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Es pentecostal la
blanca paloma gloriosa del palio verde y dorado de la Dolorosa del Rocío.
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Pasos de Nuestro Padre Jesús de la Redención en el Beso de Judas y de María Santísima del Rocío |
La Virgen del Rocío lleva un manto con dibujo de oro y
medallones bordados en sedas de colores, además de filacterias que son
oraciones: un Avemaría y un «ROCÍO DEL CIELO RUEGA POR NOSOTROS», y con una salamandra
–salamanquesa para los amigos–, como la que lleva en el hombro la Virgen
pentecostal de la aldea de Almonte. La salamandra es un símbolo del Espíritu
Santo, por su capacidad de sobrevivir al fuego, pero antes fue un tótem
alquímico, tenida por un animal de poder, un espíritu del fuego, del elemento
fuego, símbolo de pureza y de permanencia, y siempre ha sido considerada un
mito de la regeneración, precisamente por su capacidad de regenerar los
miembros amputados. Todo concuerda: ya Dioscórides, según el manuscrito de
Viena de principios del siglo VI, definía a la salamandra precisamente como
mito de la regeneración por el fuego. A propósito de los mitos de regeneración
y del fuego, recordemos una vez más al Ave Fénix, que fue también alegoría de
la Virgen María. La Virgen y el Espíritu Santo siempre están relacionados,
porque Ella es esposa del Espíritu. Incluso, en la intuición popular, la Virgen
de Pentecostés viene a identificarse con el Espíritu Santo, al ser
aclamada, Ella también, como Blanca Paloma. Recordemos ahora a la paloma que
descendía para dejar una hostia sobre la piedra del Grial cada Semana Santa.
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El rocío es agua que
viene del Cielo hasta la tierra, y que el fuego del Sol convierte en aire. La
devoción a la Virgen del Rocío data de cuando se dio a la imagen descubierta
en Doñana el nombre del lugar donde se había encontrado, «Las Rocinas», de
donde derivó el actual, sin duda por la fuerza del símbolo del agua sagrada,
sutil y pura, adelantada de la aurora, precursora del maná y alusiva a la
iluminación espiritual hasta el punto de haberse asociado a la luz en antiguas
tradiciones. Su influjo vivificante está vinculado a las
ideas de regeneración y resurrección, manifiestamente conexas con la idea de la
redención cristiana. El lunes (el día de la Luna) de Pentecostés se conmemora
la manifestación del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego sobre María y
los apóstoles (Hechos 2:1-11). ¿Será casualidad que el Lunes Santo la Virgen
del Rocío vaya precisamente tras Nuestro Padre Jesús de la Redención en el Beso
de Judas?
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio:
la búsqueda, Editorial Almuzara, Sevilla, 2018, pp. 49, 205 y 217,
respectivamente.