Un auto de fe general era un
acontecimiento en cualquier ciudad.
Vista del Centro Temático Castillo de San Jorge, sobre las ruinas del castillo de la Inquisición. Se aprecia la puerta de Barcas. |
Sevilla, la ciudad que había sido marco
de la gestación de la iniciativa inquisitorial, y en la que se habían instalado los primeros inquisidores, tuvo el honor de ser la primera ciudad de España en celebrar un auto de fe.
Los autos de fe generales que se celebraron en Sevilla tuvieron toda la solemnidad y el tremendismo pretendidos, a fin de provocar en el
pueblo la mayor devoción y el mayor terror al mismo tiempo. Se promovía a
ultranza el temor de Dios.
El Castillo de La Inquisición en Triana (Sevilla) y la Torre del Oro. Aguafuerte de Meunier (1165-1168) www.personal.us.es. |
Existieron también los autos de fe
particulares, sin asistencia de autoridades civiles ni público. La mayoría de
ellos se celebraron en Santa Ana mientras la Inquisición tuvo su sede en el
castillo. Cuando se requería más solemnidad se usaba San Pablo el Real, y
cuando se hundió el crucero del convento dominico se utilizó la Casa Grande de
San Francisco. Durante el tiempo que la Inquisición estuvo en la casa de los
Tavera, los autos de fe se celebraron en San Marcos. También hubo autos en San
Vicente. Y estaban además los autillos, en los que se despachaban uno o dos
reos con mínima publicidad, en las capillas propias, como la de San Jorge en el
castillo.1
Pero centrémonos en los autos de fe
generales, que, por su carácter público y por la implicación del poder civil –y
aun del poder real–, han pasado a la Historia como el testimonio más elocuente
de la operativa del Santo Oficio. Se convocaban incluso con un mes de
antelación. Hay que tener en cuenta que la organización tenía que contar con
los fondos suficientes para que el desarrollo del evento tuviera la necesaria dignidad
y magnificencia. Un auto de fe general tenía un presupuesto importante. Y
despertaba una gran expectación. Ya tres o cuatro días antes del auto, empezaba
a llenarse la ciudad de forasteros interesados. Se podría decir que se cubría
el 100% de la oferta de plazas de hostelería (léase “posadas”). Los últimos en
llegar tenían que buscar acomodo en el campo.2
En el castillo de San Jorge, la
víspera del auto, cerca del anochecer, se agrupaban por géneros los reos
condenados a penas inferiores, en dependencias separadas. A los condenados a
muerte, en celdas individuales, se les anunciaba su destino fatal y, por
supuesto, se les invitaba a confesarse. Con los últimos resultados, se
elaboraba la lista definitiva para el día siguiente.3
Azulejos relacionados con los colgaderos del matadero municipal, entre los que está el de la Inquisición. Museo de la Cerámica |
Ese mismo día, antesala del gran
acontecimiento, se organizaba la procesión de la Cruz Verde. Los cofrades de la
Vera Cruz recogían de los dominicos la cruz verde con su velo negro para
trasladarla al altar reservado para el auto. La Inquisición tenía el verde como
color corporativo, porque era el color que simbolizaba la esperanza prevenida
en la firmeza de la fe. El velo negro que cubría la cruz era señal de luto
melancólico, duelo maternal de la Iglesia por la pérdida espiritual de sus
hijos extraviados. En la procesión iba también el estandarte del Santo Oficio,
llevado por un ciudadano distinguido. Y tras él iban los familiares, comisarios
y notarios de la Inquisición, y los representantes del clero regular y secular.
Estandarte de la Inquisición. Siglo XVII. Familia Palomares |
Una vez en el altar del lugar donde acontecería el auto, la cruz y el
estandarte eran escoltados toda la noche por frailes y curas, que no paraban de
decir misas ante los familiares y monjas asistentes, bajo la protección de un
destacamento de soldados.4
Pero, además, en toda la ciudad
había procesiones por la exaltación de la Iglesia católica y la conversión de
los reos, organizadas por órdenes, congregaciones, parroquias y cofradías. Entre
estas procesiones era significada la presencia de la Compañía de Jesús y de los
Niños de la Doctrina, siempre con sus candelas y encabezadas por una cruz.5
Momentos antes del amanecer del día
del auto, el castillo y sus alrededores eran un hormiguero humano. En el patio
se formaba la comitiva, portando ya los reos su sambenito y, en su caso, la
coroza, en forma de mitra, o el capirote cónico, que distinguía a los herejes
convictos. Se me figura que en Sevilla se utilizó de forma general el capirote,
que habría perdurado hasta la actualidad como signo de autoinculpación cofrade.
