domingo, 5 de julio de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (12: JARDÍN CERRADO)

El paso de palio es metáfora de la propia Virgen María, de tal manera que todos los elementos simbólicos contenidos en él son también alegorías de la propia Madre de Dios. Así, la luz, el manto, la plata, la femineidad de las bambalinas y de las jarras, el equilibrio de sus medidas... y por supuesto las flores. Esa exquisita conjunción perfumada de exorno floral que es el paso de palio es en sí imagen de la virginidad de María; es el jardín cerrado, el Hortus conclusus fons signatus del Cantar de los Cantares, tan largamente reflejado en el arte. En el libro salomónico, la esposa declara:“Mi propia viña ante mis ojos... ¡Los mil siclos para ti, oh Salomón, y doscientos para los guardas de su fruto”. Y el esposo la reconoce como señora del vergel: “Oh tú, que moras en los jardines”.1

Virgin and Child
with saints and donor family
Cologne
Al mismo tiempo, el paso de palio es figura de la victoria de la gracia sobre el pecado, del bien sobre el mal, y por eso va detrás de Cristo, que quiso cargar con todos los pecados del mundo. Por tanto, es también alegoría de la primavera, porque el triunfo equinoccial de la primavera sobre el invierno es también la victoria de la luz sobre las tinieblas, del día sobre la noche, de la alegría sobre la tristeza. Es decir del bien sobre el mal. Es la aurora jubilosa. Quizá lo percibamos, más que en ningún otro momento, en el amanecer del Viernes Santo, en la secuencia de lo oscuro a lo radiante, del Gran Poder a la Macarena. Ahí está el contraste. Por eso son tan definitivos los palios de Esperanza de la madrugada la propia Macarena y la Esperanza de Triana, que se recogen, en sus barrios, cuando ya ilumina el sol, cuando ya luce esplendorosa la nueva estación, plena de fuerza y de sensualidad.2

Estamos ante la exaltación de la naturaleza que eclosiona. No en balde, ya lo sentenció san Isidoro: “La naturaleza debe su nombre por ser ella la que hace nacer las cosas. Es, por lo tanto, lo que tiene capacidad de engendrar y dar vida. Hay quienes afirman que la naturalezas es Dios, por quien todo ha sido creado y existe”.3 Por tanto, está claro: el paso de palio es el Paraíso, pero el Paraíso de la Nueva Eva, y por eso, sin dejar de ser huerto de María o precisamente por eso, lo sentimos como fundamental en la celebración de la Semana Santa y lo elevamos como manifestación primordial, jardín de la eternidad, lugar de la felicidad de la inocencia y, al mismo tiempo, Paraíso anhelado.4

La Semana Santa es el momento de la certidumbre en la Resurrección de Cristo, que es también esperanza en la resurrección propia y confianza en la regeneración; es el tiempo de la fecundidad de las huertas, de la floración en los jardines; es la ceremonia anual de la renovación, cósmica y total, del ciclo de la vida; es el momento del año en el que nuestra fe nos lleva a creer en la cosmogonía que vence siempre al caos; es nuestra oportunidad para esperar que fructifique nuestra siembra por un mundo mejor, un nuevo mundo con “virtualidades vírgenes”. Las flores vienen a simbolizan estas virtualidades, que están en la belleza de la primavera, fugaz pero prometedora perpetua de regeneración. Así ha sido siempre en todas las culturas, en todas las religiones.5 El complejo uso de las flores en el simbolismo está en la mayoría de las tradiciones y, sin duda, uno de sus sentidos principales es el que se refiere al principio receptivo femenino, como el Grial. Y, como las flores representan las virtualidades vírgenes de la cosmogonía, son símbolos de las virtudes de la Virgen María.6

Paso de Nuestra Señora de la
Esperanza de Triana
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Por eso, en el paso de palio, contenidas precisamente en las cóncavas jarras y jarritas, en los costeros y en la delantera del paso, están los ramos de claveles, rosas, lirios, magnolias, alhelíes, calas, fresias, paniculatas... En el siglo XX se introdujeron las flores exóticas, desde que la Virgen de las Aguas empezó a llevar arturios, camelias, esterlicias, jacintos... Más general es el uso de los gladiolos, que son espadas de victoria.7 Y también está ya en los pasos de palio la exquisita y erótica orquídea, la flor voluptuosa que evoca leyendas de sensualidad, misticismo y alquimia.8 La mayoría de los fanales son redondeados, aunque también los hay terminados en punta, como pequeños cipreses inspiradores de espiritualidad, recuperados por la Virgen del Valle. Sobre las canastillas de los pasos suele haber también frisos, continuos o discontinuos, y hay también en muchos casos mazos en las esquinas.

Detalle del paso de María Santísima de la Concepción
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Hay característicos pasos en los que, encontrando el punto intermedio entre el rojo pasional y el blanco puro, lucen claveles de color de rosa. Así van las Vírgenes del Subterráneo, del Dulce Nombre, del Carmen Doloroso, del Rosario de Monte-Sión o del Patrocinio. Pero la mayoría de los programas de exorno floral en los pasos de palio son de blancura, de virginidad y pureza, de majestad inmaculada. Y es en el azahar de María Santísima de la Concepción donde halla su máxima expresión este simbolismo de pureza.

