martes, 25 de marzo de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (12: LA INMACULADA, JÚBILO DE CANTARES…)

La Cristiandad se ha sentido desde sus primeros tiempos inclinada, de forma emocional, a creer en la Inmaculada Concepción de María. En esa línea, con el argumento de la gracia de la regeneración, se significó san Agustín, el “Doctor de la Gracia”, tal vez el mayor pensador del primer milenio del Cristianismo, aquel desde cuyo oratorio africano vino la Virgen Negra de Regla, según los cronistas conventuales chipioneros del siglo XVII.

¿Virgen Negra? ¿Virgen Inmaculada? ¿Cómo es posible compaginar esto? Pues, sencillamente, ambos conceptos vienen compaginados desde el Cantar de los Cantares.

Ilustración de El Cantar de los Cantares de Ze'ev Raban (1890-1970)
www.safed-tzfat.blogspot.com.es
En el Cantar, la esposa, en la que la tradición ve a la Virgen María, se presenta: “Morena soy, pero hermosa, hijas de Jerusalén”.1 Así, la negritud de la tierra fértil y de la materia primordial –la nigredo– se proclama compatible con la pureza de la entrega. Y la expresión del esposo (¿Dios?) es prueba de que así la acepta y reconoce: “¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha alguna en ti”!2 Más adelante, tras el relato de los hermanos –“Salomón tenía una viña en Baal-Hamón”– la esposa declara: “Mi propia viña ante mis ojos… ¡Los mil siclos para ti, oh Salomón, y doscientos para los guardas de su fruto”, y el esposo la reconoce, en consecuencia, como señora del vergel: “Oh tú, que moras en los jardines”.3 En el siglo III, san Hipólito, en su Comentario del Cantar de los Cantares, vio a María como el “Tabernáculo exento de toda corrupción”.4

A propósito de Baal-Hamón, hay que decir que, aunque el nombre se aplica a un lugar, así se llamaba el principal dios fenicio, y que en Sancti Petri han aparecido estatuillas de Baal-Hamón (o Baal-Hammon) y de Melkart, en el lugar donde probablemente estuviera el templo de Heracles, con sus dos columnas tirias.5

La escolástica del siglo XIII, queriendo sincronizar la fe y la razón, combatió el argumento inmaculista. El místico reflexivo que fue gran mariano universal, san Bernardo, no fue inmaculista precisamente.6 Sí lo fue, en el XIV, Ramon Llull, el que intentó inútilmente unir a los templarios y a los hospitalarios de San Juan. Y lo fueron los franciscanos, sobre todo a partir de las reflexiones de Juan Duns Escoto, al que saludó la Virgen, según cuenta la leyenda, inclinando la cabeza.

Ilustración de las
Cantigas de Santa María
Muchos reyes castellanos y españoles fueron devotos de la Inmaculada. Fernando III la llevaba en su estandarte, Alfonso X le dedicó sus Cantigas7 –que no dejan de ser cantares–, los Reyes Católicos defendieron la tesis ante el papa e Isabel favoreció la orden de monjas inmaculistas, el emperador Carlos recomendó fundaciones en honor del misterio, Felipe II mandó grabar la imagen en su escudo real…

En Sevilla se venían registrando cultos a la Concepción Inmaculada de María desde la conquista,8 aunque los vestigios más antiguos de la fiesta de la Concepción, como era llamada, pueden remontarse al rito mozárabe isidoriano.9 Así pintaron a Nuestra Señora los pintores desde mediados del siglo XVI. Valgan los ejemplos de Villegas y Marmolejo, Cristóbal Gómez o incluso un anónimo, ya en 1600. Antes, una de las iconografías del misterio inmaculista era el abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la puerta dorada del Templo de Salomón, como pintó Alejo Fernández para la Catedral sevillana. Otra forma de inmaculismo artístico era el árbol de Jesé, la genealogía de Cristo, desde que el abad Suger, amigo de san Bernardo, lo plasmara en Saint Denis y luego se consolidara en la catedral de Chartres.10 Ahí están los templarios, que además construyeron en Villasirga la iglesia de Santa María de Jesé, hoy advocada de Santa María la Blanca, y en la que está el sepulcro del que iba a ser el primer arzobispo de Sevilla, el templario Felipe de Castilla, hijo de Fernando III.11

Inmaculada Concepción
Cristóbal Gómez
www.rafaes.com
Lope de Vega dedicó sus versos salomónicos a la Inmaculada: “Celebró Jerusalén/ del Rey Salomón las bodas,/ y admiráronse sus damas/ de ver la divina esposa/ porque en sus dulces Cantares/ llevó la fama sonora/ desde Palestina a Egipto/ la corona de su gloria”.12

