martes, 27 de octubre de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (21: EL RETORNO, EL REINICIO)

Tomemos perspectiva temporal. Remontémonos a la Antigüedad y más allá.

Ermita de San Tirso y San Bernabé
en Ojo Guareña (Burgos)
Para las culturas y las religiones primitivas, el origen de la vida se asociaba a lugares kársticos, como el triángulo de Ojo Guareña, referidos a la Diosa-Madre-Tierra.1

La cueva era ejemplo de perfección del principio femenino y arquetipo de la Tierra divinizada, de la Diosa Madre, de la matriz de la Madre Tierra; era lugar de protección, adecuado para parir en la intimidad de la soledad y bajo el amparo de la roca; era receptáculo de energía, prototipo de lo continente, y fuente del agua vivificante que nacía en las entrañas purificadoras y regeneradoras;2 era lugar de misterio y de crecimiento,3 imagen completa del mundo, centro espiritual y, como tal, metáfora al mismo tiempo del corazón humano y de la bóveda del cielo;4 era lugar laberíntico de lo cerrado y lo oscuro y a la vez sede de la luz del tesoro escondido, de la piedra preciosa. En todo el mundo, la gruta era –como lo sigue siendo– imagen del nacimiento, de la muerte y de la resurrección, representación del mito del eterno retorno.5 Moisés vio a Dios de espaldas estando en la hendidura de la roca.6 Elías, junto al Horeb, asistió a la teofanía divina al ingresar en la caverna.7 La ballena fue la cueva viva de Jonás...8 

El sarcófago, asimilado a la gruta, fue símbolo de la tierra como fin de la vida: la inhumación era el regreso al seno de la tierra, para esperar el renacimiento en las oscuras entrañas.9

Y, aplicando el mismo principio, la cueva fue lugar de iniciación de adolescentes, guerreros y cofrades, que era un segundo nacimiento, un paso a una nueva y luminosa realidad, tras la muerte simbólica del neófito en las tinieblas.10

Para la alquimia, en la cueva o en una cripta se materializaba el “regressus ad uterum”,11 evocando el retorno a la materia prima, a la madre universal, al estado primordial de la naturaleza, en busca de la reintegración cósmica:“Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem”: “Visita el interior de la Tierra (y) rectificando encontrarás la piedra oculta”.12 Así, el descenso al mundo subterráneo era también descenso a nuestra propia conciencia, invocando las abisales fuerzas femeninas, que no eran otra cosa que el disolvente universal alquímico.13

Era la eterna secuencia muerte-resurrección, que se hacía especialmente presente el domingo –el día del sol– siguiente a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, significando la ovulación de la Mater mundi. El simbolismo pagano del dios resucitado se plasmaba en el huevo,14 equiparado al huevo filosofal alquímico, en cuyo interior se producen las transmutaciones que dan nacimiento a la piedra filosofal.15

Gruta de la Leche en Belén
Así las cosas, hace dos milenios y pico, en la medianoche de un solsticio de invierno, nació Jesús en una cueva, trayendo la luz divina a la oscuridad terrenal y humana. Luego, en la cercana gruta de la Leche, fue amamantado. Dice la tradición que cayó una gota de leche sobre una roca, volviéndola blanca. Las piedras de esta roca serían consideradas reliquias, porque hacían que el agua tomara aspecto lechoso, y el arte bizantino generaría la iconografía de la Galactotrofusa, continuadora de las diosas maternales, como Isis con Horus.16 La simbología de la cueva se asoció a la Virgen María. No fueron pocas las catedrales europeas dedicadas a Ella, edificadas sobre grutas de cultos ancestrales.17

Interior de la ermita de la
Vera Cruz de Segovia

En la Reconquista española fueron numerosos las invenciones. En Covadonga (Cova dominica, “Cueva de la Señora”) la Virgen cambió el giro de la Historia.18 También en Asturias apareció la Virgen de la Cueva.19 En Jaén, la Virgen de Tíscar se apareció al rey moro en la cueva del Agua y volvía cada vez que este la arrojaba desde el castillo.20 En Castellón se erigió el santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa tras la aparición de la imagen en la cueva del Latonero, lugar de culto y peregrinación atávico.21 Y en una cueva apareció la Virgen de Guadalupe.22 Más cerca, en Carmona, un pastor descubrió en “lugar y cueva escondido”, bajo las puertas de Morón y Marchena, la imagen de Nuestra Señora de Gracia, que fue llevada al pueblo pero que volvía una y otra vez a la cueva.23 En Sevilla, en una de las oquedades de extracción de arcilla tras el meandro de San Jerónimo, apareció la Virgen de las Cuevas, que sería titular de la cartuja.24 Los templarios, para sus ceremonias de iniciación, edificaron templos, como la ermita de la Vera Cruz de Segovia, con un edículo central, representando la unión del cielo y la tierra, con una cripta en su interior, a imitación del sepulcro en el que Cristo había sido enterrado y en el que resucitó.25

Virgen de la Soterraña,
de Santa María la Real de Nieva
(Segovia)

De 1492 es la sevillana Virgen del Subterráneo, que apareció bajo los cimientos del antiguo templo renacentista de San Nicolás de Bari.26 Se incorporó así al marianismo de la ciudad un título recurrente. Recordemos a Nôtre-Dame-de-Sous-Terre, la Virgen Negra y templaria de la Catedral de Chartres, a Nôtre-Dame-Sous-Terre, Nuestra Señora de la abadía del Mont-Saint-Michel, a la Virgen de la Soterraña de Ávila, en cuya cripta una serpiente había protegido de la profanación los cuerpos de los santos hermanos abulenses Vicente, Sabina y Cristeta, y a la Soterraña de Santa María la Real de Nieva (Segovia), cuya invención tuvo lugar tras una aparición milagrosa a un pastor.27 El telúrico título del Subterráneo aparece en Sevilla cada Domingo de Ramos con la dolorosa que sigue a la griálica Sagrada Cena Sacramental y al Cristo de la Humildad y Paciencia.

