Entre los dos cuerpos de
velas que forma la candelería del paso de palio hay una calle, que permite la
visión frontal de la Virgen. Pero, como los dos grupos de velas semejan dos montañas,
esta calle central viene a ser un valle. Además, ya que hemos visto que las
candelas son la ofrenda de los fieles, fácilmente veremos en ellas, reflejadas,
nuestras propias almas.1 Y, así, como “a compás la cera llora”,2 resulta que vemos, en las lágrimas de cera que se derraman al mecerse el paso, las
propias lágrimas del pueblo, del pueblo de los “desterrados hijos de Eva” que
claman y suspiran –clamamos y suspiramos– “gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas”.3
Fachada de la iglesia del Valle |
El valle, en su simbología,
es cauce perfecto para el desarrollo fértil, para el progreso a partir de la
creación. No es el desierto purificador, ni el mar que es origen de la vida, ni
la montaña de ascesis contemplativa e iluminación intelectual; es,
sencillamente, la vida misma, el lugar de los pastores para apacentar los
animales y en el que los pueblos se asientan.4 El valle, sin duda, es un
símbolo onírico inequívocamente femenino, umbrío y apacible. El lirio de los
valles, el lirio de mayo, emblema de castidad, representa la vuelta a la felicidad,
sobre la base de la humildad, la pureza y la buena suerte.5
Dice la Biblia que, por
tenebroso que sea el valle, no nos dará miedo si vamos con la vara y el cayado
de Yavé;6 antes
bien, nos enseñará a afrontar cualquier momento difícil o triste que nos vaya a
llegar, con la ayuda de Nuestra Señora, que nos espera al final del camino.
Porque el valle de lágrimas bíblico, el valle de Baca, en el que los arbustos
de Galaad, al ser heridos, lloraban la sustancia aromática que era materia
prima para el bálsamo sanador de heridas, se tornó en manantial cuando la
lluvia llenó los estanques.7
Nuestra Señora del Valle |
El origen de la devoción
sevillana a la Virgen del Valle se remonta a la época de los visigodos, en el siglo VI, en vida de los cuatro hermanos santos que habían
venido de Cartagena: Leandro, Fulgencio, Florentina e Isidoro. Leandro regaló
una imagen mariana a Fulgencio, obispo de Astigi, y Florentina, que había
fundado allí un convento femenino –tal vez el primero– con la regla de san
Benito, le dio el título de Santa María del Valle, siguiendo una idea de
Isidoro. En el año 620, Isidoro escribió, a petición de Florentina, su Admonitio de Virtutibus collectio regularum
monasticarum et Sacrarum Dei Virginum, el primer tratado de normas para
conventos de mujeres. Y así Nuestra Señora del Valle recibió culto, quizá en
forma paralela, en Écija y en la iglesia de San Vicente de Sevilla. Luego, desaparecida
la imagen sevillana durante la dominación musulmana, se reanudó su culto tras
la conquista.8
El primer convento de
dominicas de Sevilla, el convento del Valle, fue fundado en 1403 junto a la
muralla oriental de la ciudad. Una viuda ecijana, madre de un niño pequeño,
había montado allí una hospedería. El niño se cayó en el pozo que había en el
patio y la madre rezó a la Virgen del Valle, que ya era patrona de Écija. Las
aguas subieron y el niño se salvó. Y la mujer donó la casa para construir el
monasterio.9
En este lugar se fundó en
1450 la hermandad de luz de la Santa Faz y Nuestra Señora de la Encarnación, que
se convirtió en penitencial en 1553, pasando a llamarse de la Santa Verónica y
Nuestra Señora del Valle. Más tarde se fusionó con la de la Coronación de Espinas.10 En 1567 llegaron al convento los franciscanos menores, que favorecieron a la
hermandad.11 Luego, el lugar fue utilizado como colegio y, cuando se cerró, la imagen de la Virgen del Valle gloriosa se fue, con las monjas, a un nueva residencia del Sagrado Corazón en la misma calle. Recientemente, al restaurarse la iglesia que fue del convento, las religiosas han devuelto la imagen de la Virgen gloriosa del Valle a su histórico altar junto a la muralla y los jardines del Valle. El lugar, felizmente recuperado, alberga en la actualidad a la hermandad de los Gitanos. Y la dolorosa del Valle reside hoy en la Anunciación y reina en el Jueves Santo tras la Coronación de Espinas y Jesús con la Cruz al Hombro.
