visto a Jesús salir del pretorio hacia el Calvario «llevando sobre sus hombros un pesadísimo madero», corrió a avisar a María, que no sabía nada. La Virgen preguntó a Juan cuál de los tres reos era Jesús, y Juan se lo señaló: «El de la corona de espinas».
(...)
El pasmo de la Virgen María se entendió perfectamente por el humanismo renacentista, como un lógico y natural ataque de histeria. Después de todo, María era humana.
(...)
El Concilio de Trento había promovido la inclusión de san Juan acompañando a la Madre, pero proscribió la advocación del Pasmo, porque quería que prevaleciera la idea de la entereza de María, Mater inviolata. Y esto fue determinante para la iconografía cofrade sevillana. Cabe deducir que, al crecer de tamaño el paso, se pudo integrar en él la figura de san Juan Evangelista, imprescindible para la representación de la secuencia de la Calle de la Amargura.
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Cristo va delante, en su paso, cargando con la cruz, y la Virgen María, su madre, va detrás, con san Juan Evangelista, llena de intenso dolor y honda amargura, a duras penas recuperada del pasmo. (...) Así lo sentimos al comenzar la madrugada del Viernes Santo, con el Nazareno del Silencio y la Virgen de la Concepción, que lleva el pasmo retratado en su cara (...).
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 67 a 72.


jueves, 18 de abril de 2019

JUEVES SANTO DE LÁGRIMAS

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En nuestra cultura cristiana no podemos concebir la corredención de María sin sus lágrimas, aunque no digan nada de ello los Evangelios en relación con la Pasión. Para el cristiano, el llanto de la Virgen es el vínculo que conecta a María con el Cristo doliente. Y para el cofrade, la Dolorosa en el paso de palio es la mejor figura de la corredención.
El llanto es el recurso natural para canalizar la catarsis, para superar las descargas emotivas. (...) Pero también hay una enseñanza en la tragedia clásica, que alecciona sobre los valores de la aceptación de las pérdidas, y esa vía sí es coherente con la Semana Santa. La catarsis, así entendida, es como un camino de purificación, como un viaje iniciático, como una peregrinación —acordémonos otra vez del Camino de Santiago—, como la travesía del desierto, como la soledad de la noche oscura, como la búsqueda del Santo Grial.
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Nuestra Señora de las Lágrimas
Hay también un sentido cósmico en las lágrimas de la Virgen. Las lágrimas son riego. Tendemos a pensar que la lluvia son lágrimas del Cielo. Por algo es necesaria la lluvia, aun en primavera, mal que nos pese a los cofrades si viene a coincidir con la Semana Santa. Pero es que las lágrimas son el riego para las semillas de nuestra vida, necesarias, por lo tanto, para que de lo negativo se extraiga lo positivo. Digámoslo claramente: las lágrimas de la primavera son el riego necesario para que el sacrificio sea fructífero. En pueblos de la Antigüedad, las lágrimas de las divinidades femeninas eran necesarias para la resurrección de los dioses masculinos sacrificados. Efectivamente, en la mística agraria prehistórica reside una raíz fundamental del optimismo soteriológico, sobre la idea de que el muerto, como la semilla, puede esperar así la resurrección. Se entendía lo sagrado en clave agrícola y lo agrícola en clave sagrada.
Si para toda cultura agrícola la mujer es encarnación de la vida, para Sevilla esta simbología es reforzada, en su dimensión cristiana, por la Virgen María. El pueblo sevillano ha visto en la Dolorosa que llora las claves más optimistas de una religiosidad cuyo núcleo —o uno de sus núcleos, al menos— está en la secuencia agrícola de la siembra, el riego y la recolección.
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Así, espiritual, es el llanto desconsolado de Nuestra Señora de las Lágrimas, con auténticos lagrimones (...).
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 223, 224 y 227.