La propia tierra, siempre fértil y siempre virgen, fue también alegoría de María, “Paraíso del Árbol de la Vida”. “Salve, tierra de fruto incorruptible”, canta la oriental Acatista. “Salve, Tierra que ha producido el trigo que nos alimenta”, canta un himno occidental.28 El padre Serguei Boulgakov, en Du Verbe incarné, hace suya la afirmación de Dostoievski: “La Virgen María es la Madre, la Tierra húmeda”.29 

Nuestra Señora del Subterráneo
María, como la arcilla, recibe precisamente la forma querida por Dios, pero también, como el mármol, es base sólida de salvación, estabilidad y seguridad. Por eso también se vio en María la materia prima alquímica, virgen, pura e inmaculada, cualidades físicas que se corresponden en la Madre de Cristo con una cualidad de comportamiento: la absoluta sumisión a la voluntad y a la acción divinas. Solo una criatura perfectamente virgen podía ser la madre humana de lo no creado, como solo una materia prima perfecta puede contener la total plenitud. La humildad (que viene de humus) es característica eminente de la materia prima y de la Virgen María. He aquí el tremendo simbolismo de las Vírgenes Negras, en montes, cavernas y cuevas, porque precisamente la negritud de la Virgo paritura representa la potencialidad plena de la materia prima fértil, porque solo a partir de la pureza de la sustancia primordial, gracias a la influencia espiritual, se desarrollan las posibilidades superiores. Para Jean Hani, el privilegio de la concepción inmaculada de una mujer terrena viene a identificar a esta mujer –la Virgen María– con el eterno femenino de Dios.30

Gruta de Nuestra Señora de Lourdes
Pío IX proclamó el dogma inmaculista el 8 de diciembre de 1854 por la bula Ineffabilis Deus. Cuatro años después, en 1858, la Virgen Inmaculada se apareció dieciocho veces a Maria Bernada Sobirós (Bernadette Soubirous, en francés, para la Historia) en la gruta de Lourdes, afirmando, en la lengua de la chiquilla, el gascón occitano de los cátaros: “Que soy era Immaculada Councepciou”: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.31 Siempre la Virgen hablándonos desde la cueva. En 1917, el 13 de mayo, la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria.32

Paso de María Santísima
de la Concepción

La Concepción Inmaculada tiene también su cueva en Sevilla. Al inicio de la madrugada del Viernes Santo, coincidiendo con el momento más oscuro que es precursor de la mayor luz, se nos aparece María Santísima de la Concepción en su paso que es cueva metálica, de un oro y una plata que son nobles resultados de la sublimación de la propia tierra, con su crestería de escenas de su vida, emulando la basílica de Venecia, aunque adornada con jarras de azucenas, como la Giralda. En 1616, con doscientos treinta y nueve años de antelación respecto al dogma, la hermandad proclamó solemnemente el voto de creer, confesar y defender el misterio hasta la muerte, si fuere preciso.33

Nuestra Madre y Señora
de la Merced

El cofrade sevillano necesita cada Semana Santa regresar a la Gran Madre, porque María, además de ser Madre de Dios, lo es nuestra, como lo evidencia el título de Nuestra Madre y Señora de la Merced. Y, al acceder a la cueva luminosa del paso de palio, encontraremos cada año la oportunidad de reiniciarnos en primavera.



1. Guerra Gómez, Manuel. Interpretación religiosa del arte rupestre
2. Arica, Francisco. El espíritu de la tierra www.symbolos.com
3. García Seror, Antonio. Ensayos sobre el hombre. Arqueología, antropología y religión
4. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. También El simbolismo de la montaña y la gruta en el arte medieval www.meditacionesdelascumbres.blogspot.com.es
5. Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno
6. Éxodo 33: 21-23
7. 1 Reyes 19: 9-18
8. Jonás 2. Guénon, René. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada
9. Guerra, ob.cit.
10. Muzj, Maria Giovanna, citada en el artículo El simbolismo de la montaña y la gruta en el arte medieval (www.meditacionesdelascumbres.blogspot.com.es)
11. Eliade, ob.cit.
12. Lema alquímico, más identificado en su acróstico VITRIOL, que se forma con las iniciales. Se relaciona con la cripta del alquimista Christian Rosenkreuz, legendario fundador de la Orden Rosacruz (www.es.wikipedia.org)
13. Guénon, ob.cit.
16.Tradigo, Alfredo. Iconos y Santos de Oriente
17. Eslava Galán, Juan. Los templarios y otros enigmas medievales. Vázquez Alonso, Mariano José. Jesús y el enigma de los templarios
23. Alonso, Francisco y Fernández, Eduardo. Virgen de Gracia. Carmona. www.phs.es. También www.turismocarmona.org
25. García Atienza, Juan. Guía de la España templaria. También El divino encanto de los templos de planta hexagonal: la iglesia de la Vera Cruz. www.juancarlosmenendez.blogspot.com.es
26. Los documentos parroquiales fueron estudiados por Teodoro Falcón (www.devocionesolvidadas.blogspot.com.es)
27.Huynen, Jacques. El enigma de las Vírgenes Negras. También se encuentran referencias puntuales en www.es.wikipedia.org
28. Hani, Jean. La Virgen Negra y el misterio de María
29. Boulgakov, Serguei. Du Verbe incarné, citado por Hani en ob.cit.
30. Hani, ob.cit.
31. Visentin, M.C. María Bernarda Soubirous (Bernardita)en el Diccionario de los Santos, de Leonardi, C., Riccardi, A. y Zarri, G. También Lligadas, Josep. Nuestra Señora de Lourdes
33. Se recomienda leer el capítulo 13 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado ...Y luz de coplas que son himnos...


martes, 20 de octubre de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (20: VUELVE A NOSOTROS ESOS TUS SOLES)

Vamos a hacer un ejercicio deductivo: ¿la iconografía de la Virgen dolorosa representa un momento evangélico específico, un paso concreto?, ¿se puede fijar cuál es ese paso? Es más: ¿todas las Vírgenes están referidas a un mismo paso? Y si no es así, ¿se podría determinar el paso de cada una?

