jueves, 15 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (31: LA CRUZ SOBRE LAS SIERPES)

La devoción al rosario, que fue originariamente dominica y elitista, y luego popular y marginal, marchó en paralelo a la devoción a la cruz. No puede concebirse la referencia al retablo rosariano de la Virgen de Regla de la plazuela de la Cerrajería sin la referencia a la cruz.1 

Busto de Sebastián Conde
en Almonte (Huelva)
www.almonte.es
Parece que el culto a la Santa Cruz se inició en la Cerrajería con el siglo XVII, cuando los devotos de la Virgen de Regla erigieron una cruz de madera, venerándola como titular de la hermandad. La Virgen era destinataria de las avemarías y la cruz lo era de los padrenuestros. Y a final del siglo, en plena explosión rosariana, los hermanos, muchos de ellos vecinos de la propia calle de los Espaderos –que ya era llamada también de las Sierpes, por el caballero Álvaro Gil de las Sierpes–, decidieron instalar otra cruz de más calidad, encargándosela al almonteño Sebastián Conde, maestro rejero y relojero municipal afincado en Sevilla, en la collación de San Román.2 Hoy, Sebastián Conde tiene una calle y un busto, no en Sevilla sino en Almonte,3 y la cruz de la Cerrajería está reproducida en la espadaña de la ermita del Rocío. Pero vayamos por partes.

La cruz de las Sierpes fue llevada desde el Sagrario, en un carro, por miembros de la hermandad rosariana allí residente, el día de Todos los Santos de 1692, hasta su lugar en la plazuela de la Cerrajería, en lo que hoy es la desembocadura de Rioja en Sierpes. Al año siguiente fue dorada gracias a una corrida de toros benéfica, celebrada junto al convento agustino del Pópulo. Cada 3 de mayo se celebraba en su honor una solemne función religiosa. Sería, sin duda, la mejor cruz de mayo sevillana.

La Sª Cruz de la calle de las Sierpes
Biblioteca Universitaria
(www.metisrestaura.com
Al decaer las devociones, decayó también el trato a la cruz, que llegó a servir para amarrar las bestias. En 1729, en ocasión de una visita de la corte, fue retirada y depositada en el convento de las mínimas de Nuestra Señora de Consolación, como la Virgen de Regla. Allí estuvo hasta 1734. Fueron estos años de sequía, y el franciscano fray Sebastián de Jesús predijo que llovería cuando se repusiera la cruz. Los vecinos pidieron la reposición y, cumplida esta, llovió abundantemente.4 Lo mismo ocurrió en 1818, celebrándose función en el convento de las mínimas y procesión rosariana desde San Vicente hasta la cruz engalanada con hachas de cera y lámparas de arañas.5 En 1840, los vecinos volvieron a pedir que se retirara la cruz, porque entorpecía el tráfico,6 y en 1844 volvieron a pedir su restablecimiento, para frenar las calamidades.7

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
En 1916, Santiago Montoto propuso colocar la cruz en la plaza diseñada por Juan Talavera Heredia, dentro del proyecto urbanístico del nuevo barrio de Santa Cruz, del vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, marqués de la Vega Inclán, comisario regio de Alfonso XIII. Se trataba de recuperar la zona, parte de la antigua judería, y poner en valor la plaza que se había formado por el derribo que hicieron los franceses, un siglo antes, de la primera parroquia de Santa Cruz, incluidos los restos de Murillo. Vega-Inclán fue desde luego un precursor de las promociones turísticas, impulsor, por ejemplo, de la red de paradores nacionales. En 1918, tras informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes, la cruz fue instalada en la plaza de Santa Cruz.8 La evoca cada Martes Santo la cruz de guía de la hermandad de Santa Cruz entre cuatro faroles.

Merece la pena observar la cruz de las Sierpes con detenimiento.9

El larguero, el travesaño y las ráfagas están constituidos por hojas de acanto, símbolo de la pasión de Cristo y la inmortalidad. Los clavos son lirios, signo de esperanza, de amor fecundo y de nobleza, distintivo de ejecutados injustamente. También tres lirios coronan el Inri. En la parte superior hay pasifloras esquematizadas, figurando elementos y pasajes de la Pasión y Muerte de Cristo. También hay rosas, símbolos de la sangre de Jesús y de la regeneración.10 En la intersección del crucero está el emblema agustiniano: un corazón amorosamente atravesado por dos flechas.11

