sábado, 20 de abril de 2019

SÁBADO SANTO EN SOLEDAD

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La noche oscura de la Virgen tiene su más palmaria expresión en la Soledad, a partir del desmayo de María al pie de la cruz. (...) Según san Buenaventura, «las hermanas de Nuestra Señora le pusieron un velo, como viuda, cubriendo casi todo su rostro».
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Paso de  María Santísima
de la Soledad
En esta noche oscura, en esta vivencia de la Virgen entre la sepultura y la Resurrección, se basó el ejercicio piadoso servita de la hora de la Soledad. María, en su entrega absoluta y perfecta a la voluntad de Dios, en una Soledad fructífera que es fuente de vida, permaneció en interna contemplación mientras aguardaba la Resurrección. (...) La Virgen soportó su noche oscura, la culminación del camino del dolor, en Soledad, aunque estuviera acompañada por los discípulos del Hijo. Porque la Soledad de la Virgen es interior.
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En el tránsito del siglo XVI al XVII se impuso definitivamente la iconografía de la Dolorosa vestida con telas reales, vinculada a la devoción a la Virgen de la Soledad. La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, tenía en su oratorio un cuadro de la Virgen de la Soledad —devoción tra­dicional de la casa real francesa— orante al pie de la cruz. Se cuenta que los mínimos de Nuestra Señora de la Victoria de la Puerta del Sol de Madrid le pidieron permiso para encargar una escultura «vestidera», y la reina regaló la imagen al convento. La Virgen de la Soledad fue vestida con ropas de luto regaladas por la condesa viuda de Ureña, camarera mayor de la soberana. Y así nació con la Soledad una nueva tipología de Dolorosa, de inspiración francesa pero específicamente española, con saya blanca y manto negro.
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Del libro de Antonio Hernández Lázaro El paso de palio: la búsqueda, Editorial Almuzara, 2018, pp. 78, 79 y 154-155.



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