Puesto que la idea de la Virgen dolorosa nos remite a la idea de los dolores, en abstracto, y al concepto de los siete dolores de María, podría ser esta la referencia, pero entonces no queda resuelta la cuestión, porque hay dolores que no están en el ámbito de la Semana Santa.1

Podemos concluir que la representación de los Dolores de María es alegórica, sintetizando todos los momentos dolorosos, como ocurre con el Cristo en el caso del Varón de Dolores. Es una conclusión plausible, pero si nos acogemos a ella se nos acaba el ejercicio propuesto. Así que, más allá de esta conclusión, podemos profundizar la reflexión, buscando referencias a pasos concretos. Se me ocurren dos detalles, dos matices que pueden darnos ideas en este sentido: la primera es si la Virgen está sola o no, la segunda es la mirada de la Virgen.

María Santísima de la Concepción
Si la Virgen está con san Juan, la referencia pasionista es patente, aunque también podría remitirnos a varios momentos, como la Calle de la Amargura, el Calvario o, incluso, el traslado al sepulcro. Hay que seguir profundizando. Y, por otro lado, en cambio, si con la Virgen están san Juan y la Magdalena, en “sacra conversación”, está clara la idea simbólica, tanto más cuanto que se trata de una presentación netamente sevillana, que surgió a mediados del siglo XIX, seguramente con la Virgen del Valle. Luego seguirían el ejemplo otras, como la Esperanza de Triana. A principios del siglo XX desapareció el modelo, que ha sido recuperado un siglo después por la Virgen del Sol. Y el Domingo de Resurrección, la hermandad del Valle, fiel a su memoria, coloca a san Juan y a la Magdalena junto a la Virgen, dando a la conversación sagrada un sentido de consuelo, de recuperación, de regeneración.2 Pero volvamos al amargo diálogo de la Virgen con san Juan, buscando los momentos, y ahí veremos a la Amargura, que no puede ni quiere oír al discípulo, y cuyos ojos no ven, por mucho que miren. Encontraremos los ojos pasmados de la Virgen de la Concepción, la actitud serena de la Virgen de la Merced y la mirada frágil y dócil del Mayor Dolor y Traspaso, que ya está dispuesta para escuchar cómo el evangelista le muestra el camino.3

Madre de Dios de la Palma
Busquemos las claves en los ojos de la Virgen. A veces, Nuestra Señora mira al cielo, como lo hace María Santísima de los Dolores y Misericordia, junto a san Juan (¿en la Calle de la Amargura o en el Calvario?). También está dirigida al Padre la mirada interrogante de los Dolores de Santa Cruz, como la entregada mirada de los Dolores de San Vicente o la del Mayor Dolor en su Soledad, que parece levitar buscando en el cielo la explicación y la solución. A veces –lo sabemos– la Virgen guarda en sus retinas al Hijo crucificado: así es la mirada de la Virgen de las Aguas, fija en las alturas, y así es la mirada grande, cálida y emocionada, de Madre de Dios de la Palma.4

Si tenemos la fortuna de poder mirar de frente a la Virgen, podremos contemplar la épica mirada de la Macarena, frontal pero asimétrica, porque es de dolor y de esperanza a un tiempo. Veremos también el empaque de la Palma o el señorío de Loreto, la dulzura de la Caridad en su Soledad o la mansedumbre de Gracia y Amparo; podremos observar la mirada punzante de la Virgen del Refugio, la perpleja de la Virgen del Rocío, la soñadora de la Virgen de las Mercedes...

Nuestra Señora de la Presentación
A veces, el rostro de María está levemente girado y sus ojos están perdidos, como en la contención de la Virgen de la Presentación o en la tragedia de las Tristezas.

Cuando la Virgen baja los ojos suavemente, nos permite buscar su mirada. Así veremos la mirada interrogante de la Virgen de Montserrat o de la de los Ángeles, la secreta expresión de la Virgen de la Cabeza y la pena rompedora de la Virgen de los Desamparados; contemplaremos los ojos castizos del Dulce Nombre, los profundos de la O, los perdidos de la Hiniesta, los enigmáticos de la Candelaria, los excitados de la Salud. Y veremos el drama en los ojos azules de Consolación y en los verdes del Rosario trinitario del Polígono. Lo de menos es que el mirar de la Virgen sea de cristal o de policromía.

María Santísima de la Estrella
Foto Lito Álvarez Ruiz

A veces la Virgen inclina su cabeza a la izquierda, y nos deja percibir el misterio del Patrocinio, la introspección de la Paz o el infinito suspiro del Valle con los ojos anegados de lágrimas. Y muchas veces es al lado derecho a donde se inclina la mirada virginal, permitiéndonos admirar la entereza del Socorro, la inmensidad de la mirada de la Victoria o el ensueño que está presente en los ojos de la Virgen de Regla.

María Santísima del Rosario en sus
Misterios Dolorosos

Las más de las veces la mirada baja de la Virgen nos dice que está buscando en su propio interior, como hace la Virgen del Rosario, con su mirada heroica, o la Estrella sumida en sollozos. Así son el patetismo de la Encarnación, el llanto desolado de las Lágrimas, el intimismo del Subterráneo, la delicadeza de la Angustia, la emoción del Buen Fin, la ternura de la Esperanza de la Trinidad, el asombro de las Angustias, el encanto juvenil de Guadalupe, la limpieza de Gracia y Esperanza, la grandeza de los Dolores del Cerro, la inocencia de los Dolores de Torreblanca, la resignación del Carmen Doloroso, en ensimismamiento de la Soledad servita o la contemplativa benevolencia de los ojos de la Aurora.