miércoles, 17 de abril de 2019

MIÉRCOLES SANTO DE LA MADRE DE DIOS

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En el Concilio de Éfeso, en 431, María fue proclamada oficialmente Madre de Dios (Theotokos). Era el tercer concilio de la Iglesia. Los dos anteriores habían fijado el Credo. Además, el primero, el concilio de Nicea promovido por Constantino en 325, había determinado qué evangelios debían ser canónicos y cuáles no.
Pasos del Santísimo Cristo de Burgos
y de Madre de Dios de la Palma
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Y hay una Dolorosa sevillana que se titula directamente Madre de Dios, y que sigue al Cristo de Burgos desde que se le construyera su paso de palio: Madre de Dios de la Palma.
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Madre de Dios de la Palma se distingue por llevar la Medalla de Oro de la Ciudad de Burgos, por homenaje burgalés a la hermandad sevillana que tiene como titular al Cristo cuya advocación rememora la vieja capital castellana. Es Castilla en Sevilla. Y es lógico, porque así fue la conquista de nuestra ciudad por el rey de Castilla y León, Fernando III, el santo patrón sevillano que había sido armado caballero en Las Huelgas de Burgos en 1219.
(...)
A veces —lo sabemos— la Virgen guarda en sus retinas al Hijo crucificado, porque en otro tiempo lo acompañaba en el propio paso de Cristo: (...) así es la mirada grande, cálida y emocionada, de Madre de Dios de la Palma, que nos regala cuatro lágrimas.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 188, 188, 192, y 225.


martes, 16 de abril de 2019

MARTES SANTO DE GRACIA Y AMPARO

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Y nada le impide a esta ciudad concebir incluso un Calvario en dos pasos, como ocurre en los Javieres, con el Santísimo Cristo de las Almas en el primer paso y la Madre de Gracia y Amparo, con el discípulo amado, en el segundo.
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Pasos del Santísimo Cristo de las Almas
y de María Santísima de Gracia y Amparo
San Efrén compuso en el año 333 un listado en verso de títulos otorgados por los cristianos a la Virgen, a la que se dirigía como «Señora Nuestra Santísima, Madre de Dios, llena de gracia».
(...)
Vemos la convexidad del manto, pero sentimos su concavidad, que es extensión del corazón de la Virgen. La referencia tiene respaldo etimológico, porque la voz «misericordia» deriva del latín y viene a significar la capacidad del propio corazón de compadecerse de los demás. La condición protectora del manto de la Virgen se destaca litúrgicamente por el himno gregoriano Sub tuum praesidium (...). Los coptos, así, habrían sido los primeros: «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita! Amén». Luego vendrían los dogmas.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 73, 186 y 197-198.


lunes, 15 de abril de 2019

LUNES SANTO DE AGUAS ESENCIALES

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Toda cueva es concavidad y toda concavidad viene a ser como una cueva. Cóncavo era el Mar de Bronce del Templo de Salomón, imagen de un mar de gracias y virtudes, figuración de las aguas primordiales. La Iglesia vio en María un reflejo del Mar de Bronce, como ha visto siempre en Ella las aguas esenciales, amnióticas. Quizá por esto existe, más allá del fundamento vinculado a san Fernando y a la conquista de la ciudad, la advocación a la Virgen de las Aguas.
(...)
María Santísima de las Aguas
Las palabras de san Gabriel son una actuali­zación del «Fiat lux» («Hágase la luz»), una renovación de la cosmogonía, de la Creación, porque la Encarnación de Cristo en el seno de la Virgen María tiene la connota­ción de un acto de Creación, con el Espíritu cubriendo a María de igual modo que el viento de Dios había aleteado sobre las aguas.
(...)
El tocado de tul, inspirado en la imaginería castellana del Renacimiento y en el arte barroco de Velázquez y Murillo, lo vemos envolviendo como un velo, sobre el manto, la cabeza, los hombros y las mangas de Nuestra Señora de las Aguas, en una expresión tan rotunda de dolor y de misticismo que no necesita puñal, y en una plasmación tan fina de sevillanismo que no precisa de toca ni de bordados en el manto.
(...)

Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 29, 65 y 190.



domingo, 14 de abril de 2019

DOMINGO DE RAMOS, DE GRACIA Y ESPERANZA

Paso de Nuestra Señora de
Gracia y Esperanza
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En todo caso el Santo Grial, más que un objeto, es un símbolo del Axis mundi, el eje vertical hacia el Cielo, como lo es el propio Templo de Salomón. Y la piedra es la materialidad de ese símbolo, considerado como puerta solar por la que descendía el Espíritu Santo, como fuente de nutrición, como objeto sanador, como palabra perdida y como camino necesario para conocer la voluntad de Dios. Por ello, el reino del Grial era semillero de reyes. Y este eje, que es el eje de la escalera del Cielo, presenta los movimientos ascendente y descendente, que también están en el Apocalipsis («Sube aquí y te mostraré lo que va a suceder en seguida» (Apocalipsis 4:1)). Son los dos movimientos que nos muestra la Virgen de Gracia y Esperanza, Porta Caeli, eje cofrade de Sevilla. Porque, efectivamente, la Gracia es el don que desciende del Cielo a la Tierra, mientras que la Esperanza es el bien que desde la Tierra asciende al Cielo, donde está Ella.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, p. 101.



