Escudo de Enrique de Castilla |
En 1230 nació Enrique de Castilla y
Suabia, sexto hijo de los diez que tuvo Fernando III el Santo con Beatriz de
Suabia. Se distinguió ayudando a su padre en la conquista de Sevilla, defendiendo
el campamento del rey junto a Lorenzo Suárez. Incluso dirigió un contraataque,
causando más de quinientas bajas a los moros. Su padre le prometió las plazas
de Arcos, Lebrija, Morón, Cote y Medina Sidonia, una vez que se conquistaran.1 El infante tenía una estrecha relación con la Orden de Calatrava, que custodió
los títulos a futuro de posesión de las plazas. Tan estrecha era esta relación
que Enrique adoptó para su escudo la cruz flordelisada en los cuarteles en los
que su padre ostentaba los leones, manteniendo, tal vez para mantener el
vínculo con el reino de León, el esmalte púrpura en las cruces.
Muerto Fernando, Alfonso X lo puso
al frente del ejército y le ordenó conquistar Lebrija y Arcos. Las dos ciudades
capitularon fácilmente tras la rendición de Jerez a los cristianos.
Rincón de los llamados “Baños de la Reina Mora” |
Enrique sentía un entrañable afecto
hacia la segunda esposa de su padre, Juana de Danmartín, condesa de Ponthieu,
que tenía treinta y dos años cuando enviudó de Fernando. El rey había dejado a
su esposa las villas y lugares de Carmona, Luque, Marchena, Zuheros, Hellín…,
tierras en Jaén, Córdoba, Arjona…, y diversas propiedades en Sevilla, incluidos
negocios de baños. No perdamos de vista que el complejo termal de Isbiliya era
el más grande de Al Andalus, con diecinueve establecimientos contabilizados,
entre los que merecen especial mención los mal llamados “Baños de la Reina
Mora”, más bien los “Baños Moros de la Reina”. El establecimiento, antiguo hamman almohade, ocupaba prácticamente
toda una manzana en la esquina de las actuales calles Baños y Jesús de la Vera
Cruz, lo que se deduce de la yesería policromada descubierta junto al ábside de
la capilla del Dulce Nombre que ocupa la hermandad de la Vera Cruz. ¿Habrían
tenido allí encuentros Juana y Enrique? ¿Se habrían visto también en las torres
del segundo hijo de Fernando III, don Fadrique, la torre que está junto a Santa
Clara o la de Solúcar de Albayda, hoy Albaida del Aljarafe, más conocida como la Torremocha? Desde luego, muchos cortesanos dieron crédito a los
amoríos entre ambos.2
Juana y Enrique tenían amistad con
el maestre de Calatrava. Juana, temiendo por sus propiedades y recelando de
Alfonso, entregó en 1252 al maestre calatravo los títulos y documentos que
consideraba importantes, incluidas las cartas del inquieto infante Enrique de Castilla.
La Orden de Calatrava fue así depositaria de los derechos y los secretos de
Enrique y Juana.
Pero la relación de Juana y Enrique
con Alfonso X era tensa y difícil, y el rey, que no estaba dispuesto a dejar
las cosas en esa situación, reclamó al maestre de Calatrava los privilegios de
donación de Enrique y los destruyó públicamente, revocando la promesa de
Fernando III y dejando a Enrique sin posesiones. También la reina Juana perdió
varios de sus señoríos, aunque pudo dejar Marchena y Zuheros a su hijo Luis de Castilla. Ya nada la retenía aquí. Y Enrique y Juana huyeron
juntos al condado normando de Ponthieu.
Los baños fueron cedidos a
principios del siglo XIV al cabildo catedralicio, y en 1562 donados al centro
de recogimiento de mujeres arrepentidas con la advocación del Dulce Nombre de
Jesús.3 Hoy siguen ahí, esperando su apertura como monumento visitable y
dando nombre a la propia calle Baños. Se puede acceder a ellos desde la capilla
de la Vera Cruz.4
Conradino
de Hohenstaufen y Enrique de Castilla,
prisioneros.
Croniques de France ou de St. Denis.
