sábado, 31 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (34: JOVINO, EL CABALLERO CLÁSICO)

Jovellanos se merece un capítulo.

Retrato de Jovellanos
Goya y Lucientes, Francisco de.
Depósito del Estado en el Museo
de Bellas Artes de Asturias, (Oviedo).
Colección Museo Nacional de Escultura
(Valladolid) www.asri.eumed.net
 Se aprecia la venera de la Orden
de Alcántara en el pecho.
Gaspar Melchor de Jovellanos y Ramírez de Jove Carreño y Miranda Ponce de León1 nació en 1744 en Gijón. Era hidalgo de nacimiento y creció en un ambiente de inquietud intelectual. En Oviedo conoció al ya anciano Feijoo. Recibió formación humanista en Osma y en Ávila. Fue becado en Alcalá de Henares, en cuyo colegio de San Ildefonso se doctoró en cánones con veintiún años, y donde conoció a Cadalso y a Campomanes.2

Quería seguir la carrera eclesiástica, pero Ceán Bermúdez, su protegido, secretario y biógrafo, le hizo cambiar de opinión. Para él, Jovellanos era “generoso, magnífico, y aun pródigo en sus cortas facultades: religioso sin preocupación, ingenuo y sencillo, amante de la verdad, del orden y de la justicia: firme en sus resoluciones, pero siempre suave y benigno con los desvalidos; constante en la amistad, agradecido a sus bienhechores, incansable en el estudio, y duro y fuerte para el trabajo”.3

Jovellanos ocupó en 1767 la plaza de magistrado de la Real Audiencia de Sevilla, llegando a ser alcalde del crimen en 1768, con veinticuatro años, y oidor en 1774. Y en 1775 fue uno de los promotores de la Sociedad Patriótica Sevillana. Los diez años que pasó en Sevilla fueron esenciales para su formación humana, intelectual, profesional y literaria. Aquí leyó a Montesquieu, Voltaire y Rouseau, a Petrarca y a los poetas del Renacimiento español, Garcilaso de la Vega y, sobre todo, fray Luis de León. Aquí estudió inglés y se enamoró por primera vez. Aquí conoció a Olavide y participó en las tertulias del Alcázar, en las que había mujeres, algo insólito y provocador para la cultura sevillana inquisitorial.4

Portada de la Real Sociedad Económica
Sevillana de Aamigos del País
En 1777 participó activamente en los inicios de la Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla, siendo el primer “socio curador” de su escuela de hilados de San Lorenzo.5 Sus mejores poesías las escribió en Sevilla. Aquí creó El delincuente honrado y tradujo Ifigenia en Aulide, de Racine. Aquí escribió su Carta de Jovino a sus amigos salmantinos, moralizante y neoclásica, instándolos a que dejaran la poesía pastoril y se dedicaran a la filosofía. Luego compondría la Epístola heroica de Jovino a sus amigos de Sevilla, llena de añoranza.6

En 1778, mientras era procesado Pablo de Olavide, Jovellanos dejó la ciudad porque fue nombrado alcalde de Casa y Corte, en parte gracias a la influencia del duque de Alba, a quien trató en Sevilla. Enfrentándose al poder, testificó a favor de Olavide.7

Jovellanos entró en la tertulia de Campomanes. Se mostró como un magistrado íntegro, coinvirtiéndose en una de las personalidades más insignes de la política ilustrada española. Ingresó en la Sociedad Económica Matritense. Fue miembro de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de San Fernando y de la Real Academia Española.8

Emblema del Consejo de las Órdenes
con las cruces de Santiago, Calatrava,
Alcántara y Montesa
www.ordenesmilitares.es
En 1780, este prohombre de la Ilustración española accedió al Real Consejo de Órdenes Militares. Como tenía que pertenecer a una, eligió la de Alcántara, como habían hecho algunos de sus antepasados. Con este motivo, Goya le hizo un primer retrato y dibujó. su ex libris, con su escudo de armas y el manto de la Orden de Alcántara.9 Jovellanos hizo un informe en defensa de la jurisdicción del Consejo de Órdenes, limitado por la política borbónica. Su amor a la historia y a la nobleza le hizo identificarse con el espíritu caballeresco y con los ideales del Consejo. Fue autor de la Geografía del territorio de las Órdenes Militares de España. Reformó los estudios en los colegios de las órdenes, redactando, por encargo de Carlos IV, en 1790, las Constituciones que deben observar los colegiales,10 clave para la modernización de las estructuras educativas en España,11 que, por ejemplo, recomendaba sin reparos el Curso teológico lugdunense, luego prohibido.12

Ex libris  de Jovellanos,
aguafuerte realizado por Goya.
Biblioteca Nacional. Citado por

González Santos, ob.cit
Jovellanos defendió a Cabarrús, lo que le complicó la vida con Godoy y con la propia reina María Luisa. En 1796 tuvo problemas con la Inquisición, mientras publicaba la Noticia del Real Instituto Asturiano.13 Fue desterrado a Gijón, afectado por la ola de conservadurismo antiilustrado que imperaba en España, pero se notó su ausencia en el gobierno y fue rehabilitado en 1797, tras la alianza con la Francia revolucionaria. Fue embajador en Rusia y ministro de Gracia y Justicia, donde solo estuvo nueve meses, lo bastante para redactar su Representación al rey, sobre el Santo Oficio.14 Jovellanos quiso disminuir la influencia de la Inquisición, pero no pudo. De todas formas fue entonces cuando Olavide regresó de Francia. No parece casualidad, sino más bien un acto de fraternidad.15

En 1798, Goya le hizo un segundo retrato, donde ya aparece Jovellanos preocupado por sus responsabilidades. No mucho después, Jovellanos enfermó de repente, sospechándose que había sido envenenado. El rey lo cesó como ministro. En 1800 se agudizó la vigilancia sobre él y otros ilustrados, atacados como jansenistas. Se le acusó de haber introducido en España una copia del prohibido Contrato social de Rousseau. Entre la Inquisición y María Luisa acabaron con su carrera. Fue detenido en su casa de Gijón, y deportado a Mallorca en 1801, primero en Valldemosa y luego en Bellver, donde estuvo incomunicado, lo que aprovechó para escribir las Memorias históricas del castillo de Bellver, publicadas póstumamente, y un tratado teórico-práctico sobre la enseñanza.16

