martes, 28 de enero de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (4: UN COLECTIVO DE PERSONAS)

Al capitular la Sevilla islámica en 1248, no quedaban en ella judíos, pero enseguida vinieron de todas partes, sobre todo de Toledo, como un reflujo de lo ocurrido el siglo anterior, “del Betis al Tajo” 1. La aljama de Sevilla 2 se convirtió así en una de las más notables de España, ocupando un espacio cercado por obra de Fernando III y Alfonso X, adosado a la muralla de la ciudad por su parte oriental, desde la calle de la Rosa (actual Armenta) al norte, pasando por Toqueros (Conde de Ybarra), plaza de Cabeza de Malos (frente a la actual iglesia de San Nicolás), Soledad (Federico Rubio), Aire (Fabiola), Corral de don Juan y Borceguinería (Mateos Gago) y Arquillo de Santa Marta 3 y llegando en un primer momento hasta donde después estuvo el Colegio de San Miguel y hoy está la Plaza del Cabildo (hay que recordar que la Catedral no existía aún). Luego se restringió el área desde Santa Marta hasta el Alcázar por la plaza de los Cantos (actual del Triunfo). Queda un lienzo de muro en la calle Fabiola, aunque no parece lógico que las almenas sean de la época, porque la comunidad judaica no se iba a defender de la cristiana.

En el extremo de la actual calle San José, frente a la iglesia de San Nicolás, había una puerta, que se abría a la arteria principal de la aljama. Esta vía incluía la plaza de la Azuaica (hoy Santa María la Blanca) y llegaba hasta la puerta de Minjoar, de las Perlas o de la Judería, luego llamada de la Carne, que se abría al campo y al cementerio de la comunidad hebraica 4.

Otras puertas daban entrada desde la Borceguinería: una a la calle Mesón del Moro 5 y otra, más pequeña, a la plaza del Atambor y la actual Rodrigo Caro, llamándose así puerta del Atambor 6. Otra puerta, que aún pervive, comunicaba la aljama judaica con la actual calle Judería, dentro del alcázar (que era precisamente la vía de acceso a la aljama desde el recinto real).

Los hebreos sevillanos convirtieron en sinagogas tres mezquitas de las que les dio Alfonso X en 1252, que se corresponden con las actuales iglesias de Santa María la Blanca y San Bartolomé y la Plaza de Santa Cruz. Y erigieron otra de relevancia, que se convirtió después en el convento de Madre de Dios. Hubo además un buen número de sinagogas pequeñas, incluso familiares.

Llegó a haber en la aljama unas dos mil personas, unas cuatrocientas familias, cuya contribución al crecimiento económico de Sevilla fue trascendental. La mayoría de los judíos eran modestos trabajadores, siendo importante el oficio de la curtiduría, del que perviven como testimonio las plazas de Zurradores, Curtidores y Refinadores, y la calle Tintes, entonces adosadas a la muralla (es fácil imaginar la actividad de ese sector observando en el plano de la ciudad lo que hoy denominaríamos un mapa de procesos de las diferentes labores). También destacaba el sector de panadería y repostería, por la zona cercana a San Nicolás (y ahí siguen, por ejemplo, las rosquillas de anís que elaboran las monjas de Madre de Dios).

Por supuesto, había también judíos ricos, prestamistas, arrendadores de impuestos, plateros, sederos, mercaderes… El bullicio desbordaba la plaza de Azuaica, con los baños en lo que hoy es el bar de la esquina, y el adarve de Aben Manda (la actual calle Cano y Cueto), hasta Santa María la Mayor 7.

La historia de nuestra judería recoge nombres ilustres. Aquí, en el siglo XII, había estudiado Maimónides, el teólogo, médico y filósofo cordobés Moshé Ben Maimón, que luego, exiliado, aportó comentarios a la Mishná que supusieron probablemente la primera reconstrucción virtual del Templo de Salomón y llegó a ser médico y amigo de Saladino, el conquistador de Jerusalén. Junto al cordobés, en Sevilla, estaba Geber, Yabir Ibn Aflah, el famoso astrónomo musulmán sevillano que enmendó la plana a Tolomeo 8 y que ha merecido que un cráter de la Luna lleve su nombre. Maimónides llevó a Egipto la obra de su amigo, al que se refiere como “Ibn Aflah de Sevilla” en su Guía de los Perplejos 9.