Al comienzo del siglo XVII, Sevilla, aunque continuaba siendo la ciudad castellana que más contribuía “a los gastos del Reino”,13 estaba perdiendo influencia a pasos agigantados en la corte centralista de Felipe III y su valido el duque de Lerma. En este contexto de desencuentro entre Sevilla y Madrid, cundió la disputa teológica entre jesuitas y dominicos, iniciada en Salamanca en 1582.14

Un religioso recoleto de San Francisco, llamado fray Francisco de Santiago, oraba a la madrileña Virgen de Atocha, cuando esta le reveló la controversia que se suscitaría sobre el misterio de su Concepción, y le avisó que precisaría el favor real para su defensa inmaculista. Fray Francisco “se fue á la Reyna, que estaba desauciada, á quien dixo sanaría, y que las albricias de su salud fuesen su favor en amparar la causa de la Virgen: después se le apareció esta misma Señora vestida de blanco y de manto azul, trage de su Concepción.”15

Virgen de Atocha
Madrid
www.es.wikipedia.org
¡Qué casualidad! La Virgen de Atocha es otra Virgen Negra, que protagonizó la historia mitológica de la diosa Cibeles y su enamorado Atis, que fue ocultada en un campo de esparto, un atochar, durante la dominación árabe, cuando Madrid no era más que un lugar en el camino entre Toledo y Zaragoza, y que además está relacionada con los templarios, en Madrid y en Sevilla, porque la entrada principal del compás templario sevillano no era otra que el arquillo de Atocha, a la entrada de la calle Atocha, hoy Gamazo. Allí, en el arquillo, estuvo una imagen mariana, replica de la madrileña y fuente de leyendas,16 que pasó a la iglesia del Sagrario cuando se derribó el arquillo en el siglo XIX, perdiéndose después.17

La competencia entre las órdenes incluso en términos de mercado de la enseñanza, en una Sevilla saturada de religiosidad, era enorme. A favor del misterio de la Inmaculada Concepción estaban los franciscanos del convento de San Diego y de la Casa Grande de San Francisco, donde se albergaba una cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y la Limpia y Pura Madre de la Concepción y de la Oliva,18 de resonancias lebrijanas. Ambos cenobios desaparecieron en el siglo XIX. La Casa Grande dejó sitio a Plaza Nueva, quedando como reliquia el emblema franciscano en el arquillo.

Representación de la
riqueza espiritual de Sevilla
en la Glorieta de San Diego
El convento de San Diego, tras ser convertido en fábrica y luego en caballerizas de los duques de Montpensier, dejó su sitio al Casino de la Exposición, al teatro Lope de Vega, a la avenida de María Luisa y a la glorieta de San Diego, donde se simbolizaron la riqueza material y la espiritual, representada esta por una mujer con una pequeña Inmaculada en su mano.

Mientras los franciscanos predicaban el misterio al pueblo, los jesuitas lo difundían en las capas más cultas. Los teólogos de la recién fundada Compañía de Jesús se pronunciaron a favor de la llamada “piadosa creencia”.

Estatua de Juan de Pineda del
Monumento a la Inmaculada
Concepción de la plaza
del Triunfo
El escriturario y teólogo jesuita sevillano Juan de Pineda, profesor de filosofía y titular de cátedra de la Sagrada Escritura en Córdoba y Sevilla, director de la Casa Profesa de Sevilla y del Colegio de San Hermenegildo de Sevilla –autor de una biografía de Salomón, Salomo previus sive de rebus Salomonis libri octo, en la línea de Villalpando, contraria a Montano–, fue un ferviente inmaculista, enfrentándose con argumentos teológicos a la tesis de santo Tomás de Aquino y los dominicos, que estaban claramente en contra del dogma, y eso que, siguiendo la recomendación de Carlos V, tenían también en el convento de Regina Angelorum una hermandad del Santo Crucifijo y la Purísima Concepción de Nuestra Señora.19 La Concepción ya reinaba sobre los ángeles, hasta para los frailes predicadores. Pero las directrices provenientes del castillo de San Jorge eran taxativas y severas: María no estaba libre del pecado original.

El cabildo catedralicio recelaba de los inquisidores dominicos. Sevilla estaba a punto para su aportación primordial en el impulso definitivo hacia la consecución del dogma. Hay que destacar, al respecto, el papel del arzobispo que vino de Granada, el de la Congregación de la Granada, que vino de Lebrija y cuyos miembros fueron tachados de alumbrados, y el de la hermandad del Silencio. Lo veremos en la siguiente entrada.