Retrato de Jovellanos
Goya y Lucientes, Francisco de.
Museo del Prado (Madrid)
En 1808, tres días después de abdicar Carlos IV en Fernando VII, Jovellanos fue liberado. Volvió a la península, pero estaba delicado y viajó a Jadraque para unos baños de agua, mientras se extendía por España la sublevación contra los franceses. Fue incitado a seguir a José I, pero abrazó la causa de los sublevados. Dentro de la Junta, estuvo equidistante entre la nobleza y el clero, que querían mantener los privilegios, y los que querían reformas radicales.17

Tras morir en 1811 su protector Juan José Arias de Saavedra, Jovellanos huyó a Andalucía y luego a Galicia, ante la imposibilidad de llegar a Asturias, ocupada por los franceses. Pudo por fin regresar a Gijón, con la idea de restaurar su amado instituto, pero volvieron los franceses y Jovellanos huyó en bergantín hasta que un vendaval lo obligó a refugiarse en el pequeño Puerto de Vega. Unos días después contrajo una pulmonía y murió, con sesenta y ocho años. Los restos fueron trasladados a Gijón.18

Jovellanos, afrancesado pero patriota, ha recibido muchos calificativos, a veces contradictorios, porque siempre buscó el equilibrio. Quizá por eso se identificó con Jovino, emperador galorromano del decadente siglo V.19 Quizá por eso conjugó con el culto del clasicismo los principios de la caballería medieval, la cortesía de los primeros humanistas, el afán por el conocimiento, la fe, y la crítica de Jansenio, que interpretó a san Agustín negando la naturaleza pura y propugnando la “gracia eficaz”.20 Se ha dicho que en Jovellanos, como gran ecléctico, están Don Quijote y Sancho.21

¿Para Jovellanos, era “Jovino” solo un seudónimo literario? ¿o era algo más, una identidad para reuniones secretas? Durante mucho tiempo se ha discutido si Jovellanos, amigo del conde de Aranda, de Campomanes y de Olavide, fue masón.22 Las sociedades patrióticas se confundían con las logias masónicas.23 En una carta dirigida a Moratín, conocido francmasón identificado como Inarco, Jovellanos se expresaba así: “¿No vendrá el día en que la humana estirpe, de tanto duelo y lágrimas cansada, en santa paz, en mutua unión fraterna viva tranquila? ¿En que su dulce imperio santifique la tierra, y a él rendidos los corazones de uno al otro polo, hagan reinar la paz y la justicia?... Pero vendrá aquel día, vendrá, Inarco, a iluminar la tierra y a los preocupados mortales consolar”.24

Jovellanos dejó huella. Se llamó jovinismo a su sistema de ideas, en lo político, en lo moral y en lo filosófico. Y se llamó jovellanismo a la corriente política del bando patriota en la Guerra de la Independencia, intermedia (¡cómo no!) entre los liberales y los absolutistas, dominante en el periodo previo a las Cortes de Cádiz,25 aunque también serían llamados jovellanistas los exaltados conspiradores liberales de 1837.26 A Jovellanos está consagrada la logia masónica de Luarca, del siglo XIX.27

Placa conmemorativa de la calle Jovellanos
Sevilla dedicó al gran Jovellanos la calle donde está la capillita de San José, entre Sierpes y Tetuán. Una placa, iniciativa conjunta de gijoneses y sevillanos, le rinde homenaje.28



1.Cadenas y Vicent, Vicente de. Caballeros de la Orden de Alcántara que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XVIII. Tomo II. También www.ordenesmilitares.es
3. Ceán Bermúdez, Juan Agustín. Memorias para la vida del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos
5. La Económica de Sevilla y las escuelas de hilados www.laeconomicadesevilla.blogspot.com.es
6. Caso González, José Miguel. Vida y obra de Jovellanos
7. Sagredo García, Santiago. Jovellanos y la Educación en Valores, citado por Fernández, Ricardo en Jovellanos: el siglo de las luces en España (www.memoriamasonica.blogspot.com.es)
9. González Santos, José. Jovellanos por Goya. Precisiones históricas e iconográficas sobre dos conocidos retratos
10. Rodríguez de Maribona y Dávila, Manuel M. Don Gaspar de Jovellanos y Ramírez de Jove, caballero de la Orden de Alcántara
11. Caso González, José Miguel. Biografía de Jovellanos
12. Nocedal, Cándido. Obras publicadas e inéditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Tomo primero. También Menéndez y Pelayo, Marcelino. Historia de los heterodoxos españoles. Volumen 2
14. Ibíd. 7
15. Fernández, Ricardo. Jovellanos: el siglo de las luces en España (www.memoriamasonica.blogspot.com.es)
19. Jovino (www.es.wikipedia.org)
20. Berault-Bercastel. Historia general de la Iglesia desde la predicación de los apóstoles…
21. Diego, Emilio de. Jovellanos y el pensamiento europeo de su época, en el libro Jovellanos, el hombre que soñó España, del Ateneo Jovellanos de Gijón
22. Guerra García, Víctor. Jovellanos como ideal masónico (www.asturmason.net)
23. 19. Fernández Fernández, José Luis. Jovellanos: antropología y teoría de la sociedad
24. Jovellanos y la Educación en Valores, de Sagredo García, Santiago, editado por el Foro Jovellanos. También Algunas cuestiones inéditas y fases críticas de Jovellanos, de Laredo Coste, Rafael, ambos citados por Fernández, Ricardo, en Jovellanos: el siglo de las luces en España (www.memoriamasonica.blogspot.com.es)
25. Sánchez Corredera, Silverio. Jovellanos y el jovellanismo
26. Fuente, Vicente de la. Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, y especialmente de la franc-masonería


martes, 27 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (33: LA ORACIÓN POR LAS ÁNIMAS, EL TRIUNFO DEL PATROCINIO Y LOS CAMPANILLEROS EN LA MADRUGADA)

Fray Isidoro de Sevilla, para hacer más sevillano el modelo de fray Pablo de Cádiz, dedicó el simpecado a la Divina Pastora de las Almas, cuyas ovejitas llevan rosas en la boca, como avemarías. La primera hermandad en adoptar la modalidad fue la de la parroquia de Santa Marina en 1703, en un rosario público en San Gil. En 1735, su simpecado de gala, bordado en plata sobre terciopelo azul, fue donado por el duque de Osuna, Manuel Téllez-Girón, a condición de que lo portara siempre un grande de España. Hoy, la Primitiva, Real, Ilustre, Venerable, Franciscana y Fervorosa Hermandad del Rebaño de la Divina Pastora de nuestras Almas, María Santísima, Emperatriz de los Cielos y de la Tierra y Santa Marina está instalada en el antiguo hospital de San Bernardo, llamado de los Viejos.1

