La
música del paso de palio, tal y como la vivimos hoy, se ha generado
en fecha relativamente reciente. Hasta
mediado el siglo XIX no quedó definido el modelo de la marcha
procesional de Virgen. Solo desde entonces disfrutamos de este
formato sonoro, afín al paso de palio y plenamente adecuado para
acompañar su andar. La base, sin embargo, ya existía:
la
trompeta (o la corneta), marcial por su tono y venusiana por el
cobre, instrumento de gloria, de fama y de conquista, pero también
de entierros y rituales, propio de coros angélicos y anunciador del
juicio final, en el que la Virgen es nuestra abogada; y el tambor,
instrumento de percusión básica, ancestral, que marca el ritmo con
su pulso primordial.1
Cabecera de la partitura de La Estrella Sublime |
Pero
en la segunda mitad del siglo XIX, reinando ya el posromanticismo en
Europa, llegó el romanticismo a la Semana Santa de Sevilla, con su
carga de cromatismo, sentimientos y emociones, y con su evocación de
la Edad Media. La música romántica, capaz de “pintar” los
sentimientos y de llevarnos a un mundo ideal, sobrehumano, inspiró
una música específicamente dedicada a los pasos de palio,
sensiblemente diferenciada de las apocalípticas cornetas y las cajas
destempladas que seguían al Cristo reo. Imitando
el ritmo solemne de los cortejos luctuosos, llegaron
las primeras marchas fúnebres inspiradas en los grandes románticos,
como Chopin, aunque supeditadas al ritmo del andar del paso. En
1895 se estrenó Quinta
Angustia,
del catalán José Font y (i) Marimont, creador del germen de la
banda municipal de Sevilla. En 1898, el sevillano Vicente Gómez
Zarzuela compuso Virgen
del Valle,
dramática y dulce, con susurrante final,2 interpretando
a la perfección el Jueves Santo. Estas marchas marcaron la pauta.3
El
silencio también forma parte de la música, y en la sinfonía que es
la Semana Santa sevillana es así también, sin duda. Hay pasos de
palio que van en silencio y que solo traen el seco golpeo del cajón
del palio con los varales (Mayor Dolor y Traspaso, Presentación...).
La Virgen de la Concepción trae su aristocrática música de
capilla, las saetas, del siglo XVII,4 de singular calidad y mística inspiración. También la Virgen de
las Tristezas va con música de capilla. Pero la mayoría de los
pasos vienen con sus marchas procesionales desde que se consolidó el
modelo.
Manuel Font de Anta |
En
1919, Manuel
Font de Anta, nieto del catalán, compuso por fin el Poema
sinfónico en forma de marcha fúnebre que
se convertiría en
Amarguras,
sin duda la marcha más representativa de la Semana Santa, que ha
quedado como un himno, con su saeta con sordina y su contundente
final.5 En torno a 1920, un Viernes Santo por la mañana, los presos de la
cárcel del Pópulo esperaban a la Esperanza de Triana. Un preso le
cantó: “Soleá, dame la mano por las rejas de la cárcel, que
tengo muchos hermanos huérfanos de padre y madre...”. El hecho
inspiró a Font de Anta, que compuso Soleá
dame la mano y
la dedicó “A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla que,
al cantarle saetas a la Virgen en Semana Santa, me hicieron concebir
esta obra”.
Diaghilev y Stravinski en Sevilla, en 1921www.cofrades.sevilla.abc.es |
En 1921 nos visitaron Stravinski y Diaghilev. El
primero, escuchando Soleá
dame la mano
con la Virgen del Refugio por la Puerta de la Carne, reconoció:
“Estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho”. Sevilla
había conseguido la coherencia sensorial en Semana Santa. El
romanticismo de la marcha había venido a ser el complemento sonoro
ideal del barroquismo visual del paso de palio.6
Manuel López Farfán |
Poco
después llegó Manuel López Farfán, que
alcanzó el título de músico mayor del Ejército de España, y
aportó su estilo, marcial y festivo, con Pasan
los campanilleros,
en 1924, y La
Estrella Sublime,
en 1925, dedicada a la Hiniesta. La marcialidad resultaba ser un
componente imprescindible, por la función de apoyo a los costaleros.
A ella se unieron el
aroma iberoamericano y el sentido de lo femenino cuando, en 1929,
Manuel Ruiz Vidriet firmó la marcha Rocío,
adaptando
la canción yucateca mexicana Peregrina
y
combinándola con los compases más dulces y serenos de La
Procesión del Rocío de
Turina.7 El
estilo se consolidó en 1953 con Virgen
de las Aguas,
de Ramos.