Por mucho que cada uno de los elementos del paso de palio sea una figura, símbolo o alegoría de la Virgen, no podremos afirmar que la hemos visto si no la hemos mirado a los ojos. Y es precisamente cuando estamos ante el paso de palio, y buscamos de frente los ojos de la Virgen, cuando podemos percibir que estamos ante su cueva. Porque el paso de palio, además de ser altar, trono y carroza, es imitación de la cueva original que dio origen al templo cristiano, es la forma que toma el deseo sevillano de reproducir cueva y templo en la calle, en la protestación pública de fe.

Son innumerables las apariciones de la Virgen en cuevas, en lo profundo de la tierra. Al fin y al cabo, la cueva, la gruta, dotada de simbolismo femenino, siempre ha tenido un significado místico. Antes del Cristianismo, el abismo interior de la montaña siempre fue un lugar numinoso, de nacimiento de héroes, origen de la religiosidad universal. Quizá porque la caverna es emblema del inconsciente profundo, centro espiritual y secreto, como el corazón.5 Según la leyenda, en cuevas estuvo escondido el Santo Grial.6

Vidriera del santuario de
Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila
Cuenta la leyenda que la Virgen de Sonsoles, patrona de Ávila, era una imagen de tez muy oscura, de los tiempos de Cristo. Ya en Roma, san Pedro se la dio a uno de los apóstoles para que la trajeran a la Península Ibérica. Cuando vinieron los árabes, los cristianos la ocultaron. Luego, dos niños pastores, acercándose a un peñasco, vieron salir una luz de una oquedad. Llamaron su atención los ojos de la Virgen y la impresionante luz que salía de ellos: “¡Son soles!”.7

Los ojos de la Virgen son soles, luminosos y misericordiosos. Por eso, en la Salve le pedimos que los vuelva a nosotros. Pero en el paso de palio, Ella no puede mirarnos porque está presa del pasmo, o porque está presenciando la muerte de Jesús, o porque va a recibir el cuerpo muerto del Hijo, o porque está sola ya, o porque está en sacra conversación, tal vez porque está recordando la profecía de Simeón o la huida a Egipto, o el momento en que Jesús se hizo mayor en el Templo sin que María ni José se dieran cuenta.8

Nuestra Señora de la Esperanza de Triana
Buscando los ojos de la Virgen, hemos conseguido situarnos delante del paso de palio de la Esperanza de Triana. Y allí los hemos encontrado, inmensos y profundos, llenos de magnetismo, en la guapura y el garbo de la señora trianera, en el tronío y el empaque de la reina victoriosa sobre los monstruos marinos. Allí hemos comprobado, felizmente, que Ella los ha vuelto a nosotros, misericordiosamente. Allí hemos hallado esos ojos que parecen reflejar la luz de la candelería, pero que en realidad son soles, porque lo trascendente es más verdad que lo real.



1. Se recomienda leer el capítulo 4 de esta serie, titulado Un grial y siete espadas.
2. Sol, Inma del. Sacra Conversación I (www.cofrades.sevilla.abc.es)
3. Martínez Alcaide, Juan. La Virgen dolorosa y el paso de palio, en Sevilla penitente, tomo II. Muchas ideas sobre la mirada de las Vírgenes recogidas en este trabajo han encontrado referencia en la obra citada.
4. Se recomienda leer el capítulo 11 de esta serie, titulado Lacrimosa.
5. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
6. Pinkham, Mark Amaru. Los guardianes del Santo Grial
7. Leyenda sobre la Virgen de Sonsoles (www.diarium.usual.es)
8. En relación con los Siete Dolores, se recomienda de nuevo la lectura del capítulo 4 de esta serie, titulado Un grial y siete espadas.


lunes, 12 de octubre de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (19: AIRE FEMENINO PARA SUBLIMAR LA CATARSIS Y PARA EXALTAR LAS EMOCIONES)

Hasta el siglo XIX, todos los palios eran luctuosos, sobrios y severos; eran palios de cajón, sin ninguna concesión a la creatividad estética en el remate de las caídas. En la segunda mitad del siglo empezaron a verse ejemplos innovadores en el color y la forma. Las bambalinas de Montserrat, de 1855, de valiente y menudo diseño asimétrico, exteriores a los varales y con corbatas angulares, trajeron un azul oscuro de cielo estrellado, adornado con las flores de las virtudes marianas. Como otra corriente, se diseñaron palios negros con grandes hojas de acanto y hojarasca, como el de cajón de la Virgen de Loreto, que hoy es de la Virgen de las Tristezas, en 1885, o el del Mayor Dolor en su Soledad, de 1886, que ya apuntaba la tendencia de vincular las caídas a los espacios entrevarales. En 1898, las bambalinas de cajón de la Virgen de las Lágrimas remataban en una línea curva, como un dosel, con un sutil toque femenino en sus sedas de colores.1

Monumento a Juan Manuel
Rodríguez Ojeda
Pero en 1901, Juan Manuel Rodríguez Ojeda, con el palio azul de la Amargura, rompió definitivamente los esquemas y trajo la alegría al paso de palio. Floreció el arte exuberante del bordado de realce, que llenó de motivos vegetales y simbólicas figuras de oro abultado los terciopelos de los palios y vinieron para quedarse el color y la curva. Fue un fenómeno cultural popular, pero culto, y según avanzaba el nuevo siglo se fue desarrollando y consolidando el estilo.