1. Cantar de los Cantares 1,5
2. Cantar de los Cantares 4,7
3. Cantar de los Cantares 8,11-13
4. San Hipólito. Comentario del Cantar de los Cantares
5. Se recomienda la lectura de la primera entrada de esta serie
6. Díaz Ramos, Gregorio. Obras completas de san Bernardo
7. Álvarez Díaz, Cristina. La doctrina inmaculista en las Cantigas de Alfonso X el Sabio
8. Mena y Calvo, José María de. Todas las Vírgenes de Sevilla
9. Serrano y Ortega, M. Glorias sevillanas, noticia histórica de la devoción y culto que la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María desde los tiempos de la antigüedad hasta la presente época
10. Sáenz, María Jesús. Algunas representaciones del árbol de Jessé, durante el siglo XVI, en Sevilla y su antiguo reino
11. Se recomienda la lectura del capítulo 12 de la serie La casa de la Pajería y sus circunstancias: Un monte, unas aguas, unos caminos y un castillo.
12. Vega Carpio, Lope de. A la Concepción Inmaculada. Colección de las obras sueltas, así en prosa como en verso. Volumen 18
13. Domínguez Ortiz, Antonio. Orto y ocaso de Sevilla
14. Sánchez Jiménez, Antonio. El dogma de la Inmaculada Concepción como arma de confrontación territorial en la Sevilla del siglo XVII
15. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de Andalucía. El autor se vale de un relato de fray Pedro de Jesús María, que continúa en tono profético.
16. Alarcón Herrera, Rafael. La huella de los templarios: tradiciones populares del Temple en España
17. Pineda, Juan de. Salomo previus sive de rebus Salomonis libri octo
18. Carrero Rodríguez, Juan. Anales de las cofradías sevillanas
19. Bermejo y Carballo, José. Glorias Religiosas de Sevilla











martes, 18 de marzo de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (11: SALOMÓN II Y TRES JESUITAS ANDALUCES)

Ya con 21 años, el príncipe Felipe de Austria había sido agasajado en los Países Bajos como un nuevo Salomón. Desde entonces le quedó el sobrenombre de prudente.

Felipe II, que se veía a sí mismo como el gran pacificador que la cristiandad necesitaba, apostó por las virtudes del legendario rey bíblico: la sabiduría que demostró a la reina de Saba, la justicia que hizo resplandecer ante las dos madres y la vocación constructora del templo perfecto, de la casa de Dios. Quiso pasar a la Historia como un rey emperador ejemplo de templanza, constructor de la fusión del Estado con la Iglesia, reinando desde el nuevo templo salomónico de El Escorial sobre un territorio en el que jamás se ponía el sol.1

El arte lo atestiguó así. Salomón, en su trono leonino, es representado con los rasgos de Felipe en el cuadro de Gante,2 y en la Humanae Salutis Monumenta de Arias Montano, con la curiosa particularidad, en este último caso, de que hay sobre su mesa una escuadra y un compás.3

¿Odiaba Felipe II a los judíos? La leyenda negra dice que sí, pero lo cierto es que, siendo rey de Jerusalén por derecho sucesorio (además de serlo de las Dos Sicilias y, por supuesto, de todas las Españas), blasonaba de ello, arrogándose una doble legitimidad: como sucesor de Salomón y como heredero de Godofredo de Bouillón, la primera cabeza visible del reino latino creado tras la victoriosa primera cruzada (la única victoriosa, realmente), reino que pasó de Conrado IV de Jerusalén a Conradino, y de este a Constanza, esposa de Pedro III de Aragón. La heráldica española integró el emblema jerosolimitano de la cruz de las Cinco Llagas, de oro en campo de plata. Los derechos dinásticos españoles se perderían después, porque, tras las convulsiones de principios del XIX, pasarían a la Italia unificada, pero eso es ya otra historia.Además, el primer libro que compró Felipe II fue Las guerras judías, de Flavio Josefo. Luego vendría, entre otros muchos, la Silva de varia lección, del sevillano Pedro Mexía.5 Según crecía la “Librería rica” –germen de la biblioteca de El Escorial–, crecían el conocimiento del monarca respecto a la ciudad y al Templo y su motivación por el hebraísmo bíblico.

Surgió la polémica en la interpretación del judaísmo como origen del cristianismo, y también en lo que podríamos llamar la reconstrucción virtual del Templo de Salomón. Y Felipe II, que había patrocinado el Apparatus de Arias Montano donde el Templo real y el de Ezequiel eran diferentes, fue también, en esta discusión, salomónico –como no podía ser de otra forma–, y patrocinó la elucubración llamada In Ezechielem explanationes et apparatus urbi ac templi hierosolymitani, de dos jesuitas, uno de Baeza, Jerónimo de Prado, y otro de Córdoba, Juan Bautista Villalpando.