Postal antigua de María Santísima de la Esperanza ante la cárcel del Pópulo |
Rosario
de Montesión de
Velázquez sigue el compás de los rosarios que cuelgan de los
varales de la dolorosa del Rosario. La Virgen de Montserrat, la
Virgen de la Paz y la Virgen de los Ángeles, que lo es de los
Negritos, llevan sus propias marchas con sus nombres, de Pedro
Morales. Con la Virgen del Subterráneo suena la composición,
dramática y triunfal, de Gámez Laserna. Gracia y Amparo lleva su
marcha, del militar Abel Moreno. También de Moreno es Virgen
de los Estudiantes.
Marvizón ha escrito Madre
Hiniesta
y Candelaria.
La Caridad del Baratillo es Caridad
del Guadalquivir,
por la inspiración de Paco Lola y Puntas. Madre de Dios de la Palma
se identifica con la gravedad de la música de Alonso. La Virgen del
Dulce Nombre se adorna con el sevillanismo de Lerate. Reina
de San Román de
Ginés Sánchez es una nana para la Virgen de las Angustias. La
Macarena puede hacer toda su estación con música propia, desde
Coronación
de la Macarena de
Braña hasta la marcha en la que Gámez Laserna nos cuenta cómo Pasa
la Virgen Macarena,
incluyendo Esperanza
Macarena
de Morales o la pieza llamada simplemente Macarena,
con aire mexicano, de Abel Moreno, Y con Abel Moreno, en Triana, el
canto carmelita de la salve se convierte en Esperanza
Marinera.
Banda de música de Tejera
tras el paso de María Santísima del Valle
|
A
veces, es el Cristo el que ayuda al compositor para la música de su
Virgen. Así son
Cristo
en la Alcazaba
de Morón, Cristo
de la Buena Muerte
de Albero, Cristo
de la Sangre
de Cebrián, Santísimo
Cristo
del Desamparo y Abandono
de Herrera, Cristo
de las Almas
de Ignacio Otero, Jesús
preso de
Cebrián, con la caja dando paso a la saeta, A
ti... Manué
de Puntas, en la que es la trompeta la que entona la saeta, antes del
dulce final... La saeta siempre inspira: al Cachorro está dedicada
la Saeta
sevillana,
de Gámez Laserna, cuyo fatalismo lleva a la melancolía. Nuestro
Padre Jesús
de Cebrián no es sevillana, pero es andaluza y encaja en Sevilla.
Corpus
Christi,
de Uralde, es decididamente triunfal. Pantión, discípulo de Turina,
compuso la trágica Jesús
de las Penas
en 1943 y luego, en 1970 concibió musicalmente la cofradía entera
al componer Tus
Dolores son mis Penas.
Por supuesto, la propia ciudad es
elemento de referencia de primer orden, como se hace patente en
Sevilla
cofradiera,
de Gámez Laserna, que hace honor a su título, o la descriptiva
Procesión
de Semana Santa en Sevilla,
de Marquina, que es como una copla impregnada de dramatismo, con
saeta central y toques de la Marcha Real.8 Carácter programático tiene La
Madrugá,
de Abel Moreno, retratando los contrastes sevillanos, del drama al
júbilo. Este autor compuso también una marcha dedicada a los
Hermanos
costaleros.
Portada de libro de la partitura de la ópera Margot |
Y, gracias a la música, dos figuras femeninas de ficción,
antagónicas además, se convierten en medios de homenaje a María
Santísima: Ione, la sacerdotisa de Isis que glosó Petrella, y
Margot, la cabaretera francesa que soñóTurina.9
¿Por
qué en la Semana Santa de Sevilla son
tan importantes los sentidos y las sensaciones?
Hay que buscar la clave en la confluencia de dos circunstancias: una
de lugar, porque estamos en el centro del valle del Guadalquivir, la
zona que para muchos es donde hay que situar el mítico Jardín de
las Hespérides, y a la que la primavera llega antes, con su carga de
sensualidad;10 otra de tiempo, porque, a diferencia de como había ocurrido ya en el
resto de España y en Europa, la religiosidad popular –o
tradicional, como defiende Carlos Domínguez Morano– no cuajó
hasta los siglos XVI y XVII, recibiendo el impulso directo de una
Contrarreforma que
privilegiaba
la sensibilidad sobre la pura racionalidad renacentista, como vía de
comunicación para que la religión llegara a las masas y
las masas a la religión, y que se apoyaba en una estética barroca
que encumbraba los sentidos
como la puerta primera y primaria de acceso a la realidad. Y esta
estética barroca –tardía, como ocurriría después con el
romanticismo– arraigó en Sevilla tan fuertemente que aún hoy
pervive.11
Pero,
como tanto el Romanticismo como el Barroco revitalizaron valores de
la Edad Media, es allí donde hay que buscar los orígenes. Porque
fue precisamente en la Edad Media cuando lo sensorial y lo marcial
fueron aspectos aceptados como vehículos de religión. Recordemos
a Ramón Llull (1232-1315), el autor del Libro
de la orden de caballería,
para el que se puede –y aun se debe– aceptar la sensualidad,
siempre y cuando provenga de Dios.12
Pero
recordemos, sobre todo, a dos grandes marianos: a san Fernando
(1199?-1252), que influyó determinantemente para el marianismo
sevillano, y a san Bernardo (1090-1153), el reformador del Císter,
que influyó en el marianismo de Fernando III, desde el siglo
anterior. Nuestro san Fernando, gran caballero, que nació
en Peleas de Arriba, en la provincia de Zamora, cerca del monasterio
cisterciense de Bellofonte (o Belfonte), estudió con estos
monjes y los premió después, en 1232, al darles la nueva casa de
Valparaíso.13 La
Virgen era su socia
belli,
su socia en la guerra.14
La Virgen con el Niño y San Bernardo
Bartolomé Esteban Murillo.
