Ya con 21 años, el príncipe Felipe de Austria había sido agasajado
en los Países Bajos como un nuevo Salomón. Desde entonces le quedó el
sobrenombre de prudente.
Felipe II, que se veía a sí mismo como el gran pacificador
que la cristiandad necesitaba, apostó por las virtudes del legendario rey
bíblico: la sabiduría que demostró a la reina de Saba, la justicia que hizo
resplandecer ante las dos madres y la vocación constructora del templo
perfecto, de la casa de Dios. Quiso pasar a la Historia como un rey
emperador ejemplo de templanza, constructor de la fusión del Estado con la Iglesia,
reinando desde el nuevo templo salomónico de El Escorial sobre un territorio en
el que jamás se ponía el sol.1
El arte lo atestiguó así. Salomón, en su trono leonino, es
representado con los rasgos de Felipe en el cuadro de Gante,2 y en la Humanae
Salutis Monumenta
de Arias Montano, con la curiosa particularidad, en este último caso, de que hay sobre su mesa una escuadra y un compás.3
¿Odiaba Felipe II a los judíos? La leyenda negra dice que
sí, pero lo cierto es que, siendo rey de Jerusalén por derecho sucesorio (además
de serlo de las Dos Sicilias y, por supuesto, de todas las Españas), blasonaba
de ello, arrogándose una doble legitimidad: como sucesor de Salomón y como
heredero de Godofredo de Bouillón, la primera cabeza visible del reino latino creado
tras la victoriosa primera cruzada (la única victoriosa, realmente), reino que
pasó de Conrado IV de Jerusalén a Conradino, y de este a Constanza, esposa de
Pedro III de Aragón. La heráldica española integró el emblema jerosolimitano de
la cruz de las Cinco Llagas, de oro en campo de plata. Los derechos dinásticos
españoles se perderían después, porque, tras las convulsiones de principios del
XIX, pasarían a la Italia
unificada, pero eso es ya otra historia.4 Además, el primer libro que compró Felipe II fue Las guerras judías, de Flavio Josefo. Luego
vendría, entre otros muchos, la Silva de varia lección, del sevillano Pedro
Mexía.5 Según crecía la “Librería rica” –germen de la biblioteca de El
Escorial–, crecían el conocimiento del monarca respecto a la ciudad y al Templo
y su motivación por el hebraísmo bíblico.
Surgió la polémica en la interpretación del judaísmo como origen del cristianismo, y también en lo que podríamos llamar la reconstrucción virtual del Templo de Salomón. Y Felipe II, que había patrocinado el Apparatus de Arias Montano donde el Templo real y el de Ezequiel eran diferentes, fue también, en esta discusión, salomónico –como no podía ser de otra forma–, y patrocinó la elucubración llamada In Ezechielem explanationes et apparatus urbi ac templi hierosolymitani, de dos jesuitas, uno de Baeza, Jerónimo de Prado, y otro de Córdoba, Juan Bautista Villalpando.
Surgió la polémica en la interpretación del judaísmo como origen del cristianismo, y también en lo que podríamos llamar la reconstrucción virtual del Templo de Salomón. Y Felipe II, que había patrocinado el Apparatus de Arias Montano donde el Templo real y el de Ezequiel eran diferentes, fue también, en esta discusión, salomónico –como no podía ser de otra forma–, y patrocinó la elucubración llamada In Ezechielem explanationes et apparatus urbi ac templi hierosolymitani, de dos jesuitas, uno de Baeza, Jerónimo de Prado, y otro de Córdoba, Juan Bautista Villalpando.
