miércoles, 11 de marzo de 2015

LA CUEVA LUMINOSA (3: LA CALLE DE LA AMARGURA)

No me cansaré de insistir en algo que, aunque sea una obviedad, me suscita siempre una reflexión: el paso de Cristo y el paso de palio son distintos.

El primero describe un momento evangélico determinado; lo contemplemos desde donde lo contemplemos, nos da, aunque desde distintos puntos de vista, una única imagen, provocándonos una fuerte y rica emoción, categórica y determinante. Puede definirse, por tanto, sin ningún problema, como un paso narrativo.

Pero ¿el paso de palio es narrativo? Tiene, sin duda, un punto narrativo, porque la Virgen, ciertamente, aparece llorando, como Dolorosa, igual que la vemos al pie de la cruz en los pasos de misterio. Pero es evidente que el paso de palio tiene otra intención, otro espíritu: es esencialmente descriptivo, porque describe un compendio de conceptos por medio de símbolos, de tal manera que los conceptos, siguiendo la lógica barroca, hay que adivinarlos tras los símbolos. Por eso, nos ofrece diferentes emociones, según el ángulo de visión. La vista frontal es fundamental, como sabemos, y, cuando contemplamos a Nuestra Señora de frente, es como si estuviéramos en el pórtico de su cueva sagrada. Pero luego, cuando el paso se levanta y nos echamos a un lado para verlo pasar, todo cambia: ahora se nos figura más evangélica, más histórica, la imagen de la Madre, porque la estamos viendo ir, marchar, andar tras Jesús. Y es aquí cuando el paso de palio, sin menoscabo de su valor descriptivo, cobra valor narrativo. En conclusión: la simbología descriptiva del paso de palio es tan rica que incluye la significación narrativa de la “Calle de la Amargura”. Recordemos, de paso, que el concepto de Amargura está inspirado en las palabras de Noemí, por la pérdida de su esposo y sus hijos: “No me llaméis Noemí, llamadme Mara, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura”, razón por la cual se considera a Noemí como una figura precursora de la Virgen María.1

El Pasmo de Sicilia,
Rafael Sanzio, óleo sobre lienzo.
Museo del Prado

San Lucas es el único evangelista que menciona que seguían a Cristo mujeres camino del Calvario.2 Pero el episodio del encuentro de Jesús con su Madre, en compañía también de las tres Marías (representado en el paso de misterio de la hermandad de la Misión, que sale el Viernes de Dolores, previo a la Semana Santa), nos remite al evangelio apócrifo de Nicodemo, también llamado Hechos de Pilatos (Acta Pilati), en el que el episodio está explícitamente recogido: Juan decidió avisar a la Virgen cuando Cristo salió del pretorio con la cruz sobre los hombros, y se fueron ambos, junto con las Marías a seguir el cortejo de los condenados. La Virgen, transida de dolor, preguntó a Juan cuál de los tres reos era Jesús, y Juan lo señaló: “El de la corona de espinas”. María “cayó desmayada hacia atrás y estuvo bastante tiempo en el suelo” y “cuando se reanimó, comenzó a prorrumpir una serie de estremecedoras exclamaciones y a golpear su pecho”. Los judíos quisieron alejarla, pero María siguió.3

El acontecimiento habría tenido lugar a los ciento cuarenta y un pasos desde el inicio de la Vía Dolorosa (ochenta pasos hasta la primera caída y sesenta y un pasos más hasta el encuentro con María, Juan y las mujeres). Desde allí había otros sesenta y dos pasos hasta el Calvario.4 El lugar fue denominado del Pasmo de la Bienaventurada Virgen. Santa Elena, la madre de Constantino, levantó allí la iglesia de la Virgen del Temblor o del Pasmo.5 La escena se incluyó como cuarta estación del antiguo Viacrucis, antes de la reforma de Juan Pablo II en 1991: los Dolores de Nuestra Señora, y la figura fue luego recogida por otros teólogos y místicos como san Alfonso María de Liborio.6

