Se atribuye al papa san Gregorio Magno el dicho de que su
coetáneo san Isidoro poseía la sabiduría del rey Salomón 1.
Por causa de la invasión musulmana, sus restos fueron
trasladados desde San Isidoro del Campo, junto a Itálica, a la colegiata de
León, que fue advocada a su figura, en pleno Camino de Santiago. Allí, en el
siglo XII, el canónigo Lucas de Tuy escribió los Milagros de San Isidoro, señalando que “muchos varones y nobles y
grandes letrados de diversas y luengas tierras, codiciando ver al muy deseado
San Isidoro, venían a oír de su boca la sabiduría de otro Salomón…”, la Hagia Sophia, la sabiduría divina. En la
piedra de la propia librería colegial del siglo XVI se compara al obispo
hispalense con el rey bíblico 2 y
en los carteles de los anaqueles aún pervive la letanía isidoriana: “Doctor de
las Españas, Espejo de la iglesia, Estrella esplendente, Doctor fiel,
Legislador de los hispanos, Padre de los clérigos, Lirio de la iglesia,
Esplendor de los sacerdotes, Lucero rutilante, Fulgor de la justicia”. Y
Salomón está también presente en la colegiata leonesa, con frescos en la
“Capilla Sixtina del Románico”, o en la Biblia de 1162, en el scriptorium de la basílica, donde aparece en su trono.
Volvamos a nuestra ciudad. Tras la conquista, al mismo
tiempo que se llevó a cabo el subsiguiente Repartimiento, se configuró el mapa
parroquial de la ciudad. La Sevilla cristiana quiso rendir un homenaje al
ilustre autor de las Etimologías y le
dedicó su parroquia en el punto más alto, donde seguramente había una mezquita.
Cuenta la tradición que fue precisamente en ese lugar donde, allá por el año 3000 a .C., el fenicio
Melkart, procedente de Tiro, estableciera su factoría comercial entre brazos
del gran río tartésico. Melkart sería divinizado y luego llamado Herakles en
Grecia y Hércules en Roma; el río tartésico es hoy el Guadalquivir; y la
factoría, Spal, dio de sí nada menos que la gran ciudad (que no ciudad grande)
que es Sevilla.
Dos columnas representan, cósmicamente, la eterna
estabilidad; su hueco, la entrada a la eternidad 7. Desde tiempos remotos, dos columnas en la entrada de un lugar
sagrado significaban transformación o iniciación, entrada a lo desconocido,
como la pareja de columnas dedicadas al viento y al fuego que habría a la
entrada del templo de Melkart en Tiro, precedente de todas las demás. En la
tradición cabalística hebrea, las columnas son de la Misericordia y de la Severidad , que, en el
árbol sefirótico, flanquean a la columna central, de la Justicia o el Equilibrio 8. Es también significativo el carácter solsticial de las columnas, que se reproduce con Jano bifronte y con los santos Juanes. El conjunto simbólico de las dos
columnas inspiradas en el Templo de Salomón se encuentra además en la tradición
iniciática de la masonería, de plena vigencia en la actualidad.
Un detalle curioso: Hércules y Salomón vuelven a encontrarse en Toledo, porque, según la tradición, la mesa de Salomón estuvo en la toledana Cueva de Hércules-
Cuenta el primer libro de los Reyes que Salomón, el más grande y más justo de los reyes de Israel, el que había percibido la sabiduría en sueños, se hizo “un gran trono de marfil, que recubrió de oro finísimo” 9, un trono magnífico, suntuoso: el trono de la sabiduría, la propia sedes sapientiae. ¿Se inspiraría el sabio Salomón en Isis, que ejercía de trono, con su hijo Horus, la representación divina de la sabiduría, sobre sus piernas?
Un detalle curioso: Hércules y Salomón vuelven a encontrarse en Toledo, porque, según la tradición, la mesa de Salomón estuvo en la toledana Cueva de Hércules-
Cuenta el primer libro de los Reyes que Salomón, el más grande y más justo de los reyes de Israel, el que había percibido la sabiduría en sueños, se hizo “un gran trono de marfil, que recubrió de oro finísimo” 9, un trono magnífico, suntuoso: el trono de la sabiduría, la propia sedes sapientiae. ¿Se inspiraría el sabio Salomón en Isis, que ejercía de trono, con su hijo Horus, la representación divina de la sabiduría, sobre sus piernas?

En el siglo XIV se construyó la parroquia gótico-mudéjar de
San Isidoro. Dejaremos, por tanto, para su momento oportuno todo comentario
sobre la misma. Hay que hacer, no obstante, una referencia a la Virgen de
Loreto, que sale de la iglesia de San Isidoro cada Viernes Santo, mostrándose
en su Letanía Lauretana, de Loreto, como Casa Dorada, pero también como Arca de
la Nueva Alianza
y Sede de la Sapiencia
del Señor de las Tres Caídas.
1. Fernández González. Etelvina. Pensamiento medieval hispano: homenaje a Horacio Santiago-Otero,
Volumen 1
2. “…YSIDORVS VIR EGREGIVS… ANTE PRIMO HOMINE SALOMONEQVE”
3. Estrabón. Geografía
4. Asimov, Isaac. Guía
de la Biblia. Antiguo Testamento
5. II Crónicas 2:12-14
6. 1 Reyes 7: 21-22
7. Cirlot, Juan Eduardo.
Diccionario de símbolos
8. García Polo, Maribel. Kábala
y antroposofía
9. I Reyes 10: 18-20
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