jueves, 22 de enero de 2015

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (32: BUSCANDO LA MEDIACIÓN DE UNA MADRE SIN PECADO)

Tal vez por la fuerza de la religiosidad popular sevillana, el rosario se hizo inmaculista, pese a que los dominicos, menos de un siglo antes, se habían pronunciado claramente en contra de la idea de que la Virgen María había sido concebida sin pecado original. Y el marianismo concepcionista que, pese a los dominicos, había sido argumento principal de la religiosidad sevillana en la primera mitad del siglo XVII y que había encontrado su plena dimensión apocalíptica a partir de la pestilencia de 1649, se hizo rosariano en la última década de la centuria. Se produjo así una progresiva simbiosis popular entre la tradición concepcionista y el rosario. Los dominicos se hicieron concepcionistas y los franciscanos se hicieron rosarianos, especialmente los capuchinos, como fray Pablo de Cádiz, que en 1691 dio forma procesional a los cortejos en la ciudad gaditana, con la cruz, los faroles y el simpecado. Sevilla había encontrado, en la síntesis del rosario inmaculista, una nueva forma de marianismo, integral e integradora.1

Retablo de la Concepción
de las gradas de la Catedral
El rosario era ya la principal referencia de la devoción a la Virgen María, y el simpecado, la enseña concepcionista, se convirtió en su distintivo fundamental. No se concebía el rosario público sin los simpecados y sin las coplas concepcionistas.2 El simpecado tiene plena vigencia en la actualidad. En la Semana Santa de hoy, es insignia principal de los cuerpos de nazarenos de palio. Y no se concibe sin los simpecados de las hermandades una fiesta genuinamente mariana como el Rocío.

La hermandad de María Santísima de la Luz, de San Esteban, dedicada desde 1670 a enterrar a los cofrades fallecidos y reconocida oficialmente en 1677, se hizo rosariana callejera en 1690 poco después de la de la Alegría, pero solo estuvo satisfecha cuando tuvo un simpecado propio en 1711.3 Actualmente sigue residiendo en San Esteban la Antigua, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de la Luz.

Simpecado de Nuestra Señora
de Roca Amador
De 1691 datan las primeras reglas de la hermandad de Nuestra Señora de Roca-Amador, de San Lorenzo, dedicada al rosario público. A ella pertenecieron artistas como Domingo Martínez, autor del óleo de uno de los dos estandartes, que se conservan. En 1844 se fusionó con la Sacramental y hoy está integrada en la Pontificia y Real Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de Roca Amador, Ánimas Benditas, Beato Marcelo Spínola y Primitiva Cofradía de Nazarenos de María Santísima en su Soledad, de San Lorenzo.4

Simpecado de Nuestra Señora
de las Nieves

“Del sol, aunque siempre blanca, no me ofende el arrebol, porque me conoce el sol” rezaba la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de las Nieves, que había surgido espontáneamente en Santa María la Blanca, patrocinada por el canónigo Justino de Neve entre 1662 y 1665, y que se repuso en 1732 tras un periodo de decadencia. El simpecado bordado en oro sobre seda, seguramente del siglo XVIII y recientemente restaurado, contiene la pintura de la primera titular de la cofradía. La corporación pervive en la misma sede.5

En el primer tercio del XVIII aparecieron los primeros rosarios de mujeres, que salían a la calle los domingos y fiestas de guardar por la tarde. Fue clave la iniciativa del dominico extremeño Pedro Vázquez Tinoco en 1735, con una primera procesión en una misión en la parroquia de Santa Cruz.6

Retablo de la Inmaculada Concepción
en el porche del Alcázar
En las gradas de la Catedral estuvo la congregación rosariana de la Asunción, en una capilla bajo el retablo de la Concepción. También hubo una hermandad de Nuestra Señora de la Concepción con su retablo concepcionista y rosariano en el arco de la puerta del porche del Alcázar.7

Parece que hubo dos retablos inmaculistas a cargo de los plateros en la Alcaicería de la Seda (actual Hernando Colón). Uno, de 1721, era el del arco de la Rosa que daba entrada al recinto. El retablo sobrevivió al arco, aunque no por mucho tiempo. Y otro, de 1738, era la capilla de la Purísima Concepción de la calle Batehojas o Batihojas (actual Cabo Noval), sobre el gran arco que daba a las gradas. La capilla fue abandonada en 1762.8