Los dos andaluces concibieron un edificio excelso aunando la construcción visionaria de Ezequiel, la del relato bíblico de la obra de Salomón y la descrita por Josefo, incluyendo desde las revelaciones de Dios hasta las medidas físicas, asimilando el antropomorfismo vitruviano del Templo pero entendiendo este en clave astronómica, con las tribus como signos zodiacales alrededor del Tabernáculo, trasunto de la armonía del orden universal.7 El jesuita cordobés, que recibió incluso sugerencias del rey, reconoció que este había superado, con El Escorial, a los más sabios arquitectos.8

Para Villalpando, la columna salomónica, con palma en lugar del acanto corintio, no es torsa aún. Tal vez el jesuita se basó en el Libro extraordinario de Sebastiano Serlio, donde Jaquín y Boaz aparecen con fuste recto con adorno de entrelazo.9

De Villalpando son las trazas iniciales del sevillano y jesuita colegio de San Hermenegildo, en la calle de Las Palmas (principio de Jesús del Gran Poder), frente a la iglesia de San Miguel, que la Compañía construyó para impartir Teología y Humanidades, incluida la lengua latina gratis para niños pobres, y que se bendijo en 1592.10 El edificio ocupaba la actual plaza de la Concordia. Fue rediseñado en el siglo XVII. En la actualidad solo queda en pie la iglesia elíptica de cúpula ovalada, inspirada en la sala capitular de la Catedral hispalense.

Otro cordobés, Pablo de Céspedes, humanista, arquitecto, pintor, escultor y tratadista del arte, además de poeta, viajó mucho a Sevilla y fue huésped de Francisco Pacheco, que lo retrató. De su obra literaria nos queda su Discurso de la arquitectura del templo de Salomón, donde se muestra a favor de Montano frente a Villalpando y defiende el origen babilónico del capitel corintio.11 Para Céspedes, las columnas torsas de San Pedro de Roma provienen de los despojos de Jerusalén llevados a Roma por Tito, y la legendaria Columna Santa de San Pedro12 es el lugar donde se apoyó Cristo en su prédica, gozando, por tanto, de propiedades taumatúrgicas.13 De su obra pictórica guardamos las escenas de la elíptica sala capitular de la Catedral de Sevilla, junto a la salomónica Capilla Real.

El rey español que había sido llamado Salomón II, que quiso pasar a la historia con las virtudes del Salomón bíblico, no pudo sin embargo culminar la obra de un imperio en paz. Como sabemos, se le pusieron en contra muchos elementos. Su muerte, en 1598, supuso un punto de inflexión en el Imperio de España, y también en la posición de la propia ciudad de Sevilla dentro de ese imperio.

Sevilla le dedicó el grandioso túmulo, junto a la Catedral, con pinturas alegóricas a la liberalidad, la moderación, la paz, la verdad, la caridad, la clemencia, la justicia, la magnanimidad, la humanidad…, y con las banderas nacionales con la cruz de Borgoña, adornando el templete pentagonal. La grandeza del efímero monumento espantó a Cervantes.14

Nuestra ciudad, que había perdido influencia con el cambio de rey, enarboló, en medio del conflicto entre las órdenes, una nueva bandera, doblemente salomónica, por su fundamento en el Cantar de los Cantares y por su impulso como respuesta, a un tiempo, a los reformistas perseguidos por la Inquisición y a los inquisidores dominicos: la bandera de la Inmaculada Concepción de María.

El tema de la Inmaculada en Sevilla es tan importante y tan sugestivo que requerirá más entradas.



1. Cuadra Blanco, Juan Rafael de la. El Escorial y el Templo de Salomón
2. Cuadra Blanco, Juan Rafael de la. Felipe II como Salomón segundo. Los orígenes del salomonismo en El Escorial en los Países Bajos
3. Taylor, René. Arquitectura y magia: consideraciones sobre la idea de El Escorial
4. Ibid. 1
5. Ibid. 1
6. García López, David. Arquitecturas del Escorial y la senda de lo salomónico en España
7. El Templo de Salomón según Juan Bautista Villalpando. Comentarios a la profecía de Ezequiel. Trad. José Luis Oliver Domingo
8. Ibid. 1
9. Ibid. 6
10. Aguilar Piñal, Francisco. Anales de la Universidad Hispalense nº 1
11. Ibid. 1
12. Baird, J. La Colonna Santa en The Burlington Magazine citado por García López, David. Arquitecturas del Escorial y la senda de lo salomónico en España
13. Bazin, G. La colonne salomonique en L’Oeil citado por García López, David. Arquitecturas del Escorial y la senda de lo salomónico en España
14. Cervantes escribió su soneto con estrambote titulado Al túmulo del rey Felipe II de España en Sevilla, cuyo primer verso es “Voto a Dios que me espanta esta grandeza”



miércoles, 12 de marzo de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (10: ¿CLASICISMO SALOMÓNICO O SALOMONISMO CLÁSICO?)

En el siglo XVI estábamos en el Renacimiento. El proceso de asimilación del clasicismo humanista renacentista, que se había originado con el emperador Carlos, culminó con Felipe II.

