La
devoción al rosario, que fue originariamente dominica y elitista, y luego
popular y marginal, marchó en paralelo a la devoción a la cruz. No puede
concebirse la referencia al retablo rosariano de la Virgen de Regla de la
plazuela de la Cerrajería sin la referencia a la cruz.1
Busto de Sebastián Conde en Almonte (Huelva) www.almonte.es |
Parece
que el culto a la Santa Cruz se inició en la Cerrajería con el siglo XVII,
cuando los devotos de la Virgen de Regla erigieron una cruz de madera,
venerándola como titular de la hermandad. La Virgen era destinataria de las
avemarías y la cruz lo era de los padrenuestros. Y a final del siglo, en plena
explosión rosariana, los hermanos, muchos de ellos vecinos de la propia calle de
los Espaderos –que ya era llamada también de las Sierpes, por el caballero
Álvaro Gil de las Sierpes–, decidieron instalar otra cruz de más calidad,
encargándosela al almonteño Sebastián Conde, maestro rejero y relojero
municipal afincado en Sevilla, en la collación de San Román.2 Hoy, Sebastián
Conde tiene una calle y un busto, no en Sevilla sino en Almonte,3 y la
cruz de la Cerrajería está reproducida en la espadaña de la ermita del Rocío.
Pero vayamos por partes.
La
cruz de las Sierpes fue llevada desde el Sagrario, en un carro, por miembros de
la hermandad rosariana allí residente, el día de Todos los Santos de 1692,
hasta su lugar en la plazuela de la Cerrajería, en lo que hoy es la
desembocadura de Rioja en Sierpes. Al año siguiente fue dorada gracias a una
corrida de toros benéfica, celebrada junto al convento agustino del Pópulo. Cada
3 de mayo se celebraba en su honor una solemne función religiosa. Sería, sin
duda, la mejor cruz de mayo sevillana.
La Sª Cruz de la calle de las Sierpes Biblioteca Universitaria (www.metisrestaura.com |
Al
decaer las devociones, decayó también el trato a la cruz, que llegó a servir
para amarrar las bestias. En 1729, en ocasión de una visita de la corte, fue
retirada y depositada en el convento de las mínimas de Nuestra Señora de
Consolación, como la Virgen de Regla. Allí estuvo hasta 1734. Fueron estos años
de sequía, y el franciscano fray Sebastián de Jesús predijo que llovería cuando
se repusiera la cruz. Los vecinos pidieron la reposición y, cumplida esta,
llovió abundantemente.4 Lo mismo ocurrió en 1818, celebrándose función en
el convento de las mínimas y procesión rosariana desde San Vicente hasta la
cruz engalanada con hachas de cera y lámparas de arañas.5 En 1840, los
vecinos volvieron a pedir que se retirara la cruz, porque entorpecía el tráfico,6 y en 1844 volvieron a pedir su restablecimiento, para frenar las calamidades.7
Detalle de la Cruz de la Cerrajería |
En
1916, Santiago Montoto propuso colocar la cruz en la plaza diseñada por Juan Talavera
Heredia, dentro del proyecto urbanístico del nuevo barrio de Santa Cruz, del
vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, marqués de la Vega Inclán, comisario
regio de Alfonso XIII. Se trataba de recuperar la zona, parte de la antigua
judería, y poner en valor la plaza que se había formado por el derribo que
hicieron los franceses, un siglo antes, de la primera parroquia de Santa Cruz,
incluidos los restos de Murillo. Vega-Inclán fue desde luego un precursor de
las promociones turísticas, impulsor, por ejemplo, de la red de paradores
nacionales. En 1918, tras informe favorable de la Real Academia de Bellas
Artes, la cruz fue instalada en la plaza de Santa Cruz.8 La evoca cada
Martes Santo la cruz de guía de la hermandad de Santa Cruz entre cuatro
faroles.
Merece
la pena observar la cruz de las Sierpes con detenimiento.9
El
larguero, el travesaño y las ráfagas están constituidos por hojas de acanto, símbolo
de la pasión de Cristo y la inmortalidad. Los clavos son lirios, signo de
esperanza, de amor fecundo y de nobleza, distintivo de ejecutados injustamente.
También tres lirios coronan el Inri. En la parte superior hay pasifloras
esquematizadas, figurando elementos y pasajes de la Pasión y Muerte de Cristo.