El caso es que, como la
devoción sevillana a la Virgen del Valle responde al hecho de ser Sevilla la
capital del valle del Guadalquivir, en el que Écija es la “sartén”, viene a
resultar que tenemos aquí nuestro propio valle bíblico de lágrimas, que, como
ya sabemos, es valle de fertilidad, de salud y de esperanza –¿sería esta la
idea de los cuatro hermanos?–. Y así, si vemos en la calle de la candelería del
paso de palio la plasmación del valle de lágrimas, resulta que estamos viendo,
al mismo tiempo, la metáfora del valle del Guadalquivir. Bonito es, sin duda.
En tiempos de la
civilización tartésica, el mar llegaba hasta Caura (Coria del Río), que estaba a
orillas del lago Ligustino, en lo que era la desembocadura del río Tartessos, llamado
luego Betis y hoy Guadalquivir. El lago era la depresión del valle del río
entre las actuales Coria, Carmona y Villanueva del Río, circundado por las
cornisas del Aljarafe y de los Alcores. Al colmatarse la depresión, se formó la
campiña de profundos y fértiles suelos.12 Según poetas y geógrafos, en
Tartessos estaba el huerto que la diosa Hera tenía en Occidente, el Jardín de
las Hespérides, y en él las tres ninfas cuidaban manzanos con frutas doradas y
cantaban junto a las fuentes de ambrosía. El guardián, Ladón, como sabemos,
murió a manos de Hércules, que fundó Sevilla.13
María Santísima de la Esperanza Macarena |
María Santísima de la Soledad |
No creo que sea casual que
“valle” se escriba con la letra “V”. Porque la significación del valle es la
misma significación de la “V”. Esta vigésima letra del alfabeto latino, que representaba
en Roma el número 5, es seguramente el grafema más femenino. No hace falta que
me extienda más al respecto. En Israel, la letra Vav fue relacionada por los
cabalistas occidentales con el nombre hebreo de Dios: IHVH: Yavé.14
La “V” es símbolo alquímico
de la vasija, de convergencia y de radios gemelos,15 es vértice del
triángulo, que es parte inferior del sello de Salomón y que a su vez es símbolo alquímico del agua y alegoría
tradicional del principio femenino. En la mitología hindú, el triángulo que
apunta hacia abajo representa a Shakti,
el lado femenino de Dios, y, también, sin defecto de ello, a la madre
naturaleza.16
Alguien me dira: “La V es
la inicial de Venus”. Es verdad, pero también –y es lo que más nos interesa– es
la inicial de la Virgen. Y, ya que hemos visto que el valle es siempre elemento
de esperanza, ¿no nos llamará más la atención la amplia calle central de la candelería
de la Esperanza de Triana?, ¿y la ostensible “V” que se forma ante la Macarena?
Nuestra Señora de las Aguas |
Nada es casual.
1. Se recomienda leer el
anterior capítulo de esta serie.
2. Rodríguez Buzón,
Antonio. Primer verso del poema dedicado a la Virgen de Gracia y Esperanza,
recogido en un pequeño retablo cerámico en la calle Caballerizas.
3. De acuerdo con la Salve,
cuyo texto ha sido atribuido, entre otros, a san Bernardo.
4. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
5. Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños
6. Salmos 23:4
7. Salmos 84:6, Génesis 43:11, Jeremías 8:22;46:11;51:8. El arbusto
crecía abundantemente en Galaad y fue llamado así (Génesis 37:25; Ezequiel 27:17).
8. Mena Calvo, José María de. Todas las Vírgenes de Sevilla
9. Se recomienda leer el
capítulo 9 de la serie de este blog Sevilla
y las cruces de Calatrava, titulado Recogimiento
claustral y penitencia exaltada, buscando el cielo.
10. Carrero Rodríguez,
Juan. Anales de las cofradías sevillanas
11. Pérez Cano, María
Teresa. Patrimonio y ciudad: el sistema
de los conventos de clausura en el centro histórico de Sevilla
15. Cirlot, ob.cit.
16. Derrida, Jacques. La diseminación
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