sábado, 13 de abril de 2019

SÁBADO DE PASIÓN, SÁBADO DE DOLORES

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María Santísima de los Dolores,
de Torreblanca
Pensar en el Corazón de la Virgen es pensar en los dolores de su alma. La devoción a la Virgen de los Dolores, la Mater dolorosa, había sido establecida a finales del siglo XI y había tenido una gran propagación, introduciéndose en la liturgia como el Officium Parvum de Septem Doloribus B.V.M. gracias a los franciscanos, a los dominicos y sobre todo a los servitas florentinos, promovida por estos últimos como devoción principal desde 1239, como un Rosario. (...) La iconografía de los Siete Dolores entró en la Semana Santa de Sevilla con una pintura —inspirada, cómo no, en san Lucas— que había pertenecido a la duquesa de Borgoña, madre de Felipe I el Hermoso, y que Felipe II donó en 1570 a la hermandad, por él instituida, de los Dolores de la Soberana de los Ángeles. Con la devoción a los Siete Dolores se introdujo la costumbre de colocar sobre el pecho de la Virgen un corazón atravesado por siete espadas, o por una espada como compendio de todas.
(...)
Sin duda, el puñal es un símbolo, un concepto, pero no nos debe impedir «ver» el concepto principal de la Virgen: su corazón, que no es, naturalmente, visible con los ojos del cuerpo, pero que es el gran protagonista, porque, si la Virgen en su paso de palio es para sus cofrades el centro del mundo, el corazón de María es el centro del centro.
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Hay que saber adivinar el alma en el corazón de la Virgen, más allá de la «apariencia» de madera del candelero y de los encajes que le adornan el busto.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp.193-194, 195 y 196.



viernes, 12 de abril de 2019

VIERNES DE DOLORES, VIERNES DE AMOR

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El amor cortés era, claramente, un amor humano, diferenciado del amor místico profesado a la Virgen, pero compartía con este un tronco común platónico. San Bernardo distinguía claramente lo cortés de lo místico, y, de hecho, no le gustaba el amor cortesano. Pero la deriva fue inevitable, porque el amor a la Virgen, que feminizaba lo divino, se sentía como un espejo del amor cortés, que divinizaba lo femenino. Se asumía como adecuado aplicar a la Virgen el concepto del eterno femenino, agradable, dulce, atractivo e incluso deleitoso. Se veía a María idealizada en un amor imperecedero, transmutándose así la atracción humana en devoción mariana, de índole superior aunque con claves sensoriales.
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Paso de María Santísima del Amor
La hiperdulía devenía así enamorada, embelesada. Se había abierto la puerta a un amor cortés platónico, idealizado, sublimado, específicamente dedicado a la Virgen María. Lo sensorial fue aceptado como vehículo de religión, llegando a admitirse en el culto a la Virgen María una cierta y moderada sensualidad, porque María, como era un ideal inalcanzable, podía ser venerada —como de hecho lo fue y aun lo es— con oraciones apasionadas y románticas meditaciones, impidiendo su perfección que el placer experimentado en el acercamiento a Ella fuera pecaminoso.
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El rojo es el color de la Encarnación y del Amor Hermoso y es por ello el tono de la evolución espiritual. Para san Isidoro hay concordancia entre el color y el calor, y así, al ser el rojo la coloración más saturada, es para este santo hispalense el tono del fuego y del Sol. Todo tiene sentido.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 152, 153 y 206.


