La sombra del Temple es más alargada y sutil de lo que
parece, incluso en Sevilla, donde estuvieron poco más de medio siglo.
Pues bien, a principios del siglo XVII encontramos a un sevillano en la Orden de Santa María de Montesa y de San Jorge de Alfama, que así es el nombre completo de la institución promovida por Jaime II de Aragón y centralizada en el valenciano castillo de Montesa. Y no se trata de un sevillano cualquiera, sino de Juan de Oviedo y de la Bandera, jurado y maestro mayor de la ciudad, ingeniero militar y arquitecto, autor del Convento de la Merced, hoy Museo de Bellas Artes, de salomónica fachada y, por lo que ahora nos interesa, de la manierista iglesia de San Benito. Por cierto que también era escultor, atribuyéndosele el Cristo del Mayor Dolor.
Es el momento de recordar otra vez el espíritu caballeresco de los nazarenos de San Benito.
Aunque no está acreditada la existencia histórica del romano
Jorge de Capadocia, se le atribuye haber muerto martirizado en el año 303 por
haberse confesado cristiano ante Diocleciano. Según leyenda medieval, es vencedor del dragón y salvador de la doncella que iba a serle sacrificada. La doncella es la Iglesia y el dragón es Satanás, el mal. Es el milites Christi,
héroe de la Madre de Dios, patrón de caballeros y soldados y protector de los
templarios. San Jorge es ejemplo de sincretismo religioso y cultural, venerado
no solo en las diferentes iglesias cristianas, sino también por los musulmanes,
por los judíos e incluso en iglesias afroamericanas.
La Cruz de San Jorge, roja sobre fondo blanco, fue, ya antes de las
Cruzadas, signo del dominio en el Mediterráneo: patrimonio de la República de
Génova en un primer momento, divisa de los templarios, protagonistas del
tráfico marítimo durante las Cruzadas, salvoconducto de los ingleses más tarde en sus acciones en el
Mare Nostrum y, finalmente, emblema de la Corona de Aragón. A propósito de genoveses y templarios, hay que reseñar que ambos intervinieron en la primera conquista cristiana de Almería y que hoy la Cruz de San Jorge es insignia principal del escudo de
esta ciudad andaluza.
El Arcángel Miguel (Qui ut Deus, Quién como Dios) es jefe de los ejércitos de Dios, portador de
mensajes celestiales, pesador de almas, Justicia Mayor de los cielos y paladín
del bien, vencedor apocalíptico del Dragón, la Serpiente antigua, el llamado
Diablo y Satanás (4). Y es venerado por todas las confesiones cristianas, por
el judaísmo y por el islamismo. Es, sencillamente, la raíz del sincretismo que
veíamos respecto a san Jorge.
¡En la catedral de Palencia hay un San Miguel con
la cruz de San Jorge en el escudo!
San Miguel Arcángel siempre está en lo más alto: en el Mont Saint-Michel, en el Castel Sant’Angelo, en la Sacra San Michele junto a Turín, en el Sacromonte de Granada... Y así son también muchos enclaves templarios: Aralar, la Ara Coeli del Itinerario de Antonino, San Miguel el Alto en Toledo, la primera casa templaria castellana, la aragonesa y catalana Miravet (5) o la leonesa y extremeña Xerez de Badajoz, hoy Jerez de los Caballeros, de donde vinieron tantos templarios a la conquista de Sevilla...
En Sevilla, la campana del Colegio de San Miguel era la que llamaba al pueblo de Sevilla a los actos catedralicios cuando no había aún campanas en la Giralda. Desapareció, aunque permanece la puerta catedralicia de San Miguel frente a lo que queda del colegio, la puerta por donde entran todas las cofradías. También existió en nuestra ciudad una parroquia de San Miguel, gótica, en la plaza del Duque, pero también desapareció.
Pero al menos nos queda el templo de San Jorge.
La peste de 1649 afectó tremendamente a la nueva Babilonia
que era Sevilla, reduciendo su población a casi la mitad y haciendo crecer la miseria. Junto a lo que quedaba de la laguna de la Pajería, como en muchos otros lugares de la ciudad, tuvo que improvisarse un cementerio. Con unos 70.000 habitantes, en medio de una durísima decadencia económica, la
ciudad se hizo profundamente religiosa.
En 1663 fue elegido hermano mayor de la Caridad Miguel Mañara y Vicentelo de Leca, de familia oriunda de la mediterránea isla de Córcega, caballero de Calatrava desde los diez años. Miguel (¡Miguel!) se convirtió en el gran impulsor de la institución y de la iglesia del patrón de su Orden, el señor San Jorge. Los orígenes de la Hermandad de la Santa Caridad se remontan a la Edad Media, con la misión de enterrar los cadáveres que nadie reclamaba, de los ajusticiados y de los que se ahogaban en el Guadalquivir, generalmente marineros forasteros. El racionero Pedro Martínez “de la Caridad”, levantó una pequeña capilla en el cementerio de San Miguel (¡en San Miguel!), en el centro de la ciudad, conocida como “capilla de los ahogados”.
En 1663 fue elegido hermano mayor de la Caridad Miguel Mañara y Vicentelo de Leca, de familia oriunda de la mediterránea isla de Córcega, caballero de Calatrava desde los diez años. Miguel (¡Miguel!) se convirtió en el gran impulsor de la institución y de la iglesia del patrón de su Orden, el señor San Jorge. Los orígenes de la Hermandad de la Santa Caridad se remontan a la Edad Media, con la misión de enterrar los cadáveres que nadie reclamaba, de los ajusticiados y de los que se ahogaban en el Guadalquivir, generalmente marineros forasteros. El racionero Pedro Martínez “de la Caridad”, levantó una pequeña capilla en el cementerio de San Miguel (¡en San Miguel!), en el centro de la ciudad, conocida como “capilla de los ahogados”.
En 1670 se terminó de construir la nueva iglesia de San Jorge que es, además de un magnífico monumento al arte barroco, un monumento a la virtud de la caridad, a la muerte, a la Vera Cruz y al acto piadoso de enterrar a los muertos.
En el arco del coro, una
lápida explicita: Non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam. Son
los versículos del Libro de los Salmos (6) con los que san Bernardo concluyó su
Elogio a la Nueva Milicia dedicada a los caballeros de la Orden del Temple (7)
y que estos adoptaron como su lema. Podemos traducirlo así: “No a nosotros, Señor; no nos des la gloria a nosotros, sino a tu nombre”.
¿Por qué está en La Caridad el lema templario? Ciertamente, la sombra del Temple es alargada.
(1) La Orden de Montesa, dependiente de la de Calatrava,
ostentó más tarde la misma cruz flordelisada. Así tenemos tres cruces
similares: la de Calatrava, de gules (rojo), la de Alcántara, de sinople
(verde) y la de Montesa, de sable (negro) con cruz de San Jorge de gules en el
centro.
(2) Para confirmarlo, basta con asomarse a la reja del
Consulado de Portugal, antes pabellón portugués de la Exposición del 29, y mirar
al suelo.
(4) Apocalipsis 12, 7-9
(5) Ávila Granados, Jesús. La mitología templaria
(6) Salmos 113:9 (versión de La Vulgata)
(7) San Bernardo. De laude novae militiae ad milites templi
(5) Ávila Granados, Jesús. La mitología templaria
(6) Salmos 113:9 (versión de La Vulgata)
(7) San Bernardo. De laude novae militiae ad milites templi
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