Trasera del Museo
de Bellas Artes
en la calle Bailén
Los plateros tuvieron además el retablo del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de los Dolores en los portales de la plaza de San Francisco, “delante del arca del agua, que dicho portal sale a la calle Chicarreros”. Había un cuadro del Calvario con Cristo, la Virgen, san Juan y la Magdalena, además de imágenes de san Eligio, san Antonio, san Joaquín y santa Ana, y un cuadro pequeño de San José. A fin de año repartían limosnas de pan y carne entre los pobres.9 En las festividades, los plateros decoraban con colgaduras toda la fachada de portales, llena de sus tiendas, e incluso en las proclamaciones reales decoraban la fuente de Mercurio.10 La congregación tenía un simpecado de gala, de terciopelo carmesí bordado en oro y plata, con los atributos de la Pasión.11 La veneración de la Expiración de Cristo por los plateros venía del siglo XVI, a raíz de los cultos gremiales de 1575 en San Andrés, que originaron la fundación de una hermandad de penitencia y la inmediata realización del Cristo de la Expiración por Marcos Cabrera.12 Esta hermandad tenía el hospital de San Eloy (San Eligio), en la actual calle de ese nombre, por lo que se trasladó enseguida a una capilla del convento de la Merced, que ha quedado como capilla del Museo tras la conversión del convento en Museo de Bellas Artes. Allí sigue residiendo en la actualidad la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de las Aguas, llamada del Museo.13

Precisamente “en la pared de la espalda del convento” de la Merced, en la calle del A.B.C., actual Bailén, había un antiguo retablo dedicado a la Inmaculada Concepción, con una hermandad dedicada a su culto, que salía a la calle los días festivos de madrugada y que tenía “á medio labrar una pequeña capilla al fin de la misma calle”, cerca de la desembocadura en la de las Armas, actual Alfonso XII.14

Capilla de la Pura y Limpia Concepción
junto al Postigo del Aceite
Ha pervivido el retablo concepcionista del Postigo del Aceite, erigido para rendir culto a una imagen encantadora de tamaño académico del Barroco sevillano, que dio origen a la actual Hermandad de la Pura y Limpia Concepción Coronada. No se sabe cuándo se fundó la entidad, aunque se sabe que el arzobispo Salcedo concedía indulgencia a quienes rezaran ante la efigie ya en 1727.15

En los Cuatro Cantillos, en la actual calle de San Luis, donde está la plaza del Pumarejo, hubo una hermandad de la Pura y Limpia Concepción, con sede en una modesta y “muy pequeña capilla”, construida por los vecinos de la collación en 1744, existiendo “a la vuelta de la esquina un retablo en alto”, que se quitó en 1838. La hermandad tenía tres campos de devoción: el rosario público diario a prima noche, los cultos a la titular y el sufragio por los cofrades difuntos. De los cuatro cantillos, de las cuatro esquinas, hoy solo quedan tres porque se derribó el convento carmelita de la Encarnación, pasando las monjas a la antiquísima ermita de Belén, que cuidaban gentes del río.16

También en las parroquias se fusionaron las devociones inmaculista y rosariana, como en San Román, donde hubo una congregación del rosario de Nuestra Señora de la Concepción.17

Simpecado de Nuestra Señora
de la Esperanza Divina Enfermera
www.rafaes.com
En San Martín se conserva el simpecado de la hermandad y esclavitud de Nuestra Señora de la Esperanza “Divina Enfermera”, hoy integrada en la Imperial, Antigua, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento, Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, Santa Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo, Ánimas Benditas del Purgatorio, San Martín de Tours Obispo, Nuestra Señora de la Esperanza Divina Enfermera y Real Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora de Guía, San Juan Evangelista y María Santísima del Buen Fin, que además está agregada a la Orden de Calatrava.18

Y en el pórtico de la iglesia de los Clérigos Menores, que hoy es parroquia de Santa Cruz, la hermandad o congregación de Nuestra Señora de la Rosa de Jericó, con reglas aprobadas en 1735, tenía un retablo con el simpecado en el interior de la iglesia y otro en el atrio, en el ángulo izquierdo de la fachada, de donde partían en sus rosarios itinerantes. Fue el primer rosario de niños erigido por el influjo del dominico fray Pedro Vázquez Tinoco. La hermandad se extinguió a finales del siglo y el retablo del atrio desapareció no se sabe cuándo.19 El simpecado ha sido donado recientemente por la familia que lo tenía a la hermandad de Nuestra Señora del Valle de La Palma del Condado, y se ha restaurado.20