También hay rosas, símbolos de la sangre de Jesús y de la regeneración.10 En la intersección del crucero está el emblema agustiniano: un corazón amorosamente
atravesado por dos flechas.11
Detalle de la Cruz de la Cerrajería |
La
base de la cruz, custodiada por los cuatro evangelistas, sobre el
paralelepípedo de rejería, está formada por las sierpes. Las hay de dos tipos,
cuatro de cada uno: las inferiores, con un cuerpo de calibre robusto, sin alas,
nacen de roleos de acanto terminados en rosetas, como pegadas a la tierra; las
superiores, con un cuerpo esbelto, sinuoso y representando un ágil movimiento, con
alitas, sirven de soporte a los ángeles que portan faroles como el ermitaño del
tarot. En una primera lectura, vemos en las sierpes el mal vencido por la cruz.
Pero no nos quedemos ahí. La serpiente, objeto ancestral de culto, tiene, como
símbolo alquímico, un diferente significado según tenga o no alas: sin alas,
representa el principio fijo, pegado a la tierra; con alas representa el
principio volátil.12
Detalle de la Cruz de la Cerrajería |
¿Lo
queremos más claro? Las sierpes son el día y la noche, lo masculino y lo
femenino, el calor y el frío, el azufre, de tierra y fuego. y el mercurio, de
agua y aire. El principio fijo hace referencia al cuerpo, el volátil se refiere
al espíritu. La unión de lo fijo y lo volátil, partiendo de la primera materia,
culmina con un nuevo nacimiento, porque de la interacción de los cuatro
elementos se destila la quintaesencia: la cruz, crisol para la pasión de Cristo,
que surge del punto de unión de las ocho sierpes y que las fija, reunificando materia
y espíritu y culminando las transmutaciones.13
Estatua de Mercurio en la plaza de San Francisco |
El
elemento conductor para la gran obra de la alquimia es el mercurio, que
evoluciona desde el caos. Es Mercurio, a quien san Agustín llamó
“intermediario”, el andrógino del caduceo que concilia a las serpientes, y que
anuncia la conjunción de los cuatro elementos, la correspondencia hermética de
lo que está arriba con lo que está abajo, la estrella que es sello de Salomón. Hallarlo
es difícil, pero, una vez conseguido, todo es fácil.14 Y, como en Sevilla
hay casi de todo, también está Mercurio con su caduceo de serpientes,
pacificador e integrador, en sus fuentes del Banco de España y del Alcázar. La
Cruz de la Cerrajería y Mercurio: dos expresiones, una cristiana y otra pagana,
para un mismo significado trascendental.
Dada
la filiación agustina de la cruz, no debe extrañarnos la simbología alquímica. San
Agustín (354-430), tenido por alquimista como su maestro san Alberto Magno,
afirmaba que los metales podían transmutar hasta alcanzar el estado áureo,
aunque condenaba la experimentación. Para él, la propia palabra religión deriva
del latín religare (atar, volver a
unir), y la verdadera religión es la que lleva al alma a reunirse (volver a
unirse) con una divinidad de la que procede, y tras un proceso de separación. Alquímicamente,
solve sería el desprendimiento que da
lugar a la vida terrenal, y coagula sería
la reunificación y, consiguientemente, la salvación.15 En el Rosarium philosophorum sive pretiosissimum
donum Dei, el Rosario de los
filósofos, un tratado alquímico fechado en 1550, de título tremendamente
sugerente, “hombre”, en griego, significa “transmutación”.16 Era algo
asumido, incluso por el dominico santo Tomás, para quien los metales podían
mudar unos en otros siendo naturales.17
San
Agustín escribió De Genesi ad litteram
en un intento de hacer entendible la literalidad del primer texto bíblico,
porque el Génesis es un mito, que necesita de una interpretación, de una
traducción, y porque en la Biblia, aunque no haya evidencias, no puede haber
contradicciones. El sentido real debe ser, precisamente, el de la comprensión
espiritual. En el tercer libro explica la transmutación de los elementos y los
cinco sentidos corporales; en el cuarto, la perfección del número seis y el
reposo de Dios.18 Los seis días de la Creación son el orden lógico de un
acto ocurrido en un instante, en virtud de algo que Agustín toma del estoicismo
y de la alquimia: el concepto de las rationes
seminales.19 No cabe la dicotomía Ciencia
versus fe. Caben desarrollos evolutivos en la naturaleza. Y su metafísica,
en forma de voluntad divina, salvaría a la Humanidad a través de Cristo. Como
Platón, Agustín proclama que la verdad absoluta y la providencia divina no son
incompatibles con la libertad humana.20
El
ambiente sevillano del momento era proclive a la alquimia, a despecho de las
chanzas de Quevedo. Ya hubo un precedente importante en el siglo VI, cuando entraron por Sevilla en Europa los escritos que llevaron a San Isidoro a cristianizar las teorías de Empédocles sobre los cuatro elementos.21 En 1693,
el rebelde Juan Muñoz y Peralta fundó la Veneranda Tertulia Hispalense, pionera
en España, integrada por médicos, farmacéuticos y otros miembros cultos de la
sociedad hispalense, para discutir sobre las propiedades curativas de los
productos obtenidos por el método espagírico, la homeopatía del alquimista
Paracelso (1493-1541), más eficaz que el método galénico contra las fiebres
tercianas.22 Félix Palacios, defendiendo los conceptos paracélsicos de
azufre, mercurio y sal, introdujo la química farmacéutica en España.23 De
la Tertulia nació la Regia Sociedad, que fue origen de la Real Academia de
Medicina y Cirugía de Sevilla.24
Detalle de la Cruz de la Cerrajería |
¿Dieron
las sierpes nombre a la calle o tal vez la existencia previa del nombre, por el
caballero, fue ocasión para el diseño de la cruz?27 ¡Qué más da! En todo
caso, la sierpe, esté donde esté, “desprendida de la tierra sólo
metafóricamente, afirma que viene de la Tierra Madre, que la Tierra es Madre.”28
1.