Lápida de la columna de la estatua de Hercules
en la Alameda haciendo referencia a Felipe II
y al conde de Barajas
Esta filosofía clasicista inspiró la creación de la Alameda de Hércules. En 1574, sobre el espacio de la laguna de la Feria desecada, el primer conde de Barajas, Francisco Zapata y Cisneros, asistente de la ciudad, caballero y comendador en Guadalcanal de la Orden de Santiago, e importante hombre de estado al servicio de Felipe II, dirigió la realización del que sería el más antiguo jardín público de España y de Europa.

En el extremo interior de la nueva Alameda, Zapata hizo colocar dos columnas procedentes del templo romano dedicado a Hércules cuyos restos, de su fachada principal, habían resistido el paso y el peso de los siglos dentro de una casa de la calle que se llamó del Mármol y hoy se llama Mármoles.1

Alameda de Hercules, con las
columnas romanas y las estatuas
de Hércules y Julio César
Luego, Asensio de Maeda puso los capiteles corintios y se colocaron las estatuas labradas por Diego de Pesquera.

Se trataba de dar cuerpo a las dos columnas que el fenicio Melkart había traspasado y superado, ganando un más allá, un plus ultra; se trataba de construir la pareja columnaria sevillana físicamente real, no virtual, como homenaje tangible al fundador que “edificó” la ciudad y al dictador romano que la “cercó de muros y torres altas”; pero se trataba también de crear un distilo que fuera pórtico del nuevo paseo, evocando las dos columnas del templo de Tiro que Salomón hizo suyas o, mejor dicho, de Dios.2

Lamentablemente, hoy las venerables columnas de la Alameda son demasiado “tangibles”, expuestas a todo tipo de accidentes y gamberradas.

Volvamos a los tiempos de Felipe II. Porque fue el espíritu clasicista del humanismo jesuita el que inspiró el diseño de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, en la calle de la Compañía, hoy Laraña.3 La Casa Profesa de Sevilla fue uno de los principales edificios de la institución en Andalucía. La iglesia, de uso interno de los miembros de la Compañía, que fue finalizada por el cordobés Hernán Ruiz el Joven y consagrada en 1579, trasmite reposo y austeridad.

Portada de la iglesia
de la Anunciación
La portada, con el pórtico que sostienen sus dos poderosas columnas jónicas, es un ejemplo de clasicismo no exento de salomonismo, que refleja los dibujos del Manuscrito de Arquitectura de Hernán Ruiz, con influencias de Vitruvio y Durero.4

En el Manuscrito está presente el influjo del templo circular de Jerusalén, el templo que había sido Mezquita de la Roca, sobre el solar del destruido Templo de Salomón, y que fue cristianizado por los caballeros templarios.5 La Roca era un punto telúrico venerado por todos. Allí fue donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac. Allí fue donde Jacob vio la escalera del cielo. Y allí fue donde Mahoma ascendió a las alturas celestes montado en una burra y acompañado del arcángel Gabriel. Entre los años 687 y 691, el califa Albd al-Malik construyó la Mezquita, que luego fue cristianizada por los caballeros templarios, a los que Balduino II había concedido como sede la Mezquita de Al-Aksa, en el lado sur de la explanada.

Cúpula de la iglesia de la Anunciación
En la Edad Media se identificó el templo de la Roca como el propio Templo de Salomón, y a raíz de ello se edificaron, como referencias salomónicas, numerosos templos circulares, entre los que es paradigmática la sede del Temple en la portuguesa Tomar.6 Ese influjo está presente en la cúpula semiesférica de la Anunciación, sorprendente para la época, con casetones y sobre columnas toscanas de gran monumentalidad, cuya linterna hubo que reconstruir tras el terremoto de 1755.7

Retablo de la iglesia de la Anunciación
El retablo mayor de la Anunciación es uno de los mejores retablos pictóricos de la ciudad. El lienzo central, de Juan de Roelas, que muchos estudios describen como una Sagrada familia, es en realidad un cuadro de la Circuncisión de Cristo.

Porque la Circuncisión del Salvador, que se llevó a cabo seguramente en el ámbito familiar,8 como paso previo a la Presentación en el Templo, se simboliza también con el círculo. Y este círculo es el continente del emblema de los jesuitas.

Ya en el siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, el templo sería universitario por decisión de Olavide. Hoy la Anunciación es la sede de la hermandad del Valle. Y la cripta es Panteón de Sevillanos Ilustres.

Respecto a ese genio cordobés que fue Hernán Ruiz, maestro mayor de la Catedral, que firmó el cuerpo de campanas de la Giralda, es bueno recordar que fue uno de los artífices de la transformación parcial de la Mezquita cordobesa en Catedral. Una curiosidad a propósito: cuenta un texto árabe que Salomón, en su paso por Córdoba, ante la hondonada que había donde hoy está la Mezquita Catedral, dijo a los genios que le acompañaban: “Rellenad y nivelad este lugar pues aquí se alzará un templo en el que se rendirá culto al Altísimo”. Luego vendría el templo romano dedicado a Jano, luego el templo visigodo, luego la mezquita, y luego la catedral cristiana.