Aquí había trabajado también el eminente matemático y enciclopedista Yohanan Ibn Daud, converso bautizado como Juan de Sevilla (aunque también nombrado como Juan Hispalense), que tradujo en colaboración con Domingo Gundisalvo innumerables obras de Avicena, Al Gazel o Ibn Gabirol, y tratados filosóficos que dedicó a don Remondo 10. Sus Johannis Hispalenses algoritmos sive practica Aritmeticae se adelantaron casi un siglo a Fibonacci 11. Entre sus fuentes estuvo la Clavicula Salomonis, la síntesis judía de astrología y magia que en época medieval era atribuida al propio rey Salomón 12. Y aquí nació y trabajó el médico, astrónomo y exégeta conocido como el rabí Salomón.

Solía ser normal que los recaudadores almojarifes fueran israelitas. Con Alfonso XI lo fue Yosef de Écija, que construyó una sinagoga. Pero el caso más significativo fue el del ubetense Samuel Ha-Leví Abulafia, que vino a Sevilla en el siglo XIV procedente de Toledo, donde vivía en la actual Casa Museo de el Greco. y donde había fundado su propia sinagoga, nada menos que la del Tránsito. Pedro I lo había nombrado su almojarife, su tesorero real, y lo quería en Sevilla. En nuestra judería (y fuera de ella) hay varias casas cuya historia está vinculada a su figura. Vivió, según parece en lo que es hoy calle Levíes, llamada así en su memoria, en la casa del actual convento de San José. Sus establos fueron después convertidos en carbonería y luego en un lugar de encuentro con un sello peculiar muy conocido por los sevillanos, que conserva ese nombre. La privilegiada posición de Samuel Leví y su gran fortuna levantaron muchas envidias y las sospechas de Enrique II, siendo encarcelado y torturado en las atarazanas, donde finalmente murió sin confesar su enorme fortuna, que luego su sucesor halló en los sótanos. En Toledo venden esta historia sevillana como una leyenda toledana.

Con Enrique II y con Juan I hubo otro tesorero hebreo y sevillano, Yosef Pichón, que fue denunciado por sus propios correligionarios como malsín, traidor delator, y degollado por el verdugo real, según abrió la puerta –los judíos han tenido que acudir al poder oficial para aplicar la pena de muerte más de una vez–. Muerto Pichón, su cargo y su casa (el actual palacio de Altamira) pasaron al también sefardí Samuel Abrabanel, que se convirtió como Juan Sánchez de Sevilla 13 y de cuya familia nació el tesorero de los Reyes Católicos y padre del ilustre León Hebreo.

Otros judíos ilustres también tuvieron que exiliarse, como el talmudista Ibn Gauison o el sabio astrónomo Yosef Ibn rabí Elazar... 14

La paz entre cristianos y judíos se rompió en 1391. Desde el año anterior había un nuevo rey, Enrique III, y había un vacío de poder en el episcopado hispalense, circunstancias que aprovechó el arcediano de Écija, Ferrán Martínez, para volver a la carga con sus prédicas incendiarias contra los judíos. El pueblo sevillano se amotinó y arrasó la aljama. Hubo incendios, saqueos, conversiones forzadas y matanzas de hombres, mujeres y niños. Parece ser que las matanzas ocurrieron, sobre todo, en la plazuela de la actual calle de las Cruces. No fue el primer pogromo pero sí marcó un punto de inflexión en las relaciones entre cristianos y sefardíes. Uno de los primeros actos de Enrique III fue procesar y encarcelar al arcediano, pero ya era tarde para la comunidad hebrea.

Una arquería del palacio de Samuel Leví fue a parar al Alcázar, dando lugar a lo que se conoce como Patio de los Levíes, trasero de la Casa de Contratación.

Tras la destrucción de la aljama y la expropiación de sus templos, los pocos israelitas que quedaban empezaron a reunirse en un nuevo centro de culto, una pequeña sinagoga en la huerta de la Alcoba 15, en un lugar llamado “Corral de Jerez”, al otro lado del alcázar, entre este y la puerta de Jerez. Pero vino después la expulsión por los Reyes Católicos en 1492 y los israelitas se marcharon con su idioma y su cultura sefardí al otro extremo del Mediterráneo.