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
La base de la cruz, custodiada por los cuatro evangelistas, sobre el paralelepípedo de rejería, está formada por las sierpes. Las hay de dos tipos, cuatro de cada uno: las inferiores, con un cuerpo de calibre robusto, sin alas, nacen de roleos de acanto terminados en rosetas, como pegadas a la tierra; las superiores, con un cuerpo esbelto, sinuoso y representando un ágil movimiento, con alitas, sirven de soporte a los ángeles que portan faroles como el ermitaño del tarot. En una primera lectura, vemos en las sierpes el mal vencido por la cruz. Pero no nos quedemos ahí. La serpiente, objeto ancestral de culto, tiene, como símbolo alquímico, un diferente significado según tenga o no alas: sin alas, representa el principio fijo, pegado a la tierra; con alas representa el principio volátil.12

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
¿Lo queremos más claro? Las sierpes son el día y la noche, lo masculino y lo femenino, el calor y el frío, el azufre, de tierra y fuego. y el mercurio, de agua y aire. El principio fijo hace referencia al cuerpo, el volátil se refiere al espíritu. La unión de lo fijo y lo volátil, partiendo de la primera materia, culmina con un nuevo nacimiento, porque de la interacción de los cuatro elementos se destila la quintaesencia: la cruz, crisol para la pasión de Cristo, que surge del punto de unión de las ocho sierpes y que las fija, reunificando materia y espíritu y culminando las transmutaciones.13

Estatua de Mercurio en la
plaza de San Francisco
El elemento conductor para la gran obra de la alquimia es el mercurio, que evoluciona desde el caos. Es Mercurio, a quien san Agustín llamó “intermediario”, el andrógino del caduceo que concilia a las serpientes, y que anuncia la conjunción de los cuatro elementos, la correspondencia hermética de lo que está arriba con lo que está abajo, la estrella que es sello de Salomón. Hallarlo es difícil, pero, una vez conseguido, todo es fácil.14 Y, como en Sevilla hay casi de todo, también está Mercurio con su caduceo de serpientes, pacificador e integrador, en sus fuentes del Banco de España y del Alcázar. La Cruz de la Cerrajería y Mercurio: dos expresiones, una cristiana y otra pagana, para un mismo significado trascendental.

Dada la filiación agustina de la cruz, no debe extrañarnos la simbología alquímica. San Agustín (354-430), tenido por alquimista como su maestro san Alberto Magno, afirmaba que los metales podían transmutar hasta alcanzar el estado áureo, aunque condenaba la experimentación. Para él, la propia palabra religión deriva del latín religare (atar, volver a unir), y la verdadera religión es la que lleva al alma a reunirse (volver a unirse) con una divinidad de la que procede, y tras un proceso de separación. Alquímicamente, solve sería el desprendimiento que da lugar a la vida terrenal, y coagula sería la reunificación y, consiguientemente, la salvación.15 En el Rosarium philosophorum sive pretiosissimum donum Dei, el Rosario de los filósofos, un tratado alquímico fechado en 1550, de título tremendamente sugerente, “hombre”, en griego, significa “transmutación”.16 Era algo asumido, incluso por el dominico santo Tomás, para quien los metales podían mudar unos en otros siendo naturales.17

San Agustín escribió De Genesi ad litteram en un intento de hacer entendible la literalidad del primer texto bíblico, porque el Génesis es un mito, que necesita de una interpretación, de una traducción, y porque en la Biblia, aunque no haya evidencias, no puede haber contradicciones. El sentido real debe ser, precisamente, el de la comprensión espiritual. En el tercer libro explica la transmutación de los elementos y los cinco sentidos corporales; en el cuarto, la perfección del número seis y el reposo de Dios.18 Los seis días de la Creación son el orden lógico de un acto ocurrido en un instante, en virtud de algo que Agustín toma del estoicismo y de la alquimia: el concepto de las rationes seminales.19 No cabe la dicotomía Ciencia versus fe. Caben desarrollos evolutivos en la naturaleza. Y su metafísica, en forma de voluntad divina, salvaría a la Humanidad a través de Cristo. Como Platón, Agustín proclama que la verdad absoluta y la providencia divina no son incompatibles con la libertad humana.20

El ambiente sevillano del momento era proclive a la alquimia, a despecho de las chanzas de Quevedo. Ya hubo un precedente importante en el siglo VI, cuando entraron por Sevilla en Europa los escritos que llevaron a San Isidoro a cristianizar las teorías de Empédocles sobre los cuatro elementos.21 En 1693, el rebelde Juan Muñoz y Peralta fundó la Veneranda Tertulia Hispalense, pionera en España, integrada por médicos, farmacéuticos y otros miembros cultos de la sociedad hispalense, para discutir sobre las propiedades curativas de los productos obtenidos por el método espagírico, la homeopatía del alquimista Paracelso (1493-1541), más eficaz que el método galénico contra las fiebres tercianas.22 Félix Palacios, defendiendo los conceptos paracélsicos de azufre, mercurio y sal, introdujo la química farmacéutica en España.23 De la Tertulia nació la Regia Sociedad, que fue origen de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla.24