Respetemos el sincretismo.



1. Ortiz de Zúñiga, Diego. Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla
2. La lápida de la Puerta de Jerez proclama la fundación de la ciudad por Hércules y la construcción de la romana por Julio César. Se recomienda la lectura de la primera entrada de la serie Sevilla salomónica y de la entrada Sevilla, nueva Jerusalén de este blog. Anecdóticamente, se puede decir que las dos columnas de la Alameda fueron salomónicas durante el tiempo que estuvieron sin las estatuas que esculpió Diego de Pesquera.
3. Morales, Alfredo J. La arquitectura jesuítica en Andalucía. Estado de la cuestión
4. Nacascués Palacio, Pedro de. El Manuscrito de Arquitectura de Hernán Ruiz el Joven
5. Ibid. 4
6. Ampliato Briones, Antonio Luis. El proyecto renacentista en el tratado de arquitectura de Hernán Ruiz
7. Ibid. 3
8. San Luchas 2, 21


miércoles, 5 de marzo de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (9: ∞=5)

Benito Arias Montano, acaso el mayor polígrafo español, vivió los mismos años que Felipe II, y también, como su rey, fue llamado un nuevo Salomón, un Salomón del siglo XVI. Nació en 1527 en Fregenal de la Sierra, una localidad del primitivo alfoz y reino de Sevilla, que había sido fuerte baluarte de la Orden del Temple en el siglo XIII y que fue luego adscrita a la Orden de Santiago, en una zona por la que –¡qué casualidad!– proliferaron los alumbrados en el siglo XVI.1 Provenía de una familia noble venida a menos. Sus padres fueron Juan Arias Montano y Francisca Martín Boza. Tal parece que “Montano” no era apellido, sino un apodo indicativo del origen serrano, consagrado por Benito (o Benedicto) Arias Montano y Martín Boza.2 Montano –ya siempre Montano– estudió en Fregenal, Sevilla (tal vez en el colegio de San Miguel), Alcalá de Henares, Roma y Salamanca. Su cultura alcanzó desde la medicina y las ciencias naturales hasta la exégesis bíblica. Cultivó la teología, el derecho, la filosofía, la diplomacia, la historia, la filología, la poesía, las matemáticas, la geografía, la arqueología, la numismática… Y hablaba seguramente quince lenguas, entre vivas y muertas. 

Terminados sus estudios de Artes, Filosofía y Teología en Alcalá, donde descubrió la autenticidad filológica hebraica de san Jerónimo, se retiró a Alájar (la peña, que ese es el significado de la palabra), donde se hizo una casa junto a la ermita de la Virgen de los Ángeles. Allí estuvo hasta 1559 estudiando las Sagradas Escrituras. Se recreaba en el Cantar de los Cantares, el Cantar sumo, la más bella y misteriosa poesía de la Biblia…,3 hasta el punto de inspirar con su Parafrasis super Cantica Canticorum de Salomón en modo pastoril a Fray Luis de León.

En 1560 se ordenó e ingresó como freire de la Orden de Santiago en San Marcos de León. Teólogo de prestigio, asistió al Concilio de Trento, y al regreso se recluyó de nuevo en Alájar, hasta que el rey lo nombró su capellán.

En 1569 acabó su Comentario a los 12 profetas, entre los cuales es significativo el de Jonás, que versa sobre los tres primeros tributos de Dios: sabiduría, fuerza y belleza, que se corresponden con los pilares del árbol de la vida cabalístico.4 Los dos primeros pilares, los laterales, se identifican con la misericordia y la severidad definitorias de las columnas Jaquín y Boaz del Templo de Salomón.

Luego, Felipe II encomendó a Montano la dirección científica de su gran proyecto salomónico: la Biblia Sacra que se realizó en Amberes entre 1571 y 1577 –un plazo increíblemente corto–, financiada por su Católica Real Majestad, por lo que fue identificada como Biblia Regia.

Fue la empresa editorial más importante del siglo XVI, una verdadera obra maestra, titánica y cosmopolita, en ocho voluminosos infolios, con unas 700 páginas cada uno. Se editó en latín, griego, hebreo, sirio y arameo, por lo que fue llamada también Biblia Políglota, lo cual ya de por sí implicaba una cierta osadía ante el papado, que defendía la latina Vulgata como única versión legítima.

