miércoles, 25 de junio de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (3: A LAS PUERTAS DE LA NUEVA JERUSALÉN)

La descomposición de Al Andalus propició las campañas de Reconquista.

Los calatravos, con Fernando III, tomaron parte como fuerza de choque en Baeza. En 1225, en virtud de un pacto, el emir de Baeza, Al-Bayyasi, entregó Martos a Fernando III y tres años más tarde el rey la entregó a la Orden de Calatrava, que hizo de la localidad una importante base para las campañas de Andalucía, dotada incluso de un hospital calatravo permanente.1

Fachada de la iglesia calatrava de Santa Marta, en Martos (Jaén)
Durante tres siglos y medio, Martos fue un importante bastión de la orden frente al reino nazarí de Granada, y las encomiendas de Martos y de la Peña de Martos fueron plazas fuertes calatravas en tierra andaluza.2 Tendremos ocasión de volver a Martos y a su Peña en una próxima entrega, para contar la historia de los hermanos Carvajales, que eran templarios y luego fueron calatravos tras la suspensión del Temple en 1312, y que murieron despeñados en una jaula con pinchos, emplazando antes a Fernando IV a comparecer en treinta días naturales ante Dios.3

El autor, ante la Lápida templaria
de Arjona (Jaén)
Cruz de Calatrava representativa
de Porcuna en Martos (Jaén),
junto al Santuario de las
Sagradas Reliquias
Calatrava recibió también, en reconocimiento a sus méritos militares, Alcaudete, Arjona, Porcuna y Víboras, también de la actual provincia de Jaén. Cuenta la leyenda que los calatravos, junto con los templarios, buscaron en el alcázar de Arjona y en el castillo de Víboras la “Mesa de Salomón”, que habría llegado al Santo Reino desde el Sancta Sanctorum del destruido Templo de Jerusalén. En el ayuntamiento de Arjona se expone la “Lápida templaria”, elaborada por la logia masónica de los “Doce Apóstoles” y oculta durante años en la cripta del barón de Velasco, en dicha localidad. La lápida sería una reproducción del mandala contenido en la “Mesa de Salomón”, escondiendo el Shem Shemaforash, el verdadero y oculto nombre de Dios.4

La Orden de Calatrava se convirtió en un poderoso ejército que conquistó numerosas fortalezas, tomó parte en la rendición de Jaén y Córdoba, y recibió importante donaciones, llegando a ser una fuerte potencia económica. Sus caballeros estuvieron siempre en vanguardia y sus maestres se convirtieron en verdaderos príncipes, como ya lo eran los grandes maestres templarios y hospitalarios. El maestre de Calatrava, junto con el de la Orden de Uclés (la que después sería llamada Orden de Santiago), siempre aparecía en primer término en las decisiones militares. Los reyes tenían un sitio para la orden en sus consejos y los papas la llamaban a concilio.5

En cuanto a la Orden de Alcántara, tras la conquista de Córdoba en 1236, recibió Benquerencia y Esparragal, aunque esta última plaza había sido conquistada por los templarios.

Fue a raíz de ganarse sorprendentemente Córdoba cuando Fernando III reunió a sus capitanes y a los maestres de las órdenes, decidiéndose dirigirse a la conquista de Sevilla, posiblemente la ciudad de mayor población de Europa, considerada un objetivo clave: una vez conquistada Sevilla, las demás poblaciones se conquistarían sin mayor esfuerzo y la cruzada del sur podría darse prácticamente por finalizada. El papa Inocencio IV ordenó en una bula que un tercio de los impuestos se dedicara a financiar la campaña, lo que no solo era muestra del poderío de la Iglesia sino también de la importancia del proyecto de la cruzada hispana.6

En 1246, el rey mandó a Jerez una embajada con el maestre de Calatrava, el rey de Granada y el infante Enrique.7

En la primavera de 1247, un contingente cristiano con presencia de los reinos hispanos y una importante participación extranjera –como la cruzada que era– se concentró en Córdoba, mientras la primera flota naval española, integrada por quince naos y cinco galeras construidas en Cantabria, al mando del almirante Ramón de Bonifaz y Camargo, rodeaba Portugal hacia la desembocadura del Guadalquivir.8

Recreación de Alcalá del Río, junto a los retos de la
muralla de la localidad
El contingente de tierra, con las órdenes militares en vanguardia, avanzó por las localidades ribereñas (Lora del Río, Alcolea del Río, Reina, Constantina, Setefilla, Tocina, Guillena, Gerena y Cantillana), hasta conquistar Alcalá del Río.La opulenta Isbiliya almohade estaba al alcance de la mano, con su formidable nuevo trazado de murallas, de más de siete kilómetros, que habían dado morfología fija a una ciudad castigada por las riadas del Guadalquivir, el Tagarete y el Tamarguillo; con sus Caños de Carmona recuperados para traer el agua de las fuentes de Santa Lucía, en Alcalá de Guadaíra; con su castillo de Triana y su puente de barcas que permitía el abastecimiento desde la vega y el Aljarafe; con su palacio de la Buhaira; con su mezquita y su alminar; con su alcázar; con su Torre del Oro… Era la capital de Al Ándalus. Pero estaba en decadencia, con luchas intestinas desde varias décadas antes, sumida en el caos, tributaria de Castilla. El gobernante Ibn al-Yadd, que había firmado un pacto de no agresión con los cristianos, había sido asesinado, y el nuevo rey Axataf había puesto la ciudad bajo la influencia de Túnez por segunda vez.9

El 15 de agosto de 1247 partió Fernando III de Alcalá del Río, para llegar por la noche a Alcalá de Guadaíra. El 20 de agosto, el ejército acampó en Tablada, al sur de la ciudad, a la orilla izquierda del río, frente a Aznalfarache. En ese verano Bonifaz comenzó, no sin lucha, a remontar el Guadalquivir, llegando hasta Coria. Cuando Fernando tuvo noticia de la remontada le salió al encuentro en la torre vigía almohade llamada del Caño, luego rehecha y llamada de los Herberos, en la antigua Orippo.10 Hoy, la torre, perdida en un polígono industrial, está en grave riesgo de ruina, pese a su importancia histórica y a su emblemática presencia en el escudo de Dos Hermanas.

