De
una forma o de otra, muchas hermandades del Rosario han llegado a nuestros
días: San Jacinto, San Julián, el Salvador, San Pedro, San Vicente, Santa
Catalina, San Andrés, los Humeros, Dos de Mayo… Y hay nuevas hermandades como
las del Barrio León o San Jerónimo. Y también en muchos pueblos de la
provincia la Virgen del Rosario es patrona o titular de una cofradía.1
Detalle de fachada de la calle San Vicente |
La devoción está tan viva en Sevilla, y es tan popular, que incluso vemos en la calle San Vicente un retablo de la Virgen del Rosario como patrona de una casa.
En Triana pervive la hermandad de Madre de Dios del Rosario, de la parroquia de Santa Ana, que creció gracias a las misiones jesuíticas de 1679. Tuvo un pleito con los dominicos de San Jacinto por la advocación y se vio obligada a cambiar el nombre de su titular por el de Madre de Dios. En 1750 fue reconocida como ilustre. Hoy, la reorganizada Antigua Archicofradía, Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de la Madre de Dios del Rosario Patrona de Capataces y Costaleros, es una verdadera institución de gloria mariana en el barrio y en Sevilla toda.2
Balcón de la casa de hermandad del la Macarena par la procesión de la Virgen del Rosario |
La hermandad del Rosario de la Macarena remonta sus orígenes al año 1702 en la parroquia de San Gil. Se rigió al principio por las reglas de la hermandad del Rosario de Santa Catalina, aunque tuvo licencia del prior del convento dominico de San Pablo el Real, a cuya primitiva hermandad rosariana estaban agregados los hermanos de San Gil. Entre 1790 y 1793, con estatutos aprobados, se agregó, por disposición del Consejo de Castilla, a la hermandad de la Macarena. La imagen de la Virgen, que estuvo en el altar mayor de San Gil, está atribuida a Duque Cornejo (1677-1757), aunque el Niño Jesús es anterior, de las primeras décadas del XVI. Hoy, la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora del Santo Rosario, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena mantiene como una de sus banderas la devoción a su titular del Rosario, dedicándole el mes de octubre, el mes que es rosariano por ser el de la victoria de Lepanto.3
Detalle de la bambalina frontal del palio de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos |
La
devoción a la Virgen del Rosario, inicialmente gloriosa, ha dado origen en la
ciudad, como es natural, a una advocación penitencial, identificada únicamente,
hasta no hace mucho, con la cofradía de Monte-Sión. Después de todo, también hay
misterios dolorosos. Sin duda, la titularidad de la advocación es un triunfo de
esta hermandad, que siglos atrás tuvo que renunciar a ella tras la consabida
controversia con los muy importantes predicadores de San Pablo el Real.4 Pero la Pontificia, Real, Ilustre y Antigua Hermandad Dominica y Archicofradía
de Nazarenos de la Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto,
Santísimo Cristo de la Salud, María Santísima del Rosario en sus Misterios
Dolorosos Coronada y Santo Domingo de Guzmán,5 la cofradía que llegó al
antiguo convento dominico de la calle de la Feria procedente quizá de la ermita
de Belén, junto a donde había estado el convento de Calatrava, ha mantenido la
fidelidad con el ideario del santo Guzmán, por encima de todo. Y la Virgen del
palio de encaje y del manto blanco fruncido, la que sigue a la Oración en el
Huerto, la que escucha cada Jueves Santo la música del tintineo de los rosarios
que cuelgan de los varales del palio, ha cuidado en solitario la llama
penitencial de la devoción rosariana en Sevilla.6
Paso de Nuestra Señora del Rosario Doloroso, del Polígono de San Pablo, con el manto cedido por la hermandad de la Macarena, como salió por primera vez el Lunes Santo, en 2008 |
Así
ha sido hasta que ha venido a completar el Lunes Santo la Fervorosa y
Trinitaria Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de
Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, Nuestra Señora del Rosario Doloroso,
San Juan de Mata y San Ignacio de Loyola, del polígono residencial que lleva el
nombre del mismo santo que se cayó del caballo, el santo al que dedicaron los
dominicos su primer convento sevillano.7
Y
está también ahí la Agrupación Parroquial del Santísimo Sacramento, Nuestro
Padre Jesús de la Esperanza en el Puente del Cedrón, María Santísima del