El teólogo de Fregenal, precursor de la llamada cábala cristiana, pasó ocho años entre los Países Bajos y Roma y trabajó en estrecha colaboración con Plantin y con un equipo de ilustres humanistas filólogos.5 Plantin (castellanizado Plantino) pertenecía a la Familia Charitatis, una secta iniciática, espiritual y mística, de carácter erasmista y relacionada con el rosacrucismo, de vocación sincrética, que creía en la revelación súbita y buscaba la conexión directa con Dios, a la luz de los escritos esotéricos del fundador Hiël, defendiendo a ultranza el hebraísmo bíblico influido por el misticismo cabalista.6

La imprenta de Amberes fue lugar de iniciación espiritual libertaria y sin dogmas, bajo el título “comercial” de Compás de oro.7 En sus Elucidationes in Omnia Sanctorum Apostolorum Scripta, publicadas por Plantino, Montano rinde homenaje a Hiël, de quien dice que le cambió la vida.8

El texto hebreo de la Biblia Regia sirvió de base a futuras versiones. Este glorioso bibliófilo y biblista enriqueció la exégesis bíblica con el estudio lingüístico del hebreo, la lengua sacra y primordial, captando en el libro de los Reyes el sentido simbólico y cabalístico del Arca de Noé, el Tabernáculo y el Templo de Salomón. Y estudió igualmente el lenguaje de los gestos centrado del mismo texto bíblico, donde se narra cómo Ajías de Silo rasga su manto al profetizar el inminente cisma del reino de Judá tras la muerte de Salomón.9

Y este prestigioso técnico humanista, que tanto valoró el campo de las medidas, se inspiró en Maimónides para conciliar la arquitectura revelada con la arquitectura del paganismo clásico. Inmerso en este proceso de investigación, entendió el Apocalipsis y la profecía de Ezequiel: el segundo templo, que se construyó tras la primera destrucción, y que fue el que conoció Cristo, no fue el que soñó Ezequiel,10 según lo cual, Ezequiel habría soñado un tercer templo…

En el último volumen de la Biblia Regia, Montano incluyó su Apparatus, con estudios sobre el Templo de Salomón, y su polémico De arcano Sermone, acerca de las dificultades de traducción del hebreo. Para conseguir el nihil obstat tuvo que ir personalmente a Roma. Volvió a España en 1577, pero mantuvo la relación con Amberes y la Familia.

El insigne escriturario que fue Montano cumplió otro encargo real: organizó en diez años la biblioteca de El Escorial, mientras se construía este bajo la dirección de Juan de Herrera. Los libros más esotéricos llevaban el sello de Montano en clave: ∞=5, infinito es igual a cinco.11 Y el objeto de este mensaje críptico es, como no puede ser de otra forma, el pentagrama de trazo infinito, la pentalfa de cinco alfas que muestra una constante evolución, la estrella mesopotámica de cinco puntas que estudió Pitágoras, el nudo sin fin que muchos identifican también como signo de Salomón, el quinario representativo del hombre, del ritmo natural de la vida y del orden cósmico,12 el continente de la proporción áurea, de la quintaesencia alquimista y de las cinco virtudes caballerescas, el pentáculo de Ezequiel que, con dos cruces cruzadas en su centro, abre todas las puertas de la ciencia,13 el sello conjurador del mal, símbolo de salud y seguridad en las tres religiones monoteístas, el mandala que los templarios colocaron en San Bartolomé de Ucero, el pentágono estrellado que, entronizado en el umbral, detuvo a Mefistófeles cuando este acudió al doctor Fausto;14 …y el signo que la Inquisición demonizó.

En esa época, en la que con solo leer a Erasmo de Rotterdam ya se era sospechoso, el eminente frexnense, que firmaba sus cartas con una palabra árabe, Tirmid,15 que significa “discípulo”, levantó sospechas de filojudaísmo y tuvo problemas con el Santo Oficio, pero, aunque sufrió un breve prendimiento inquisitorial, sabe Dios por qué causa, el Santo Oficio no pudo con él. Lo protegió la discreción, como a la Familia Charitatis; lo protegieron muchos jesuitas, como Diego Laínez y Alonso Salmerón, que habían convivido con él en Trento; y, por supuesto, lo protegió el rey. No tuvo tanta suerte su amigo fray Luis de León, que tradujo el Cantar de los Cantares al castellano y lo pagó.

Junto con el rey, Montano fue protagonista del claro episodio de salomonismo que se produjo en España a partir de la publicación de la Biblia Regia y de la culminación de El Escorial con las estatuas de los reyes de Judá inspiradas, muy probablemente, en la Capilla Real sevillana. En 1583, en el prefacio de su tratado De optimo imperio, trazó el panorama de la España bíblica de su tiempo, al tiempo que expresaba un manifiesto del hebraísmo hispánico.16

En 1584 compró una hacienda en el Campo de Flores, cerca de Sevilla y junto al lugar conocido como el “charco redondo”. El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico considera probable que se trate de la Hacienda Miraflores, que luego perteneció al colegio jesuita de San Luis y hoy está integrada, con su torre almohade coronada por la cruz, en el Parque de Miraflores. En las proximidades están la barriada de Pino Montano y el cortijo, festivo y taurino, del mismo nombre, nombre que evoca el del gran Benito.

