jueves, 4 de diciembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (26: SAN JORGE Y LA CARIDAD DE ENTERRAR A LOS MUERTOS)

Para España, y específicamente para Sevilla, el siglo XVII fue, en términos económicos, un desastre. Después de sufrir las sublevaciones de Portugal y Cataluña en 1640, España pasó a ser una nación de segundo orden tras sus derrotas militares en Europa y la paz de Westfalia firmada en 1648. Y el año siguiente fue el año de la peste, que dejó a la población de Sevilla casi en la mitad. Se abrió un periodo de ruina y se perdió la fe en los ideales. El pesimismo general llevó al pueblo a una crisis espiritual y moral. Se habían descompuesto los valores renacentistas del siglo anterior. Era la decadencia de España. Y Sevilla, que había sido –y seguía siendo, a pesar de todo– soporte principal de la economía de la nación, la acusó tremendamente. Además, el contraste aquí fue brutal, por la importancia que la ciudad tuvo en el Imperio. Incluso había decaído el tráfico con América, víctima de ataques de corsarios. Sevilla no era ni sombra de la que había sido. Hasta las inundaciones del Guadalquivir hacían más daño que en el siglo anterior. De aquellos años felices, sin embargo, algo pervivía: la ciudad-convento, la aristocracia y, por supuesto, la picaresca y el crimen organizado.1 El clima social, cada vez más hostil, llegó a la cima en el motín de la Feria en 1652, al grito de “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”. Entre los nobles y caballeros que aplacaron la revuelta, con el duque de Medina Sidonia a la cabeza, no estaba Miguel Mañara, ya entregado a los pobres.2

Portada del Palacio Mañara,
con lápida conmemorativa
Miguel Mañara y Vicentelo de Leca había nacido en Sevilla en 1627, penúltimo de los diez hijos de una familia de ricos mercaderes de origen corso. Su padre, Tomás Mañara Leca, un hombre de negocios que había hecho fortuna en el comercio con América, adquirió el palacio de la calle Levíes, en la antigua judería, dándole un aire monumental italianizante.3 La casa contaba incluso con capellán. Allí nació Miguel y allí tuvo su oratorio.4 Era una familia muy introducida en la aristocracia religiosa sevillana. Tomás Mañara era hermano mayor de la hermandad de San Pedro Mártir, integrada por los familiares de la Inquisición. Cuando Miguel tenía diez años, Tomás, su padre, le consiguió el hábito de la Orden de Calatrava.5

Al morir sus hermanos, Miguel se convirtió con trece años en único heredero de la importante fortuna familiar. Sin duda era vivo e intrépido. “No había mocedad que no ejecutase y travesura a que no se atreviese”.6 Pero no se sostiene la crónica de un Miguel Mañara disoluto y pendenciero que arraigó en la novelera y romántica Sevilla del siglo XIX. Sí se evidencia que vivió muy cercano a su padre y fuertemente influido por él. Con veintiún años contrajo matrimonio por poderes con Jerónima Carrillo de Mendoza, lo que le aportó estabilidad emocional y social. Por esos años fue oficial de la Soledad de San Lorenzo. Se distinguió como negociador en labores representativas: diputado de la defensa de los vecinos de la tierra de Sevilla, de la Casa de la Moneda, de la visita de boticas, de las llaves del Archivo y del agua, de la Cárcel Real, de la Casa de los Inocentes, de los gremios de chapineros, guarnicioneros, roperos, olleros y peineros, de los vinos del Aljarafe y Constantina… Fue provincial de la Santa Hermandad, en 1651, y caballero veinticuatro en 1658.7

Es conocida la leyenda de la calle del Ataúd, en relación con Miguel Mañara. Según González de León, “se cuenta (no por gente vulgar) … que viniendo una noche por esta calle cuando andaba distraído en sus diversiones; le dieron un gran porrazo que lo derribó en tierra; y él movido de su valor hechó mano á su espada, mas no encontró persona alguna, y solo una voz que dijo: trae el atahud que ya está muerto.”8 Cuando, más recientemente, se eliminó la calle para hacer la plaza de Doña Elvira, la Caridad pidió el azulejo que señalaba la calle, de los que Olavide había mandado colocar por toda Sevilla, y lo puso, con un recuerdo de la leyenda, junto al rosal perpetuo y el busto del insigne, en un patio del hospital.9