Retablo de la Divina Pastora en el
antiguo hospital de los Viejos
El rosario público se convirtió en signo de identidad de cada barrio, sobre todo en los marginales. Había rosarios de mediodía o tarde, de prima noche y de madrugada. En la segunda mitad del siglo XVIII, estos últimos, llamados ya de la aurora, se popularizaron rápidamente. Surgió así la devoción a la Virgen de la Aurora.2 Precisamente de Santa Marina sale actualmente cada Domingo de Resurrección la Ilustre y Lasaliana Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de la Santa Cruz, Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora de la Aurora, María Santísima del Amor, San Juan Bautista de la Salle y Santa Marina.3

Era la ocasión para los campesinos y la gente pobre, que sentían vergüenza de salir de día. “El rosario de la madrugada / es para los pobres que al campo se van / que los ricos están en su cama / para que el relente no les haga mal”.4 De despertar a los vecinos y, de paso, pedirles limosna, se encargaban los hermanos de las campanillas, los avisadores. En cuanto se juntaban unos pocos avisadores, ya había un coro de campanilleros.5 Las primeras campanillas fueron las de los Muñidores de la Orden Tercera Dominica de Écija, con canciones en homenaje al fundador de la Orden de Predicadores: “Sacudid la coyunda del sueño / que a vozes os llama el glorioso Guzmán / a rezar el Rosario a la aurora / de quien siempre ha sido siervo y capellán. / Pues vamos allá / que daremos gran gusto a Domingo, / servicio a María, rabia a Satanás.” El fenómeno se popularizó en Andalucía occidental.6 Podemos imaginar a los campanilleros en los pueblos, con guitarras que “hacen llorar”, según lo cantó la Niña de la Puebla.7 Los campanilleros, hoy, son coros navideños, aunque no tengan campanillas. También los villancicos, que son en origen canciones profanas, han quedado como navideños. Algún día trataré de por qué la Navidad me parece el mejor cauce para estas manifestaciones de lo más profundo del pueblo.

Cruz de hierro que podría ser la
del Rodeo, en la parroquia de
Omnium Sanctorum
En 1690, uno de los primeros rosarios públicos cantados fue el de la Cruz del Rodeo –llamada así porque se la solía rodear en las procesiones– en la plaza de Belén, al final de la Alameda, cerca de donde estuvo el convento de la Orden de Calatrava. En la ermita de Belén, atendida por trabajadores del río, estuvieron las religiosas carmelitas tras el derribo de su primitivo convento en los Cuatro Cantillos.8 La hermandad tenía cruz alzada, simpecado y faroles, y en 1752 se fusionó con otra hermandad rosariana, la de Nuestra Señora del Carmen, procedente de San Blas. Hoy, la Real, Ilustre Fervorosa y Antigua Hermandad de la Santa Cruz del Rodeo y Nuestra Señora del Carmen, conocida como “el Carmen de Calatrava” reside en la ermita de la calle Calatrava, la ermita de Belén.9 En Omnium Sanctorum hay una cruz que muchos piensan que es la que estuvo en la Alameda.10 La parroquia tiene un retablo de Ánimas con la Virgen del Carmen. Y reside también en ella la Hermandad Carmelita de las Maravillas de María y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Paz y Nuestra Señora del Carmen en sus Misterios Dolorosos,11 que da también continuidad a la devoción rosariana de la Virgen de las Maravillas.

Antiguo retablo de la Virgen del Carmen
en la iglesia de San Alberto Magno
En 1735 se reactivaron los rosarios públicos, por las predicaciones de otro dominico, el padre Vázquez Tinoco, que trajo desde su Badajoz natal su iniciativa aperturista, dando lugar a los controvertidos rosarios femeninos y juveniles. El primer rosario de mujeres fue el de Santa Cruz, y fueron también relevantes la congregación de Santa Catalina, la del Sagrario, la de los Negritos y la de Nuestra Señora de la Soledad y Santa Verónica, en su capilla-retablo del Arquillo de Atocha. A mediados del siglo XVIII había 81 rosarios de hombres y 47 de mujeres.12 Los niños, por su parte, erigieron cortejos, congregaciones e incluso retablos rosarianos, como el de la Virgen del Carmen en San Alberto. Hubo también una hermandad de Nuestra Señora de Belén, creada en 1743, con su retablo en la calle Gallegos, tal vez la misma del hospital de San Juan de Dios, que fue en origen una congregación espontánea de niños, que iba a San Pablo el Real los domingos y festivos. Esta hermandad protagonizó un episodio singular, cuando un grupo opositor en la hermandad secuestró el simpecado, hasta que la autoridad eclesiástica decretó la restitución. Así era la religiosidad espontánea y marginal en la contradictoria sociedad barroca sevillana.13

Retablo de Ánimas con la Virgen del Carmen
en la parroquia de Omnium Sanctorum
Especial comentario merecen los rosarios de Ánimas, Las procesiones se celebraban tras la novena, desde la víspera del día de los difuntos, y visitaban cruces, cementerios o retablos de Ánimas, en muchos de los cuales aparece la Virgen del Carmen, reconocida intercesora de las almas que padecen el Purgatorio.14 Los rosarios solían ser de prima noche, tras el toque de oraciones, pero también salían de madrugada, con un simpecado morado o negro, y con coplas llenas de dramatismo.15

Un caso relevante de sufragio de los difuntos es el de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario y Santo Cristo de la Paz, de los Humeros. Extramuros de la ciudad, junto a la puerta Real, estaban los humeros, las chimeneas del ahumado del pescado, en un barrio marginal de subsistencia precaria. Allí fueron enterradas cientos de víctimas tras la peste de 1649. Los frailes de San Laureano atendían sacramentalmente a los vecinos, porque San Vicente quedaba lejos. En 1730 se aprobaron las reglas de la hermandad, que adquirió la imagen de la Virgen y le dio culto, al menos desde 1747, en un pequeño tabernáculo del muro de San Laureano. En el clima de las misiones del XVII, los vecinos fundaron el rosario público para el barrio, todos los días a prima noche, tras el toque de oraciones, y adquirieron el simpecado. La devoción llevó religiosidad y unión al suburbio, en un ejemplo de devoción popular capaz de crear estructura para una fe autónoma.