La raída sinagoga de la Alcoba, formando parte de los solares y corrales del monasterio de Madre de Dios, fue adquirida en 1503 por maese Rodrigo Fernández de Santaella a Juan de Millares, racionero catedralicio. Allí, sobre el emplazamiento de la sinagoga de Yehuda ben Xaval, la última de la aljama sevillana, se erigió la capilla del Colegio Mayor de Santa María de Jesús, germen de la Universidad Hispalense 16.

Empezó la aventura de los conversos, los llamados “marranos”, convencidos o –la mayoría– por conveniencia o necesidad. Y el sello de paz de Salomón fue testigo de siglos de intolerancia y de inquisición. En un auto de fe, en 1623, se condenó por judaizante a Domingo Vicente, mulato berberisco, que recibió doscientos latigazos, pese a lo cual, un año y pico después colocó en la puerta de la iglesia de San Isidoro, frente a la calle de la Caza, junto al sello de paz salomónico, un cartel que decía “Viva Moisés y su ley, que lo demás es locura”, y sufrió prisión perpetua 17.

La capilla de Santa María de Jesús, en la Puerta de Jerez, pertenece al Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla.



1. González González, Julio. Repartimiento de Sevilla
2. Una aljama es un conjunto o un colectivo de personas. Tradicionalmente, el término ha servido en España para referirse a los colectivos de judíos y de moros, sobre todo a los primeros, por la sencilla razón de que estaban más agrupados en las ciudades de la Edad Media en sus barrios o juderías (calls en Cataluña y Mallorca).
3. Montoto, Santiago. Esquinas y conventos de Sevilla. Matute y Gaviria, Justino. Relación histórica de la judería de Sevilla, establecimiento de la Inquisición en ella, su extinción y colección de los autos que llamaban de fe celebrados desde su erección citado por Tenorio Cerero, Nicolás. El Concejo de Sevilla.
4. García Vargas, Enrique. El cementerio hebreo de Sevilla y otros osarios. Excavación arqueológica en Cano y Cueto
5. Montero de Espinosa, José María. Relación histórica de la Judería de Sevilla.
6. Montes Romero-Camacho, Isabel.  Notas para el estudio de la Judería Sevillana en la Baja Edad Media (1248-1391). Es la misma opinión del Centro de Interpretación Judería de Sevilla (Casa de la Memoria). Félix González de León menciona una plaza del Arquillo del Tambor en su Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N.M.L. y M.H ciudad de Sevilla
7. Ballesteros Beretta, Antonio. Sevilla en el siglo XIII
8. Méndez Bejarano, Mario. Historia de la judería de Sevilla
9. Ben Maimón, Moshé. Guía de los Perplejos
10. Vicente Niclós, José. Tres culturas, tres religiones: convivencia y diálogos entre judíos, cristianos y musulmanes en la Península Ibérica
11. Ibid. 8
12. Un pintor sevillano del siglo XV, cuya obra se conserva en Madrid y en Castilla, era también conocido como Juan de Sevilla o Juan Hispalense. Según el Diccionario histórico de las calles de Sevilla, de la Consejería de Obras Públicas y Transportes y el Ayuntamiento de Sevilla, es a este a quien está dedicada la calle Juan Hispalense, que se abrió junto a la plaza de Curtidores tras el derribo de la muralla, para comunicar dicha plaza con Menéndez Pelayo. Sin embargo, ¿no sería más lógico que el Juan Hispalense al que se dedicó la calle fuera el judío converso, ya que la calle está en la antigua judería?
13. Montes Romero-Camacho, Isabel.  Juan Sánchez de Sevilla, antes Samuel Abravanel, un modelo de converso sevillano anterior al asalto de la Judería de 1391. Datos para una biografía.
14. Ibid. 8
15. Ibid. 5. Refª tomada de la Demostración Histórica del verdadero valor de todas las monedas que corrían en Castilla durante el reinado del señor Enrique III y de su correspondencia con las del señor don Carlos IV. A.H.N.
16. Ibid. 8
17. Ibid. 5



miércoles, 22 de enero de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (3: LA ESTRELLA QUE FUE SELLO DE PAZ)

La parroquia de San Isidoro es una de las que se fundaron inmediatamente después de la conquista de Fernando III, aunque la iglesia actual se construyó a mediados del siglo XIV en estilo gótico-mudéjar, con importantes reformas posteriores a finales del siglo XVI o principios del XVII. Tiene tres puertas, de las cuales es la más monumental la del lado de la Epístola. En ella, encuadrando la portada de ojiva gótica, una moldura triangular a modo de frontón presenta una estrella salomónica en su vértice.