Rosario, Virgen de la Medalla Milagrosa y San Juan Evangelista.8
Despedimos
ya las cruces de Calatrava dominicas sevillanas. Y lo hacemos en Semana Santa,
porque las encontramos cuando contemplamos frente a frente dos pasos de palio
de transparentes bambalinas, cercanos entre sí en el tiempo y en el espacio: el
de Monte-Sión, cuyo nombre es referencia de Tierra Santa y cuyos nazarenos
llevan en homenaje a santo Domingo el blanco matizado de sus túnicas junto al negro de sus antifaces, y el
de la Macarena, de la hermandad fundada por hortelanos que tomó el nombre del
arrabal más antiguo de Sevilla, que ya existía en tiempos romanos como finca de
Macario.9
La
Semana Santa es el momento de la fe en la Resurrección de Cristo, que es también
la resurrección de todos; es la hora de la convicción en la regeneración,
porque es la fiesta de la “expulsión anual de los demonios, enfermedades y
pecados”; es la ceremonia anual de la renovación, incluso cósmica, del ciclo de
la vida; es el tiempo de la fertilidad de la tierra, de la fecundidad de las
huertas, de las flores de los jardines; es la ocasión de confiar en la
cosmogonía que vence cada año al caos y de esperar, en definitiva, un mundo
mejor, una nueva existencia con “virtualidades vírgenes”. Si para toda cultura
agrícola la mujer es encarnación de la vida, para Sevilla esta simbología es
reforzada, en su dimensión cristiana, por la Virgen María, que representa los
aspectos más esperanzados del catolicismo en general y de la religiosidad
sevillana en particular. El marianismo de Sevilla tiene sin duda fundamentos
ancestrales, sin defecto de que celebremos los episodios históricos que le han
dado forma.10 Y el paso de palio, trono itinerante de María y cueva
luminosa, es imagen de la exaltación de la naturaleza que eclosiona en el
equinoccio, victoria de la primavera sobre el invierno, de la luz sobre las
sombras, del día sobre la noche; y es plasmación platónica del Paraíso y umbral
del Cielo para el cristiano, porque retrata la victoria de la gracia sobre los
pecados, que van delante con Cristo porque Él quiso cargar con ellos. En
conclusión, la Virgen bajo palio anuncia la gloria tras la Pasión y la Muerte.11
Detalle de la bambalina frontal del paslio de María Santísima de la Esperanza Macarena |
Resulta
que cerramos la serie hablando de la Macarena. Está bien, porque la Macarena
tiene la aureola de ser la Esperanza de Sevilla. Acaso, algún mandato superior
obliga a pregoneros y cronistas, a artistas y filósofos, a culminar cualquier
obra con una referencia, una evocación, una dedicatoria, una exaltación, un
poema, una oración a la Macarena… ¿Será por ser la Macarena paradigma de la
Virgen dolorosa sevillana, aunque, a diferencia de todas las demás, parece esbozar
ya una sonrisa? ¿Será precisamente por la sonrisa? ¿Será porque sale –cuando entra
la Virgen del Rosario de Monte-Sión– con las tinieblas de la madrugada y se
recoge, tras una nueva aurora, en la arcaica huerta, ya con el triunfo del día,
en nuevas horas en las que ya luce esplendorosa la nueva estación, con su
fuerza y su sensualidad?12 ¿Será tal vez porque la Macarena suspende a su
paso el tiempo de la historia y nos proyecta in illo tempore, restaurando
un tiempo puro y primordial? Será sin duda por todo ello y por mucho más,
porque, como ya hemos visto, la Macarena es arquetipo de la eterna expectación,
del eterno anhelo,… de la esperanza en el eterno retorno de la primavera.13
1.
Romero Mensaque, Carlos José. Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org). También del mismo autor y en
la misma web, Génesis de la Devoción. Los Rosarios Públicos. Historia de la
Devoción
3.
www.hermandaddelamacarena.es. Se recomienda leer el capítulo
16 de esta serie, titulado Administrando la justicia de Dios y la devoción a
su Madre.
4.
Ibíd. 1
6.
Se recomienda leer los capítulos anteriores de esta serie, Y especialmente el
capítulo 23, titulado El alma del Rosario, el emblema del predicador y la
encomienda del Bautista.
10.
Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno
11.
Moreno Navarro, Isidoro. La Semana Santa de Sevilla. Del mismo autor, Las
cofradías sevillanas en la época contemporánea. Una aproximación antropológica,
en Las cofradías de Sevilla. Historia, antropología, arte
12. Ibíd. 11
13. Ibíd. 10
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