Capilla de Nuestra Señora del Rosario de los Humeros
En 1761 la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario y Santo Cristo de la Paz tuvo su modesta capilla propia gracias a las limosnas de vecinos y bienhechores. Hoy, los hermanos conservan además el simpecado morado y las letras de las coplas del rosario de la aurora de principios del siglo XX.16

En 1755 se creó la cofradía rosariana del convento de Nuestra Señora de la Candelaria y San Jacinto, con reglas aprobadas por el maestro provincial de los dominicos.17 En 1 de noviembre de ese año, mientras se celebraba la misa de Todos los Santos en la Catedral, se produjo un terremoto, que pasó a la Historia como de Lisboa. La misa se terminó en el exterior y, como no hubo daños personales, se decidió levantar en el lugar, ante la Lonja, un triunfo dedicado a la Virgen del Patrocinio,18 “Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora”, devoción importante y memoria obligatoria de la Orden de Predicadores.19 Si no había habido víctimas en esta catástrofe, a diferencia de lo que había ocurrido un siglo antes con la peste, era porque, gracias a la intercesión de María, Dios había perdonado a la ciudad.

Esquina de la calle Sierpes con
la barreduela Moreno López.
Se aprecian detalles, como lo que pudo
ser el soporte de un farol.
En 1761 la Inmaculada Concepción fue proclamada –aunque el misterio no era dogma de fe– patrona de España y de las Indias. ¿Por qué no pensar que era gracias a Sevilla, que con tanto fervor había defendido el misterio en el siglo anterior? O mejor ¿por qué no pensar que era gracias a la Virgen, que había intercedido por Sevilla? Tras tres días de fiestas, tuvo lugar una gran procesión en la que participaron quince hermandades rosarianas, por los quince misterios, incluidas las de los retablos de Asunción y de Antigua de las gradas, del Postigo, de Clérigos Menores, de Chicarreros, de la Puerta Real, de la Europa y de la Cerrajería. La procesión recorrió el itinerario del Corpus, ante los retablos engalanados del Pópulo en la calle Génova, de la Visitación y del Carmen en Sierpes, de los Desamparados en Carpintería, del Rosario en Francos, del Silencio en la plaza del mismo nombre y de los Reyes en Placentines.20 El retablo de la Virgen del Carmen de la calle Sierpes estuvo en la esquina de la callejuela llamada antes de Mozas y hoy Moreno López.21 Es fácil deducir que de los retablos callejeros viene la costumbre de los altares para el Corpus. 

Cuadro de la Virgen del Carmen
en la capilla del Puente de Triana
Para la Virgen del Carmen hubo también una hornacina con un óleo a la altura de los balcones en una casa de la antigua calle de Castro, luego de los Vizcaínos y hoy Fernández y González.22 Pero hay más retablos carmelitanos. ¿Existió además alguna congregación rosariana en torno al retablo de Nuestra Señora del Carmen del puente de barcas, cuyo cuadro pervive en la capilla que diseñó Aníbal González, con la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen del Puente de Triana?23 Quizá al menos fue estación de algún misterio de algún rosario, como puede que lo fuera también la capilla de la Virgen del Carmen, del Divino Salvador.

Desde 1761 daban culto a la Virgen del Rosario los hermanos de San Vicente, aunque solo hay constancia de culto externo desde 1778. Hoy la devoción rosariana y la de las Ánimas están unidas en la Real e Ilustre Hermandad Sacramental de Nuestra Señora del Rosario, Ánimas Benditas del Purgatorio y Primitiva Archicofradía del Sagrado Corazón y Clavos de Jesús, Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, Santísimo Cristo de las Siete Palabras, María Santísima de los Remedios, Nuestra Señora de la Cabeza y San Juan Evangelista.24 Resulta un detalle gracioso el hecho de que esté dedicada a las Siete Palabras –entidad que residió en el convento del Carmen– la marcha Pasan los Campanilleros, de Manuel López Farfán.

El Rosario de la Aurora
Óleo sobre lienzo. José García Ramos

Pero los rosarios de la aurora se volvieron problemáticos. Parece que fue en la localidad de Espera, de la diócesis de Sevilla (hoy en la provincia de Cádiz), donde se enfrentaron en 1773 las dos cofradías que había en el pueblo en un rosario de madrugada. Había mucha competencia entre las dos desde la muerte de un hermano de ambas. Y el rosario de la aurora acabó a farolazos.25



1. www.divina-pastora.es. La pintura actual del simpecado es de 1993.
2. Romero Mensaque, Carlos José. Aproximación al estudio del Rosario en España durante la Edad Moderna
4. Gómez Quintanilla, José. Coplas que cantan los niños del Venerable Orden Tercera de Nuestro Padre Santo Domingo de Ézija…, citado por Romero Mensaque, en el artículo El fenómeno de los rosarios públicos en España durante la Edad Moderna. Estado actual de la cuestión (www.rosarioensevilla.org)
5. Blas Vega, José y Ríos Ruiz Cinterco, Manuel. Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco
6. Ibíd. 4
7. La Niña de la Puebla. Campanilleros
8. González de León, Félix. Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N. M.L. Y M.H. Ciudad de Sevilla. Se recomienda leer el capítulo anterior de esta serie, titulado Buscando la mediación de una madre sin pecado.
12. Romero Mensaque, Carlos José. Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org)
13. Romero Mensaque, obs.cits.
15. Romero Mensaque, Carlos José. La Religiosidad marginal en Sevilla durante los siglos XVII y XVIII. Artículos de investigación www.rosarioensevilla.org. También, del mismo autor, en el mismo sitio, Los Rosarios de la Aurora y sus Coplas.
16. Romero Mensaque, Carlos José. Los Rosarios de Ánimas y sus Coplas en Sevilla y su provincia: una tradición secular y expresiva de la Religiosidad Barroca (www.rosarioensevilla.org). También www.humeros.org
17. Ibíd. 12
18. Templete del Triunfo de Ntra. Sra. del Patrocinio (www.sevillainformacion.org)
20. Fernández de Paz, Eva. Religiosidad popular sevillana a través de los retablos de culto callejero
21. Fernández de Paz, ob.cit. Montoto, Luis. La calle de las Sierpes. También, el Diccionario histórico de las calles de Sevilla, de la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla
22. Montoto, Santiago. Un retablo de la Virgen del Carmen. ABC de Sevilla 16 de julio de 1952.
23. González de León, ob.cit.
25. Garrucho Jurado, Manuel. El Rosario de Espera o de la Aurora, en www.webespera.es



jueves, 22 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (32: BUSCANDO LA MEDIACIÓN DE UNA MADRE SIN PECADO)

