domingo, 8 de septiembre de 2019

PULCRA VIRGEN NEGRA

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Según la leyenda surgida en el siglo XVII, un canónigo de León, allá por 1330, mientras dormía bajo una higuera en el lugar, tuvo una visión en la que la Virgen le habría revelado que esperaba que alguien la encontrara. Junto al santuario actual, neogótico, permanece un pequeño edificio exento, conocido como el Humilladero, en el que una lápida bajo un altar proclama «LUGAR DE LA APARICIÓN».
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Hay otra versión de los hechos, relacionada con Guzmán el Bueno. Alonso Pérez de Guzmán vivió en la segunda mitad del siglo XIII y murió mientras eran eliminados los templarios, en 1309. Guzmán el Bueno, que parece ser que era leonés, quiso sin duda traer el marianismo de su tierra a Andalucía y dedicó el castillo chipionero, que él mismo había conquistado, a Santa María de Regla, titular de la Catedral leonesa, haciendo venir para su custodia a canónigos regulares de San Agustín, de los que tantos había, no solo en la capital leonesa, sino a lo largo del Camino de Santiago, cuidando de los peregrinos. Quizá habría pensado Guzmán el Bueno en una ruta jacobea que pasara por Chipiona, una ruta africana tal vez, con una primera escala peninsular en Tarifa, la plaza que el Bueno defendió sacrificando a su propio hijo (...).
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Pues bien, si la Virgen Negra de Regla es leonesa, es, en definitiva, la misma Pulchra Leonina, título que corresponde a la Santa Iglesia Catedral de Santa María de Regla, el templo mayor leonés, que se alza en el lugar más alto de la capital, el lugar denominado, también en honor de Nuestra Señora, plaza de Regla.
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Paso de Santa María de Regla,
en Chipiona (Cádiz)
Su mirada es frontal y su rostro es inexpresivo. Sobre la pierna izquierda de la Madre, en pie y vestido igualmente con túnica roja con azucenas amarillas, está el Niño, o, digamos mejor, lo que queda del Niño, porque la cabeza, las manos y la parte superior de su cuerpo fueron cercenados, junto con las manos y antebrazos de la Virgen, cuando la imagen, a finales del XVI, fue mutilada y revestida con una funda de plata para hacerla estante y de mayor tamaño y aplicarle vestidos naturales, ráfaga, corona y luna. Naturalmente, al desaparecer la mano derecha de la Virgen, desapareció la pera que tenía en la mano. Tras esta «reforma» de la imagen, propiciada —miren por dónde— por la Contrarreforma tridentina, se hicieron nuevas manos, negras, para la Virgen, y se añadió un nuevo Niño, naturalmente, blanco, que además tiene girada la cabeza hacia su derecha. Tal vez se quiso, de alguna forma, mantener una cierta fidelidad al Niño original, que, sobre la pierna izquierda de la Madre, estaba «vuelto hacia Ella».
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Cada 8 de septiembre, Santa María de Regla, después de haber escuchado por la mañana la declaración de sus fieles —«Aunque tu cara sea Morena, / oh Madre Virginal / eres más pura que una azucena / primaveral»—, recorre por la tarde las calles de Chipiona en su paso, de un estilo muy sevillano, arrastrando tras su largo manto la devoción de los chipioneros, entre la música y los vivas.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro Vírgenes Negras del Sur, Editorial Almuzara, 2018, pp. 294 y ss.