Montoto, Santiago. La Virgen de Regla en
la Calle de las Sierpes, ABC de Sevilla, 04-09-54. Se recomienda leer el
capítulo anterior de esta serie, titulado Rosario
de Regla.
2.
Velázquez y Sánchez, Javier. Anales de
Sevilla: reseña histórica de los sucesos políticos, hechos notables…
4.
Velázquez, ob.cit.
5.
Velázquez y Compañía, Viuda. Noticia de
la Cruz de la Cerrajería de Sevilla, citado en La Cruz de la Cerrajería: análisis cultural (www.metisrestaura.com)
7.
Ibíd. 4
8.
Menéndez Robles, María Luisa. La huella
del marqués de la Vega Inclán en Sevilla y El marqués de la Vega Inclán y los orígenes del turismo en España
9.
En la fecha de esta entrada, la cruz se encuentra en restauración.
10.
Campa Carmona, Ramón de la. La palabra
materializada: y el verbo se hizo imagen. Aproximación al lenguaje plástico de
la imagen sagrada mariana
11.
Vicente González, José de. Antiguas
boticas españolas y sus recipientes. El corazón del emblema agustiniano
puede aparecer atravesado por una, dos o tres flechas: una sola refleja las
palabras del santo “Habías asaeteado mi corazón”. Cuando son dos simbolizan el
amor. A veces aparecen tres para dar simetría al escudo.
12.
Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de
símbolos
13.
De Rola, Stanislas Klossowski. Alquimia (www.centronagual.es)
14.
Arola, Raimon. Alquimia y religión: los
símbolos herméticos del siglo XVII. Pernety, Antoine-Joseph (Dom). Las fábulas egipcias y griegas, desveladas y
reducidas a un mismo principio. Peradejordi, Julio. La simbólica hermético-alquímica (www.symbolos.com). Se recomienda leer la serie de este
blog Sevilla salomónica, y especialmente
el capítulo 20, La quintaesencia de la
locura.
15.
Gebelein, Helmut. Secretos de la alquimia
16.
Vilanova, Arnau de. El rosario de los
filósofos
17.
Aquino, Santo Tomás de. Tratado de la
Piedra Filosofal y Tratado sobre el arte de la Alquimia. También, del mismo
autor, Meteoros
18.
Calabrese, Claudio César. Vox de Caelo,
Experiencia mística e interpretación en san Agustín y santa Hildegarda (www.hildegardadebingen.com.ar)
19.
San Agustín. Interpretación literal del
Génesis, 6.5.8. citado por Pollman, Karla en Cosmología e interpretación del Génesis en el cristianismo antiguo (www.cienciayfe.es)
20.
Platón Timeo (Diálogo)
22.
Arribas Jimeno, Siro. La fascinante
historia de la alquimia descrita por un científico moderno
24.
www.ramse.es
25.
Génesis 4: 17-22. La línea es: Adán,
Caín, Enoc, Irad, Mejuyael, Metusael, Lamec, Tubalcaín. Tubalcaín es
considerado fundador legendario de Tarazona (Zaragoza).
26.
Eliade, Mircea, Herreros y alquimistas
27.
Montoto, Luis. La calle de las Sierpes
28.
Zambrano, María. Los bienaventurados
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