Nuestra Señora de la Hiniesta
De 1906 son las bambalinas de la Hiniesta, de un azul claro lánguido y tranquilizador, tono de bondad, de lealtad y de gloria, de un alto cielo, ya diurno, bordado con la albedo de la plata, en busca de la inocencia y del perdón.2

También es de cielo de azul y plata el palio de la Candelaria, de 1924. Y de 1929 es el palio neogótico de Nuestra Madre y Señora de la Merced, con hojas de cardina sobre terciopelo azul y medallones de Cristo Salvador del Mundo, los apóstoles y las patronas santas Justa y Rufina. El concepto de palio de cielo se mantuvo con el Dulce Nombre, la Palma, las Angustias, los Ángeles o la Estrella, y con el de la Virgen de Guadalupe, que tiene a la Inmaculada de la plaza del Triunfo, fiel a la iconografía de Murillo, bordada en sus bambalinas.3

Se había abierto la puerta a una nueva forma de entender el marianismo; se había dado cauce a la alegría en Semana Santa. Con los colores vino la exaltación de las emociones, que hasta entonces se diría que estaban referidas únicamente a la contrita devoción a la Virgen dolorosa. Y con las curvas y los picos de las bambalinas la devoción mariana se impregnó de matices, contemplando las virtudes femeninas en la Virgen, para alabarla y consolarla a un tiempo. Entraron nuevos elementos decorativos: caracolas, anillas, conchas, macetillas, salcillos, piñones,... que se sumaron a los elementos de cerrajería sevillana y diseños populares de los mantones de Manila. Llegaron las sedas, los terciopelos, las mallas, las telas caladas, los efectos aéreos y translúcidos. Se multiplicaron los elementos decorativos y simbólicos, se buscó la armonía, y se atendió al dinamismo de la marcha del paso, dándole un aire femenino al hacer bailar rítmicamente las bambalinas con las mecidas.4 Y la experiencia simultánea del arrepentimiento y la compasión –dos caras de una misma moneda en Semana Santa– condujo al pueblo sevillano a una suerte de purificación catártica.5

Maria Santísima de la Estrella
Pero he aquí que ese proceso de feminización de las caídas del palio en el siglo XX viene a ser como el proceso alquímico de la sublimación, el peldaño que sigue a la calcinación por el fuego sagrado,6 a la “noche oscura del alma”, a la soledad y la desolación,7 a la angustia existencial de la fase iniciática. La sublimación alquímica supera la nigredo que representa la materia prima para la gran obra, la piedra sobre la que pone sus pies la Virgen;8 es como una resurrección que hace etéreos los sólidos; es un momento imponente e inspirador, transportador y elevador, trascendente y magnífico, que levanta las barreras del tiempo y del espacio; es un instante santo, perceptible solo por los iniciados, una súbita experiencia de alegría, una llamada al refugio de la paz interior.9 Solo la sublimación hace la paz entre el cuerpo y el espíritu.10 Sevilla, buscando esa paz, más allá de los renglones torcidos del siglo XX, sintió haberla encontrado en el paso blanco y argénteo de la Virgen de la Paz, en plena posguerra.11 Pero volvamos a los primeros años de la pasada centuria.

Juan Manuel realizó en 1908 el palio rojo de la Macarena, con bambalinas de malla de oro, fusionando a la perfección, de forma revolucionaria, lo erudito y lo popular. El palio se perdió, pero la idea no podía perderse, y ese palio sirvió de inspiración para el que hoy presta su calidez a la Esperanza Macarena en la Madrugada del Viernes Santo.12

Siguió vivo el modelo de palio de cajón de un rojo granate, siguiendo el ejemplo del de la Victoria, y Rodríguez Ojeda creó el del Mayor Dolor y Traspaso y el de la Presentación, que recuerda la iconografía inmaculista anterior a Pacheco al combinar con el azul del manto. Casi es de cajón el palio granate, más moderno, de los Dolores de Santa Cruz, con cartelas de símbolos de la Letanía Lauretana. En 1924, Juan Manuel firmó el paso del Subterráneo, armonizando morado, azul y rojo, aún con ecos decimonónicos. Con el morado se exaltaron el arrepentimiento y la penitencia, como ocurriría más tarde, en 1954, con el palio de la Caridad del Baratillo.13

Maria Santísima de la
Amargura

Las bambalinas juanmanuelinas se hicieron ya rojas en el palio de la Amargura, en el de Madre de Dios de la Palma y en los póstumos del Refugio y de la Encarnación. El rojo pasional, a lo largo del siglo, caracterizó el dosel del Valle, bordado en plata, y las bambalinas de Regla, de la O, de la Angustia o del Buen Fin.14 Se mostraban ya, abiertamente, los sentimientos de pasión y martirio, porque el rojo es la esencia y la expresión culminante del color, referente de actividad y de intensidad, de fuerza y de calor, de la sangre palpitante y del fuego, de los sentidos vivos y ardientes, del amor apasionado.15 La obra en rojo, la rubedo, es la tercera fase de la gran obra, el tono de la evolución espiritual.

La religión y la alquimia tienen más paralelismos de lo que se reconoce.16 La exaltación es, en la gran obra alquímica, el peldaño en el que se convierten los cuerpos existenciales en oro puro y es con el oro como se alcanza la piedra filosofal. Porque el oro es imagen de la luz solar y de la inteligencia divina, de los bienes espirituales y de la iluminación suprema, y simboliza todo lo superior. Por eso en el oro está la gloria en la liturgia católica.17

María Santísima del Rosario en sus
Misterios Dolorosos

Tenían que proliferar las bambalinas de oro siguiendo el modelo de la Macarena, y proliferaron. Y el paso de palio alcanzó su máxima expresión gloriosa, desde la ligereza de las bambalinas de la Virgen del Socorro hasta la gravidez de las del Patrocinio, desde la contención de las de los Desamparados hasta la magnificencia de las de la Esperanza de Triana, estando en medio las de la Virgen de la Salud que hacen dorado el paso blanco del barrio León, las de las Aguas del Museo de agudas formas triangulares, las de la Aurora del Domingo de Resurrección y las de la Regina Sacratissimi Rosarii de Monte Sión, de motivos vegetales y hojas de acanto, rematadas por jarrones de flores a modo de airosa crestería, y cuya música se acompaña del tintineo de los rosarios que cuelgan de los varales.18 En este palio de la Virgen del Rosario, sobre el negro de sus faldones y el blanco de su manto abullonado –los tonos distintivos de la Orden de Predicadores–, luce en su palio, directamente, el oro de la perfección, como la estrella que adornó la frente de santo Domingo de Guzmán.19 El paso, más reciente, de la otra Virgen del Rosario, la del Polígono de San Pablo, nos describe la cruz trinitaria con su palio azul combinado con el manto rojo. Pero hay también un oro inmaculista junto al palio celeste, en las bambalinas de la Virgen de Consolación, como el sol que reviste a la mujer del Apocalipsis.