En la primavera de 1598, con setenta y un años, este ilustre predicador renacentista se trasladó a ese lugar de poder que es la peña de Alájar, donde mejor se encontraba. De su casa en la peña queda la puerta, y una extraña pirámide pétrea de las dos que mandó levantar para conmemorar una visita real, junto a la espadaña y las garitas, en el balcón sobre el pueblo y el horizonte. Austero y vegetariano, solía meditar en la cercana gruta llamada “palacio oscuro”, centro telúrico donde las brújulas pierden el norte, seguramente visitado antes por los celtas, los eremitas cristianos y los templarios de Aracena.17

Para preparar el invierno volvió a Sevilla y eligió el monasterio de Santa María de las Cuevas,18 ese importante cenobio cartujo donde había vivido y había estado enterrado Colón dos siglos antes. No pudo volver a Alájar, porque murió ese mismo año, tras ser trasladado al Campo de Flores, dejando a los cartujos a cargo de la cátedra de gramática latina que creara en la templaria y santiaguista Aracena.

El Jerónimo español, como ha sido llamado, fue sepultado, como el caballero de la Orden de Santiago que era, en la iglesia de Santiago de la Espada, comunidad de la que había sido prior. Incluso después de muerto, su obra fue atacada por el jesuita y durísimo censor inquisitorial Juan de Pineda, que chocó con la defensa que de ella hizo Pedro de Valencia.

Hoy su cuerpo reposa en el Panteón de Sevillanos Ilustres que Olavide creó, a la manera parisina, bajo la iglesia de la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús transformada en Universidad hispalense, y su mausoleo nos lo muestra con el hábito de la Orden de Santiago.

Este célebre bibliógrafo, que hizo siempre lo que quiso hacer, es sin duda uno de los personajes más atractivos e insólitos del pensamiento español de todos los tiempos. Gran parte de su obra está aún por publicar, seguramente las piezas más significativas y esclarecedoras.19 Paradójicamente –y lamentablemente–, los libros que hay en el Centro de Interpretación de Arias Montano, en Alájar, son de mentira, simulando una biblioteca; una utilería seguramente necesaria cuando se carece de fondos auténticos.20

Sevilla le tiene dedicada una pequeña calle entre la Alameda de Hércules y la calle Jesús del Gran Poder, con solo cuatro números impares y la acera derecha ocupada por un costado de la Casa de las Sirenas. Es un rácano reconocimiento para tan importante y fascinante figura.



1. Huerga, Álvaro. Historia de los alumbrados. Tomo I. Los alumbrados de Extremadura (1570-1582)
2. Memorias de la Real Academia de la Historia. Volumen 7.Ortiz de Zúñiga, Diego. Anales eclesiásticos y seculares de la M.N. y M.L. Ciudad de Sevilla.
3. Lazcano, Rafael. Fray Luis de León
4. González, Jaime. Benito Arias Montano. Letra y Espíritu, nº 11. L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
5. Museo Plantin-Moretus, Amberes. Guía del visitante. Amberes pertenecía al Imperio español. Se ignora qué motivos tuvieron Felipe II y Arias Montano para imprimir la Biblia en Amberes y no en Alcalá de Henares, donde se había realizado la anterior. Incluso se utilizaron para la nueva los tipos fundidos que había costeado el cardenal Cisneros y que Arias Montano entregó a la casa de Plantin en Amberes.
6. García Atienza, Juan. La cara oculta de Felipe II
7. Almazán de Gracia, Ángel. Arias Montano, Plantino y Barrefelt-Hiël
8. Arias Montano, Benito. Elucidationes in Omnia Apostolorum Scripta
9. 1 Reyes 11. Fernández Marcos, Natalio. Lenguaje arcano y lenguaje del cuerpo: la hermenéutica bíblica de Arias Montano
10. Ezequiel, 4 y 10
11. Roso de Luna, Mario. De Sevilla al Yucatán (viaje ocultista a través de la Atlántida)
12. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
13. Sherif, Mazar I. Nostradamus
14. Goethe, Wolfgan Johan. Fausto
15. Ibid. 4
16. Gómez Canseco, Luis. Biblismo, humanismo y hebraísmo: lindes y encrucijadas
17. García Atienza, Juan. Guía de la España templaria
18. Vázquez, José Andrés. Arias Montano en la Cartuja (ABC de Sevilla)
19. Ibid. 6
20. Agradezco la atención de la funcionaria de la Policía Municipal de Alájar que abrió para nosotros el Centro de Interpretación.