Pero no nos adelantemos. Miguel Mañara y su esposa Jerónima veraneaban en el palacete de Montejaque, perteneciente a los padres de ella. Y allí murió Jerónima en 1661, con treinta y tres años. Lleno de dolor, Miguel se retiró por unos meses al cenobio carmelita descalzo de la Virgen de las Nieves, cerca de Ronda (hoy en ruinas, en El Burgo (Málaga).10

Busto de Miguel Mañara en el hospital
de la Santa Caridad, en el patio
en el que está el rosal perpetuo
La montaña fue –como tantas veces ocurre– su punto de inflexión.11 Al regreso, el viudo Mañara estaba resuelto a un cambio, aunque confuso. Buscó la soledad en la cartuja de las Cuevas y en el convento franciscano de Morón. Y un día, en 1662, pidió verbalmente entrar en la hermandad de la Santa Caridad. Luego envió una carta al hermano mayor:  “Don Miguel Mañara, caballero del hábito de Calatrava, digo que yo tengo particular devoción de ser hermano de esta Santa Hermandad de la Caridad de mi Señor Jesucristo…”. Tuvo que salvar reticencias de algunos hermanos, por su fama de “tan altivo y soberbio y de tanta mano y suposición en el pueblo”.12

La hermandad de la Santa Caridad se había fundado en 1565, con el fin de enterrar a los muertos ahogados en el río y a los pobres, vagabundos o condenados a muerte. Su primera sede estuvo en el antiguo hospital de San Isidro, desde donde se trasladaron, sin que se sepa el año, a la capilla de San Jorge, frente al Arenal, al menos en 1588. En 1653 los hermanos hicieron el juramento concepcionista.13

Ahí comenzó este caballero de Calatrava su fulgurante carrera caritativa. Solicitó permiso para pedir limosna en la puerta de la Catedral. Y en la Navidad de 1663 fue elegido, contra todo pronóstico, hermano mayor. A partir de ahí, entraron en la hermandad los duques de Medinaceli, Segorbe y Alcalá, los marqueses de Paradas, los condes de Ribera, distintos hábitos de órdenes, y también Murillo y Valdés Leal.14 En 1665, Miguel Mañara fue diputado para preparar la procesión inaugural la capilla de Santa María la Blanca, a favor del misterio de la Inmaculada Concepción. Y se convirtió en el padre de los pobres de Sevilla, sus “amos y señores”. En los dieciséis años que fue hermano mayor, fundó el hospital, construyó dos enfermerías, impulsó y finalizó la iglesia de San Jorge, redactó un nuevo reglamento y renovó las constituciones de la institución.15 Incluso promovió la fundación de hermandades filiales, como la de Málaga.16

Miguel Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad
Óleo sobre lienzo
Hospital de la Santa Caridad

El calatravo Mañara diseñó para el nuevo templo del señor San Jorge un programa iconográfico basado en el triunfo de la Cruz, el desengaño de lo mundano y las obras de misericordia. Para ilustrar el desengaño, Valdés Leal pintó los cuadros In Inctu Oculi y Finis Gloriae Mundi, retratando en este último los cadáveres de un obispo y un caballero de Calatrava (¿el mismo Mañara?), en pleno proceso de descomposición. Valdés Leal retrató tres veces a Mañara, pasando por ser el mejor retrato de los tres el titulado Don Miguel Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad, que demuestra aún hoy que nada ha cambiado en la estancia desde que se pintó el cuadro.17

Finis Gloriae Mundi.
Óleo sobre lienzo, de Valdés Leal
Iglesia de San Jorge

Detalle del retablo mayor.
Iglesia de San Jorge
Para las obras de misericordia, contó con Murillo, que llenó la iglesia de obras maestras,18 aunque, para la obra de enterrar a los muertos, misión de la institución, reservó el retablo mayor, encargando a Pedro Roldán esculpir el Entierro de Cristo.19 Sobre la escena, una cartela declara: Mortuus et sepultus, con una cruz en su cabecera, una cruz que no es la de Calatrava ni la de San Jorge, ni tampoco una cruz latina representativa del Calvario, sino la cruz patada del Temple. ¿Por qué? ¿Solo por una motivación estética?20 