Detalle de la Cruz de la Cerrajería
En cuanto a la herrería, no hay término medio: históricamente se consideraba ora un arte sagrado, ora un trabajo maldito. Los herreros, herederos de Tubalcaín, en la octava generación desde Adán,25 han sido tenidos por hechiceros, místicos e iniciados, depositarios de mitos, rítos y símbolos, de secretos transmitidos de generación en generación. Señores del fuego como los alquimistas, precipitaban el ritmo del tiempo –y la obra de Dios– en rituales de transformación del material virgen, labores sagradas cargadas de poesía.26

¿Dieron las sierpes nombre a la calle o tal vez la existencia previa del nombre, por el caballero, fue ocasión para el diseño de la cruz?27 ¡Qué más da! En todo caso, la sierpe, esté donde esté, “desprendida de la tierra sólo metafóricamente, afirma que viene de la Tierra Madre, que la Tierra es Madre.”28



1. Montoto, Santiago. La Virgen de Regla en la Calle de las Sierpes, ABC de Sevilla, 04-09-54. Se recomienda leer el capítulo anterior de esta serie, titulado Rosario de Regla.
2. Velázquez y Sánchez, Javier. Anales de Sevilla: reseña histórica de los sucesos políticos, hechos notables…
4. Velázquez, ob.cit.
5. Velázquez y Compañía, Viuda. Noticia de la Cruz de la Cerrajería de Sevilla, citado en La Cruz de la Cerrajería: análisis cultural (www.metisrestaura.com)
6. A.H.M.S. Colección alfabética: Cruces en plazas de Sevilla, citado en La Cruz de la Cerrajería: análisis cultural (www.metisrestaura.com)
7. Ibíd. 4
8. Menéndez Robles, María Luisa. La huella del marqués de la Vega Inclán en Sevilla y El marqués de la Vega Inclán y los orígenes del turismo en España
9. En la fecha de esta entrada, la cruz se encuentra en restauración.
10. Campa Carmona, Ramón de la. La palabra materializada: y el verbo se hizo imagen. Aproximación al lenguaje plástico de la imagen sagrada mariana
11. Vicente González, José de. Antiguas boticas españolas y sus recipientes. El corazón del emblema agustiniano puede aparecer atravesado por una, dos o tres flechas: una sola refleja las palabras del santo “Habías asaeteado mi corazón”. Cuando son dos simbolizan el amor. A veces aparecen tres para dar simetría al escudo.
12. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos
13. De Rola, Stanislas Klossowski. Alquimia (www.centronagual.es)
14. Arola, Raimon. Alquimia y religión: los símbolos herméticos del siglo XVII. Pernety, Antoine-Joseph (Dom). Las fábulas egipcias y griegas, desveladas y reducidas a un mismo principio. Peradejordi, Julio. La simbólica hermético-alquímica (www.symbolos.com). Se recomienda leer la serie de este blog Sevilla salomónica, y especialmente el capítulo 20, La quintaesencia de la locura.
15. Gebelein, Helmut. Secretos de la alquimia
16. Vilanova, Arnau de. El rosario de los filósofos
17. Aquino, Santo Tomás de. Tratado de la Piedra Filosofal y Tratado sobre el arte de la Alquimia. También, del mismo autor, Meteoros
18. Calabrese, Claudio César. Vox de Caelo, Experiencia mística e interpretación en san Agustín y santa Hildegarda (www.hildegardadebingen.com.ar)
19. San Agustín. Interpretación literal del Génesis, 6.5.8. citado por Pollman, Karla en Cosmología e interpretación del Génesis en el cristianismo antiguo (www.cienciayfe.es)
20. Platón Timeo (Diálogo)
22. Arribas Jimeno, Siro. La fascinante historia de la alquimia descrita por un científico moderno
25. Génesis 4: 17-22. La línea es: Adán, Caín, Enoc, Irad, Mejuyael, Metusael, Lamec, Tubalcaín. Tubalcaín es considerado fundador legendario de Tarazona (Zaragoza).
26. Eliade, Mircea, Herreros y alquimistas
27. Montoto, Luis. La calle de las Sierpes
28. Zambrano, María. Los bienaventurados


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