Salomón convirtió en su sello la Estrella de David que, con sus dos triángulos equiláteros superpuestos para formar un hexagrama regular, es desde entonces símbolo del judaísmo, pero que, con una fuerte carga esotérica universalista, es también icono cabalístico y emblema teosófico relacionado con el potencial espiritual del individuo 1. Es signo de orientación, de esperanza, de unidad y conjunción –“yo soy de mi amado y mi amado es mío”– 2, de equilibrio, de fuerza en movimiento y de sabiduría, como expresión de la piedra filosofal de los alquimistas y del propósito de la Gran Obra 3, Y, sobre todo, es sello de paz, sintetizando el sentido sabio y prudente de la misión de Salomón, cuyo nombre deriva de la voz shalom, que se traduce literalmente como paz.

Según la leyenda, Hiram Abí, el arquitecto del Templo de Salomón, otorgó una contraseña a cada especialidad artesanal y a cada rango, que era solo conocida por los artesanos perfectos. Y tres compañeros que no habían alcanzado la perfección, furiosos, mataron al arquitecto.

En el siglo XIII se produjo la aparición de ritos y asociaciones diferentes, identificándose cada una con un determinado “deber” o regla. Uno de estos deberes era el de los Hijos de Salomón, corporación compañeril cuyos integrantes eran llamados “los perros”, pero que, sin embargo, contaba con la protección de los templarios y de los monjes cistercienses, los padres del estilo gótico.

Cada corporación dejaba en sus obras su signo, que la identificaba y que venía a ser la muestra de su vocación y de su misión constructora. Y el Sello de Salomón, conocido también en el medievo como “Estrella de los Magos”, fue el empleado por los Hijos de Salomón, que intervinieron sobre todo en el Camino de Santiago y en enclaves de fuerte asentamiento de la Orden del Temple, marcando con este sello de paz numerosas iglesias, y catedrales como las de Burgos, Valencia o Palma de Mallorca 4.

¿Tuvo algo que ver este grupo con la construcción de la hispalense iglesia gótico-mudéjar de San Isidoro?

En la nave del Evangelio de este templo sevillano se nos muestra la capilla de enterramiento de la familia Maestre, presidida por el Cristo de la Sangre, una imagen gótica del segundo cuarto del siglo XIV. Clavado con tres clavos a la cruz de gajos, arbórea y nudosa, es un crucificado de expresión triste y abatida y cuerpo arqueado por los estertores de la agonía 5.emparentado con el Cristo de San Agustín y con el Cristo del Millón de la Catedral, así como con los pintados en las Cantigas 109, 113 y 190 de Alfonso X el Sabio 6.

La advocación surgió a raíz de la matanza de judíos que tuvo lugar en Sevilla en 1391, tras las predicaciones del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, en un sangriento episodio de la historia de nuestra ciudad, cuando las turbas incontroladas asaltaron la judería, en lo que hoy calificaríamos como un caso de limpieza étnica, con una pretendida justificación religiosa. Las autoridades no pudieron impedirlo, aunque, al ser los judíos como una propiedad personal de los reyes de Castilla, existía legislación que prohibía atentar contra ellos 7. Dice la leyenda que, en ese momento desgraciado y horrible, brotó sangre de las llagas del Cristo, hasta entonces conocido como “de los Maestres”.

Quedémonos con el mensaje de paz. No parece casual el hecho de que su sello salomónico de la parroquia sevillana de San Isidoro 8, levantada en el punto más alto y más antiguo de la capital hispalense, esté precisamente en la fachada orientada a la judería. Ello nos lleva necesariamente a hacer en la próxima entrega un breve recorrido histórico por la Sevilla hebraica. Sin ello, no podría concebirse una Sevilla salomónica.



1. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
2. Cantar de los Cantares, 6:3
3. Julien, Nadia. Dictionnaire des simboles
4. Alarcón Herrera. Rafael. La última Virgen Negra del Temple. En el Pirineo predomina el crismón, en Galicia el Agnus Dei, en el País Vasco el monograma IHS, símbolos de otras tantas hermandades de constructores, colocados en los tímpanos o en las claves de bóvedas o de arcos.
5. Hernández Díaz, José. Crucificados Medievales Sevillanos
6. Alfonso X el Sabio. Cantigas de Santa María. También aparece esta iconografía cristífera en la General Estoria del mismo rey autor
7. López Alfonso, Jesús. El Cristo de la Sangre de la Parroquia de San Isidoro de Sevilla y el origen de su advocación
8. Entre los vecinos de la collación de San Isidoro se cuentan figuras tan ilustres como Miguel de Cervantes o Bartolomé Esteban Murillo.


martes, 14 de enero de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (2: REY SABIO, NUDO INFINITO)

Alfonso X de Castilla y Suabia, monarca de los reinos unificados de Castilla y León, se consideraba descendiente del linaje salomónico y blasonaba del origen divino de su soberanía, pretendiendo ser desde muy joven un nuevo Salomón. Como el rey bíblico, era hijo de un rey conquistador y tenía vocación de rey pacífico. Y como el rey bíblico, quiso ser un ejemplo de justicia, de prudencia y de sabiduría. Alfonso fue sabio a imitación del sabio Salomón.

En las Siete Partidas se desarrolla la idea alfonsina del rey como vicario de Dios que tiene que aplicar la justicia y establecer la paz entre sus súbditos, para lograr un reino lo más parecido posible a la Jerusalén Celeste.1 En las miniaturas de esta importante obra está Alfonso como sabio, con una espada que es más signo de justicia que arma guerrera, en actitud hierática, solemne, frontal… salomónica, y está también el propio Salomón como la propia imagen de la justicia, con el joven heredero de Castilla y León, Sancho, arrodillado ante él. El trono de la sabiduría, arquetipo del rey bíblico, es también motivo de representaciones alfonsinas, en silla de tijera y con los atributos del poder, junto al Locus Appellacionis y de acuerdo con el Liber Iudiciorum.2

Alfonso X es el mejor “rey escritor” de España, el único comparable a Salomón. Ya lo reconoció Voltaire, al tiempo que se lamentaba de que Francia no podía vanagloriarse de un rey autor.3 Como el sabio rey bíblico, Alfonso cultivó la poesía y la música. Así como Salomón compuso el Cantar de los Cantares, de poemas de amor, Alfonso hizo las Cantigas, en las que hay palpables muestras del amor de Cristo y María.

También, como Salomón, Alfonso gustaba de explorar campos comprometidos, hasta el punto de ser conocido como “el alquimista” en la Universidad de París.4 Profundizó en la magia salomónica y en las invocaciones a los ángeles, haciendo traducir el Liber Razielis, que los cabalistas hebreos atribuyeron a Salomón,5 y que luego ha pasado muy desapercibido –como es lógico, conociendo cómo se ha escrito la Historia oficial–. Raziel es el arcángel de los misterios, guardián de los secretos, ángel de la magia y de la intuición, patrono de alquimistas y clarividentes, preside la esfera de la Sabiduría en el árbol sefirótico e infunde el deseo de conocimiento y descubrimiento de realidades ocultas. En la tradición judía, Raziel entregó a Adán en un zafiro el “Libro de los secretos de Dios”, que pasó de Abraham a Enoc, y luego, por medio del Arcángel san Rafael, a Noé, quien pudo seguir las instrucciones de Dios para hacer el arca; finalmente, llegó a las manos de Salomón. El resultado de la traducción de Alfonso X fue una magnífica expresión de cábala práctica. Su sobrino, don Juan Manuel escribió que el rey “fizo trasladar… otra sciencia que han los judíos muy escondida, a que llaman “Cábala””.

La afición de Alfonso por los mundos ocultos se evidencia además por su interés en el Mafteah Shelomoh, un manuscrito hebreo masorético de alrededor del año 900, que es conocido como la Clavis Salomonis Clave o Llave (mayor) de Salomón, y atribuido por la tradición al sabio rey bíblico, y del que derivó más tarde el Lemegeton Clavicula Salomonis, la Clave o Llave menor de Salomón.6

Y, como los anteriores, también se tradujo en Toledo el Libro de las Cruzes, un tratado de astronomía y astrología en el que el rey castellano es comparado con Salomón, afirmándose que goza de inspiración divina para recuperar saberes perdidos. El aristotélico Alfonso, llamado estrellero antes que sabio, se acercó al sincretismo ideológico y científico, abierto no solo a la astrología sino también a la alquimia y la cábala.7 En el castillo templario de San Servando, en la capital imperial, montó todo un observatorio.