Yesería del coro de la iglesia de San Jorge
con el lema de la Orden del Temple
Tal vez, pero ¿por qué en el arco del coro hay una yesería con el lema templario, el salmo 113, que proclama la renuncia a la gloria propia en favor de la gloria del nombre de Dios?21 ¿Podemos pensar que el lema estaba identificado con el lugar antes de Miguel Mañara? ¿Habría sido la primitiva capilla de San Jorge, en medio de las Reales Atarazanas de Alfonso X el Sabio, un lugar templario? Hay muchos que piensan que bien pudiera haber sido así, dada la buena relación del rey con el Temple y lo estratégico de la ubicación de la capilla, que además sería, de hecho, una puerta privada de entrada a la ciudad, cerca del compás de la Pajería… ¿O el lema en la yesería habría sido una iniciativa de Mañara, como homenaje a los caballeros templarios? Tampoco olvidemos que Miguel Mañara llevaba a gala su condición de caballero de Calatrava, la orden que había acogido a tantos templarios castellanos tras la suspensión del Temple. ¿En ese caso, habría sido también iniciativa de Mañara la cruz patada del retablo mayor? Después de todo, las hipótesis no son contradictorias.22

Miguel Mañara sintetiza la lucha de la Sevilla barroca y caballeresca consigo misma, buscando una respuesta trascendente en su declive.23 En 1671, Miguel terminó el Discurso de la verdad, su obra de aviso y de desengaño sobre la fugacidad de la vida.24 Y en 1679 murió con cincuenta y dos años. La noticia de su muerte se extendió por Sevilla, que lo tuvo como santo. Quiso ser enterrado a los pies del templo para que todo el mundo lo pisara.25

Estatua de Miguel Mañara
en la galería de
sevillanos ilustres
del Palacio de San Telmo
Mañara tiene una estatua en los jardines de la Caridad y otra en la galería de San Telmo. Y, desde 1854, tiene una calle, formada por las antiguas Arquillo de la Plata y Arquillo de la Contratación.26

En la memoria y en la literatura, ciertamente, hay un Mañara histórico y un Mañara legendario.27 ¿Puede haber un mejor arquetipo para Sevilla?



1. Cfr. Comellas García-Llera, José Luis. Historia de España Moderna y Contemporánea.
2. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales eclesiásticos y seculares de la M.N.,M.L. y M.H. ciudad de Sevilla…
3. Vázquez Consuegra, Guillermo. Sevilla cien edificios. La casa, restaurada, pertenece hoy a la Junta de Andalucía.
4. Vinuesa Herrera, Rosalía María. El oratorio de la casa natal del venerable don Miguel de Mañara, fundador del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla
5. Martín Hernández, F. Miguel Mañara. También www.tartessos.info
6. Granero, Jesús María. Muerte y amor. D. Miguel Mañara. También
7. López Martínez, Celestino. La Hermandad de la Santa Caridad y el venerable Mañara. También Vila Vilar, Enriqueta. Algo más sobre D. Miguel Mañara; el viaje a Madrid de 1664
8. González de León, Félix. Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N.M.L. Y M.H. ciudad de Sevilla
9. www.santa-caridad.es. Sobre los azulejos de Olavide, se recomienda leer el capítulo 19 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado Con las luces, las cruces.
10. Granero, Jesús María. D. Miguel Mañara Leca y Colona y Vicentelo. Un caballero sevillano del siglo XVII
11. Collantes de Terán, Juan. Don Miguel Mañara y la ascética sevillana del Barroco (discurso de ingreso en la R.A.S. de Buenas Letras en 1973)
12. Ibíd. 10
13. Ibíd. 11
14. Martín Hernández, Francisco. Miguel Mañara
15. Granero, obs.cits. 6 y 10
16. Camino Romero, Andrés. Don Miguel Mañara y Vicentelo de Leca y la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo de Málaga
18. AA.VV. La pintura en el Barroco (Espasa Calpe). También Valdivieso González, Enrique. Crisis y desengaño en la pintura española del Barroco.
19. www.santa-caridad.es. Es curiosa la coincidencia de que el cementerio de los ingleses de San Jerónimo se denomina también de San Jorge, por ser este santo patrón de Inglaterra.
20. Se recomienda leer el capítulo 15 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado …En las puertas de la nueva Jerusalén.
21. Salmos 113.9 (versión de la Vulgata)
22. Se recomienda leer el primer capítulo de esta serie, titulado 1147. También se recomienda leer la serie de este blog La casga de la Pajería y sus circunstancias, y especialmente el capítulo 8, titulado Non nobis Domine, qui ut Tu.
23. Collantes, ob.cit.
24. Mañara, Miguel. Discurso de la Verdad
25. Martín, ob.cit.
26. Diccionario histórico de las calles de Sevilla. Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla
27. Piveteau, Olivier. Don Miguel Mañara frente al mito de Don Juan. El burlador y el santo


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