Tal vez por la fuerza de la religiosidad popular sevillana, el rosario se hizo inmaculista, pese a que los dominicos, menos de un siglo antes, se habían pronunciado claramente en contra de la idea de que la Virgen María había sido concebida sin pecado original. Y el marianismo concepcionista que, pese a los dominicos, había sido argumento principal de la religiosidad sevillana en la primera mitad del siglo XVII y que había encontrado su plena dimensión apocalíptica a partir de la pestilencia de 1649, se hizo rosariano en la última década de la centuria. Se produjo así una progresiva simbiosis popular entre la tradición concepcionista y el rosario. Los dominicos se hicieron concepcionistas y los franciscanos se hicieron rosarianos, especialmente los capuchinos, como fray Pablo de Cádiz, que en 1691 dio forma procesional a los cortejos en la ciudad gaditana, con la cruz, los faroles y el simpecado. Sevilla había encontrado, en la síntesis del rosario inmaculista, una nueva forma de marianismo, integral e integradora.1

Retablo de la Concepción
de las gradas de la Catedral
El rosario era ya la principal referencia de la devoción a la Virgen María, y el simpecado, la enseña concepcionista, se convirtió en su distintivo fundamental. No se concebía el rosario público sin los simpecados y sin las coplas concepcionistas.2 El simpecado tiene plena vigencia en la actualidad. En la Semana Santa de hoy, es insignia principal de los cuerpos de nazarenos de palio. Y no se concibe sin los simpecados de las hermandades una fiesta genuinamente mariana como el Rocío.

La hermandad de María Santísima de la Luz, de San Esteban, dedicada desde 1670 a enterrar a los cofrades fallecidos y reconocida oficialmente en 1677, se hizo rosariana callejera en 1690 poco después de la de la Alegría, pero solo estuvo satisfecha cuando tuvo un simpecado propio en 1711.3 Actualmente sigue residiendo en San Esteban la Antigua, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de la Luz.

Simpecado de Nuestra Señora
de Roca Amador
De 1691 datan las primeras reglas de la hermandad de Nuestra Señora de Roca-Amador, de San Lorenzo, dedicada al rosario público. A ella pertenecieron artistas como Domingo Martínez, autor del óleo de uno de los dos estandartes, que se conservan. En 1844 se fusionó con la Sacramental y hoy está integrada en la Pontificia y Real Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de Roca Amador, Ánimas Benditas, Beato Marcelo Spínola y Primitiva Cofradía de Nazarenos de María Santísima en su Soledad, de San Lorenzo.4

Simpecado de Nuestra Señora
de las Nieves

“Del sol, aunque siempre blanca, no me ofende el arrebol, porque me conoce el sol” rezaba la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de las Nieves, que había surgido espontáneamente en Santa María la Blanca, patrocinada por el canónigo Justino de Neve entre 1662 y 1665, y que se repuso en 1732 tras un periodo de decadencia. El simpecado bordado en oro sobre seda, seguramente del siglo XVIII y recientemente restaurado, contiene la pintura de la primera titular de la cofradía. La corporación pervive en la misma sede.5

En el primer tercio del XVIII aparecieron los primeros rosarios de mujeres, que salían a la calle los domingos y fiestas de guardar por la tarde. Fue clave la iniciativa del dominico extremeño Pedro Vázquez Tinoco en 1735, con una primera procesión en una misión en la parroquia de Santa Cruz.6

Retablo de la Inmaculada Concepción
en el porche del Alcázar
En las gradas de la Catedral estuvo la congregación rosariana de la Asunción, en una capilla bajo el retablo de la Concepción. También hubo una hermandad de Nuestra Señora de la Concepción con su retablo concepcionista y rosariano en el arco de la puerta del porche del Alcázar.7

Parece que hubo dos retablos inmaculistas a cargo de los plateros en la Alcaicería de la Seda (actual Hernando Colón). Uno, de 1721, era el del arco de la Rosa que daba entrada al recinto. El retablo sobrevivió al arco, aunque no por mucho tiempo. Y otro, de 1738, era la capilla de la Purísima Concepción de la calle Batehojas o Batihojas (actual Cabo Noval), sobre el gran arco que daba a las gradas. La capilla fue abandonada en 1762.8

Trasera del Museo
de Bellas Artes
en la calle Bailén
Los plateros tuvieron además el retablo del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de los Dolores en los portales de la plaza de San Francisco, “delante del arca del agua, que dicho portal sale a la calle Chicarreros”. Había un cuadro del Calvario con Cristo, la Virgen, san Juan y la Magdalena, además de imágenes de san Eligio, san Antonio, san Joaquín y santa Ana, y un cuadro pequeño de San José. A fin de año repartían limosnas de pan y carne entre los pobres.9 En las festividades, los plateros decoraban con colgaduras toda la fachada de portales, llena de sus tiendas, e incluso en las proclamaciones reales decoraban la fuente de Mercurio.10 La congregación tenía un simpecado de gala, de terciopelo carmesí bordado en oro y plata, con los atributos de la Pasión.11 La veneración de la Expiración de Cristo por los plateros venía del siglo XVI, a raíz de los cultos gremiales de 1575 en San Andrés, que originaron la fundación de una hermandad de penitencia y la inmediata realización del Cristo de la Expiración por Marcos Cabrera.12 Esta hermandad tenía el hospital de San Eloy (San Eligio), en la actual calle de ese nombre, por lo que se trasladó enseguida a una capilla del convento de la Merced, que ha quedado como capilla del Museo tras la conversión del convento en Museo de Bellas Artes. Allí sigue residiendo en la actualidad la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de las Aguas, llamada del Museo.13

Precisamente “en la pared de la espalda del convento” de la Merced, en la calle del A.B.C., actual Bailén, había un antiguo retablo dedicado a la Inmaculada Concepción, con una hermandad dedicada a su culto, que salía a la calle los días festivos de madrugada y que tenía “á medio labrar una pequeña capilla al fin de la misma calle”, cerca de la desembocadura en la de las Armas, actual Alfonso XII.14

Capilla de la Pura y Limpia Concepción
junto al Postigo del Aceite
Ha pervivido el retablo concepcionista del Postigo del Aceite, erigido para rendir culto a una imagen encantadora de tamaño académico del Barroco sevillano, que dio origen a la actual Hermandad de la Pura y Limpia Concepción Coronada. No se sabe cuándo se fundó la entidad, aunque se sabe que el arzobispo Salcedo concedía indulgencia a quienes rezaran ante la efigie ya en 1727.15