Los dos andaluces concibieron un edificio excelso aunando la
construcción visionaria de Ezequiel, la del relato bíblico de la obra de
Salomón y la descrita por Josefo, incluyendo desde las revelaciones de Dios hasta
las medidas físicas, asimilando el antropomorfismo vitruviano del Templo pero
entendiendo este en clave astronómica, con las tribus como signos zodiacales
alrededor del Tabernáculo, trasunto de la armonía del orden universal.7 El jesuita cordobés, que recibió incluso sugerencias del rey, reconoció que
este había superado, con El Escorial, a los más sabios arquitectos.8
Para Villalpando, la columna salomónica, con palma en lugar
del acanto corintio, no es torsa aún. Tal vez el jesuita se basó en el Libro extraordinario de Sebastiano
Serlio, donde Jaquín y Boaz aparecen con fuste recto con adorno de entrelazo.9
De Villalpando son las trazas iniciales del sevillano y
jesuita colegio de San Hermenegildo, en la calle de Las Palmas (principio de
Jesús del Gran Poder), frente a la iglesia de San Miguel, que la Compañía
construyó para impartir Teología y Humanidades, incluida la lengua latina
gratis para niños pobres, y que se bendijo en 1592.10 El edificio ocupaba
la actual plaza de la Concordia. Fue rediseñado en el siglo XVII. En la
actualidad solo queda en pie la iglesia elíptica de cúpula ovalada, inspirada
en la sala capitular de la Catedral hispalense.
Otro cordobés, Pablo de Céspedes, humanista, arquitecto,
pintor, escultor y tratadista del arte, además de poeta, viajó mucho a Sevilla
y fue huésped de Francisco Pacheco, que lo retrató. De su obra literaria nos
queda su Discurso de la arquitectura del
templo de Salomón, donde se muestra a favor de Montano frente a Villalpando
y defiende el origen babilónico del capitel corintio.11 Para Céspedes, las
columnas torsas de San Pedro de Roma provienen de los despojos de Jerusalén
llevados a Roma por Tito, y la legendaria Columna Santa de San Pedro12 es
el lugar donde se apoyó Cristo en su prédica, gozando, por tanto, de
propiedades taumatúrgicas.13 De su obra pictórica guardamos las escenas
de la elíptica sala capitular de la
Catedral de Sevilla, junto a la salomónica Capilla Real.
El rey español que había sido llamado Salomón II, que quiso
pasar a la historia con las virtudes del Salomón bíblico, no pudo sin embargo
culminar la obra de un imperio en paz. Como sabemos, se le pusieron en contra
muchos elementos. Su muerte, en 1598, supuso un punto de inflexión en el
Imperio de España, y también en la posición de la propia ciudad de Sevilla
dentro de ese imperio.
Sevilla le dedicó el grandioso túmulo, junto a la Catedral , con pinturas
alegóricas a la liberalidad, la moderación, la paz, la verdad, la caridad, la
clemencia, la justicia, la magnanimidad, la humanidad…, y con las banderas nacionales
con la cruz de Borgoña, adornando el templete pentagonal. La grandeza del
efímero monumento espantó a Cervantes.14
Nuestra ciudad, que había perdido influencia con el cambio
de rey, enarboló, en medio del conflicto entre las órdenes, una nueva bandera,
doblemente salomónica, por su fundamento en el Cantar de los Cantares y por su
impulso como respuesta, a un tiempo, a los reformistas perseguidos por la
Inquisición y a los inquisidores dominicos: la bandera de la Inmaculada Concepción
de María.
El tema de la Inmaculada en Sevilla es tan importante y tan sugestivo que requerirá más entradas.
1. Cuadra Blanco, Juan Rafael de la. El Escorial y el Templo de Salomón
2. Cuadra Blanco, Juan Rafael de la. Felipe II como Salomón segundo. Los orígenes del salomonismo en El
Escorial en los Países Bajos
3. Taylor, René. Arquitectura
y magia: consideraciones sobre la idea de El Escorial
4. Ibid. 1
5. Ibid. 1
6. García López, David. Arquitecturas
del Escorial y la senda de lo salomónico en España
7. El Templo de
Salomón según Juan Bautista Villalpando. Comentarios a la profecía de Ezequiel.
Trad. José Luis Oliver Domingo
8. Ibid. 1
9. Ibid. 6
10. Aguilar Piñal, Francisco. Anales de la Universidad Hispalense nº 1
11. Ibid. 1
12. Baird, J. La
Colonna Santa en The Burlington
Magazine citado por García López, David. Arquitecturas del Escorial y la senda de lo salomónico en España
13. Bazin, G. La colonne salomonique en L’Oeil citado por García López, David. Arquitecturas del Escorial y la senda de lo
salomónico en España
14. Cervantes escribió su soneto con estrambote titulado Al túmulo del rey Felipe II de España en
Sevilla, cuyo primer verso es “Voto a Dios que me espanta esta grandeza”
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