Nuestra Señora del Patrocinio

Porque esta vieja urbe siempre ha salido de los episodios apocalípticos exaltando su devoción a la Virgen María. Después del desastroso siglo XIV, con una epidemia de peste y una guerra por el trono, y con el conflicto que degeneró en la destrucción de la judería, no pensó en otra cosa que en edificar una catedral que hiciera que nos tomaran por locos. Después de la peste de 1649, se amparó en la devoción a la Inmaculada Concepción, viéndola, por los ojos de Murillo, reinar en el cielo que profetizara Juan de Patmos.20 Y tras el convulso siglo XIX y el desastre del noventa y ocho, en medio de la debacle y la desmoralización, en ese momento crítico, encontró la forma de exaltar sus emociones marianas, personificando en Ella su esperanza.

Por eso, finalmente, florecieron las bambalinas verdes para mostrarnos el camino. Pero, como la piedra primordial representada por el león verde escondido en la cueva de la montaña, que, tras vencer al dragón, se yergue para “devorar” el sol de oro, solo podremos emprender ese camino si nos hacemos espiritualmente de oro, tras vencer al dragón de nuestras propias imperfecciones. Solo así el neófito se convierte en iniciado y podrá comprender el Apocalipsis.21

María Santísima del Rocío
El verde sustancial, primigenio, es el del palio de la Virgen del Sol. Y el verde exultante de esperanza y de honra, de juventud y belleza, de purificación y regeneración, es el que vemos en las bambalinas de la Esperanza de la Trinidad y en las de la Esperanza aunada con la Gracia de San Roque. Y es el que vemos en las bambalinas libres, verdes y áureas, con sus conchas santiaguinas y sus cuernos de la abundancia, de la dolorosa del Rocío.22 Es coherente, porque el sagrado rocío, el agua sutil y pura que desciende del cielo anunciando la aurora, alude a la iluminación espiritual, porque es condensación del espíritu celeste, energía del creciente calor del sol y elemento fundamental para alcanzar el elixir de la vida, porque es agua portadora del secreto del aire, a punto de volverse tierra con el fuego secreto de la naturaleza.23 Todos intentaban atrapar sus gotas en primavera, en las noches de luna llena, porque confería la inmortalidad. Para los orientales, el “árbol del dulce rocío”, en la montaña sagrada, era el eje del mundo.24

Siempre la piedra, siempre la cueva, siempre la montaña, siempre el centro del mundo. Y siempre la Virgen para purificarnos tras cada Apocalipsis.



1. Mañes Manaute, Antonio. Esplendor y simbolismo en los bordados, en Sevilla penitente, tomo III
2. Mañes, ob.cit. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
3. Mañes, ob.cit.
4. Mañes, ob.cit.
5. “Catharsis (criticism)” - Encyclopedia Britannica (www.es.wikipedia.org). Sobre la relación de la catarsis con la nigredo, cfr. el Manual del caballero Rosacruz de Aldo Lavagnini (Magister).
7. San Juan de la Cruz. La noche oscura del alma. En el poema y el tratado del místico carmelita se narra el viaje del alma desde el cuerpo muerto hasta su unión con Dios.
8. En la Catedral de Toledo se puede observar, tras una reja, la piedra en la que puso sus pies la Virgen cuando se apareció para imponer la casulla a san Ildefonso (www.leyendasdetoledo.com). Se recomienda leer el capítulo 2 de esta serie, titulado El centro del mundo.
10. Las Heras, Antonio. Alquimia
11. Se recomienda leer el capítulo 6 de esta serie, titulado La albedo.
12. Mañes, ob.cit.
13. Mañes, ob.cit.
14. Mañes, ob.cit.
15. Cirlot, ob.cit.
16. Arola, Raimon. Alquimia y religión
20. Apocalipsis 12: 1-6. Se recomienda leer el capítulo 7 de esta serie, titulado La Virgen en el cielo y el cielo en la ciudad.
21. Arola, ob.cit. También www.concienciadeser.es
23. Martínez Gallardo, Alejandro. El rocío (www.m.pijamasurf.com)
24. Cirlot, ob.cit.


viernes, 2 de octubre de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (18: PROPICIATORIO, GLORIA, ENCARNACIÓN Y COSMOGONÍA)

El propiciatorio, el kapporeth, era la tapa o cubierta del Arca de la Alianza.1 Era de oro puro; medía 2,5 codos de longitud, 1,5 de anchura. Formando parte de él había un querubín en cada extremo, estando ambos frente a frente con las alas extendidas, inclinados hacia el propiciatorio.2 En griego fue llamado hilasterion, que significa literalmente “lo que expía o propicia”. Su significado, por tanto, iba más allá de su función de cobertura, porque tenía el sentido de propiciar la reconciliación.3 Así, el concepto de propiciatorio no solo hacía referencia al objeto, sino también al acto del sacrificio, que tenía lugar una vez al año. En el gran día de las expiaciones, este era el punto de encuentro de Dios con su pueblo: “Te comunicaré todo lo que para los hijos de Israel he de ordenarte”.4 El sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo con la sangre del toro sacrificado, quemaba incienso, rociaba la sangre del toro ofreciéndola a Dios por sus propios pecados, y luego hacía lo mismo con la de un macho cabrío inmolado por los pecados del pueblo. La sangre mostraba que el sacrificio era grato, y así Dios sería propicio al pecador.5 Una vez cubierto el propiciatorio por la nube de incienso,6 tenía lugar sobre él la Shejiná, la presencia de Dios, entre los querubines,7 y la gloria de Yavé llenaba el tabernáculo.8

Una de las muchas interpretaciones del
Arca de la Alianza

Pues bien, si el paso de palio es figuración del Arca de la Alianza, es fácil ver en el palio el propiciatorio protector, la cubierta de gloria –y sevillanía– que hace grato a Dios el sacrificio. En definitiva, María, la obra maestra de la Creación, el templo vivo de Dios;9 es a un tiempo el Arca y el propiciatorio, porque es mediadora para que agrade a Dios la estación de penitencia. Comprobamos una vez más cómo todos los elementos del paso de palio son alegorías marianas.