En los Cuatro Cantillos, en la actual calle de San Luis, donde está la plaza del Pumarejo, hubo una hermandad de la Pura y Limpia Concepción, con sede en una modesta y “muy pequeña capilla”, construida por los vecinos de la collación en 1744, existiendo “a la vuelta de la esquina un retablo en alto”, que se quitó en 1838. La hermandad tenía tres campos de devoción: el rosario público diario a prima noche, los cultos a la titular y el sufragio por los cofrades difuntos. De los cuatro cantillos, de las cuatro esquinas, hoy solo quedan tres porque se derribó el convento carmelita de la Encarnación, pasando las monjas a la antiquísima ermita de Belén, que cuidaban gentes del río.16

También en las parroquias se fusionaron las devociones inmaculista y rosariana, como en San Román, donde hubo una congregación del rosario de Nuestra Señora de la Concepción.17

Simpecado de Nuestra Señora
de la Esperanza Divina Enfermera
www.rafaes.com
En San Martín se conserva el simpecado de la hermandad y esclavitud de Nuestra Señora de la Esperanza “Divina Enfermera”, hoy integrada en la Imperial, Antigua, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento, Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, Santa Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo, Ánimas Benditas del Purgatorio, San Martín de Tours Obispo, Nuestra Señora de la Esperanza Divina Enfermera y Real Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora de Guía, San Juan Evangelista y María Santísima del Buen Fin, que además está agregada a la Orden de Calatrava.18

Y en el pórtico de la iglesia de los Clérigos Menores, que hoy es parroquia de Santa Cruz, la hermandad o congregación de Nuestra Señora de la Rosa de Jericó, con reglas aprobadas en 1735, tenía un retablo con el simpecado en el interior de la iglesia y otro en el atrio, en el ángulo izquierdo de la fachada, de donde partían en sus rosarios itinerantes. Fue el primer rosario de niños erigido por el influjo del dominico fray Pedro Vázquez Tinoco. La hermandad se extinguió a finales del siglo y el retablo del atrio desapareció no se sabe cuándo.19 El simpecado ha sido donado recientemente por la familia que lo tenía a la hermandad de Nuestra Señora del Valle de La Palma del Condado, y se ha restaurado.20

También fue reconocida como hermandad de rosario público en 1735 la de Nuestra Señora del Amparo, de la parroquia de la Magdalena, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI como entidad hospitalaria y asistencial.21

Simpecado de la hermandad del
Valle de La Palma del Condado
(Huelva) (antiguo de Nuestra
Señora de la Rosa de Jericó)

Llegó a haber en Sevilla más de 150 procesiones rosarianas. La ciudad se llenó de simpecados, abundando sobre todo los de rojo carmesí, aunque también los había celestes y blancos.22 Como además de los rosarios de gala estaban los de ánimas y los penitenciales o de rogativas, vendrían también los simpecados negros y morados. Ya hablaremos de ellos.

El pueblo sevillano estaba entusiasmado con esta forma de oración, larga pero sencilla, que permitía llegar a Dios a través de María para buscar el perdón –porque sin duda la peste y todos los males del siglo XVII eran castigo de Dios– y dar testimonio de esperanza. Aunque la ciudad no se había acabado de recuperar del impacto de la epidemia y, de hecho, la situación económica era cada vez peor, lo cierto era que los efectos de la peste ya se habían diluido. Además, en toda la primera mitad del siglo XVIII solo hubo una inundación importante, en 1708. La ciudad estaba en uno de sus peores momentos económicos de la Historia, porque en 1717 había perdido el monopolio del comercio con Indias,23 pero, por lo demás, todo hacía pensar que Dios nos estaba perdonando, sin duda, por la mediación de María.



1. Fray Isidoro de Sevilla. La nube de Occidente. Vida y virtudes de (…) fray Pablo de Cádiz
2. Romero Mensaque, Carlos José. Aproximación al estudio del Rosario en España durante la Edad Moderna
3. Romero Mensaque, ob.cit. También Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org). Se recomienda leer el capítulo 29 de esta serie, titulado La religiosidad de la calle.
5. Ntra. Sra. de las Nieves (www.hermandades-de-sevilla.org). Se recomienda leer en este blog el capítulo 15 de la serie Sevilla salomónica, titulado …En las puertas doradas de la nueva Jerusalén. Parece ser que la coincidencia de la advocación de las Nieves con el apellido de Justino de Neve es fortuita.
6. Ibíd. 2
7. Archivo Palacio Arzobispal, Hermandades, leg. 12, citado por Romero Mensaque, Carlos José en el artículo Hacia una pretendida aproximación de la religión popular en la Sevilla del Barroco. Revista de Humanidades, núm. 7. Centro Asociado de la UNED. Sevilla.
8. Hernández Núñez, Juan Carlos. Noticias sobre la Alcaicería de la Seda y su transformación en el siglo XVIII. Laboratorio de arte 7
9. Fernández de Paz, Eva. Religiosidad popular sevillana a través de los retablos de culto callejeros
10. Sanz Serrano, María Jesús. Una hermandad gremial: San Eloy de los Plateros 1341-1914
11. Ibíd. 2
12. Carrero Rodríguez, Juan. Anales de las cofradías sevillanas
14. Ibíd. 10
15. Pura y Limpia (Postigo del Aceite) (www.hermandades-de-sevilla.org)
16. González de León, Félix. Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N. M.L. Y M.H. ciudad de Sevilla
17. Ibíd. 3
18. Hermandad de La Lanzada (www.es.wikipedia.org)
19. Archivo Municipal de Sevilla, “Papeles del Conde del Águila”, Rasson de la Fundación de la Cassa del Spiritu Sto. De RR.PP. Clerigos Menores de esta Ciudad de Sevilla, manuscrito de Joaquín Rodríguez de Quesada, escribano público de Sevilla a solicitud del Padre Félix de Flores, provincial de Andalucía de los Clérigos Menores. b., citada por Fernández Rojas, Matilde en El convento del Espíritu Santo de Sevilla, vulgo de los Menores, de la Orden de Clérigos Regulares Menores
21. Ibíd. 3
22. Ibíd. 2 y 3
23. Aguilar Piñal, Francisco. Historia de Sevilla: Siglo XVIII


jueves, 15 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (31: LA CRUZ SOBRE LAS SIERPES)

La devoción al rosario, que fue originariamente dominica y elitista, y luego popular y marginal, marchó en paralelo a la devoción a la cruz. No puede concebirse la referencia al retablo rosariano de la Virgen de Regla de la plazuela de la Cerrajería sin la referencia a la cruz.1 

Busto de Sebastián Conde
en Almonte (Huelva)
www.almonte.es
Parece que el culto a la Santa Cruz se inició en la Cerrajería con el siglo XVII, cuando los devotos de la Virgen de Regla erigieron una cruz de madera, venerándola como titular de la hermandad. La Virgen era destinataria de las avemarías y la cruz lo era de los padrenuestros. Y a final del siglo, en plena explosión rosariana, los hermanos, muchos de ellos vecinos de la propia calle de los Espaderos –que ya era llamada también de las Sierpes, por el caballero Álvaro Gil de las Sierpes–, decidieron instalar otra cruz de más calidad, encargándosela al almonteño Sebastián Conde, maestro rejero y relojero municipal afincado en Sevilla, en la collación de San Román.2 Hoy, Sebastián Conde tiene una calle y un busto, no en Sevilla sino en Almonte,3 y la cruz de la Cerrajería está reproducida en la espadaña de la ermita del Rocío. Pero vayamos por partes.

