sábado, 8 de diciembre de 2018

SIN PECADO ORIGINAL

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En el palio de la Concepción del Silencio, de terciopelo azul claro bordado en plata de inspiración mudéjar decimonónica, como un contrapunto de celeste claridad en la madrugada, vemos en un medallón coronado la Cruz de Jerusalén, la cruz de las cinco cruces potenzadas, orlada por la leyenda «QUIEN COMO MARÍA MADRE DE DIOS CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL» entre cuatro jarras virginales. La cruz de las cinco cruces representativas de las cinco llagas de Cristo había sido entregada por el papa Urbano II a los primeros cruzados, aunque para algunos data incluso de santa Elena. El reino de Jerusalén la tuvo en oro sobre plata y la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, la cofradía con la consigna de proteger este lugar santo, la adoptó en gules, junto a la divisa que llevó a los hombres a las Cruzadas: «Deus vult» («Dios lo quiere»). Luego la adoptaron los franciscanos protectores de los Santos Lugares. Y este principio cruzado pervive en el emblema de la hermandad del Silencio junto con el principio inmaculista representado por el círculo azul, porque la hermandad hizo solemne voto y juramento en 1615, con doscientos treinta y nueve años de antelación respecto al dogma. Sus nazarenos, con la espada y la vela ilustrada con la Inmaculada, están determinados, en defensa del dogma de la Inmaculada Concepción, a «creer, proclamar y defender, hasta derramar su sangre, si preciso fuere». Como estaban dispuestos a dar su sangre y su vida los caballeros guardianes del Santo Grial.
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Paso de María Santísima de la Concepción
Azul de cielo apocalíptico es el manto de terciopelo de la Virgen de la Concepción, bordado con hojilla de oro, integrando en un conjunto de inspiración barroca las cruces de Jerusalén.
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Y también, como corresponde a la doble simbología solar y lunar, son doradas, en contraste con la plata del paso, las jarras para el azahar de pureza de la Virgen de la Concepción del Silencio.
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Ahí están las jarras de azucenas del palio de María Santísima de la Concepción para que, cuando lo veamos pasar junto a la Giralda, observemos que en su crestería de plata se replican las de las cuatro esquinas de Turris fortissima hispalense, que son emblema de pureza, de primavera, de feminidad y de búsqueda del Santo Grial.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 49-50, 204, 212 y 216, respectivamente.


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