lunes, 25 de marzo de 2019

ENCARNACIÓN, COSMOGONÍA Y PROPICIATORIO

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Paso de Nuestra Señora de la
Encarnación Coronada
La Encarnación del Verbo fue la primera primavera equinoccial de la Virgo fidelis. Así lo vino a reconocer la Cristiandad, como uno de los primeros dogmas, a partir de la proclamación de la doble naturaleza de Jesucristo, en el Credo niceno-constantinopolitano: «(…) por obra del Espíritu Santo se encarnó en María la Virgen y se hizo hombre». Las palabras de san Gabriel son una actualización del «Fiat lux» («Hágase la luz»), una renovación de la cosmogonía, de la Creación, porque la Encarnación de Cristo en el seno de la Virgen María tiene la connotación de un acto de Creación, con el Espíritu cubriendo a María de igual modo que el viento de Dios había aleteado sobre las aguas. Así el «poder del Altísimo» cubrió con su sombra a esa nueva Arca que es María (Lucas 1:35), la Virgo prudentísima. La cosmogonía es el concepto primigenio de un orden físico y metafísico, la narración mítica del origen del Universo, y es también, por tanto, una teogonía, porque en la Creación se afirma Dios. Jesús, el nuevo Adán, se encarnó para salvar a la Humanidad del caos en el que esta estaba sumida, manifestándose como luz del mundo y eje de la evolución humana. Por eso son compatibles la magnificencia de la Sedes sapientiae y la humildad de la Encarnación, porque es la divina Sabiduría la que origina la Encarnación en la concavidad del seno de María, y es en la Encarnación donde se actualiza el eterno femenino en virtud de la humildad de María, la Mater castissima. Por la palabra de Dios hecha carne (Juan 1:14), la humanidad se deificó y Dios se humanizó. Así María, Mater Salvatoris, fue también Mater Creatoris.
(...)
Y el Martes Santo la Encarnación se hace Dolorosa en San Benito. En Ella está la doble primavera, doble cosmogonía. Y así, en la tarde del Martes Santo sevillano, el palio de Nuestra Señora de la Encarnación Coronada será para nosotros el más excelso exponente de la renovación cosmogónica, que nos llevará a sentir la presencia de la gloria de Dios. Y Ella, bajo su palio encarnado, nuevo propiciatorio sobre el Arca, mediará para que agrade a Dios la estación de penitencia.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio:la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 65 y 66.


sábado, 2 de febrero de 2019

NUESTRA SEÑORA DE LAS CANDELAS

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Desde el siglo IV, al menos, hay testimonios de la celebración de febrero, «a los cuarenta días de la Epifanía», con procesión, solemne pero con regocijo, en el lugar de la Resurrección de Cristo previo descenso a los Infiernos. Las velas ya eran en esta fiesta de la Anástasis, al menos desde entonces, un medio de ofrenda a Dios, a la Virgen María y a los santos.
Pero la fiesta «de las Candelas» es sincrética. La iglesia griega instituyó la Hypapanté (tou Kyrou), la fiesta del Encuentro. En el siglo V, el papa Gelasio I relacionó la celebración con la Presentación de Jesús. Cuando Justiniano declaró festivo el 2 de febrero, la celebración ya hacía tiempo que se había trasladado desde el 14 de febrero, fiesta del mártir San Valentín, al día 2, el día en el que se habían celebrado las fiestas Lupercales o Lupercalias en honor de Lupercus, dios de la fecundidad y de los rebaños.
Hacia el siglo VII se puso énfasis en la Purificación de la Virgen y la fiesta se hizo mariana. El papa Sergio I instituyó la procesión penitencial de candelas desde la iglesia de San Adrián a Santa María la Mayor, en relación con las palabras de Simeón: «Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones» (Lucas 2:30-31), dando origen al rito de la bendición de los cirios.
Paso de María Santísima
de la Candelaria
Mientras tanto, los celtas celebraban la Imbolc, la fiesta de las candelas que abría el mes de febrero en honor de la diosa Brígida. Imbolc significa literalmente «en el vientre». Eran días previos a la siembra y los campesinos recorrían los campos en procesión, con antorchas, pidiendo purificación de la tierra y fertilidad, además de inspiración y guía para los nuevos proyectos a desarrollar en los meses cálidos y soleados. Se ponían velas en las ventanas y se honraban las artes poéticas y femeninas.
En 1118 se instalaron en Jerusalén los caballeros que darían origen a la Orden del Temple. Se consideraron «integrados en la fe de Salomón», porque, al erigirse en custodios del Templo, se asimilaron a los levitas, primeros custodios del sagrado lugar y del Arca de la Alianza allí guardada. La Roca fue así el primer templo templario (si se me permite la aparente redundancia). Había allí, sorprendentemente, un detalle cristiano de origen musulmán, al estar señalado el lugar de la ceremonia de la Presentación de Jesús y la Purificación de María. En este mismo lugar custodiaron los templarios un lignum crucis patriarcal, junto al que ardía una candela de oro, como una manifestación terrenal de la luz divina, señalizada, como todos los lugares santos de la Cúpula, con mosaicos del poeta templario Achard d’Arrouaise. El lugar se convirtió en centro de peregrinaje. El día de «Santa María de la Chandelor» fue festividad importante y día de ayuno en las casas y encomiendas del Temple, según el artículo 75 de su regla. Y la devoción a la Candelaria se extendió por Europa mixtificada con la celebración arcaica de las candelas, como antesala de la primavera.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 118-119.