La cruz de las Sierpes fue llevada desde el Sagrario, en un carro, por miembros de la hermandad rosariana allí residente, el día de Todos los Santos de 1692, hasta su lugar en la plazuela de la Cerrajería, en lo que hoy es la desembocadura de Rioja en Sierpes. Al año siguiente fue dorada gracias a una corrida de toros benéfica, celebrada junto al convento agustino del Pópulo. Cada 3 de mayo se celebraba en su honor una solemne función religiosa. Sería, sin duda, la mejor cruz de mayo sevillana.

La Sª Cruz de la calle de las Sierpes
Biblioteca Universitaria
(www.metisrestaura.com
Al decaer las devociones, decayó también el trato a la cruz, que llegó a servir para amarrar las bestias. En 1729, en ocasión de una visita de la corte, fue retirada y depositada en el convento de las mínimas de Nuestra Señora de Consolación, como la Virgen de Regla. Allí estuvo hasta 1734. Fueron estos años de sequía, y el franciscano fray Sebastián de Jesús predijo que llovería cuando se repusiera la cruz. Los vecinos pidieron la reposición y, cumplida esta, llovió abundantemente.4 Lo mismo ocurrió en 1818, celebrándose función en el convento de las mínimas y procesión rosariana desde San Vicente hasta la cruz engalanada con hachas de cera y lámparas de arañas.5 En 1840, los vecinos volvieron a pedir que se retirara la cruz, porque entorpecía el tráfico,6 y en 1844 volvieron a pedir su restablecimiento, para frenar las calamidades.7

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
En 1916, Santiago Montoto propuso colocar la cruz en la plaza diseñada por Juan Talavera Heredia, dentro del proyecto urbanístico del nuevo barrio de Santa Cruz, del vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, marqués de la Vega Inclán, comisario regio de Alfonso XIII. Se trataba de recuperar la zona, parte de la antigua judería, y poner en valor la plaza que se había formado por el derribo que hicieron los franceses, un siglo antes, de la primera parroquia de Santa Cruz, incluidos los restos de Murillo. Vega-Inclán fue desde luego un precursor de las promociones turísticas, impulsor, por ejemplo, de la red de paradores nacionales. En 1918, tras informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes, la cruz fue instalada en la plaza de Santa Cruz.8 La evoca cada Martes Santo la cruz de guía de la hermandad de Santa Cruz entre cuatro faroles.

Merece la pena observar la cruz de las Sierpes con detenimiento.9

El larguero, el travesaño y las ráfagas están constituidos por hojas de acanto, símbolo de la pasión de Cristo y la inmortalidad. Los clavos son lirios, signo de esperanza, de amor fecundo y de nobleza, distintivo de ejecutados injustamente. También tres lirios coronan el Inri. En la parte superior hay pasifloras esquematizadas, figurando elementos y pasajes de la Pasión y Muerte de Cristo. También hay rosas, símbolos de la sangre de Jesús y de la regeneración.10 En la intersección del crucero está el emblema agustiniano: un corazón amorosamente atravesado por dos flechas.11

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
La base de la cruz, custodiada por los cuatro evangelistas, sobre el paralelepípedo de rejería, está formada por las sierpes. Las hay de dos tipos, cuatro de cada uno: las inferiores, con un cuerpo de calibre robusto, sin alas, nacen de roleos de acanto terminados en rosetas, como pegadas a la tierra; las superiores, con un cuerpo esbelto, sinuoso y representando un ágil movimiento, con alitas, sirven de soporte a los ángeles que portan faroles como el ermitaño del tarot. En una primera lectura, vemos en las sierpes el mal vencido por la cruz. Pero no nos quedemos ahí. La serpiente, objeto ancestral de culto, tiene, como símbolo alquímico, un diferente significado según tenga o no alas: sin alas, representa el principio fijo, pegado a la tierra; con alas representa el principio volátil.12

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
¿Lo queremos más claro? Las sierpes son el día y la noche, lo masculino y lo femenino, el calor y el frío, el azufre, de tierra y fuego. y el mercurio, de agua y aire. El principio fijo hace referencia al cuerpo, el volátil se refiere al espíritu. La unión de lo fijo y lo volátil, partiendo de la primera materia, culmina con un nuevo nacimiento, porque de la interacción de los cuatro elementos se destila la quintaesencia: la cruz, crisol para la pasión de Cristo, que surge del punto de unión de las ocho sierpes y que las fija, reunificando materia y espíritu y culminando las transmutaciones.13

Estatua de Mercurio en la
plaza de San Francisco
El elemento conductor para la gran obra de la alquimia es el mercurio, que evoluciona desde el caos. Es Mercurio, a quien san Agustín llamó “intermediario”, el andrógino del caduceo que concilia a las serpientes, y que anuncia la conjunción de los cuatro elementos, la correspondencia hermética de lo que está arriba con lo que está abajo, la estrella que es sello de Salomón. Hallarlo es difícil, pero, una vez conseguido, todo es fácil.14 Y, como en Sevilla hay casi de todo, también está Mercurio con su caduceo de serpientes, pacificador e integrador, en sus fuentes del Banco de España y del Alcázar. La Cruz de la Cerrajería y Mercurio: dos expresiones, una cristiana y otra pagana, para un mismo significado trascendental.