En las imágenes medievales, el palio es un baldaquino fijo que sigue el modelo del palio móvil pintado por el sienés Simone Martini, con la Virgen rodeada de ángeles y santos. No se sabe cuándo se inició en Sevilla la costumbre del palio, porque no hay ningún testimonio gráfico del siglo XVI, cuando empezaron las cofradías, aunque está asumido que la utilización del palio para cubrir a las imágenes surgió a finales de dicho siglo. En la primera mitad del siglo XVII lo adoptaron varias hermandades, generalizándose su uso a partir de la segunda mitad de dicho siglo.10 Tenemos la conocida descripción del Abad Gordillo,11 y está el dibujo que hacia 1686 hizo Lucas Valdés del paso de la Soledad.12 Los varales eran seis u ocho a finales del siglo XVII. En el siglo XVIII empezó a aumentar el tamaño de los pasos. Desde 1701, la Virgen de las Cigarreras ya tenía doce varales, y desde 1712, también los llevaba, de madera, el paso de palio de la hermandad del Calvario. El palio del Silencio debía de tener ocho hasta que empezó a llevar diez sobre 1728. Doce varales tenía el paso de palio que está retratado en un cuadro de principios del siglo XVIII, propiedad de la hermandad del Silencio, y que se considera, con fundamento, que era el de la primitiva hermandad de la Vera Cruz.13

Palio de María Santísima de la Amargura
El techo de palio, que ha evolucionado de forma muy rica y variada, esquematiza la historia, la iconografía y la heráldica de cada hermandad. En el centro, sobre la propia Virgen, completando en lo alto la impronta de la visión frontal del paso, está el medallón de gloria, circular o almendrado. El círculo es arquetipo de la totalidad, de la eternidad, del cielo mismo, de la perpetua perfección divina; la forma almendrada era en muchas cosmogonías el principio de todo, el huevo cósmico, estando asociada a la aureola elíptica, que rodea todo el cuerpo y que, dividida en tres zonas, muestra la acción de la Santísima Trinidad.14 Ambos son símbolos solares, del mundo manifestado y de la armonía universal.15

Medallón de gloria del palio de
Nuestra Señora del Valle
El palio más antiguo conocido es el de la Virgen del Valle, de 1808, que sigue el modelo de las bambalinas, del siglo XVII, procedentes de la Antigua y Siete Dolores. En el centro, la gloria de la paloma del Espíritu Santo,16 con ráfagas solares y circundada por una custodia también solar, en ambos casos alternando rayos rectos, de luz, y rayos ondulados, de calor,17 con cabezas de ángeles aladas. Los querubines del Arca se han convertido en un coro de ángeles.

Tello del palio de María Santísima de la
Esperanza Macarena

En el paso blanco de la Virgen de la paz, la paloma es emisaria de concordia, veterotestamentaria. Pero la presencia del Espíritu Santo es rica: está en la Anunciación con Nuestra Señora de la Encarnación; está en el medallón de gloria de la Madre de Dios de la Palma, con la Virgen y su prima santa Isabel y los hijos de ambas, Jesús y Juan; y está, como blanca paloma pentecostal, en el palio del Rocío.

Y con la Macarena están las tres personas de la Santísima Trinidad, recibiendo Cristo la cruz de manos de un ángel, ante la Fe con su venda en los ojos.

Techo del palio de Nuestra
Señora del Sol

La mandorla de la Inmaculada es la gloria del Mayor Dolor y Traspaso. También en el paso de la Amargura la gloria es la de la Inmaculada “ELECTA UT SOL” y “PULCHRA UT LUNA” orlada de rayos solares, rectos de luz y ondulados de calor. Y la Inmaculada franciscana es protagonista del rompimiento de gloria del paso de la Virgen del Sol, con riqueza de técnicas.

La Virgen niña está con Santa Ana en la gloria de la Virgen de las Angustias, recordando los orígenes trianeros de la hermandad gitana. El techo de palio de la Virgen universitaria de la Angustia presenta una Kiriotissa, trono de la sabiduría, de marfil y bordados, con una leyenda: “En el regazo de la Madre se asienta la sabiduría de Dios Padre”.18 La Virgen de los Reyes está sobre la del Socorro y también sobre la del Subterráneo. La Hiniesta gloriosa acompaña a la dolorosa de San Julián, rodeada de flores de pasión. La Virgen de la Cabeza de Andújar está en el palio de la sevillana de San Vicente. La Presentación de Jesús en el Templo es el medallón glorioso de la Candelaria. La Asunción es la gloria de las Aguas y de Regla. En el palio del Dulce Nombre la Santísima Trinidad corona a la Virgen y en el de los Dolores de Santa Cruz son los ángeles los que la coronan. La reina de Todos los Santos en gloria en el paso del Carmen Doloroso, y la Virgen de las Maravillas lo es en el de Consolación. En el palio de las Mercedes, la Virgen se aparece a san Pedro Nolasco; y en el del Rosario de Monte Sión se aparece a santo Domingo de Guzmán, sobre un piso ajedrezado y acompañada, en la orla, de un perro del Señor –un Domini canis– con una antorcha en la boca.19