Maqueta de la conquista de Sevilla
Museo Histórico Militar
Plaza de España
El asedio a Isbiliya fue la primera guerra combinada, terrestre y naval, con un único objetivo territorial. A primeros de 1248, tras la toma del castillo de Aznalfarache por la Orden de Santiago, con Pelay Correa al frente, los cristianos dominaban la margen derecha del río, quedando así cubierta la vía fluvial. Aún resistía, sin embargo, el castillo de Triana, al otro lado del puente de barcas.

En el sector norte, cerca de la puerta de la Macarena, junto con las tropas del infante don Enrique y las huestes de Diego López de Haro y Rodrigo Gómez de Galicia, se situaron las órdenes de las cruces floreteadas: Calatrava (incluida la rama aragonesa de Alcañiz), con su maestre Fernando Ordóñez y doscientos caballeros de hábito gris con la cruz de gules, en el Machar del Wazir, donde hoy está el hospital de San Lázaro;11 Alcántara, con su maestre Pero Yáñez (Periáñez) y doscientos caballeros con su cruz de sinople, probablemente cerca de la Puerta de Córdoba, y quizás también con los caballeros de Avis con su maestre Martín Fernández. De enero de 1248 es la carta de otorgamiento a Alcántara con la promesa de una renta de 2.300 maravedíes chicos.12

Maqueta de la conquista de Sevilla, en el Museo Histórico Militar
Detalle del sector norte, donde acamparon las órdenes de Calatrava y Alcántara.
Se aprecia en el centro la puerta de la Macarena, abierta al Cardo Máximus,
y más a la izquierda la puerta de Córdoba
Fernando III había reclamado la presencia de su hijo el infante Alfonso en el cerco a Isbiliya. En primavera llegó el futuro Alfonso X con un numeroso contingente en el que había un grupo de hidalgos portugueses y otro de aragoneses y catalanes enviados por Jaime I, instalándose en la zona palaciega de Buhaira, al este de la ciudad, y controlando desde allí el abastecimiento de agua.13

El rey santo estrechó el cerco de la ciudad, instalando su campamento en el actual barrio de San Bernardo, cuyas calles tienen nombres que guardan memoria de su acción.

Maqueta de la conquista de Sevilla, en el Museo Histórico Militar
Detalle del sector sureste, con el campamento real.
Se aprecian las murallas del alcázar, el alminar de la mezquita, la puerta de la Judería (actual de la Carne),
con el puente sobre el Tagarete ante ella, y acueducto de los Caños de Carmona
Toda Sevilla estaba cercada en el verano de 1248. Solo faltaba dominar el puerto fluvial para precipitar la rendición. Y esa fue la hazaña de Bonifaz, el 3 de mayo de 1248, día de la Cruz, con viento favorable, con dos naves con cruces templarias, con proas de sierras de acero y lastradas con piedras, que rompieron las cadenas de la torre del Oro y el puente de barcas.14

Maqueta de la conquista de Sevilla, del Museo Histórico Militar
Detalle del sector suroeste, con la Torre del Oro y
las naves de Bonifaz dirigiéndose al puente de barcas,
frente a la puerta de Triana. Se aprecian también
las atarazanas, la mezquita y su alminar, y el alcázar.
Isbiliya se rindió por inanición el 23 de noviembre de ese año. Fernando dio un mes para desalojar la ciudad, y el maestre de Calatrava tuvo a su cargo la seguridad de los musulmanes en su retirada. La mayoría de ellos, tres cuartas partes de la población, fueron a Jerez, y para los que prefirieron ir a África, se dispusieron cinco barcos y ocho galeras que los llevaron a Ceuta.15

Un mes después de la rendición, transcurrido el plazo, Axataf, el último en salir, entregó a san Fernando en el Arenal las llaves de la ciudad.



1. Ayala Martínez, Carlos de. Las Órdenes Militares en la Edad Media
2. Rades y Andrada, Francisco de. Chronica de las tres órdenes y cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara: en la qual se trata de su origen y successo, y notables hechos en armas de los maestres y caualleros de ellas: y de muchos senores de título y otros nobles que descienden de los maestres: y de muchos otros linajes de España
3. Benavides, Antonio. Memorias de Don Fernando IV de Castilla
4. Eslava Galán, Juan y Rendón, Álvaro. La lápida templaria descifrada
5. Rodríguez Blanco, Daniel. Las órdenes militares en el reino de Sevilla en la Edad Media
6. Ros, Carlos. Fernando III el Santo
7. Ayala Martínez, Carlos de. Primera Crónica General de España
8. Zúmer, Carlos. Sevillanas (V): El asedio de Fernando III (www.jotdown.es)
9. Ibíd. 8
10. Ibíd. 8
11. Mena Calvo, José María de. Entre la cruz y la espada. San Fernando
12. González González, Julio. Reinado y diplomas de Fernando III
13. González Jiménez, Manuel. Alfonso X, infante. García Fernández, Manuel. Conferencia del 22 de noviembre de 2012
14. Ibíd. 8
15. Ibíd. 6



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