Dada la filiación agustina de la cruz, no debe extrañarnos la simbología alquímica. San Agustín (354-430), tenido por alquimista como su maestro san Alberto Magno, afirmaba que los metales podían transmutar hasta alcanzar el estado áureo, aunque condenaba la experimentación. Para él, la propia palabra religión deriva del latín religare (atar, volver a unir), y la verdadera religión es la que lleva al alma a reunirse (volver a unirse) con una divinidad de la que procede, y tras un proceso de separación. Alquímicamente, solve sería el desprendimiento que da lugar a la vida terrenal, y coagula sería la reunificación y, consiguientemente, la salvación.15 En el Rosarium philosophorum sive pretiosissimum donum Dei, el Rosario de los filósofos, un tratado alquímico fechado en 1550, de título tremendamente sugerente, “hombre”, en griego, significa “transmutación”.16 Era algo asumido, incluso por el dominico santo Tomás, para quien los metales podían mudar unos en otros siendo naturales.17

San Agustín escribió De Genesi ad litteram en un intento de hacer entendible la literalidad del primer texto bíblico, porque el Génesis es un mito, que necesita de una interpretación, de una traducción, y porque en la Biblia, aunque no haya evidencias, no puede haber contradicciones. El sentido real debe ser, precisamente, el de la comprensión espiritual. En el tercer libro explica la transmutación de los elementos y los cinco sentidos corporales; en el cuarto, la perfección del número seis y el reposo de Dios.18 Los seis días de la Creación son el orden lógico de un acto ocurrido en un instante, en virtud de algo que Agustín toma del estoicismo y de la alquimia: el concepto de las rationes seminales.19 No cabe la dicotomía Ciencia versus fe. Caben desarrollos evolutivos en la naturaleza. Y su metafísica, en forma de voluntad divina, salvaría a la Humanidad a través de Cristo. Como Platón, Agustín proclama que la verdad absoluta y la providencia divina no son incompatibles con la libertad humana.20

El ambiente sevillano del momento era proclive a la alquimia, a despecho de las chanzas de Quevedo. Ya hubo un precedente importante en el siglo VI, cuando entraron por Sevilla en Europa los escritos que llevaron a San Isidoro a cristianizar las teorías de Empédocles sobre los cuatro elementos.21 En 1693, el rebelde Juan Muñoz y Peralta fundó la Veneranda Tertulia Hispalense, pionera en España, integrada por médicos, farmacéuticos y otros miembros cultos de la sociedad hispalense, para discutir sobre las propiedades curativas de los productos obtenidos por el método espagírico, la homeopatía del alquimista Paracelso (1493-1541), más eficaz que el método galénico contra las fiebres tercianas.22 Félix Palacios, defendiendo los conceptos paracélsicos de azufre, mercurio y sal, introdujo la química farmacéutica en España.23 De la Tertulia nació la Regia Sociedad, que fue origen de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla.24

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
En cuanto a la herrería, no hay término medio: históricamente se consideraba ora un arte sagrado, ora un trabajo maldito. Los herreros, herederos de Tubalcaín, en la octava generación desde Adán,25 han sido tenidos por hechiceros, místicos e iniciados, depositarios de mitos, rítos y símbolos, de secretos transmitidos de generación en generación. Señores del fuego como los alquimistas, precipitaban el ritmo del tiempo –y la obra de Dios– en rituales de transformación del material virgen, labores sagradas cargadas de poesía.26

¿Dieron las sierpes nombre a la calle o tal vez la existencia previa del nombre, por el caballero, fue ocasión para el diseño de la cruz?27 ¡Qué más da! En todo caso, la sierpe, esté donde esté, “desprendida de la tierra sólo metafóricamente, afirma que viene de la Tierra Madre, que la Tierra es Madre.”28



1. Montoto, Santiago. La Virgen de Regla en la Calle de las Sierpes, ABC de Sevilla, 04-09-54. Se recomienda leer el capítulo anterior de esta serie, titulado Rosario de Regla.
2. Velázquez y Sánchez, Javier. Anales de Sevilla: reseña histórica de los sucesos políticos, hechos notables…
4. Velázquez, ob.cit.
5. Velázquez y Compañía, Viuda. Noticia de la Cruz de la Cerrajería de Sevilla, citado en La Cruz de la Cerrajería: análisis cultural (www.metisrestaura.com)
6. A.H.M.S. Colección alfabética: Cruces en plazas de Sevilla, citado en La Cruz de la Cerrajería: análisis cultural (www.metisrestaura.com)
7. Ibíd. 4
8. Menéndez Robles, María Luisa. La huella del marqués de la Vega Inclán en Sevilla y El marqués de la Vega Inclán y los orígenes del turismo en España
9. En la fecha de esta entrada, la cruz se encuentra en restauración.
10. Campa Carmona, Ramón de la. La palabra materializada: y el verbo se hizo imagen. Aproximación al lenguaje plástico de la imagen sagrada mariana
11. Vicente González, José de. Antiguas boticas españolas y sus recipientes. El corazón del emblema agustiniano puede aparecer atravesado por una, dos o tres flechas: una sola refleja las palabras del santo “Habías asaeteado mi corazón”. Cuando son dos simbolizan el amor. A veces aparecen tres para dar simetría al escudo.
12. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
13. De Rola, Stanislas Klossowski. Alquimia (www.centronagual.es)
14. Arola, Raimon. Alquimia y religión: los símbolos herméticos del siglo XVII. Pernety, Antoine-Joseph (Dom). Las fábulas egipcias y griegas, desveladas y reducidas a un mismo principio. Peradejordi, Julio. La simbólica hermético-alquímica (www.symbolos.com). Se recomienda leer la serie de este blog Sevilla salomónica, y especialmente el capítulo 20, La quintaesencia de la locura.
15. Gebelein, Helmut. Secretos de la alquimia
16. Vilanova, Arnau de. El rosario de los filósofos
17. Aquino, Santo Tomás de. Tratado de la Piedra Filosofal y Tratado sobre el arte de la Alquimia. También, del mismo autor, Meteoros
18. Calabrese, Claudio César. Vox de Caelo, Experiencia mística e interpretación en san Agustín y santa Hildegarda (www.hildegardadebingen.com.ar)
19. San Agustín. Interpretación literal del Génesis, 6.5.8. citado por Pollman, Karla en Cosmología e interpretación del Génesis en el cristianismo antiguo (www.cienciayfe.es)
20. Platón Timeo (Diálogo)
22. Arribas Jimeno, Siro. La fascinante historia de la alquimia descrita por un científico moderno
25. Génesis 4: 17-22. La línea es: Adán, Caín, Enoc, Irad, Mejuyael, Metusael, Lamec, Tubalcaín. Tubalcaín es considerado fundador legendario de Tarazona (Zaragoza).
26. Eliade, Mircea, Herreros y alquimistas
27. Montoto, Luis. La calle de las Sierpes
28. Zambrano, María. Los bienaventurados