La cruz de Cristo está en los medallones de los Desamparados o de los Dolores y Misericordia. El Santo Sudario en la Palma. Santas Justa y Rufina en la Estrella y en el Refugio. Hay medallones heráldicos, como el de las Lágrimas, el de la Merced, el de la Victoria, el de la Presentación, el de la Soledad servita... Gracia y Esperanza reproduce en su gloria el escudo de la archidiócesis sevillana, el mismo que está en la fachada del templo de San Roque, testimoniando el carácter de ayuda que tuvo el templo. El medallón de la Concepción ostenta la Cruz de Jerusalén entre cuatro jarras virginales. El corazón con los siete puñales está con los Dolores de San Vicente y con los Dolores del Cerro. La matrona que es alegoría de la Caridad es la gloria en el Baratillo. Y en la Esperanza de Triana, la gloria es el anagrama mariano enmarcado de balaustres, dragones y motivos vegetales, rodeado por una malla de oro.20

Paso de Nuestra Señora de la Palma
Los querubines del propiciatorio estarían hoy en dos palios de azul cielo: en la bambalina frontal y en la trasera de Nuestra Señora de los Ángeles, la Regina angelorum, entre estrellas y motivos vegetales ideales, y en las bambalinas laterales de Nuestra Señora de la Palma, custodiando el anagrama de María. Y el incienso lo bombean en nuestros días los acólitos turiferarios.

Medallón de gloria de Nuestra
Señora de la Encarnación
Pero centrémonos en la Encarnación de San Benito. Su medallón glorioso representa el misterio correspondiente un primoroso trabajo de marfil y sedas de colores. El misterio de la Encarnación es el más excelso exponente de la actualización del propiciatorio, porque en él sentimos de nuevo la presencia de la gloria de Dios, el “poder del Altísimo”, que cubre con su sombra a esa nueva Arca que es María.21 Es la misma palabra de Dios –el verbo, de la misma sustancia de Dios– hecha carne.22 Y es por la Encarnación como la humanidad se deifica y como Dios se humaniza mostrando el principio, el medio y el fin de su gloria.23 Porque María, Mater Salvatoris, fue también por la Encarnación Mater Creatoris.

En las culturas precristianas, el año nuevo era la recreación, la vuelta al tiempo del comienzo, repitiendo y actualizando la cosmogonía en busca de los orígenes, del momento primordial in illo tempore, cuando fue vencido el monstruo del pecado. Era la oportunidad para la regeneración general, aboliendo todo lo pasado.24 El equinoccio de primavera es el momento cosmogónico natural, el año nuevo lógico, porque supone la victoria del día sobre la noche, de la primavera sobre el invierno, del bien sobre el mal, de la luz sobre las sombras, del cosmos sobre el caos, de la claridad sobre la incertidumbre. En todas las culturas, el ser humano ha concebido con la primavera un orden físico y metafísico que permitiera conjurar el desorden y la incertidumbre. Muchos pueblos han pensado y celebrado el comienzo de sus años en una primavera inicial.25

En la cosmogonía judeocristiana, el origen del mundo está en el Génesis, a partir de la soledad y el caos, con el espíritu de Dios aleteando sobre las aguas.26 Pero el Cristianismo supuso una renovación y los cristianos celebramos la Eucaristía instituida por Cristo como una nueva cosmogonía que nos dio la clave para superar el mal. Con Jesús y con María todo es nuevo: el Nuevo Testamento, la Nueva Alianza, la buena nueva del Evangelio... Y esta renovación se inició precisamente en un equinoccio de primavera cuando el Ángel del Señor anunció a María, y culminó treinta y cuatro años después, en otro equinoccio de primavera, cuando Cristo venció a la muerte y al pecado.27

Por eso, es precisamente el ritual cofrade del Martes Santo en San Benito el que nos proyecta a lo primordial, haciéndonos contemporáneos de los comienzos trascendentales. Porque es la Virgen dolorosa de la Encarnación la que nos remite a la Creación, al paso del caos al cosmos, porque es la que cumple la secuencia completa de la renovación de la cosmogonía, desde el momento de la Encarnación tras las palabras del Angelus, hasta el momento del dolor, con la gloria de Dios sobre Ella hablándonos desde el nuevo propiciatorio que es su palio encarnado.



1. Éxodo 26:34
3. www.wikicristiano.org. El apoyo para el significado de cubierta proviene de la Cueva 4 de Qumrán, en virtud de una traducción aramea de Levítico.
4. Éxodo 25:22
5. Levítico 16: 1-16
6. Luzarraga, J. Las tradiciones de la nube en la Biblia y en el judaísmo primitivo (Analecta Biblica 54)
7. Easton,. M.G. Easton Bible dictionary, citado en la refª Sekhiná en www.es.wikipedia.org
8. Éxodo 40:34
11. Sánchez Gordillo, Alonso. Religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana, citado por Sánchez Herrero, Juan. Sevilla barroca (1581-1700) en Historia de la Iglesia de Sevilla. Se recomienda leer el primer capítulo de esta serie titulado El paso de palio, forma corpórea del conceptismo y del culteranismo, triunfo del Barroco.
12. Sánchez Herrero, José. La Semana Santa de Sevilla
13. Dávila-Armero del Arenal, Álvaro y Pérez Morales, José Carlos. Un paso de palio del siglo XVIII
14. Benoist, Luc. Art du monde, citado por Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
15. Cirlot, ob.cit.
16. Mañes Manaute, Antonio. Esplendor y simbolismo en los bordados, en Sevilla penitente III
17. Guénon, René. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Fabre d'Olivet, Antoine. La langue hébnraïque restituée. También www.fundacioncrecimientointerior.com
21. Evangelio de san Lucas 1:35
22. Evangelio de san Juan 1:14. Tertuliano. Apologeticum XXI citado en la refª “Tertuliano” en www.es.wikipedia.org
23. Árbol de la ciencia de el iluminado maestro Raymundo Lulio, nuevamente traducido y explicado por (...) Don Alonso de Zepeda y Adrada...
24. Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno
26. Génesis 1
27. Eliade, ob.cit.