En su segundo y salomónico testamento, el Sabio Alfonso previó su entierro –o al menos el de sus entrañas– en el “monesterio de Sancta María la Real de Gracia”, sobre el primigenio Alcázar Mayor de la Murcia, lugar entregado al Temple por Jaime I y confirmado por Alfonso X, donde los templarios fundaron un hospital. En cuanto al corazón, sede humana del alma, Alfonso expresó en una cláusula que fuera llevado “a la Sancta Tierra de Ultramar, e que lo sotierren en Ierusalem, en el Monte Calvario, allí do yacen algunos de nuestros abuelos” (no olvidemos que, en la tradición medieval, el Calvario, además de lugar de sacrificio y enterramiento de Jesús, era donde había sido enterrado Adán, el padre de la Humanidad), y encomendó la misión del traslado a Joao Fernandes, maestre provincial en Castilla, León y Portugal de la Orden del Temple, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón.8 Finalmente, no siendo posible el traslado a Tierra Santa, el corazón se quedó con las demás entrañas en el hospital templario de Santa María la Real de Gracia (hoy iglesia museo de San Juan de Dios), de donde pasó a la Catedral murciana.

Alfonso no pudo llevar a cabo sus planes. Por una parte, no pudo ser tan pacífico como hubiera deseado, porque no podía abandonar la tarea reconquistadora, entre otras razones por los ataques de los benimerines, pero también porque había muchos nobles que no estaban de acuerdo con el monarca, empezando por su propio hijo Sancho. Casi nadie permaneció a su lado. Las órdenes militares también se pusieron en su contra. Los templarios estaban formalmente a su favor, pero el infante Felipe, el donado templario hermano del rey, que había renunciado a la sede episcopal hispalense, estuvo presente en la conjura de Lerma e incluso llegó a aliarse con el rey moro de Granada.

Además, el Fecho del imperio no le funcionó. Si Alfonso hubiera llegado a ser ungido emperador por el papa, habría organizado una cruzada para reconquistar Jerusalén. Pero el papa Gregorio X echó por tierra el proyecto alfonsino al elegir a Rodolfo de Habsburgo como emperador.

Solo Sevilla fue absolutamente fiel al Alfonso. Y en premio a la fidelidad, virtud fundamental en la ideología alfonsina,9 el cuerpo se quedó, una vez extraídos el corazón y las entrañas, en Sevilla. Y también por eso nos legó el lema que en su versión popular se conoce como el “no-madeja-do”.10 Su origen, sin duda, está en las sílabas iniciales de Nomine Domini, “en nombre del Señor”, pero también en la voz latina Nodo, que debe traducirse como “con un nudo”.  Y la madeja anudada es símbolo del infinito.11

Pero Alfonso X, sin duda, debió de conocer un precedente nada desdeñable de nudo infinito: el nudo de Salomón, con dos lazos cerrados, doblemente entrelazados, usado frecuentemente por los judíos en numerosos enseres y también, sobre todo por los romanos, en una enormidad de mosaicos decorativos (¿solo decorativos?), como vemos, sin ir más lejos, en el Antiquarium de la Encarnación y en Itálica.

Si cerráramos y enrolláramos el lazo horizontal del nudo de Salomón, estrechando el vertical, ¿qué nos saldría?





1. Almazán de Gracia, Ángel. Simbolismo del enterramiento del corazón y entrañas de Alfonso X el Sabio
2. Fernández González, Etelvina. Pensamiento medieval hispano: homenaje a Horacio Santiago-Otero, Volumen 1
3. Voltaire. Diccionario filosófico
4. Ibid. 1
5. Rodríguez Llopis, Miguel. Alfonso X
6. González Sánchez, Ana R. Tradición y fortuna de los libros de astromagia del Scriptorium alfonsí (tesis doctoral bajo la dirección de Vicente García, Luis Miguel). La Clavis Salomonis se utilizó como grimorio en los siglos XIV o XV. El Lemegeton Clavicula Salomonis es un grimorio anónimo del siglo XVII y uno de los libros de demonología cristiana más populares. La palabra latina clavicula se traduce como llave pequeña o llave menor. 
7. Ibíd. 6
8. Ibíd. 1. Segundo testamento de Alfonso X el Sabio
9. Ibíd. 1
10. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales eclesiásticos y seculares de la M.N.y M.L. ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andaluzía
11. Carrillo Benito, Emilio. El NO8DO de Sevilla, significado y origen




martes, 7 de enero de 2014

SEVILLA SALOMÓNICA (1: ETIMOLOGÍAS, LETANÍAS, COLUMNAS Y TRONOS DE LA SABIDURÍA)

Se atribuye al papa san Gregorio Magno el dicho de que su coetáneo san Isidoro poseía la sabiduría del rey Salomón 1.