Por su parte, el sambenito era una especie de escapulario grande, un paño
rectangular con un agujero para la cabeza, que, una vez puesto, llegaba hasta
poco más debajo de la cintura por delante y por detrás.
Sambenitos según los delitos y las penas |
Esta vestimenta infamante
del reo, bendecida para el auto de fe, podía tener más o menos adornos, según
la gravedad de los delitos y las penas. Los acusados a penas inferiores
llevaban sambenito sin adornos y los reconciliados de levi o de vehementi lo llevaban con media cruz
o cruz completa de San Andrés –no podía ser que los condenados llevaran la cruz
de Cristo–. Los condenados tenían dibujadas llamas en el sambenito y en el
capirote, indicando que el reo sería relajado al brazo secular, y ajusticiado
por el poder civil, de tal manera que la Inquisición no se manchaba las manos
de sangre. Había que distinguir: los condenados arrepentidos llevaban las
llamas hacia abajo y los impenitentes las llevaban hacia arriba. Podía haber
más dibujos en el sambenito, como diablillos o incluso una cabeza entre llamas,
que muchos consideran que era representación del dios romano Jano, en su faceta
de dios cornudo. Y el atuendo podía presentar otros detalles, como una soga al
cuello, si el reo estaba destinado a las galeras del rey, o también rosarios,
mordazas…6
Puerta de Barcas del castillo de San Jorge, vista desde el interior |
Para abandonar el castillo de San
Jorge, la procesión utilizaría
seguramente la puerta de Barcas, entrada principal de la fortaleza y acceso
directo desde esta al paseo de ribera y al puente. Encabezaban esta procesión de la ignominia los maceros de la ciudad junto con los pertigueros eclesiásticos, con la cruz parroquial de Santa Ana, aunque, siguiendo la normalidad general en España, abrirían camino los “soldados de la zarza”, en referencia a la Cruz Blanca o “de la zarza”,
que tenía ramas de leña, como símbolo de la hoguera, y que era usada a estos efectos de forma general en España. La cruz parroquial de Santa Ana habría sido, por tanto, la cruz de la zarza en Sevilla.7 Es curiosa la simbología de la zarza, que representa la pureza virginal que se consume al arder (la única excepción a esto es la manifestación divina que presenció Moisés). Así que esta cruz blanca, que luego continuaría hasta el quemadero, era señal de bondad vinculada al fuego. No olvidemos que el blanco del hábito dominico es símbolo de la pureza del alma.8
Detrás iba el clero, seguido por los reos con letreros indicativos de su identidad y del delito, empezando por los monigotes de los fugitivos o fallecidos, que serían ejecutados en efigie. Lógicamente iban también en este tramo los huesos de los fallecidos en baúles con llamas pintadas. Tras las estatuas iban los penitentes descalzos, a cara descubierta, con sus sambenitos, sus capirotes en su caso, y sus cirios. Tras los condenados desfilaban los legajos de los procesos. Marchaban también los familiares y, finalmente, la presidencia formada por los inquisidores, el juez ordinario, el fiscal y los otros cargos.9
Detrás iba el clero, seguido por los reos con letreros indicativos de su identidad y del delito, empezando por los monigotes de los fugitivos o fallecidos, que serían ejecutados en efigie. Lógicamente iban también en este tramo los huesos de los fallecidos en baúles con llamas pintadas. Tras las estatuas iban los penitentes descalzos, a cara descubierta, con sus sambenitos, sus capirotes en su caso, y sus cirios. Tras los condenados desfilaban los legajos de los procesos. Marchaban también los familiares y, finalmente, la presidencia formada por los inquisidores, el juez ordinario, el fiscal y los otros cargos.9
El pueblo seguía en masa toda esta
macabra y ejemplarizante parafernalia con devoción y apasionamiento. Para el
puente de barcas era una prueba de resistencia. En el Arenal se montaban
andamios, que se llenaban de público. Se comerciaba con los balcones. Era
normal, porque se ofrecían indulgencias. Y además, al que no asistía se le