Croquis de la Vía Dolorosa, en Jerusalén
www.sacred-destinations.com
A principios del siglo XIII ya comenzó a conmemorarse el Pasmo, Espasmo o Martirio de la Virgen María. Para el dominico Álvaro de Córdoba, que inspiró el Viacrucis en Andalucía casi un siglo antes del viaje de Fadrique Enríquez de Ribera,7 la iconografía de la Virgen Dolorosa está ligada precisamente a la Vía Dolorosa.8 Fueron los franciscanos, y luego los servitas, ya en 1667, quienes difundieron las advocaciones de la Vía Dolorosa propuestas dentro del cuerpo de la obra considerada del Pseudo-Buenaventura, de alrededor del año 1300. Como ramas del tronco de la advocación de los Dolores, establecida en la baja Edad Media y aceptada como fiesta oficial en 1423,9 se generaron otros títulos, como el Mayor Dolor, por ser el primer impacto recibido por la Virgen en relación con la Pasión, o el Traspaso,10 identificado con el cuarto de los siete dolores profetizados por Simeón,11 además del propio de la Amargura.

Portada de
Hierosolymitana Peregrinatio
El príncipe polaco Radzivili, peregrino en 1583, localizó dónde había estado la iglesia erigida en el lugar del encuentro, “a mano derecha”. Su obra se tradujo al latín por Tomás Tretero, que la tituló Hierosolymitana Peregrinatio, y se publicó en Amberes en 1614.12 La Virgen del Pasmo fue considerada abogada de los niños que sufrían espasmos o alferecía (el espasmo del sollozo) y, por extensión, de todas las enfermedades de la infancia.13

El humanismo había casado el sentido de los mendicantes y el espíritu renacentista. Rafael Sanzio había pintado en 1515 La caída en la subida al Calvario, cuadro conocido como El Pasmo de Sicilia por haber sido encargado por los olivetinos para el convento de Santa María dello Spasmo de Palermo, en el monte Olivete. El cuadro permanecería en el convento hasta que se hizo con él Felipe IV de España, convirtiéndose en favorito de las colecciones reales, e influyendo en el arte español y, concretamente, en la iconografía sevillana.14

En 1570, las reglas de la hermandad del Santo Poder y Traspaso de Nuestra Señora y Honra de San Juan Evangelista recogían el paso de la Virgen del Traspaso en brazos de san Juan,15 aunque, según parece, sin palio. Era claramente una figuración del misterio del Pasmo.

A finales del siglo XVI había quedado definido el paso de palio hispalense, aunque los primeros pasos eran relativamente pequeños. El influjo de Trento, impulsor del culto a la Virgen, de las imágenes y de las procesiones, fue también un factor favorable para el crecimiento de la manifestación de fe de la Semana Santa, tal y como la entendemos aquí. Y lo fue especialmente en Sevilla, donde la Iglesia necesitaba una acción contrarreformista potente, por la importancia del foco protestante que se había desarrollado en la ciudad. El Concilio de Trento promovió la inclusión de san Juan en los pasos de palio, pero proscribió la advocación del Pasmo.16 Se impuso la tesis de la Madre incólume, y con ella se impusieron las otras advocaciones.

María Santísima de la Amargura,
con san Juan Evangelista
www.lahornacina.com
No sé si es casualidad, pero tuvo la Amargura
un manto que, tras incendiarse, se vendió a
la hermandad del Amor y que hoy
pertenece a la cofradía de Jesús Nazareno
y María Santísima del Pasmo de
Bollullos Par del Condado (Huelva)

www.asanziii.blogspot.com.es
La imagen de san Juan de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, obra de Juan de Mesa, en 1620, es la más antigua de las conservadas en un paso de palio. Incluso cabe deducir que, al crecer de tamaño los pasos de palio, pudieron integrar la figura de san Juan Evangelista, imprescindible para el simulacro de la Calle de la Amargura. En la hermandad del Silencio, el Evangelista ya era titular en las reglas de 1356, aunque un grabado de 1611 está la Virgen sola. Pero, poco después, quedó ya fijada la iconografía de san Juan, al estilo de Felipe IV, con su perilla y bigote, que se desarrolló hasta el siglo XVIII, culminando en el amable “Juanillo el de la Palma”, como lo llamó Núñez de Herrera.17

La Virgen con san Juan y las Marías camino del Calvario
Valdés Leal, óleo sobre lienzo.
Museo de Bellas Artes

Sevilla siempre ha entendido el pasaje en toda su significación. Ahí está el cuadro de Valdés Leal del Museo de Bellas Artes, pintado, junto con otros momentos (pasos) de la Pasión, entre 1656 y 1659, al parecer por encargo de un particular.18