Isidoro, arzobispo de Sevilla del 599 al 636, sucesor de su hermano mayor Leandro, fue el más erudito y eminente eclesiástico del catolicismo medieval anterior a la invasión sarracena. Tal vez naciera en Cartagena, de donde provenía su familia hispano-romana por parte de padre y de orígenes visigodos por parte de madre. Sus conocimientos abarcaban muchas áreas, por lo que era considerado un polímata. Hoy se le tendría por un hombre del Renacimiento o por un enciclopedista. Fue clave su contribución a la conversión de los arrianos visigodos. Su obra cumbre fueron las Etimologías, donde se sistematiza todo el saber de su época.

Por causa de la invasión musulmana, sus restos fueron trasladados desde San Isidoro del Campo, junto a Itálica, a la colegiata de León, que fue advocada a su figura, en pleno Camino de Santiago. Allí, en el siglo XII, el canónigo Lucas de Tuy escribió los Milagros de San Isidoro, señalando que “muchos varones y nobles y grandes letrados de diversas y luengas tierras, codiciando ver al muy deseado San Isidoro, venían a oír de su boca la sabiduría de otro Salomón…”, la Hagia Sophia, la sabiduría divina. En la piedra de la propia librería colegial del siglo XVI se compara al obispo hispalense con el rey bíblico 2 y en los carteles de los anaqueles aún pervive la letanía isidoriana: “Doctor de las Españas, Espejo de la iglesia, Estrella esplendente, Doctor fiel, Legislador de los hispanos, Padre de los clérigos, Lirio de la iglesia, Esplendor de los sacerdotes, Lucero rutilante, Fulgor de la justicia”. Y Salomón está también presente en la colegiata leonesa, con frescos en la “Capilla Sixtina del Románico”, o en la Biblia de 1162, en el scriptorium de la basílica, donde aparece en su trono.

Detengámonos un momento para analizar el nombre de Isidoro, que es, etimológicamente, el regalo de Isis. ¿Por qué este nombre sobrevivió a la cristianización romana y a la supresión de las adoraciones egipcias? ¿Y por qué recibió este nombre el cuarto hijo de esta familia de Cartagena?  Isis, la gran diosa madre, la fuerza fecundadora, la diosa de la maternidad y del nacimiento que aparece sentada, como trono de la sabiduría, con su hijo Horus sobre sus piernas medio abiertas, o en pie con el jeroglífico del trono coronando su cabeza.

Volvamos a nuestra ciudad. Tras la conquista, al mismo tiempo que se llevó a cabo el subsiguiente Repartimiento, se configuró el mapa parroquial de la ciudad. La Sevilla cristiana quiso rendir un homenaje al ilustre autor de las Etimologías y le dedicó su parroquia en el punto más alto, donde seguramente había una mezquita. Cuenta la tradición que fue precisamente en ese lugar donde, allá por el año 3000 a.C., el fenicio Melkart, procedente de Tiro, estableciera su factoría comercial entre brazos del gran río tartésico. Melkart sería divinizado y luego llamado Herakles en Grecia y Hércules en Roma; el río tartésico es hoy el Guadalquivir; y la factoría, Spal, dio de sí nada menos que la gran ciudad (que no ciudad grande) que es Sevilla.

Melkart había superado el pórtico trascendental del océano y de la Atlántida, entre los montes Calpe (Gibraltar) y Abila (Hacho, junto a Ceuta), la puerta marina que los griegos llamaron “Estelas de Herakles”, los romanos bautizaron como “Columnas de Hércules” y hoy conocemos como Estrecho de Gibraltar. En el siglo XII a.C., los fenicios de Tiro construyeron en las islas Gadeiras, en un islote junto a la actual San Fernando, un templo dedicado a Melkart 3, que según la leyenda fue cristianizado por Santiago, quien lo dedicó a san Pedro. A la entrada del templo había dos grandes columnas, ante las cuales los navegantes hacían sus ofrendas. No pudo ser otro, sino el fundador de Sevilla, quien separara las rocas y abriera la puerta atlántica. Donde estuvo el templo se edificó después el castillo de Sancti Petri. Y las columnas de Hércules son hoy emblema de Andalucía y de España para la Humanidad.