empezaba a mirar como sospechoso. Por otra parte, para los allegados de un
condenado, era la ocasión de comprobar si aquel pariente que desapareció seguía
aún vivo, aunque fuera por poco tiempo, y qué sambenito llevaba. Y luego
estaban los que satisfacían su venganza. En todo caso, estaba prohibido hablar
con los penitentes, e incluso hacerles señas. Incluso se prohibió, a partir de
1559, tomar notas.10
Fragmento del plano de Olavide, con el castillo en el ángulo inferior izquierdo y la plaza de San Francisco en la zona superior |
La procesión entraba en la ciudad
por la puerta de Triana. En la primera época, la más furibunda, enfilaba la
calle de Pajería (actual Zaragoza), pasando ante la casa que había sido prioral
de la Orden del Temple y que entre 1576 y 1586 sería convento de carmelitas
descalzas. La zona de la Pajería, que había sido compás templario, era
estratégica, con casas pertenecientes al cabildo o a miembros del mismo, muchas
de ellas dedicadas al oficio de la mancebía. Allí estuvo también, desde 1587,
el hospicio de las “niñas huérfanas y desamparadas” que fundara el maestro
provincial dominico fray Diego Calahorrano. Y allí tuvo la Compañía de Jesús su
segunda casa pía, que se llamó del Dulce Nombre.11 La comitiva continuaba
hasta el arquillo de Atocha, para continuar por Tintores (hoy Joaquín Guichot), bordear la Casa Grande de San Francisco y desembocar en la plaza del mismo
nombre.12
En 1703 se celebró un auto de fe
particular en el convento Casa Grande de San Francisco. Aun siendo particular,
tuvo una gran relevancia. Para llegar al lugar del auto, la comitiva siguió en
línea recta tras franquear la puerta de Triana, por la calle de la Magdalena
(hoy San Pablo), y por Colcheros (hoy Tetuán), Cruz del Negro (tramo oriental
de Albareda) y Manteros (hoy General Polavieja). Sin duda se quería pasar por
delante del nuevo edificio del convento de San Pablo el Real, flamante y
grandioso. Tal vez ello sirviera de inspiración directa a Lucas Valdés para
pintar el fresco del suplicio de Diego Duro.13
En cuanto la severa y fatal
procesión de la Cruz Blanca llegaba al lugar preparado la procesión, los
inquisidores y las autoridades ocupaban sus lugares reservados. Y daba comienzo
el auto de fe.
1. Llorente. Historia crítica de la inquisición de España. También El Auto de fe (www.gabrielbernat.es)
2. Eslava Galán, Juan. Historias de la Inquisición
3. González Montano (de Montes),
Reinaldo. Artes de la Inquisición
Española. Se especula con que este nombre de autor fuera en realidad un
seudónimo de algún fraile huido de San Isidoro del Campo, probablemente
Casiodoro de Reina, el traductor de la Biblia del Oso.
4. Pérez, Joseph. Breve Historia de la Inquisición en España
5. Ibíd. 2
6. Kamen, Henry. La Inquisición Española. Una revisión
histórica. También, El Auto de fe (www.gabrielbernat.es)
7. Maqueda Abreu, Consuelo. El auto de fe
8. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
9. Ibíd. 4. También, Escudero, José Antonio. Estudios sobre la Inquisición
8. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
9. Ibíd. 4. También, Escudero, José Antonio. Estudios sobre la Inquisición
10. Zamora, Gaspar de. MDLIX: Este año no se predicó bula de
cruzada, pero hizo la inquisición un solemníssimo auto contra los enemigos de
la (fe), citado en artículo Recorrido
histórico: Auto de Fe por las calles de Sevilla (www.edc.evidenciasdelcristianismo.com)
11. Se recomienda leer la serie de
este blog La casa de la Pajería y sus
circunstancias
12. Recorrido histórico: Auto de Fe por las calles de Sevilla (www.edc.evidenciasdelcristianismo.com)
13. González de Caldas, Victoria. ¿Judíos o cristianos?: el proceso de fe
Sancta Inquisitio. Citado en artículo Recorrido
histórico: Auto de Fe por las calles de Sevilla (www.edc.evidenciasdelcristianismo.com).
Se recomienda leer el artículo 16 de esta serie, titulado Administrando la justicia de Dios y la devoción a su Madre.
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