Óleo sobre lienzo
Museo del Prado
|
Se
podría afirmar, por tanto, que con san Bernardo empezó todo,
mientras Sevilla era Isbiliya, porque en el santo de Claraval
marcharon al unísono la devoción mariana, la sensualidad aplicada a
la religión y la marcialidad caballeresca. Este auténtico
“caballero de María”, que consideraba a la Virgen su dama en el
sentido caballeresco de la palabra, hasta el punto de hacer general
el título de Nuestra Señora (Notre
Dame),
soñó beber y gustar
la leche de la Virgen. Así lo pintaría Murillo para el convento
cisterciense sevillano de San Clemente. Este gran innovador místico,
que se sentía especialmente atraído por ese monumento bíblico a la
sensualidad que es el Cantar
de los Cantares, fue,
según Gerardo de Sorval, “de manera eminente, el mejor caballero
de su tiempo”;15 predicó
la guerra santa y la Segunda Cruzada, e intervino decisivamente para
fundar la Orden del Temple. La “tierna devoción a la Madre de Dios
propagada por san Bernardo” dejó huella en la liturgia, en el arte
religioso y en la piedad popular.16 Pero también el “Doctor melifluo” de Claraval influyó
notablemente en la literatura caballeresca de la búsqueda del Santo
Grial: en el Ciclo de la Vulgata y su Demanda
del Santo Grial,
y en el Parzival
del
templario Wolfram von Eschenbach, presente en la Quinta Cruzada. Por
eso, muchos ven en san Bernardo, monje y caballero de la Virgen a un
tiempo, el prototipo de Galahad,17 el
más puro y santo de los caballeros, el único que encontró el Santo
Grial, el abanderado
de la marcialidad
celestial, la
encarnación caballeresca de Jesús.18
Hoy
no concebiríamos el culto sevillano a María Santísima dolorosa,
Nuestra Señora, sin su
música.
1.
Todas estas ideas están extraídas de la consulta de las diferentes
voces en www.es.wikipedia.org.
2.
Barros Jódar, Valentino. Virgen
del Valle (www.patrimoniomusical.com)
3.
Morales Gámiz, Brígido. Historia
de la música cofrade
(www.perso.wanadoo.es)
5.
Rodríguez Lagomazzini, Domingo. Amarguras
(www.patrimoniomusical.com)
6.
Torres,
Chelo. Soleá,
dame la mano...
(www.cofrades.sevilla.abc.es
1
de julio de 2010)
7.
Jódar Marín, José Manuel. La
historia de la marcha “Rocío” (www.cofrades.sevilla.abc.es
18
de diciembre de 2009)
8.
Gálvez Jiménez, Marcelo. Semana
Santa en Sevilla (www.patrimoniomusical.com)
9.
Bermudo, Felipe. El
origen de la marcha “Margot” (www.cofrades.sevilla.abc.es
24
de abril de 2009)
10.
Se recomienda leer el capítulo 10 de esta serie titulado Valle
se escribe con uve.
11.
Domínguez Morano, Carlos. Psicodinámica
de la religiosidad tradicional de Sevilla,
en Nuevos
aspectos de la religiosidad sevillana. Fiesta, imagen, sociedad,
de José Hurtado Sánchez (Ed.). Ayuntamiento de Sevilla
12.
Llull, Ramon. Libro
de la orden de caballería. Vega,
Amador. Ramon
Llull y el secreto de la vida.
Se recomienda leer en este blog el capítulo 24 de la serie Sevilla
y las cruces de Calatrava,
titulado Cruces
en la guía y con la Madre, y Cristo en el centro.
13.
Ansón,
Francisco. Fernando
III Rey de Castilla y León. También
Mena
y Calvo, José María de. En
la cruz y la espada: San Fernando
14.
Se recomienda leer el capítulo 16 de esta serie, titulado Socia
belli.
15.
Sorval, Gerardo de, citado por Barthelet, Philippe en San
Bernardo. El hombre que transformó Europa
16.
Montoliu, Manuel de. San
Bernardo, los trovadores y la Divina Comedia
17.
Guénon, René. San
Bernardo
18.
García
Gual, Carlos. El
héroe de la búsqueda del Grial como anticipo del protagonista
novelesco
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