También el Templo de Salomón tenía dos columnas. Cuando los hebreos llegaron a la tierra prometida, David empezó a construir en el monte Moria la morada de Yavé, pero esta tenía que ser construida por un rey pacífico, así que esa fue la gran misión de Salomón 4. El rey sabio contó con la ayuda de un amigo de David, el rey Hiram I de Tiro, que envió a un maestro, “un hombre experto y de gran habilidad”, llamado Hiram-Abí (Abbif, Abif…), hijo de madre danita y de padre tirio 5, con un nutrido grupo de artesanos. Ante la entrada del Templo, que estaba dirigida a oriente, a la salida del sol por Getsemaní, el maestro fundió dos columnas exentas de bronce 6, llamando a la del sur Jaquín (Jakim, Jakhin…), que significa “Dios establecerá”, y a la del norte Boaz, que significa “en Él está la fuerza”. Aludían a un simbolismo cósmico relacionado con los solsticios y solo las trasponían el rey y los sacerdotes, para acceder al Debir, el Santo de los Santos, donde se veneraba el Arca de la Alianza.

Dos columnas representan, cósmicamente, la eterna estabilidad; su hueco, la entrada a la eternidad 7. Desde tiempos remotos, dos columnas en la entrada de un lugar sagrado significaban transformación o iniciación, entrada a lo desconocido, como la pareja de columnas dedicadas al viento y al fuego que habría a la entrada del templo de Melkart en Tiro, precedente de todas las demás. En la tradición cabalística hebrea, las columnas son de la Misericordia y de la Severidad, que, en el árbol sefirótico, flanquean a la columna central, de la Justicia o el Equilibrio 8. Es también significativo el carácter solsticial de las columnas, que se reproduce con Jano bifronte y con los santos Juanes. El conjunto simbólico de las dos columnas inspiradas en el Templo de Salomón se encuentra además en la tradición iniciática de la masonería, de plena vigencia en la actualidad.

Un detalle curioso: Hércules y Salomón vuelven a encontrarse en Toledo, porque, según la tradición, la mesa de Salomón estuvo en la toledana Cueva de Hércules-

Cuenta el primer libro de los Reyes que Salomón, el más grande y más justo de los reyes de Israel, el que había percibido la sabiduría en sueños, se hizo “un gran trono de marfil, que recubrió de oro finísimo” 9, un trono magnífico, suntuoso: el trono de la sabiduría, la propia sedes sapientiae. ¿Se inspiraría el sabio Salomón en Isis, que ejercía de trono, con su hijo Horus, la representación divina de la sabiduría, sobre sus piernas?

Las artes figurativas no tenían pretensiones realistas, sino simbólicas, y por ello, a partir de Bizancio, cuando se impuso con enorme fuerza el culto a la Virgen María, uno de los simbolismos marianos de mayor importancia y difusión fue, precisamente, la iconografía de la Kiriotissa, hierática y solemne, como trono que enmarca y nos presenta a su Hijo, la Sabiduría por excelencia. Nuestra Virgen de los Reyes, de bíblica advocación, es, pues, trono asuncionista de la sabiduría del Divino Niño.

En el siglo XIV se construyó la parroquia gótico-mudéjar de San Isidoro. Dejaremos, por tanto, para su momento oportuno todo comentario sobre la misma. Hay que hacer, no obstante, una referencia a la Virgen de Loreto, que sale de la iglesia de San Isidoro cada Viernes Santo, mostrándose en su Letanía Lauretana, de Loreto, como Casa Dorada, pero también como Arca de la Nueva Alianza y Sede de la Sapiencia del Señor de las Tres Caídas.



1. Fernández González. Etelvina. Pensamiento medieval hispano: homenaje a Horacio Santiago-Otero, Volumen 1
2. “…YSIDORVS VIR EGREGIVS… ANTE PRIMO HOMINE SALOMONEQVE”
3. Estrabón. Geografía
4. Asimov, Isaac. Guía de la Biblia.  Antiguo Testamento
5. II Crónicas 2:12-14
6. 1 Reyes 7: 21-22
7. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
8. García Polo, Maribel. Kábala y antroposofía
9. I Reyes 10: 18-20