Afortunadamente, cuando Olavide
tuvo que marcharse, la urbanización de la vieja Mancebía ya estaba en marcha.
Sobre la base del ensanche de la Tonelería se trazó una plaza regular que se
llamó “Compás de la Laguna”, recordando (¡aún!) el enclave de jurisdicción
propia de la Orden del Temple. Molviedro construyó en sus inmediaciones un
palenque para vender pan, carne, bacalao, pescado, hortalizas y demás
comestibles, por lo que la plaza y la calle aledaña (hoy Doña Guiomar) fueron
llamadas del Palenque. La antigua y pequeña ermita que había, quién
sabe si sobre la anterior capilla templaria, fue derruida. En 1782 se
fundó la nueva capilla neoclásica de Nuestra Señora del Mayor Dolor, cuyo
proyecto parece ser que realizó Pedro de San Martín, maestro mayor de la
ciudad. Preside su retablo la castellana Virgen del Mayor Dolor, flanqueada por
san Fernando, el conquistador de Sevilla, y san Miguel, el conquistador de los
cielos. Había frente a la ermita una cruz con una cerca, que seguramente se
retiró a comienzos del siglo XIX (1). Por fortuna, se ha colocado una cruz en el centro de la plaza, en recuerdo de la anterior.
A la espalda de nuestra casa, la
calle Piñones (hoy Padre Marchena), también fue mejorada, suprimiéndose sus revueltas. Se construyó el Husillo de La
Laguna, al final de la actual calle Gamazo. Las estatuas y cruces desplazadas
fueron objeto de una presentación muy cuidada (2), como ocurrió con una pila de
agua bendita, de piedra, en medio de una calle, que se adosó a una fachada.
Tras la caída de Olavide, el
ayuntamiento cambió su nombre a la calle principal del nuevo barrio y la llamó
Nueva de la Laguna; luego se llamó simplemente Laguna y hoy es la calle
Castelar.
El siglo XIX fue una centuria de grandes cambios, como es
bien sabido. En 1834 fue abolida definitivamente la Inquisición, reinando
Isabel II, aunque la abolición llevaba aprobada desde las Cortes de Cádiz de
1812.
En esos años todo se volvió –también– en contra de la
Garduña: tres floreadores violaron a una sirena y el capataz los mató a los
tres. La Garduña fue –por fin– investigada y en 1822 su hermano mayor Francisco
Cortina y dieciséis capataces fueron ahorcados (3).
La calle de Pajería mantuvo este nombre hasta 1845, en que se tituló de Zaragoza, como homenaje a la heroica resistencia (4). Hubo en ella varios ensanches y rectificaciones de líneas durante el siglo XIX. Hasta bien avanzado el siglo desembocaba en ella el callejón de San Buenaventura, después taponado. Y nuestra casa pasó de tener el número 66 al 60. De los Maestre, el último que vivió en la Pajería fue Juan Antonio Maestre Maestre, regidor del Ayuntamiento y teniente de hermano mayor de la Maestranza, hasta su muerte en 1865. Tuvo tiempo de vivir cambios sustanciales, unos felices y otros desgraciados.
La calle de Pajería mantuvo este nombre hasta 1845, en que se tituló de Zaragoza, como homenaje a la heroica resistencia (4). Hubo en ella varios ensanches y rectificaciones de líneas durante el siglo XIX. Hasta bien avanzado el siglo desembocaba en ella el callejón de San Buenaventura, después taponado. Y nuestra casa pasó de tener el número 66 al 60. De los Maestre, el último que vivió en la Pajería fue Juan Antonio Maestre Maestre, regidor del Ayuntamiento y teniente de hermano mayor de la Maestranza, hasta su muerte en 1865. Tuvo tiempo de vivir cambios sustanciales, unos felices y otros desgraciados.
Entre 1848 y 1852 se construyó el Puente de Triana. Por el
contrario, en 1864, diez años después de restaurada, fue demolida la Puerta del
Arenal, por orden del alcalde Juan José García de Vinuesa, que vivía en sus
proximidades. La vieja calle de la Mar lleva hoy el nombre de ese alcalde.
Cada cambio social implicaba una
ruptura con los poderes anteriores. Así cayó también en el revolucionario año
de 1868 la Puerta de Triana, donde se iniciaba la calle de Pajería. Era una
puerta renacentista monumental, con tres arcos, construida a finales del XVI
según proyecto de Juan de Herrera (5). En su interior estaba el habitáculo,
llamado “el Castillo”, que funcionaba como calabozo de reos de alcurnia (6). En
definitiva, la puerta fue derribada porque se quería olvidar a Felipe II.
Quien salió ganando, junto con sus
herederos, fue Manuel Prudencio de Molviedro y Ángel, el ingeniero militar
navarro que había desarrollado técnicamente la
idea de Olavide, que era fundamentalmente un proyecto de mejora social del
compás. Molviedro habitó su palacio en la nueva y magnífica calle, donde hoy
están los números 15, 17 y 19, hasta que se mudó a la calle Levíes, al palacio
que había pertenecido a Miguel Mañara. La plaza del compás se llamó de
Molviedro y, con el tiempo, en 1869, incluso la capilla del Mayor Dolor, tras
la restauración de 1862, pasó a ser propiedad del biznieto de Molviedro,
Fernando Rodríguez de Rivas, conde de Castilleja de Guzmán (7).
(1) Falcón Márquez, Teodoro. Una arquitectura para el
culto. Sevilla Penitente, Tomo I
(2) Defourneaux, Marcelin. Pablo
de Olavide, el afrancesado
(3) Álvarez Benavides, Alfonso. Curiosidades
sevillanas. Los floreadores eran los ladrones, las sirenas eran las prostitutas y las sirvientas delatoras, el capataz era la autoridad provincial. Se recomienda la lectura del capítulo 7 de esta serie.
(4) VV.AA. Consejería de Obras Públicas y
Transportes. Excmo. Ayuntamiento de Sevilla. Diccionario histórico de las
calles de Sevilla
(5) González de León, Félix. Noticia
histórica de los nombres de las calles de esta M.N.M.L.Y M.H. Ciudad de Sevilla
(6) Mena y Calvo, José María de. Tradiciones
y leyendas sevillanas. El edificio es el que ha ocupado más recientemente
la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, estando hoy pendiente de
nuevo uso, tras la restauración.
(7) Ibid. 1
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