El símbolo es sincrético. Tanto en hebreo como en árabe existe la voz karm, que significa “viña”, “viñedo”, “jardín”, “huerto”, “vergel”... Durante su estancia en nuestra tierra, los árabes crearon los cármenes, jardines cerrados, que siguen presentes en Granada. Y en el hebreo existe el Karm-el, la viña del Señor, en la que todo hay.9 El monte Carmel o Carmelo, en Palestina, es vergel y jardín para el retiro, al sur de la bahía de Haifa, repleto de recuerdos bíblicos. En él se refugió el profeta Elías huyendo del rey Acab y su esposa Jezabel. También en él, Elías se enfrentó con los sacerdotes de Baal. Y desde él vislumbró la nube que libró a Israel de la sequía.10 Con el tiempo y con el cumplimiento de las profecías mesiánicas, esta nube sería prefiguración simbólica de María.11 Elías vivió en las cuevas del Carmelo, junto con sus discípulos.

Ruinas del primer convento de la Orden de
Nuestra Señora del Monte Carmelo
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Allí nació la advocación de la Virgen María del Monte Carmelo. La orden de los carmelitas, que surgió alrededor del siglo XII cuando un grupo de ermitaños, inspirados en Elías, se dedicaron allí a la contemplación, construyendo en el centro de sus celdas la iglesia dedicada a la Virgen María, Nuestra Señora del Monte Carmelo. En 1209, el patriarca Alberto de Jerusalén les otorgó su regla, ideal de vida contemplativa, de meditación en las Sagradas Escrituras y de trabajo. Allí, en el valle que los árabes llaman Wadi 'ain essiàh, se descubrieron las ruinas del primer convento carmelita, el santuario de la Señora, levantado en el siglo XIII.12 La orden difundió el culto por Europa. Hoy, la cima del Carmelo está coronada por el santuario dedicado a la Virgen del Carmen, bajo la advocación de Stella Maris.13 

Reliquias de santa Teresa.
Convento de San José
En Sevilla hay una fuerte devoción a la Virgen del Carmen. Y ello, a pesar de los problemas que se encontró santa Teresa para organizar un convento reformado, en una ciudad sin “aparejo de fundar” pese a su riqueza, porque en ella “los demonios tientan más” y donde incluso “la mesma clima” opera en contra de la religión.14

Se diría que Sevilla ha encontrado en los últimos años del siglo XX el punto idóneo de exorno floral en el paso de palio.15 Se diría que ha alcanzado el equilibrio entre elementos efímeros y permanentes, que es la evidencia de que el paso de palio, sin defecto de la referencia histórica sobre la Pasión de Cristo y sin menoscabo del carácter de celebración de un acto concreto en un día concreto, obedece a un ánimo ahistórico, intemporal. Nos debe hacer pensar el hecho de que, precisamente, son los elementos de vida breve del paso de palio los que acentúan este sentido intemporal.

Trasera del paso de Nuestra Señora
de los Ángeles
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Porque Sevilla ha concebido el paso de palio como jardín cerrado para Nuestra Señora. Porque además de las flores naturales, hay flores y elementos vegetales en la orfebrería de las canastillas, de los varales o de los candelabros de cola, como hay plantas y flores bordadas en palios y mantos.

Y porque está además ese genial invento andaluz del siglo XIX, que incorporó la Macarena a principios del XX: las velas rizadas, formadas con claveles y clavellinas, azucenas abiertas o en capullo, rosas y rosetones, dalias, rosarios de cuentas y “rosarios” de temblorosas campánulas de cera, de esa cera cuajada de los panales que construyen las abejas después de libar las flores, de esa cera translúcida que se deja inundar por los rayos del sol o por la propia luz oscilante y cálida de las velas,16 de esa cera maleable y vaporosa que baila al ritmo de las mecidas.17

Detalle del paso de María Santísima del
Rosario Doloroso
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Porque Sevilla, capital agrícola, que ensalza a la mujer como encarnación de la vida, dedica sus mejores piropos a la Virgen María. Porque en la Madre de Dios se refuerza esta simbología cosmogónica. Porque en Ella están los aspectos más esperanzados del catolicismo y de la religiosidad popular sevillana. Y porque el paso de palio nos proyecta in illo tempore, restaurando un tiempo puro y primordial, porque en suma y en definitiva ese jardín cerrado que es el paso de palio es el arquetipo de la eterna expectación, la eterna esperanza de la ciudad en el retorno de la primavera.18



1. Cantar de los Cantares 4,2; 8, 11-13
2. Moreno Navarro, Isidoro. La Semana Santa de Sevilla. Del mismo autor, Las cofradías sevillanas en la época contemporánea.Una aproximación antropológica, en Las cofradías de Sevilla. Historia, antropología, arte
3. San Isidoro. Etimologías, libro XI, 1,1
4. Moreno, obs.cits.
5. Botero Uribe, Darío. Vitalismo cósmico
6. Guénon, René. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada
10. I Reyes 18
14. Se recomienda leer los capítulos 3 y 5 de la serie de este blog La casa de la Pajeería y sus circunstancias, titulados respectivamente Un patio de alcorza que es metáfora del deber cumplido y Gallardía caballeresca y un escapulario para hacer frente a todos los demonios.
15. Martínez Alcalde, Juan. La Virgen dolorosa y el paso de palio, en Sevilla penitente, tomo II
17. González Gómez, Juan Miguel. Sentimiento y simbolismo en las representaciones marianas de la Semana Santa de Sevilla, en Las cofradías de Sevilla. Historia, antropología, arte
18. Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno


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