Y ahí está el paso de palio, descriptivo pero con un valor narrativo, donde vemos a veces a María generalmente con el pecho atravesado por un simbólico puñal y, en señalados casos, acompañada del joven discípulo. Así está la Virgen de la Amargura, tras el Desprecio de Herodes. Así la vemos andar también tras Jesús Despojado y tras Jesús ante Anás. Y atendemos también a la sacra conversación de la Virgen del Sol con Juan y la Magdalena, que recupera una iconografía que se había perdido.19

María Santísima de
la Concepción
Pues bien, este sentido narrativo, evangélico, es patente, sobre todo, en las representaciones en las que los dos pasos, el de Cristo y el de palio escenifican la Calle de la Amargura, porque en ellos toda la cofradía es comitiva y todo el pueblo sevillano es pueblo de Jerusalén, la estación de penitencia se convierte en simulacro de la Vía Dolorosa y todas las calles de la ciudad son las calles de la Amargura. Se alcanza así la máxima excelsitud en la escenificación: Cristo va delante, en su paso, cargando con la cruz; la Virgen María, su madre, va detrás, con san Juan Evangelista, transida de amargo dolor y honda amargura, a duras penas recuperada del pasmo. Así lo sentimos al despedir el Jueves Santo, con el Señor de Pasión y la Virgen de la Merced, y al comenzar la madrugada del Viernes Santo, con el Nazareno del Silencio y la Virgen de la Concepción, que lleva el pasmo retratado en su cara. Y, sobre todo, con el Gran Poder y la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, de la hermandad que ya daba culto a María en los brazos de san Juan en el siglo XVI y que sigue siendo en el XXI exponente de la máxima coherencia nazarena.

María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso,
acompañada de san Juan Evangelista


1. Rut, 1, 20
2. Evangelio de san Lucas, 23, 27-31
3. Nicodemo. Acta Pilati según Tischendorf, Constantin von. Recesión B, X 1. También recogida en www.lagubiayeltas.us
4. Abades, Jesús y Cabaco, Sergio. Vía Dolorosa. La iconografía penitencial de la Virgen de la Amargura en Andalucía
5. Jiménez Rodríguez, Javier. El pasmo, una singular devoción mariana (www.cofrades.sevilla.abc.es)
7. Se recomienda leer en este blog el capítulo 9 de la serie Sevilla y las cruces de Calatrava, titulado Recogimiento claustral y penitencia exaltada, buscando el Cielo, y el capítulo 6 de la serie Sevilla salomónica, titulado Desde Sevilla a Jerusalén… y al Cielo.
8. González Gómez, Juan Miguel y Roda Peña, José. Imagineros e imágenes de la Semana Santa sevillana, dentro de la obra Las cofradías de Sevilla en la modernidad
9. Pseudo-Bonaventura es el nombre dado de forma genérica a los autores de unas cuantas obras devocionales que en su época se creyó que eran obra de san Buenaventura (www.es.wikipedia.org). También www.contrapasmo.blogspot.com.es
10. Abades, Jesús. La devoción a la Virgen de los Dolores a través de las cofradías de penitencia (www.lahornacina.com)
11. Evangelio de san Lucas, 2, 35. El primer dolor es la propia profecía en el momento de la Presentación, el segundo es la huida a Egipto, el tercero es la pérdida de Jesús en el Templo, el cuarto es el encuentro en la Calle de la Amargura, el quinto es la muerte de Jesús, el sexto es el descendimiento y el séptimo es el entierro (www.es.wikipedia.org).
12. Radzivili, Nicolás Cristóbal. Hierosolymitana Peregrinatio
14. Brown, J. El Triunfo de la Pintura, citado en El Pasmo de Sicilia (www.es.wikipedia.org)
15. Serrano Ortega, Manuel Noticia histórica-artística de la sagrada imagen de Jesús Nazareno, que con el título del Gran Poder se venera en su capilla de San Lorenzo de esta ciudad
16. Roldán, Manuel Jesús. San Juan Evangelista en la Semana Santa de Sevilla (www.sevilla.abc.es)
17. Carrero Rodríguez, Juan. Anales de las Cofradías sevillanas
19. Carrero, ob.cit.


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