Jindra Konradin. |
En 1256, Enrique pasó a la corte de
Windsor, con Leonor de Castilla, la hermana de su padre, que pronto se casaría
con el príncipe Eduardo, futuro rey de Inglaterra. En 1259, Enrique, de acuerdo
con Jaime I de Aragón, conquistó el reino moro de Niebla y se enfrentó a
Alfonso. Venció a Nuño González de Lara, pero tuvo que irse de nuevo a
Inglaterra, donde fue puesto al frente de un ejército para conquistar Sicilia,
según había pedido el papa Alejandro IV. Partió a Túnez y fue allí soldado de
fortuna del califa. Luego guerreó al lado de los güelfos, aliado con su primo,
el temerario Charles d’Anjou (hermano de Luis IX de Francia), que le había
pedido un préstamo para conquistar Nápoles y Sicilia, siguiendo otra vez la
iniciativa papal. Conquistadas estas plazas, y tras una revuelta popular en
Roma, tolerada por el papa, Enrique obtuvo el gobierno de la ciudad eterna como
senador. Después, como su primo Charles no quiso devolverle el dinero, se fue
con los gibelinos y con el joven rey Conradino de Hohenstaufen, y comandó el
ejército romano. Finalmente, tras la derrota de Tagliacozzo, estuvo encarcelado
23 años por orden del de Anjou en el castillo napolitano de Canosa di Puglia,
en el Adriático.5
Portada de la edición de Amadís de Gaula realizada en la imprenta de Juan Cromberger, de Sevilla. (Nada más adecuado para ilustrar el espíritu caballeresco que las cruces templarias) |
Cada vez somos más los que pensamos
que Enrique de Castilla fue el verdadero autor de Amadís de Gaula. No parece casual que la aventura de Enrique
coincida con lo relatado en la obra cumbre de los libros de caballería en
castellano, que retrata la Europa del siglo XIII: la larga permanencia en
Inglaterra junto a su hermana de padre, Leonor de Castilla, esposa de Eduardo
I, las grandes batallas de Gales, Escocia, Inglaterra, Francia e Italia, la
descripción de batallas, justas y torneos, el conocimiento de Constantinopla,
Grecia, Rumanía y Hungría, los últimos reductos de la caballería andante, la
semejanza del propio Enrique con el personaje Brian de Monjaste, hijo del rey
español Ladasán… Desde luego, Enrique tuvo tiempo para escribir en la
cárcel.6
Más tarde, ya en el siglo XVI, el Amadís sería alterado, usurpado y explotado por Garcí Rodríguez de
Montalvo, que inventó un final feliz.7 Y, con todo, fue el único libro
indultado en la quema que hicieron para evitar que Don Quijote se volviera loco
del todo.8
De regreso a España, Enrique,
llamado “el Senador” obtuvo el señorío de Vizcaya. Luego fue tutor y mayordomo
de Fernando IV, gobernando con la reina madre del joven rey, María de Molina, y
fue también adelantado mayor de la frontera de Andalucía. María de Molina, que no
quería un acuerdo de paz ominoso con Portugal, atrajo a Enrique entregándole
Écija, Roa y Medellín. Enrique, que estaba en Granada cuando supo que la reina
estaba sitiando Paredes de Nava, en tierras palentinas, regresó a Castilla y,
presionado por Alonso Pérez de Guzmán y otros caballeros, atacó a los
granadinos, que habían atacado a los castellanos. Alonso Pérez de Guzmán le
salvó la vida. Enrique perdió la batalla pero evitó el ataque a Paredes de
Nava.9
En el mismo año de 1297 se firmó en
el castillo templario de Alcañices (Zamora) el Tratado de Alcañices, entre
María de Molina, en representación del menor Fernando IV, y el rey portugués
Dionisio (Dinís) I. Se estableció la paz, se hizo la promesa matrimonial entre
Fernando IV y Constanza, hija de Dinís), se firmó un acuerdo eclesiástico, y se
estableció una de las fronteras más antiguas de Europa.10
Enrique fue un hombre de gran
cultura; hablaba latín, francés, inglés y alemán, además del italiano, idioma
en que escribió dos famosos poemas que inspiraron las Vísperas Sicilianas. Tal
vez hablara también griego. Era un príncipe trovador y enamorado, mercenario y
poeta, sumamente atractivo, tanto física como intelectualmente. Y tuvo espíritu
caballeresco hasta el final. Murió en 1303, mientras intentaba convenios
matrimoniales para estabilizar Castilla y León. Pero Fernando IV se alegró de
su muerte, dio el cargo de adelantado y la mayoría de las tierras a Juan Núñez
de Lara, y devolvió Écija a su madre.11
Escudos de la Casa de María la Brava, en Salamanca |
Escudo de la Casa de María la Brava, en Villalba de los Llanos (Salamanca) |
Porque con el tiempo, se dejó de
anteponer el apellido Enríquez, pasando a ser comúnmente conocido el linaje
como Sevilla. Después de todo, ¿para qué más?
La estirpe tuvo un alto abolengo.
El apellido ha sido compartido por reyes, infantes y príncipes, incluidos los
reyes de Francia e Inglaterra, y por los duques de Florencia, Saboya, Mantua,
Padua, Parma y Módena, y ha adornado la grandeza de España.
1. González González, Julio. Las conquistas de Fernando III en Andalucía
2. Domínguez Arjona, Julio. Los Baños de la Reina Mora de Sevilla (www.galeon.com). Existen leyendas respecto a amoríos de Juana de Ponthieu en ambas torres pero la relacionan con Fadrique de Castilla, segundo hijo de Fernando III y hermano de Enrique el Senador.
3. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales Eclesiásticos y Seculares de la M.N.,
Y M.L. Ciudad de Sevilla, Metrópoli del Andaluzia
4. Agradezco a los hermanos de la
Vera Cruz por su labor voluntaria de enseñar la capilla y los baños y por la
atención personal dispensada.
5. Torres Sevilla-Quiñones,
Margarita. Enrique de Castilla
6. Sevilla, Santiago. El verdadero autor de “Amadís de Gaula” (www.diariodeleon.es). Del mismo autor,
diversos artículos sobre el tema en la web www.liceus.com.
7. Rodríguez de Montalvo, Garcí. Los cuatro libros del Virtuoso caballero
Amadís de Gaula: Complidos
8. Cervantes Saavedra, Miguel de. El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha
9, 10 y 11. Ibíd 5 y 6
12. Ibíd. 3
13. Rodríguez
Peña, José Antonio. Señores de Villalba
de los Llanos (www.villalbadelosllanos.blogspot.com.es)
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