También fue reconocida como hermandad de rosario público en 1735 la de Nuestra Señora del Amparo, de la parroquia de la Magdalena, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI como entidad hospitalaria y asistencial.21

Simpecado de la hermandad del
Valle de La Palma del Condado
(Huelva) (antiguo de Nuestra
Señora de la Rosa de Jericó)

Llegó a haber en Sevilla más de 150 procesiones rosarianas. La ciudad se llenó de simpecados, abundando sobre todo los de rojo carmesí, aunque también los había celestes y blancos.22 Como además de los rosarios de gala estaban los de ánimas y los penitenciales o de rogativas, vendrían también los simpecados negros y morados. Ya hablaremos de ellos.

El pueblo sevillano estaba entusiasmado con esta forma de oración, larga pero sencilla, que permitía llegar a Dios a través de María para buscar el perdón –porque sin duda la peste y todos los males del siglo XVII eran castigo de Dios– y dar testimonio de esperanza. Aunque la ciudad no se había acabado de recuperar del impacto de la epidemia y, de hecho, la situación económica era cada vez peor, lo cierto era que los efectos de la peste ya se habían diluido. Además, en toda la primera mitad del siglo XVIII solo hubo una inundación importante, en 1708. La ciudad estaba en uno de sus peores momentos económicos de la Historia, porque en 1717 había perdido el monopolio del comercio con Indias,23 pero, por lo demás, todo hacía pensar que Dios nos estaba perdonando, sin duda, por la mediación de María.



1. Fray Isidoro de Sevilla. La nube de Occidente. Vida y virtudes de (…) fray Pablo de Cádiz
2. Romero Mensaque, Carlos José. Aproximación al estudio del Rosario en España durante la Edad Moderna
3. Romero Mensaque, ob.cit. También Hermandades del Rosario en Sevilla (www.rosarioensevilla.org). Se recomienda leer el capítulo 29 de esta serie, titulado La religiosidad de la calle.
5. Ntra. Sra. de las Nieves (www.hermandades-de-sevilla.org). Se recomienda leer en este blog el capítulo 15 de la serie Sevilla salomónica, titulado …En las puertas doradas de la nueva Jerusalén. Parece ser que la coincidencia de la advocación de las Nieves con el apellido de Justino de Neve es fortuita.
6. Ibíd. 2
7. Archivo Palacio Arzobispal, Hermandades, leg. 12, citado por Romero Mensaque, Carlos José en el artículo Hacia una pretendida aproximación de la religión popular en la Sevilla del Barroco. Revista de Humanidades, núm. 7. Centro Asociado de la UNED. Sevilla.
8. Hernández Núñez, Juan Carlos. Noticias sobre la Alcaicería de la Seda y su transformación en el siglo XVIII. Laboratorio de arte 7
9. Fernández de Paz, Eva. Religiosidad popular sevillana a través de los retablos de culto callejeros
10. Sanz Serrano, María Jesús. Una hermandad gremial: San Eloy de los Plateros 1341-1914
11. Ibíd. 2
12. Carrero Rodríguez, Juan. Anales de las cofradías sevillanas
14. Ibíd. 10
15. Pura y Limpia (Postigo del Aceite) (www.hermandades-de-sevilla.org)
16. González de León, Félix. Noticia histórica del origen de los nombres de las calles de esta M.N. M.L. Y M.H. ciudad de Sevilla
17. Ibíd. 3
18. Hermandad de La Lanzada (www.es.wikipedia.org)
19. Archivo Municipal de Sevilla, “Papeles del Conde del Águila”, Rasson de la Fundación de la Cassa del Spiritu Sto. De RR.PP. Clerigos Menores de esta Ciudad de Sevilla, manuscrito de Joaquín Rodríguez de Quesada, escribano público de Sevilla a solicitud del Padre Félix de Flores, provincial de Andalucía de los Clérigos Menores. b., citada por Fernández Rojas, Matilde en El convento del Espíritu Santo de Sevilla, vulgo de los Menores, de la Orden de Clérigos Regulares Menores
21. Ibíd. 3
22. Ibíd. 2 y 3
23. Aguilar Piñal, Francisco. Historia de Sevilla: Siglo XVIII


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