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Y en el palio de malla de oro del Rosario de Monte-Sión, que
lleva en la orla un perro del Señor —un Domini canis— con la antorcha de
la palabra en la boca, se aparece la Virgen a santo Domingo de Guzmán sobre un
piso ajedrezado. El palio de la Regina Sacratissimi Rosarii, de motivos
vegetales y hojas de acanto, rematado por jarrones de flores a modo de airosa
crestería, aporta, junto con el negro de sus faldones y el blanco de su manto
abullonado —los tonos distintivos de la Orden de Predicadores—, el oro de la
perfección, como la estrella que adornó la frente del santo de Caleruega.
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Paso de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, de la hermandad de Monte-Sión |
En
el siglo XIII se apareció la Virgen a santo Domingo de Guzmán, encomendándole
la predicación del Rosario, como el auxilio espiritual más eficaz contra las
herejías, y se atribuyó a la Virgen, en 1213, la victoria de Muret sobre los
cátaros tras un reparto de rosas entre las tropas. La devoción a la Virgen del
Rosario se identificó con la de la Virgen de las Batallas y de las Victorias.
En 1571, ante la batalla de Lepanto, el papa san Pío V pidió que se rezara el
Rosario por la flota y, tras la victoria naval del 7 de octubre, con la que la
potente coalición cristiana europea frenó la amenaza turca, instituyó, en
agradecimiento, el día de Nuestra Señora de las Victorias. Y la Virgo potens
fue también, en la Letanía Lauretana, Auxilium christianorum, una
advocación que realzaba el aspecto militar de la Virgen María como defensora de
la fe cristiana. Una vez instituido el patronazgo de la Virgen del Rosario, Regina
sacratissimi Rosarii, y dedicado el día a la advocación rosariana, la
festividad adquirió difusión universal.
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El
Rosario es oración. ¿Está buscando en su paso de palio su paz interior en la
oración María Santísima, o está invitándonos al rezo a nosotros, como cuando se
apareció a santo Domingo de Guzmán.
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Paso de María Santísima del Rosario, de la hermandad de la Milagrosa |
Pero
el Rosario es también triunfo militar. Ya en las Vísperas está lo que quizá sea
la más clara metáfora de trofeo militar en un paso de palio, en el dibujo turco
rodeando la heráldica corporativa en las bambalinas rojas de la Virgen del
Rosario de la Milagrosa, que va tras Cristo en el puente del arroyo Cedrón. La
asociación de esta joven hermandad con Lepanto es mayor, porque en la batalla
fueron enfermeros los miembros de la cercana Orden Hospitalaria de San Juan de
Dios. Y gracias al Rosario de la Milagrosa tenemos reproducida en Semana Santa
—aunque sea en las Vísperas— la azulejería del palacio de Topkapi de Estambul,
con pavos reales y flores turcas, rematada por corona otomana. Es como si
tuviéramos aquí la tienda de campaña militar del sultán vencido, del mismo modo
que está en Las Huelgas de Burgos el pabellón real del Miramamolín derrotado en
las Navas de Tolosa.
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